Los principios de mes vienen acompañados con la divulgación de indicadores que se conocen como de difusión y son de utilidad porque marcan tendencias y son oportunos, ya que se basan en sondeos hechos sobre cuestiones diversas realizados el mes inmediato anterior. Entre los más destacados están, los que se desprenden de la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE) y la Encuesta Nacional de Confianza del Consumidor (ENCO), ejercicios realizados conjuntamente por el Banco de México (Banxico) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Me concentraré primero en los de la ENCO.
Como lo explica Inegi, el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) resulta de promediar los indicadores de los cinco componentes que se refieren a cómo se compara la situación económica de los hogares y del país en comparación con hace 12 meses, y cómo se espera que estén en ambos casos dentro de un año, y se cuestiona si en este momento se compraría un bien durable como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos.
Más que fijarnos en el dato en concreto, resulta de utilidad considerar la serie desestacionalizada del ICC y la de tendencia-ciclo. Llama la atención que el ICC alcanzó un pico en noviembre de 2021 y bajó consecutivamente en diciembre y enero, para subir muy poco en febrero. Este indicador recoge la percepción y el estado de ánimo de los hogares que se vieron afectados por la inflación, la violencia y la inseguridad, el repunte de la cuarta ola en el país por la variante ómicron, así como por los escándalos políticos y la polarización que se han observado y que afecta la confianza, valga la redundancia; pero no alcanzó a recoger el efecto de la guerra de Ucrania con la incertidumbre que ello conlleva.
Pero si observamos la tendencia-ciclo, se ha mantenido estable desde mediados de 2021 por lo que parecería que el consumidor está indiferente o sin suficiente optimismo, por lo que prevalece un sentimiento de estancamiento en la confianza sobre el entorno económico. Respecto a febrero del año pasado, estamos mejor, porque en ese entonces no se contaba con vacunas contra Covid-19, pero la esperanza que ello aportó se ha agotado y la gente pareciera decir que se está igual de bien o de mal.
Al considerar la tendencia-ciclo de los cinco componentes, las señales son mixtas: si consideramos la percepción de la situación actual, es ligeramente más optimista para los hogares que para el país; pero si contemplamos las expectativas de la situación económica, las personas son pesimistas y con una perspectiva negativa desde julio del año pasado; mientras que la decisión de comprar un bien duradero se ha moderado en los últimos meses, pero sigue siendo optimista.
Inegi también divulga otros indicadores complementarios como la intención de comprar un automóvil nuevo o usado en los próximos dos años, el cual va francamente a la baja desde septiembre pasado, lo que tiene que ver con la incertidumbre y el alza de los precios de los mismos. También la posibilidad de salir de vacaciones en los próximos 12 meses, ha perdido su dinamismo, y ello ya no tiene que ver con los temores de contagio, sino con la cautela de los hogares, ante la posible complicación de la economía.
Por lo general, cuando el ICC atraviesa de arriba hacia abajo la tendencia-ciclo es una señal de caída del optimismo del consumidor, así fue en febrero de 2019, septiembre de 2019 y febrero de 2020, en este caso impulsada por la pandemia. La más probable es que así sea, si consideramos la creciente inflación, la depreciación del tipo de cambio y la desaceleración de la economía generada por factores externos e internos como hemos venido comentando en los últimos meses.
Por su parte, la EMOE cuenta con un Indicador de Confianza Empresarial (ICE); Indicadores Agregados de Tendencias (IAT) y Expectativas Empresariales de varios sectores, y; el Indicador de Pedidos Manufactureros (IPM), que miden el pulso de la economía desde la perspectiva de los empresarios. Al analizar las cifras ajustadas estacionalmente, encontramos lo siguiente:
El ICE del sector manufacturero nos aportó una perspectiva optimista en febrero con un importante repunte, luego de que el mes anterior se vio afectada por el repunte de los contagios causados por la variante ómicron, lo que ocasiona ausentismo laboral. Sin embargo, no podemos echar las campanas al vuelo porque no se logró romper la tendencia-ciclo que se ha mantenido bastante plana desde hace ocho meses.
El ICE de la construcción tuvo una ligera alza en febrero, pero todavía por debajo del máximo reciente alcanzado en diciembre de 2021. La tendencia-ciclo sigue al alza, pero moderando su crecimiento, por lo que las perspectivas del sector apuntan más a la desaceleración.
En contraste, el ICE del Comercio y el de Servicios privados no financieros apuntan a una clara contracción. A pesar de la ligera mejoría en febrero, están muy lejos de su punto máximo alcanzado en diciembre pasado y con una tendencia ciclo decreciente destacando que en ambos casos, el ICE cayó con fuerza en enero. La mayor inflación y la incertidumbre económica están afectando significativamente a estos sectores.
Por su parte, los resultados de los IAT en febrero son mixtos dependiendo de los sectores: el manufacturero rompiendo hacia arriba la tendencia-ciclo que venía presentando una tendencia ciclo muy horizontal desde hace más de un año. El de la construcción, aunque no cambió respecto a febrero, continúa en un nivel aceptable desde hace varios meses. Pero el que repuntó con tal fuerza que modificó la tendencia-ciclo al alza fue el de servicios privados no financieros. Por el contrario, el IAT del comercio, subió ligeramente en febrero, pero continúa con una tendencia a crecer cada vez menos desde abril del año pasado.
El IPM en febrero tuvo una importante recuperación luego de la fuerte caída reportada en enero, pero sin regresar al máximo reciente registrado en noviembre pasado. Al analizar los componentes, encontramos señales mixtas: positivas por el lado de los pedidos, la producción y el personal ocupado; desfavorables en la oportunidad de entrega de insumos de parte de los proveedores así como de inventarios de insumos de las fábricas. Esto anticipa cuellos de botella y retraso de entregadas. Así que si le dijeron que le iba a llegar su refrigerador en abril, tendrá que esperarse un poco más, puesto que ante la falta de materias primas no se podrá concluir la elaboración de algunos productos a tiempo. A su vez, la escasez de insumos también está impulsando el alza de los costos y por ende del producto final.
Este panorama no debería de extrañarnos si consideramos que en la última encuesta de expectativas de especialistas del sector privado levantada por Banxico, los principales factores que consideraban que podrían afectar la actividad económica fueron la política interna, la inseguridad y la debilidad del mercado interno; además, sólo 6% consideraba que era un buen momento para invertir.
ADENDA
1) La tendencia ascendente de la inflación subyacente que, en febrero ya llegó a 6.59% en tasa anual, podría convencer a integrantes de la Junta de Gobierno a inclinarse por un alza de 50 pb.
2) Me tomaré un breve descanso, nos vemos el 24.
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