Un amable lector me pidió que lo explicara. Primero habría que considerar el planteamiento de que el dólar de Estados Unidos está débil y luego entonces el peso está fuerte, no es del todo correcto. Por ejemplo, a principios de año se intercambiaban 1.23 dólares por euro y ayer estaba en 1.06, pero hace dos semanas llegó a estar en 1.04. Frente al yen a principios de año la paridad estaba en 115 por dólar y ayer estaba en 130. Esto es, se había fortalecido frente a dos importantes divisas.
Sin embargo, el dólar comparado con monedas de mercados emergentes que exportan materias primas o combustibles como el petróleo se ha debilitado. En parte también, porque algunos bancos centrales, como el de Brasil, han elevado sus tasas de interés atrayendo capitales. Obviamente, en un mundo donde prevalezca la recesión estos precios caerían y la situación se revertiría.
En el caso mexicano, el peso se ha visto favorecido por el dinamismo de las exportaciones hacia Estados Unidos confirmado por las cifras de la balanza comercial de abril reportadas la semana pasada, los importantes flujos de inversión extranjera directa revelados con el reporte de la balanza de pagos del primer trimestre, junto con la entrada de divisas que traen las remesas y en menor medida por el turismo.
Por su parte, el Banco de México (Banxico) con alzas de la tasa de interés interbancaria ha mantenido atractiva la inversión en instrumentos en pesos de inversionistas extranjeros, aprovechando la ventaja de que es una moneda muy comerciable mundialmente.
La apreciación del tipo de cambio también ha permitido el crecimiento de las importaciones de bienes de capital, que ayudarían a reactivar parcialmente la inversión privada, que ha estado afectada por el mal desempeño de la construcción, especialmente de la residencial.
La inflación de los productos agropecuarios se ha disparado en el mundo. La semana pasada, la FAO reportó sus índices de precios de abril y destacó que el precio global de los alimentos era superior en 30% al de hace un año. En el caso del maíz y el trigo, afectados por la guerra en Ucrania, 34% más elevados, lo mismo que el aceite vegetal, que se ubicaba 46% por arriba, así como 17% para la carne. Cabe comentar que el organismo advirtió que los precios podrían elevarse más, no solo por los efectos de las guerras comerciales, sino por la prohibición de exportar productos agrícolas que varios países han decretado, lo que ha agravado las condiciones de hambruna de naciones afectadas por sequías.
En la medida que el peso se aprecia, ayuda a contrarrestar parcialmente estos incrementos de productos que son importados por México. De ahí que el gobierno pretenda alentar la producción local, pero como se ha comentado, ello lleva tiempo y requiere de mucha suerte, esto es, que las condiciones del clima no perjudiquen las cosechas y no afecten el hato ganadero.
La volatilidad también se ha aminorado y no está en los niveles tan elevados como estaba a principios de marzo con la incertidumbre generada por el inicio de la guerra. Sin embargo, están latentes los riesgos externos provocados por las fuertes fluctuaciones de las bolsas, que hace unos días se vieron amenazadas porque el incremento de los costos estaba ocasionando un fuerte descenso de los márgenes de ganancia de dos empresas comerciales emblemáticas de Estados Unidos, pero que puede replicarse en más compañías.
En este proceso de desglobalización acentuado por la expulsión de Rusia, y que ya venía desarrollándose por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, agravado por las políticas de confinamiento total de China que ha afectado gravemente las cadenas mundiales de suministro, México es visto como afortunado porque con el T-MEC se ve beneficiado por el dinamismo de Estados Unidos y las oportunidades que aporta la relocalización y el nearshoring.
Por lo pronto, los especialistas del sector privado encuestados por Banxico en mayo pronostican que el tipo de cambio al cierre de 2022 se ubique en 21. Esto es, implícitamente ven un segundo semestre más complicado, pero no demasiado. Es decir, a pesar de la desaceleración de la economía mundial y en particular de Estados Unidos, se considera que seguirá impulsando al sector externo, que es el más dinámico de la economía mexicana.
Los expertos ven más factores internos que podrían obstaculizar el crecimiento de la actividad económica en México. A saber: la incertidumbre política interna, los problemas de inseguridad pública y las presiones inflacionarias en el país. Sin embargo, se podría inferir que estos no afectarían de manera destacada al tipo de cambio.
Además de los riesgos geopolíticos, existe la interrogante de qué tan fuerte y prolongada está siendo la desaceleración de la economía china y cuál sería su impacto en los mercados de materias primas a nivel mundial. No en balde The Economist en su último número lanzó la interrogante en su portada.
En conclusión, es difícil predecir cómo se ajustarán los mercados financieros frente al menor desempeño que tendrá la economía real; pero si el aterrizaje no resulta suave, ello se reflejará en fluctuaciones del tipo de cambio. Por lo pronto, desde el 19 de mayo se ha ubicado por debajo del nivel de 20.
ADENDA
1.- La demanda de trabajo continuó fuerte en Estados Unidos, pero las empresas no logran cubrir los puestos vacantes con facilidad, reportó ayer el Departamento de Trabajo.
2.- Los pedidos manufactureros en mayo en México siguen creciendo moderadamente impulsados por el dinamismo de las exportaciones.
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