Gabriela Sotomayor

Era solamente cuestión de tiempo para que la ONU calificara de genocidio la ofensiva israelí en la Franja de Gaza. Una acusación muy seria. Para algunos expertos el pronunciamiento llega demasiado tarde. Al menos dos millones de personas corren peligro de caer en una hambruna y al menos 54 mil civiles han muerto . Y no se trata de una cuestión de carestía, ni de falta de alimento por causa del cambio climático. Israel está bloqueando de manera deliberada la entrada de alimento al territorio palestino. También los ataques a las instalaciones médicas son prohibidos según las llamadas "leyes de la guerra". El bloqueo de alimentos es un crimen de guerra catalogado así en las Convenciones de Ginebra.

El bloqueo para la distribución de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, la escasez de alimentos, se ha convertido en un arma mortal contra los palestinos, acusó el Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos Volker Türk enfatizando que esto puede constituir “genocidio”, uno de los crímenes contra la humanidad catalogados por el derecho internacional.

Por su parte, Jeremy Laurence portavoz de Türk, nos dice a los corresponsales de la ONU en Ginebra que la distribución de ayuda “se ha convertido en una trampa mortal” para los palestinos que acuden a buscar alimentos.

Personalmente coincido con estas acusaciones: Netanyahu, el líder israelí es responsable junto con el Ministro de Defensa de ordenar sendos castigos a la población palestina lo que en resumidas cuentas constituyen uno de los crímenes internacionales más horrorosos: Genocidio. Palabra maldita.

En el tiempo que tengo como corresponsal de la ONU en Ginebra (más de 20 años) es la primera vez, así tal cual, la primera vez que escucho a una agencia de la ONU acusar a un Estado, como el de Israel, rico y poderoso, aliado del presidente de Estados Unidos Donald Trump. El millonario de piel naranja, quizás desconoce que apoyar a un genocida o hacerse de la vista gorda, lo vuelve cómplice. Es decir que puede ser juzgado en un tribunal internacional.

Tomó mucho tiempo a la comunidad internacional condenar el genocidio en Ruanda. Sin embargo, la fecha llegó y las víctimas nunca olvidan ni perdonan. Algunos de los responsables que siguen con vida fueron juzgados. Así que tarde o temprano Netanyahu y su amigo Trump serán llamados a rendir cuentas. Será difícil, casi imposible, verlos tras las rejas, pero la justicia llegará y seguramente la Corte Penal Internacional emitirá órdenes de aprehensión contra ellos, por lo que no podrán viajar a un estado parte de la Corte. Lo mismo que le sucede a Vladimir Putin, el dictador ruso. Los únicos lugares a los que puede llegar sin temor a ser aprehendido son: Corea del Norte, China, Nicaragua y Venezuela.

Recordemos el destino del dictador chileno Augusto Pinochet quien fue arrestado en 1998 en Londres, Reino Unido, por una solicitud de extradición de España. El arresto fue el resultado de una serie de demandas y acusaciones en relación con violaciones de derechos humanos cometidas durante su dictadura militar en Chile.

Pinochet había sido puesto bajo arresto preventivo en Londres tras su llegada para someterse a un tratamiento médico, el 16 de octubre de 1998, por el juez español Baltasar Garzón, que había iniciado la investigación de las violaciones de derechos humanos en Chile.

Parece que es cuestión de tiempo. Los genocidas deben asumir su responsabilidad y rendir cuentas. Los ojos de las víctimas y las almas de tantas otras no van a descansar hasta verlos ante la justicia. Yo también. Y aclaro que soy mexicana/española y no tengo ningún vínculo con la comunidad musulmana ni con la israelí. Los perpetradores de crímenes de lesa humanidad como el genocidio tienen que pagar especialmente cuando la ONU los ha clasificado como genocidas. ¿O no?

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