El modelo educativo propuesto por la 4T debe ser motivo de una reflexión reposada, un cuidado extremo y un análisis profundo, pues lo que está en juego con eso es, sencillamente, el futuro económico, político, social y cultural de México. Por ningún motivo debe enfocarse a procurar el adoctrinamiento y la enajenación, sino a consolidar la razón y el debate, y a fortalecer la libertad.

Apenas fue presentado el Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana, se desataron las reacciones de estudiosos y padres de familia por la absurdidad de la propuesta. La mayoría de las opiniones coinciden en que el contenido de los libros de texto gratuito y la forma de evaluar, se basa en la ideología del gobierno.

El cuestionamiento se sustenta en el rechazo oficial a que, en el material pedagógico actual, se fomenta el modelo neoliberal, fustigado a lo largo del actual sexenio y utilizado como defensa ante cualquier crítica y/o desacuerdo con quien detenta el poder.

En una perorata lamentable expresada en la presentación de la “idea”, el director de Materiales Educativos de la SEP, Marx Arriaga (¿?), argumentó que el cambio se debe a la necesidad de establecer un modelo educativo decolonial, libertario y humanista, que termine con el racismo, con las pruebas estandarizadas que segregan a la sociedad y acabe con el clasismo. La proposición es todo lo contrario.

Por ejemplo, sustituir grados escolares por fases de aprendizaje y eliminar los exámenes de evaluación es un error, pues nadie sabría qué se enseña, en qué nivel de conocimiento están los estudiantes ni cuánto han aprendido. Sin un plan definido reinarían el caos, el retroceso y la esclavitud de la ignorancia.

La desmesurada ocurrencia parte, además, sin diagnóstico; sin la definición de contenidos ni de materiales, y sin consultas, pruebas y validación que exigen un tema extremadamente sensible como la educación.

De concretarse ese irracional modelo, se apagarían las luces susceptibles de ser adquiridas mediante la instrucción escolar, se perdería toda oportunidad de avance, y se recrearía un “proyecto” que busca perpetuarse en el poder sobre una sociedad de iletrados y ciegos. Por definición, la democracia educa en, por y para la libertad; la autocracia “educa” para la obediencia y la sumisión. ¿Qué quiere el gobierno? ¿Qué quiere la sociedad?

Educere se traduce como dotar de conocimientos especialmente a los niños. Manipular ese proceso con fines partidistas —ni siquiera políticos, puesto que la educación es esencial en el ejercicio democrático del poder—, podría considerarse un crimen de lesa humanidad, puesto que priva a una comunidad del uso de su razón y del desarrollo de sus potencialidades; cancela sus esperanzas de bienestar y burla su dignidad, su moral y su condición de ser pensante.

El degradante modelo que se quiere imponer, tiene muchas perniciosas y agraviantes aristas; en paralelo, los medios están obligados a poner atención en este tema, susceptible de caracterizar y ubicar al mexicano entre el progreso, o el estancamiento y el retroceso.

No hay que olvidar el principio universal que reza: “El buen alumno se inicia con el buen maestro”.

SOTTO VOCE.- Conforme se acerca la elección, en Hidalgo se acumulan los negativos para Carolina Viggiano mientras Julio Menchaca avanza hacia la victoria con discreción, firmeza y una ventaja 2-1 en las encuestas… Es claro que el AIFA y el rediseño del espacio aéreo del Valle de México no son una solución; son un problema y un riesgo; más, porque la realidad no se le informa al presidente para no contradecirlo… Se inicia el calentamiento de motores, también, para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Uno de los posibles y con enormes posibilidades, está muy a la vista. Es de casa.

ombeluniversal@gmail.com
@mariobeteta

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