***ANÁLISIS
Cuando los especialistas en economía difunden sus proyecciones, no lo hacen en función de si son optimistas o pesimistas, o buscando un modelo econométrico que dé el resultado que desean sus jefes, salvo que estos tengan una postura política predeterminada. En este México tan polarizado, es fácil estigmatizar como pesimistas a quienes digan que el PIB crecerá 0.9% en 2023, como lo anunció la encuesta de diciembre de 2022 que levanta Banco de México (Banxico), porque lo políticamente correcto es ser optimista.
En realidad, se toman muchos factores en cuenta. El entorno externo, tratándose de una economía tan abierta y globalizada como la nuestra, es indispensable. El cambio climático y sus efectos en las cosechas en todo el mundo, así como una fuerte sequía puede elevar los precios de los productos agropecuarios, la interrupción de la producción por guerras (Ucrania), las rupturas de las cadenas de suministro a nivel mundial por el confinamiento por el Covid-19 en China o por cuestiones geopolíticas. El alza de las tasas de interés para hacer frente a la inflación, por mencionar lo más visible.
También aspectos internos como la política monetaria restrictiva y el efecto del alza de las tasas de interés en el consumo y la inversión, la propuesta de política fiscal para 2023, que se consideró que no viene tan austera como en años anteriores. Evidentemente, el desempeño de la economía este año tendrá un impacto electoral el próximo.
Quienes hacemos análisis económico nos fijamos más en las evidencias para determinar tendencias. Por eso la evolución de algunos indicadores relevantes es fundamental para ello. Ayer se difundió el índice de gerentes de compra (PMI, por sus siglas en inglés), que elabora el Institute for Supply Management (ISM). Se trata de un indicador compuesto elaborado mediante sondeos y que, de manera muy oportuna, refleja el comportamiento reciente de la industria en Estados Unidos (EU).
El PMI cayó por segundo mes consecutivo por abajo de 50, por lo que ya se va definiendo una tendencia a la baja, ubicándose en 48.6, su nivel más bajo desde mayo de 2020 (43.5). Si bien hubo algunos indicadores particulares como el del empleo que reportaron crecimiento, en su mayoría fueron negativos, destacando el de nuevos pedidos que llevan una racha de cuatro meses a la baja y acelerándose la disminución. Aunque tuvo un impacto negativo en el mercado accionario, se recuperó alentado por la expectativa de que China podría relajar las restricciones por la pandemia y que los precios a los productores se están reduciendo, y ello respaldaría la tesis de que la política monetaria no será tan restrictiva.
Respecto a lo que se espera en la economía mundial para este 2023, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en declaraciones a la cadena CBS, alertó que un tercio de la economía mundial podría entrar en recesión porque EU, Europa y China van a la baja simultáneamente. Puso el acento en que las restricciones al comercio mundial le están quitando dinamismo a la producción global, en gran medida por los conflictos geopolíticos. Cabe comentar que el FMI divulgará en la segunda quincena de enero las actualizaciones de perspectivas económicas, por lo que Georgieva nos está anticipando que la revisión será a la baja respecto a las proyecciones de octubre pasado.
Por su parte, The Wall Street Journal divulgó el lunes pasado una encuesta entre grandes bancos. Se destaca que dos tercios de los expertos prevén que este año habrá recesión en EU. Mencionan que, aunque la inflación se ha debilitado, sigue siendo elevada, por lo que prevén que la tasa de fondos federales, que está en 4.5%, subirá a 5.5%, y ello afectará al consumo.
Consideran que hay señales inconfundibles de recesión como la curva invertida, que es la situación en la que el rendimiento de los bonos del Tesoro de tres meses es más elevado que el de 10 años. Cuando eso ha sucedido, se anticiparon recesiones económicas. Al menos así ha sido en la últimas cuatro, incluida la atípica de 2020.
Pero también destacaron indicadores como que el índice adelantado lleva una racha de nueve meses consecutivos a la baja, que el mercado de casas esté deprimido, la confianza del consumidor en niveles muy bajos, el consumo debilitándose y el sector manufacturero a la baja, a pesar de la fortaleza de los servicios. Adicionalmente, el ahorro generado luego de la pandemia parece haberse agotado.
Sin embargo, estiman que la recesión será moderada, por lo que esperan que el PIB de EU crezca 0.5% este año, considerando que el mercado laboral está bastante fuerte. Están esperanzados en que la Reserva Federal modifique su política monetaria a finales de año y que ello impulse el mercado de bonos y el accionario con una pequeña alza. Las recesiones son parte de los ciclos económicos. La caída del PIB en algunos trimestres en EU tendrá efectos en la economía mexicana.
Por lo pronto, la desaceleración en EU ya se resintió en un menor crecimiento anual de las remesas que recibe México en noviembre. Cabe recordar que la construcción ha sido una de las industrias más afectadas y que muchos mexicanos trabajan en este sector, por lo que no resultó extraño el menor dinamismo de estas transferencias.
Por su parte, el peso mexicano va fortaleciéndose, llegando a niveles de 19.20. Los inversionistas no han recibido con agrado las medidas de Lula en Brasil, y ello podría estar generando una reubicación de fondos a otros mercados.
La gente suele asociar que las cosas están bien cuando el peso está fuerte y contribuye a mejorar la confianza del consumidor. Tal vez el trauma que han dejado las devaluaciones explique en parte este sentimiento. La fortaleza del peso pudo haber influido en las buenas ventas de automóviles en diciembre reportadas ayer por Inegi. Sin embargo, sabemos que un peso demasiado fuerte también podría desalentar las exportaciones.
Desde el lado del productor, las cosas se ven preocupantes. El Indicador de Pedidos Manufactureros presentó una disminución mensual con cifras desestacionalizadas de 0.56 puntos, al ubicarse en 51.9 puntos en diciembre y, aunque está arriba de 50, la tendencia ha sido a la baja. La confianza empresarial cayó a 49.3, siendo el tercer mes consecutivo por debajo de 50.
En este ambiente tan polarizado, los simpatizantes de la 4T presumen en las redes sociales que el nivel del peso refleja que el gobierno está haciendo muy bien las cosas, cuando pudiera ser más consecuencia de las altas tasas de interés. Los opositores destacan que el bajo crecimiento en el sexenio es resultado de la mala política económica. Ambas cosas son falacias, pero muchas personas ya están atrapadas por sus filias y fobias.
ADENDA
1.- Jonathan Heath, en un tuit, comentó que tomaría en cuenta la postura de Gerardo Esquivel quien ha alertado que una política monetaria demasiado restrictiva, sería perjudicial para la economía.
2.- El lunes se difunde la inflación de diciembre; habrá que estar atentos.
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Catedrático de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx