A finales de mayo, se juntaron en Berlín prestigiados economistas para deliberar sobre la situación mundial en un congreso denominado el Foro de la Nueva Economía. Un mes después, Dani Rodrik, Laura Tyson y Thomas Fricke comentaron en un artículo titulado “Del Consenso de Washington a la Declaración de Berlín” las conclusiones del evento. https://www.project-syndicate.org/commentary/washington-consensus-gives-way-to-berlin-declaration-by-dani-rodrik-et-al-2024-06
Como se sabe, el Consenso de Washington hace alusión a las propuestas de John Williamson, que posteriormente fueron sintetizadas en un famoso decálogo de recomendaciones de política económica e implementadas por los gobiernos en todo el mundo, como parte de la famosa ola del neoliberalismo desde finales de la década de los ochenta. Sin embargo, hoy en día el consenso se ha roto.
En la Declaración de Berlín https://newforum.org/en/the-berlin-summit-declaration-winning-back-the-people/ se parte del diagnóstico de que las democracias liberales hoy en día están en peligro, y que políticos populistas aprovechan el enojo de la gente para proponer soluciones que no van a la raíz de los problemas. Se reconoce que las consecuencias de las medidas implementadas han sido en buena medida responsables de ese malestar.
“Esta sensación de impotencia ha sido desencadenada por shocks derivados de la globalización y los cambios tecnológicos, ahora amplificados por el cambio climático, la inteligencia artificial y el shock inflacionario. Y décadas de globalización mal gestionada, exceso de confianza en la autorregulación de los mercados y austeridad han vaciado la capacidad de los gobiernos para responder eficazmente a tales crisis.”
Por ende, se requiere:
• “Reorientar nuestras políticas e instituciones, pasando de centrarse sobre todo en la eficiencia económica a orientarse hacia la creación de prosperidad compartida y empleos seguros de calidad.
• Desarrollar políticas industriales para abordar de manera proactiva las inminentes perturbaciones regionales apoyando nuevas industrias y dirigiendo la innovación hacia la creación de riqueza para muchos.
• Asegurarse de que la estrategia industrial se centre menos en otorgar subsidios y préstamos a los sectores para que se mantengan en su lugar y más en ayudar a quienes invierten e innovan para lograr objetivos como el cero neto.
• Diseñar una forma más saludable de globalización que equilibre las ventajas del libre comercio con la necesidad de proteger a los vulnerables y coordinar las políticas climáticas, permitiendo al mismo tiempo el control nacional sobre intereses estratégicos cruciales.
• Abordar las desigualdades de ingresos y riqueza que se ven reforzadas por la herencia y el automatismo de los mercados financieros, ya sea fortaleciendo el poder de los mal pagados, gravando adecuadamente los altos ingresos y la riqueza o asegurando condiciones iniciales menos desiguales a través de instrumentos como una herencia social.
• Rediseñar las políticas climáticas combinando precios razonables del carbono con fuertes incentivos positivos para reducir las emisiones de carbono e inversiones ambiciosas en infraestructura.
• Garantizar que las naciones en desarrollo tengan los recursos financieros y tecnológicos que necesitan para embarcarse en la transición climática y las medidas de mitigación y adaptación sin comprometer sus perspectivas.
• Establecer en general un nuevo equilibrio entre los mercados y la acción colectiva, evitando una austeridad contraproducente e invirtiendo al mismo tiempo en un Estado innovador eficaz.
• Reducir el poder de mercado en mercados altamente concentrados.”
¿A quiénes van dirigidas estas recomendaciones? Obviamente, a gobiernos y candidatos que son los agentes que pueden hacerlas efectivas. Esto es, a Joe Biden, al nuevo gobierno de coalición en Francia, pero también al próximo gobierno de México. El actual ha hecho esfuerzos importantes para reducir la pobreza; pero ha quedado a deber en lo referente a las políticas ambientales y de aminorar la concentración, incluso, pretende desaparecer a organismos como la Cofece que está diseñada para limitar el poder de los monopolios y oligopolios.
No cabe duda, que el escenario es confuso. Por un lado, tenemos a un gobierno que aplica medidas de austeridad en educación, salud y cultura, fiel a los preceptos neoliberales; pero no deja de ser populista incrementando el gasto social con un marcado carácter clientelar y asistencialista. Seguimos atrapados entre el neoliberalismo y el populismo en un México bizarro.
Adenda
1. En el boletaje, la ultraderecha francesa perdió, pero que no se nos olvide que 33% votaron por ella en la primera vuelta y que están esperando el fracaso del nuevo gobierno.
2. Se dio marcha atrás a la desaparición de la Secretaría de Turismo; falta que se implemente una efectiva política turística.
3. La aceleración de la inflación al productor prendió las alarmas en Banco de México.
* Economista, catedrático de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx