Claudia Sheinbaum asumirá la presidencia en un México descrito por muchos como un país feliz, y esto parece ser lo más relevante. La frase "amor con amor se paga" resalta la importancia del afecto del pueblo hacia sus líderes. Sin embargo, es crucial que medios de comunicación, periodistas y analistas incluyan este sentimiento en sus críticas. De lo contrario, perpetuaremos un diálogo donde nadie escucha a nadie. El enfoque tradicional de víctimas y victimarios está perdiendo relevancia y audiencia.
Al inicio del sexenio de López Obrador, un experto en dinámicas de opinión pública y noticias, quien es un amigo cercano, me aconsejó: no critiques simplemente por seguir la corriente, busca nuevas maneras de presentar perspectivas alternativas. Los resultados electorales han probado que tenía razón. Ante un pueblo que se siente satisfecho, las críticas pierden fuerza, sin importar cuán fundamentadas estén.
Por ejemplo, la próxima aprobación de la reforma judicial probablemente elevará el ánimo de los analistas que defienden el Estado de Derecho, intentando influir en decisiones ya tomadas. Sin embargo, a los proponentes de la Cuarta Transformación les será indiferente la crítica, dado que no se trata solo de la votación abrumadora que recibieron, también tienen a su favor el estado de contento general.
Hablemos con datos. Según la encuesta de Gallup sobre la "temperatura emocional del mundo", que evalúa aspectos intangibles de la vida como sentimientos y emociones —aspectos que el PIB y otros indicadores económicos no capturan—, el 86% de los mexicanos experimentan emociones positivas, el 88% tienen razones para sonreír y el 96% se siente respetado. Además, solo el 8% expresa sentimientos de enojo, situándonos entre los cinco países menos enojados del mundo. A esto se añade que solo el 23% reporta sentirse triste y el 38% preocupado.
Claramente, figuras como Xochitl, Alito y Marko continúan errando en sus estrategias al actuar basados en sus propias percepciones en lugar de considerar la experiencia real de los mexicanos. Este ambiente de satisfacción general representa un desafío significativo para todos, dado que la crítica a las acciones del gobierno, lejos de ser efectiva, se traduce frecuentemente en un aumento de su aprobación. Esto podría llevarnos a un país donde los contrastes y discrepancias se conviertan meramente en anécdotas de amargura.
Además, es crucial tener en cuenta que los diálogos políticos que se limitan a cumplir con las formalidades de un supuesto debate democrático pueden resultar contraproducentes. Si estos diálogos se realizan solo por el acto mismo de dialogar, sin buscar realmente perfeccionar las propuestas de Morena que el pueblo respaldó con su voto, se pierde una oportunidad valiosa. La sabiduría colectiva del pueblo, que a menudo prescinde de tecnicismos, busca resultados que mejoren concretamente sus condiciones de vida en lo inmediato y lo futuro.
Por lo tanto, cualquier cambio real comienza con que la élite de la opinión acepte que los tiempos han cambiado. Es fundamental que las autoridades, y en especial la primera mujer presidenta, aprovechen el clima de sentimientos positivos en la sociedad para impulsar nuevas formas de comunicación que reflejen también esta transformación. De lo contrario, también se puede convertir en anécdota.
@osandovalsaenz