En Estados Unidos (EU), ante las cifras desfavorables de las ventas al menudeo y de casas, nuevos permisos de construcción, crecimiento de los inventarios y una ligera caída del precio de las materias primas, que todavía se mantienen en niveles elevados, ha llevado a revisar las proyecciones del PIB a la baja del segundo trimestre, por lo que serían dos consecutivos de reducción. Esto, de nueva cuenta, ha llevado a algunos analistas a regresar con la cantaleta de la recesión “técnica”.
Evidentemente, se trata de una forma de sensacionalismo si consideramos que es ilógico determinarla con una tasa de desempleo tan baja, que en mayo fue de 3.6% (mañana se divulgará el dato de junio), con una demanda bastante fuerte, que es en parte causante de la inflación, al punto que en el último fin de semana feriado se volvieron a repetir las escenas de caos en los aeropuertos, ante la ola de vuelos cancelados por una combinación de falta de personal ante los nuevos contagios por Covid-19 y un creciente deseo de viajar, a pesar del encarecimiento de los pasajes de avión.
Una recesión se define como una caída generalizada, pronunciada y, por varios meses, en la producción y que se refleja en elevados niveles de desempleo. La única excepción a la regla fue la pasada recesión que comenzó en febrero de 2020 y culminó dos meses después, pero que fue decretada por el Comité de Ciclos de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés), dada la profundidad en la caída del producto y el desplome del desempleo.
Sin embargo, el temor de que la recesión pueda presentarse en un futuro cercano fue respaldada por el índice de Confianza del Consumidor en junio elaborado por The Conference Board, que bajó 4.5 puntos a 98.7 desde 103.2 (1985=100). Cabe precisar que la caída se debió a un descenso fuerte de las expectativas a 66.4 puntos desde 73.4 en mayo; mientras que el índice de la situación presente sólo disminuyó a 141.1 desde 141.4, manteniéndose en un nivel históricamente elevado. Pareciera que la gente está en la actitud de disfrutar la situación actual mientras dure.
Cabe comentar que un índice similar realizado por la Universidad de Michigan, anunciado poco después, dio las mismas señales. Ambos son indicadores de percepción y no siempre coinciden con datos duros sobre la situación de la economía, pero son de utilidad porque anticipan que los consumidores podrían comenzar a ser más precavidos con los gastos, desacelerando el consumo.
El índice coincidente de mayo anunciado también por Conference Board, que es el que marca el inicio de una recesión cuando llega a su punto máximo, creció 0.2 a 108.8 en mayo y ha seguido creciendo desde hace año y medio con algunos altibajos, por ende, no aporta una señal objetiva de una caída de la actividad económica.
El otro indicador que podría anticipar una posible recesión, el índice adelantado, si bien viene cayendo desde hace pocos meses, su baja no es pronunciada, ni prolongada, para poder presagiarla todavía.
Los mercados financieros se han desplomado en los últimos meses y se ha establecido una tendencia bajista dominante (Bear Market), convencidos de que la recesión llegará provocada por un alza fuerte de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed). En sus más recientes audiencias en el Congreso, su presidente, Jerome Powell, ha reconocido que es un escenario posible y que, ante la disyuntiva de evitar una caída del crecimiento o un repunte de la inflación, la Fed le daría prioridad a esto último, frenando las especulaciones de que se quiere deliberadamente provocar una recesión. Ésta ha sido una acusación que ha provenido de legisladores demócratas o de algunos comentaristas, cuando en realidad la Fed está urgida de recuperar credibilidad ante el error de diagnóstico de que la creciente inflación sería un fenómeno transitorio.
La polémica que se está presentando es cuándo ocurrirá una recesión en EU y de qué tipo será. Sólo se presentará hasta que la tasa de desempleo suba significativamente y creo que eso sería hasta el primer semestre de 2023. El consumo, a pesar de la elevada inflación, no se va a desplomar pronto porque los hogares en promedio tienen elevados niveles de ahorro, luego de la pandemia y a que hay sectores económicos, como el turismo, que tienen a su favor una gran demanda reprimida por el confinamiento.
Sin embargo, el alza de las tasas de interés ya ha ocasionado una caída de la construcción y del negocio inmobiliario y ello podría empeorar, porque van a seguir subiendo hasta finales de 2023. La carga del pago de los intereses podría afectar fuertemente el consumo de las familias que refinanciaron sus hipotecas, aprovechando las tasas bajas posteriores a la pandemia. Adicionalmente, las pérdidas ocasionadas por el desplome de los mercados accionarios y especialmente en inversiones riesgosas, como Nasdaq y criptomonedas, podrían generar un efecto pobreza importante como sucedió con la crisis de las punto.com a principios de siglo.
Una recesión en EU tendría efectos importantes en México, porque la reducción de las exportaciones tendría un impacto negativo en el PIB y en las regiones con mayor vocación exportadora (norte y centro), pero también se reflejaría en una mayor depreciación del tipo de cambio con su efecto en el traspaso a la inflación, aunque menor que en el pasado.
En México, los indicadores de ciclos económicos a abril y de la confianza del consumidor de junio dan señales parecidas a las de EU. Con el enfoque del ciclo de crecimiento, el índice coincidente indica que la economía mexicana mejoró el ritmo de crecimiento comenzando el segundo trimestre; pero el índice adelantado anticipa que en los siguientes meses podría desacelerarse, es decir, seguir creciendo, pero a un menor ritmo.
La confianza del consumidor en el país se mantiene estancada desde hace seis meses. Se parece a la confianza de EU, la situación económica esperada de los miembros del hogar y del país con tendencia a la baja desde agosto de 2021, aunque más pronunciada en el país. Respecto a la situación económica actual del hogar y del país, el índice dejó de avanzar en el primer caso y se mantiene estancada desde el segundo semestre del año pasado para el país.
En conclusión, el fantasma de la recesión nos alcanzará tarde que temprano y eso podría tener impactos sociales y políticos, máxime que en EU habrá elecciones intermedias en noviembre. En la academia se ha abierto la discusión de que los parámetros de la tasa de desempleo han cambiado debido a que la pandemia hizo crecer el número de personas no disponibles para trabajar, esto es, que quedaron inhabilitadas para regresar a la fuerza laboral por diversas razones.
ADENDA
1) Inegi anuncia las cifras de inflación al consumidor y al productor de junio. Luego de la difusión de los datos, los especialistas comenzarán a calibrar de cuánto será el incremento de la tasa interbancaria el 11 de agosto (0.50% o 0.75%).
2) El comportamiento del tipo de cambio ha roto las previsiones de los expertos que lo veían en 19.50 hace unas semanas; los choques externos y la volatilidad cambian repentinamente los escenarios. Siempre resulta arriesgado hacer proyecciones.
3) Los datos de empleo de EU de junio acapararán la atención, un dato demasiado bueno o malo puede provocar reacciones adversas, en un caso porque indicaría presiones inflacionarias; en el otro, alarma de reducción del ritmo de crecimiento.
Email: pabloail@yahoo.com.mx
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