La típica broma que se hace de los economistas es que nos pasamos la mitad del tiempo en predecir lo que va a pasar y la otra mitad en explicar porque no sucedió. Por lo pronto les ahorraré la última parte y creo que lo más práctico es esperar que las proyecciones económicas sigan la inercia de este año. No habría motivos para esperar algo diferente.

Primero veamos la actividad económica que depende de dos motores: el externo y el interno. Lo que vemos con las gráficas de las exportaciones a noviembre es que han perdido dinamismo y pareciera que están cerca de alcanzar máximos, sobre todo si observamos la trayectoria que lleva la serie tendencia-ciclo. Se esperarían malas cifras en diciembre en buena medida por los cierres ocasionados por la peor tormenta de nieve en mucho tiempo en Estados Unidos (EU), pero más que un tropiezo temporal, la actividad industrial va a la baja.

La mayoría de los expertos en Wall Street siguen pensando en un escenario de aterrizaje suave en EU para el próximo año, esto es, consideran que la recesión será moderada y por ende están previendo un crecimiento del PIB de 0.5%, confiados en que la fortaleza del mercado laboral evitará una fuerte caída como en 2009.

Sin embargo, la caída podría ser mayor considerando que las tasas de interés seguirán subiendo porque la inflación todavía está en niveles elevados para la Reserva Federal (Fed). Lo curioso del asunto es que a pesar de que la Fed ya advirtió que las bajará hasta 2024, los analistas siguen insistiendo en que ello pasará en 2023 esperanzados en que la reducción de tasas de interés sea una respuesta para aligerar la recesión, a pesar de que Jerome Powell ha insistido reiteradamente en que no bajarán la guardia ante el riesgo de que la inflación repunte posteriormente por haber reducido las tasas precipitadamente.

El mensaje que han mandado en la Fed es que, si se equivocaron en retrasar el alza y luego lo tuvieron que hacer con mayor frecuencia e intensidad en 2022 ante el disparo de la inflación, no quisieran volver a cometer el error volver a subirlas otra vez al no tener la inflación en los niveles que se consideran adecuados (2%).

En este sentido, esperar que las exportaciones mexicanas sean el segmento más dinámico de la economía, como lo fueron este año, es muy difícil. En el mejor de los casos se esperaría un crecimiento moderado, pero si la recesión en EU fuese más profunda no extrañaría que éstas se reduzcan, máxime que las disputas comerciales se acentuarán y es previsible la aplicación de medidas compensatorias contra México, como resultado de las controversias de los paneles en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). No hay indicios de que el gobierno mexicano vaya a modificar su postura ante los reclamos de EU y Canadá.

El entorno mundial también resulta complicado. No hay visos de que la guerra en Ucrania vaya a terminar pronto y por ende, la recesión en Europa seguirá empeorando. La tentación de que gobiernos populistas de derecha como en Italia, comiencen a tomar decisiones en contra de la Unión Europea está latente. Las crisis han sido caldo de cultivo de movimientos fascistas en el pasado y que en el presente tienen una tendencia antiinmigrante y por ende xenofóbica muy marcada.

Por otra parte, las cadenas de suministro no se han recuperado del todo. No se ve que China vaya a aligerar lo suficiente las restricciones de confinamiento por el Covid-19 ante el repunte de casos. Mientras que los países desarrollados de occidente han aprendido a convivir con las nuevas variantes del virus, porque las vacunas bivalentes son más efectivas y se ha logrado un mejor nivel de inmunidad, esto es, no hay garantía de que la gente no se vuelva a enfermar, pero al menos los efectos no serán tan graves; en China no sucede así con el ómicron y las nuevas variantes, por lo que se ha acentuado el cierre al exterior.

Adicionalmente, los conflictos geopolíticos también refuerzan las posturas proteccionistas. A pesar de las muestras de distensión vistas en la pasada reunión del G-20 entre los presidentes de EU y China, la semana pasada Putin y Xi Jinping reiteraban la promesa de incrementar los lazos comerciales ante el bloqueo de occidente.

El motor interno de la economía mexicana también está perdiendo fuerza. Si bien los medios han reportado que sigue creciendo el uso de las tarjetas de crédito a pesar del alza de las tasas de interés, en buena medida por la demanda reprimida y por la ilusión que generan las promociones de meses sin interés, la realidad es que el costo financiero del incremento de los saldos insolutos más adelante frenará el gasto. La mayor inflación también ha reducido el poder de compra, especialmente de los sectores de bajos ingresos que concentran más su gasto en productos agropecuarios. Además, ante un escenario incierto, los consumidores están siendo más cautelosos con sus gastos.

La inversión privada tampoco reacciona no sólo por los mayores costos financieros por las tasas más elevadas, sino por la desconfianza que le genera el actual gobierno. Como en los tiempos de Echeverría, se buscaría impulsar la pública para compensar el lento desempeño de la privada. Pero los proyectos prioritarios no han logrado tener el efecto multiplicador que se esperaba.

En este sentido, estamos proyectando un bajo crecimiento para el Producto Interno Bruto (PIB) de 2023 de sólo 0.6%, luego de un alza de 3% este año. Para la inflación esperamos un cierre de 7.89% en 2022 en variación anual de diciembre y de 3.97% para el próximo año, en línea con el pronóstico del promedio del INPC de 4.2% para el cuarto trimestre de 2023 anunciado por Banco de México recientemente. En ese sentido, siempre está latente el riesgo de que el tipo de cambio se deprecie demasiado.

Sin embargo, hace un año nadie hubiera imaginado que la tasa de interés interbancaria a un día estaría en 10.5% y que el tipo de cambio cerraría alrededor de 19.50 en 2022. Por lo que siguiendo la pauta que ha marcado la Fed, en 2023 dicha tasa llegará al 12% y el peso a fin de año estará en 21. Hago hincapié en que no soy adivino y que esto depende de que la inercia continúe y que la economía mexicana mantenga la resiliencia que mostró este año. Al mal tiempo, buena cara.

ADENDA

1) Después de muchas resistencias, se aprobó la ampliación de vacaciones a 12 días. Esperemos que esto ayude a impulsar el turismo nacional.

2) Los efectos económicos de la reforma electoral los veremos hasta el 2024.

3) La recuperación de la categoría 1 no se resolverá con permitir el cabotaje. Al tiempo.

4) Nadie por encima de la ley (ayer fue 28 de diciembre).

5) Sí se cumplió el pronóstico de que México no pasaría de la primera ronda en Qatar.

 

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Catedrático de la EST-IPN

Email: pabloail@yahoo.com.mx

 

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