La actividad industrial aumentó 0.4% en enero, respecto a diciembre con cifras desestacionalizadas para que la comparación sea válida. Esto llevó a algunos a señalar un cambio de rumbo luego de dos caídas mensuales consecutivas en noviembre (-1%) y diciembre (-0.8%). Sin embargo, el favorable dato de enero no debe llevarnos a sacar esa conclusión, si consideramos que la serie tendencia-ciclo que publica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestra una trayectoria a la baja desde septiembre pasado. Es decir, más allá de los altibajos presentados desde entonces la tendencia es a la desaceleración, esto es, a crecer a menor tasa, lo cual podemos observar con las variaciones anuales, que, si bien siguen siendo positivas, registran un menor porcentaje.
En contrapartida, una desaceleración de la producción industrial, no forzosamente se traduce en una menor actividad de la economía, porque no tiene un peso relativo tan fuerte como las actividades terciarias. Por ejemplo, considerando los valores a precios constante del cuarto trimestre de 2023, las actividades secundarias participaron con 34.1% del valor agregado bruto, mientras que las terciarias con 62.3%; el restante 3.6% corresponde a las primarias.
Lo anterior muestra dos de los errores más comunes que se suelen cometer: 1) un mal o buen dato no es suficiente para marcar un cambio de tendencia, y 2) las falacias de composición, creer que la economía en su conjunto se comporta de la misma forma que un sector particular y viceversa.
Todavía no tenemos datos observados del sector terciario de enero, los cuales serán divulgados por Inegi el 22 de este mes; sin embargo, considerando los resultados del Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE)el sector terciario habría crecido 0.1% en enero respecto al mes anterior, luego de que en diciembre cayó 0.3%, aunque posteriormente fue revisado sin cambio cuando se dieron a conocer los datos del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), podríamos esperar un mejor desempeño de los servicios y del comercio, tomando en cuenta que el consumo privado se mantiene firme apoyado por una masa salarial que crece por incrementos del empleo y del salario real.
En este sentido hago hincapié en lo que comentaba la semana pasada, que el consumidor percibe favorablemente la situación económica presente tanto del hogar como de su país. Ese optimismo también se refleja en los sondeos de opinión con los empresarios en el mes de febrero. A su vez, el mayor gasto público por la temporada electoral también está dándole un impulso a la economía, lo que podría modificarse pasadas las elecciones. El reporte de las finanzas públicas de enero, muestra el enorme crecimiento del gasto, que contrasta con la modesta alza de los ingresos.
Al interior de la producción industrial, los desempeños fueron mixtos en enero respecto a diciembre: en construcción aumentó 2.2% y en industrias manufactureras, 0.2%; mientras que se registraron caídas en minería (-0.4%) y en generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, suministro de agua y de gas natural por ductos al consumidor final (-0.8%).
De nueva cuenta, más allá de los comportamientos mensuales, las tendencias de las series indican que la industria manufacturera, que representó 63.9% de la producción industrial en el cuarto trimestre del año pasado, ha venido reportando una ligera tendencia a la baja desde agosto afectada por el menor dinamismo de las exportaciones y la mayor importación de bienes de consumo final.
La minería viene con una trayectoria de baja desde marzo de 2023, en gran medida por la caída de la extracción de petróleo crudo y la menor producción de la no petrolera ante la reducción del precio de los metales, así como las dificultades ocasionadas por la delincuencia y huelgas que han parado la producción en algunas minas.
Por su parte, la construcción, que desde finales de 2022 ha presentado una fuerte tendencia al alza, ha ido moderando su desempeño desde octubre, aunque sigue siendo positiva. Recordemos que, en 2024 el gobierno federal presupuestó una caída de la inversión física de -11.1% y que se concentrarán los esfuerzos en concluir proyectos prioritarios castigando otros gastos de infraestructura.
Finalmente, lo más preocupante tiene que ver con el sector de energía eléctrica que desde octubre pasado viene mostrando una tendencia de baja. Sin embargo, en diciembre de 2020 se presentó un desplome de la producción explicado por las medidas administrativas, decretos y modificaciones de ley que han perjudicado el funcionamiento de los productores independientes afectando drásticamente el comportamiento del PIB de este sector.
El desplome de la producción eléctrica puede desalentar la inversión en el país. El gráfico es tan evidente, que no se entiende cómo el gobierno federal no comprende la gravedad de la situación del sector, máxime que esto podría restringir el crecimiento económico.
Cabe destacar, que si bien el sector de la industria eléctrica sólo representa 4.1% de la producción industrial de México, es estratégico para todos los sectores, puesto que el suministro suficiente y a buen precio resulta indispensable para el funcionamiento de cualquier economía, lo mismo que del agua. Estos son retos que deberá afrontar el próximo gobierno, antes de que se conviertan en cuellos de botella más graves.
Adenda
1) La inflación al consumidor en Estados Unidos tuvo un ligero rebote en tasa anual en febrero respecto a enero, 3.1% vs 3.2%, ocurriendo lo opuesto con la subyacente; 3.9% vs 3.8%. Lo preocupante es que las variaciones mensuales han tendido a subir en los últimos meses. En este sentido, la Reserva Federal refuerza su postura de retrasar la baja de la tasa de interés objetivo.
2) Las declaraciones de Trump de que elevará los aranceles a México en caso de que gane las elecciones y que tomará medidas para evitar el desplazamiento de inversiones hacia nuestro país confirma que en materia comercial vendrán tiempos difíciles.
3) Si bien BYD superó a Tesla como productor mundial de vehículos eléctricos en 2023, fue más bien por la producción orientada al mercado interno. La expansión en el extranjero enfrenta problemas de calidad, y especialmente el manejo de la logística a larga distancia.
4) El fracaso de la política petrolera se refleja en dos aspectos: las crecientes pérdidas de Pemex Refinación y que los combustibles importados representan 72% de las ventas totales. El fracaso en los procesos de reconfiguración de algunas de las refinerías pone en la mesa de discusión la conveniencia de cerrar algunas plantas que son muy obsoletas.
5) El gasto medio de turistas por vía aérea fue de 1,261.72 en enero de 2024, 2% superior al del mismo mes del año pasado a pesar de la apreciación del peso frente al dólar.
Economista, catedrático de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx