El juego del “tapado” del ayer, que prevaleció por décadas y en el que todo era misterio, especulación, espera y hasta zozobra para los “posibles”, trocó en grotesco acto circense de destapadores, destapados y autodestapados. Antes, eran sólo 3 o 4 personajes con posibilidades reales de ser candidatos; hoy, suman al menos una decena de improbables, desubicados y desesperados que creen tener o les hacen creer que tienen esa oportunidad. Conforme pase el tiempo, seguro serán hordas desgarrándose “por servir a México”, degradando más aún la política.

Este fenómeno lo inauguró el presidente de la República en junio. Para despejar la idea de que sólo Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard podrían sucederlo, amplió su lista con Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y Juan Ramón de la Fuente. Excluyó a Ricardo Monreal, a quien para muchos tendría que ser considerado. Luego agregó a Rocío Nahle.

El ejercicio continuó y el 14 de marzo llamó incluso a la oposición a seleccionar a sus posibles candidatos, aconsejándole, en tono de sorna, que piense en Lilly Téllez, Gabriel Quadri, Margarita Zavala, Santiago Creel, Carlos Loret de Mola, Carmen Aristegui, Alejandro Moreno, Marko Cortés y Claudio X. González. En ese mismo tono, recién dijo que hasta Chumel Torres podría ser candidato.

En un plan más serio, pero fuera de tiempo, el líder del PAN, Marko Cortés, ha mencionado como presidenciables, a Mauricio Vila, Ricardo Anaya, Mauricio Kuri, Maru Campos, Francisco García Cabeza de Vaca, Santiago Creel y Lily Téllez.

En el juego, lejos ya de adivinanzas, augurios y buenos deseos, Dante Delgado presentó al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y al alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, como los prospectos de MC para “la grande”. ¿Por qué el gobernador de Nuevo León, Samuel García, no fue incluido?

Confiados muchos en que la sucesión presidencial, adelantada y alentada como nunca por el mismo presidente dejó de ser un asunto vedado, de tiempos, partidos, varios se sumaron a la fiesta a la que todos quieren entrar. Los más entusiastas son motivados por el interés económico personal y por la crisis de figuras. Sólo algunos con oportunidad se han comportado hasta ahora.

Pero la fiebre va in crescendo con casos como el del senador Damián Zepeda, quien, ejerciendo una especie de autodedazo, expresó su legítimo propósito de ser candidato del PAN en 2024.

Quienes más sorprendieron fueron los morenistas Antonio Pérez y Patricia Armendáriz. Él dijo que en Acapulco que “recibió una señal” y ella consideró que los empresarios de la 4T harían un excelente papel “para tratar de llenar los zapatos” del presidente.

¿A cuántos se puede tomar en serio en ese carnaval, en el que cualquiera se autoinscribe con la infundada ilusión de sentarse en la silla presidencial?

Esa responsabilidad, exige un mínimo de seriedad y de cordura; de madurez y sensatez. Una visión de Estado y un Proyecto de Nación son imprescindibles. ¿Cuántos lo tienen?

Entre suspirantes, aspirantes o candidatos, debiera darse la oportunidad histórica a la ciudadanía para que en una suerte de “primarias”, participe y decida quiénes han de gobernar y no sean sólo los dirigentes partidistas y grupos de poder quienes lo hagan.

Eso serviría para llevar a cabo una depuración exhaustiva y distinguir entre quienes ambicionan sólo el poder y el dinero, y quienes están dispuestos a servir a la sociedad.

Se requiere implantar nuevas estrategias y mecanismos para resolver, en el muy corto plazo, las grandes asignaturas pendientes que son muchas y en todos los rubros.

SOTTO VOCE.- Luis Enrique Cruz, “genio de la comunicación” de Omar Fayad, nos comentan desde Hidalgo, ha hecho y heredará un desastre administrativo y financiero, independientemente del pésimo papel que ha desempeñado y que ha sido el principal motivo para confrontar a su jefe dentro y fuera del PRI.

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