Una economía mundial fragmentada fue puesta como tema destacado de agenda a principios de año durante las deliberaciones que se realizaron en el Foro Económico Mundial (FEM). Ahora el Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a hacer hincapié en el asunto en las más recientes Perspectivas de la Economía Mundial, pero lo denomina como la fragmentación geoeconómica destacando su preocupación porque impide los avances hacia una prosperidad compartida.

La tendencia al proteccionismo que comenzó con la administración Trump, se convirtió en una amplia Guerra Comercial con China y que la ha ampliado la administración Biden desde una perspectiva de seguridad nacional. Esto se manifestó claramente hace un año con el decreto para prohibir las exportaciones de semiconductores con tecnología avanzada, y que se ha extendido con la cancelación de inversiones norteamericanas en algunos sectores económicos.

Las represalias chinas no se hicieron esperar, con la prohibición de exportar minerales raros y con las restricciones de funcionamiento de altos ejecutivos de trasnacionales occidentales, ante la sospecha de que pudieran sustraer secretos industriales. El ambiente de negocios está tan deteriorado que se ha reflejado en reducción de los flujos de inversión extranjera directa (IED) en China; que en contrapartida ha reducido desde 2016 su IED en Estados Unidos (EU) y Europa, pero, la ha aumentado considerablemente en Asia del este y en algunas zonas de África.

A raíz de la invasión rusa a Ucrania en febrero y de la postura que adoptaron las potencias como China en el conflicto, se comenzó a mencionar con más intensidad cambios en las estrategias de las cadenas globales de comercio, con la relocalización de las cadenas de suministro en sitios cercanos al destino final del consumo, que se difundió ampliamente como “nearshoring”.

Cabe comentar que la pandemia por la Covid-19 ocasionó una grave escasez de chips, lo que afectó a muchas industrias, de manera destacada a la automotriz y a los fabricantes de teléfonos inteligentes, por lo que desde entonces las empresas comenzaron en ampliar las cadenas de suministro para no depender de proveedores exclusivos. Esto se agudizó en 2022, cuando China aplicó políticas de confinamiento más agresivas por la llegada de la variante ómicron, lo que retrasó la terminación de una gran variedad muy amplia de bienes y servicios.

Con la agudización de los conflictos geopolíticos, se comenzó a hablar del comercio preferente con los países aliados y amigos (friendshoring), por lo que las exportaciones hacia Estados Unidos (EU) de México, Vietnam e India han tendido a crecer con gran dinamismo.

Pero en contrapartida, también ha sucedido una relocalización de empresas al interior de China como lo destacó un artículo publicado en The Wall Street Journal, trasladando fábricas que se concentran en mercancías más intensivas en mano de obra como ropa, muebles y juguetes aprovechando los sueldos más bajos, y redirigiendo las exportaciones hacia el resto del mundo. Sin embargo, ese traslado de empresas, al parecer, es preferentemente de empresas chinas.

El FMI se opone a la fragmentación económica porque desacelera el volumen mundial de comercio, afecta la cooperación multilateral y contribuye a que los países no sigan las normas de la Organización Mundial de Comercio, por lo que se reduce la producción mundial y se genera inflación porque los mayores aranceles elevan los costos de las empresas. Adicionalmente, las empresas importarían insumos que provengan de países aliados, pasando por alto que sean más costosos. El organismo destaca también que la fragmentación amenaza la seguridad alimentaria y la transición a la energía limpia.

Para mitigar el riesgo de la fragmentación económica, expertos del FMI recomiendan a los países que apliquen políticas que fortalezcan su resiliencia frente a shocks externos, como serían:

• Marcos más sólidos de política macroeconómica, estructural y fiscal.

• Reservas fiscales y financieras amplias.

• Redes de protección más fuertes.

• Preparación ante perturbaciones repentinas de los suministros de materias primas.

Aunque el organismo hace un llamado a que todos los países deben evitar la fragmentación geoeconómica y se regrese a los esquemas multilaterales de libre comercio, la realidad es que se ha ido ampliando, porque se han agravado conflictos internacionales como el palestino-israelí, y otros se mantienen latentes como es el reclamo de Taiwán por parte de China, lo que acentúa la configuración de bloques regionales y políticos a nivel mundial.

La fragmentación geopolítica, por otra parte, impide que países como EU sigan las recomendaciones de una política fiscal no expansiva que contraviene los esfuerzos antiinflacionarios de la política monetaria. Por ejemplo, la política industrial promovida por Biden alienta la producción dentro de EU de empresas que fabriquen semiconductores, al punto que los mayores proyectos de inversión son de empresas extranjeras buscando reducir la dependencia de producción externa, en un amplio proyecto de sustitución de importaciones por razones geoestratégicas.

En conclusión, una economía mundial fragmentada es resultado de la complicada geopolítica internacional, por lo que la globalización total que tuvimos a principio del siglo XXI no volverá. Sin embargo, sigue siendo imprescindible retomar esfuerzos de cooperación multilateral para hacer frente a peligros como el cambio climático, el surgimiento de pandemias y sobre todo que la escalada bélica ponga en riesgo la paz mundial.

ADENDA

1) El crecimiento de las ventas al menudeo de 0.7% en septiembre en EU, reactivó los temores de que las presiones inflacionarias de demanda siguen presentes. En contraste, la expectativa de los consumidores se ubica por debajo de 80 en septiembre, niveles que indicarían recesión para el próximo año, lo que contrasta con una tasa de desempleo de 3.8%.  A finales de mes, se divulgará el PIB del tercer trimestre y podría poner nerviosos a los mercados.

2) El crecimiento del PIB de China de 4.9% en variación anual, frente a 6.3% confirma la tendencia de desaceleración de la economía. La crisis en el sector inmobiliario, el retroceso en la confianza del consumidor y la pérdida de dinamismo de las exportaciones afectan su desempeño.

3) La militarización obradorista que analizó José Antonio Crespo ayer se amplía con la creación y fomento de empresas paraestatales de las fuerzas armadas, que complica su privatización, pero que las vuelve una carga permanente y creciente para el erario. Se replicarían experiencias similares que no han sido exitosas en Cuba y Venezuela, bajo el argumento de fortalecer la soberanía nacional.

4) La autonomía del Poder Judicial está en juego, como la estuvo la del Instituto Nacional Electoral. La estrategia ha sido la misma, limitarla presupuestalmente, y luego proponer reemplazos afines en caso de que no se pueda modificar la Constitución.

5) Nueve gubernaturas en juego en 2024, pero el criterio de equidad de género ha complicado la designación de los partidos. Los premios de consolación ayudarán a la operación cicatriz.

Profesor de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN

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