El ingeniero Carlos Slim ha puesto el dedo la llaga, una llaga histórica que no deja de supurar, que a todos pesa, frena al país y, al menos por ahora, quien debiera hacerlo, no pretende cerrar. La discordia, raíz de muchos males, se ahonda cada día desde lo más alto del poder, con lo cual el México de estancamiento y mediocridad que visualiza el empresario, no sólo es una realidad inevitable, pero se seguirá consolidando.
Prudente, poco afecto a las declaraciones y al protagonismo, dijo el miércoles sin taxativas en el foro Visión de Futuro: México 2042, organizado por el Consejo Coordinador Empresarial, que la confrontación es una tontería, una estupidez. Nadie podría estar en desacuerdo con eso. El problema es cómo soltar ese lastre.
Él mismo propuso la cura, que también es incuestionable; llamó a trabajar juntos, en unidad, por el bien del país, a fin de no seguir perdiendo las oportunidades que permitan salir del subdesarrollo. Pero la unidad y el acuerdo, por la ausencia total de diálogo y tolerancia, son ahora bienes inalcanzables para los mexicanos.
Perceptivo, Slim exaltó el caso de China que, —dijo— es el único país que claramente está conduciendo el cambio de manera cuidadosa y ordenada, de una manera eficaz, con lo que millones de personas han salido de la pobreza y se han ubicado en la clase media.
Por contraparte, lamentó: “…desgraciadamente, en México (…) hemos desaprovechado las oportunidades; las destruimos. Es una tristeza. Cuando tenemos un momento de gran oportunidad, acabamos con este…”.
Y repitió lo que miles de políticos de todos los niveles y de todos los partidos han dicho millones de veces a lo largo de los años: “tenemos que buscar la unidad nacional”, esperanza en la que la mayoría de los electores puso su voto en 2018.
Empero, ¿cuál es la realidad hoy? La realidad es que la discordia preexistente al actual gobierno, no sólo no ha sido superada, sino que día tras días, con un motivo o con otro, con cualquier tema, se profundiza y se agrava. Como pocas veces, actualmente, la sociedad está radicalmente dividida por el desacuerdo y la pugnacidad, primer gran mal que todo buen gobernante procura evitar siempre.
En esa vertiente y sobre la premisa de que un país incluye a todos los ciudadanos, Carlos Slim recordó lo que deben hacer quienes gobiernan: no dividir, sino discutir los conflictos, sostener la razón en la discusión, no a periodicazos. Para el momento, bien cabría decir que unir es imposible a microfonazos.
Las pugnas han sido extremadamente perniciosas y lesivas, es sobradamente sabido. “Las peleas en la época de Porfirio Díaz llevaron a México a guerras civiles, invasiones de territorio, pobreza y desigualdad… todo por la confrontación”, hizo notar el magnate, lo cual debería ser un recordatorio para cambiar, al menos, la cerrazón por la apertura, la exclusión por la inclusión; la tolerancia por la intolerancia… y la discordia por la concordia.
Sotto Voce.- Un acierto más, el de la Fiscalía General de la República al concretar la deportación, por parte del Departamento de Seguridad Interior de los Estados Unidos, del delincuente de cuello blanco, Rafael Antonio Olvera Amezcua, quien defraudó a miles de personas, entre ellos muchos jubilados que invirtieron de buena fe --en algunos casos todo su patrimonio--, en Ficrea. El caso debe servir como ejemplo para prevenir y evitar que ese tipo de empresarios amorales e inmorales realicen esas prácticas y sepan que, con el doctor Alejandro Gertz Manero, no se cierra ninguna carpeta de investigación, por más añeja que sea… Delicadísimo, que Vladimir Putin haya comenzado a desesperarse y frustrarse por su muy probable fracaso en la invasión a Ucrania. Miembros de la contrainteligencia británica, señalan que, de seguir así, podría abortar su operación con gravísimas consecuencias para su futuro político. Otra opción, eventual producto de su paranoia, desequilibrio y esquizofrenia podría, peligrosamente, llevarlo a activar el botón nuclear…