A la memoria de Stjepan Kečkeš, biólogo marino croata y universal, artífice del de las Naciones Unidas. 9 junio 1932-31 mayo 2025

Conocí a Stjepan Kečkeš (, para su familia y amigos) durante mi segundo viaje a África, en mayo de 1992; un año después de que Croacia, su país, se declarara independiente de Yugoslavia. Lo encontré una mañana temprano caminando por los pasillos de las oficinas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi, la capital de Kenia. Seis años después nos hicimos compadres.

Habiéndose retirado del PNUMA en 1991, Kečkeš vivía en Rovinj, en el mar Adriático. Estaba de visita en Nairobi, asesorando a Mostafa Tolba, director ejecutivo del PNUMA cuando la organización era referente científico internacional y catalizaba la acción ambiental nacional, regional y global en el marco de las Naciones Unidas. Yo acababa de llegar como (joven e inexperto) asesor temporal en temas marinos.

Cuando, intimidado, lo saludé con un apretón de manos, el Dr. Kečkeš era ya un mito viviente en las Naciones Unidas. Con su barba y cabellera despeinada completamente blancas, me pareció encontrarme ante un Poseidón de carne y hueso.

Científico tan sólido como terco, los que lo conocieron coinciden en que fue un jefe y colega que exigía de todos los estándares más altos; pero también en que era justo y generoso. Despiadado ante la falta de congruencia y la hipocresía, defendía implacablemente el papel de la ciencia y el sentido común en la toma de decisiones y, por supuesto, sus propios puntos de vista. Así lo hizo hasta el final de sus días.

Era, en suma, un buen capitán.

Negociador feroz empecinado en lograr que la cooperación internacional y el equilibrio geopolítico fueran pilares del desarrollo sostenible, Pîsta creía firmemente en los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, y los hacía respetar.

Cuenta la leyenda que durante una reunión en Kingston (Jamaica), exasperado ante la falta de avances después de días de negociaciones sobre un protocolo para regular la contaminación en el mar Caribe, Kečkeš (quien presidía la reunión) se quitó un zapato y, ante la mirada atónita de decenas de atemorizados delegados gubernamentales, lo azotó con tal fuerza en la mesa que servía de presídium, que el protocolo fue finalmente aprobado por unanimidad. Al escribir esto caigo en cuenta que nunca le pregunté si era cierto, y ahora es demasiado tarde para hacerlo. De cualquier manera, habiendo conocido a Stjepan Kečkeš durante tres décadas, no me extrañaría que fuera verdad.

Otra anécdota de uno de sus colegas, Arthur Dall, también lo pinta de cuerpo entero. Cuando otro director del PNUMA en Nairobi decidió reservar el mejor lugar en el estacionamiento para sí mismo con un cartel metálico "Reservado para el director", Stjepan retiró el cartel y lo tiró a un estanque. Hizo lo mismo con el cartel de reemplazo que después colocaron. Cuando se retiró de la organización, le pasaron la factura por los dos letreros, ya que había "destruido" propiedad de la ONU. Apeló, y finalmente fue reivindicado, ya que estos carteles eran inapropiados y nunca debieron haber sido aprobados ni colocados.

Era biólogo, oceanólogo, ecólogo, profesor universitario, jardinero. Nació en Prelog en 1932, cuando Croacia era parte del Reino de Yugoslavia. Terminó el bachillerato en Varaždin en 1951 y culminó sus estudios de biología en la facultad de medicina y la facultad de ciencias de la Universidad de Zagreb en 1957. Fue becario del Instituto Ruđer Bošković de Zagreb, en donde obtuvo su primer empleo como ayudante en el departamento de biología. En 1962 se doctoró en biología de organismos marinos en la Universidad de Zagreb, en 1963 fundó el laboratorio de radiobiología marina y en 1974 el laboratorio de radioecología y ecofisiología del entonces Instituto Biológico de Rovinj.

Kečkeš sentó las bases para el desarrollo de la investigación oceanográfica moderna en el Adriático norte, en cuyas orillas vivió la mayor parte de su vida.

En el ámbito internacional, fue el primer coordinador del Plan de Acción para el mar Mediterráneo en 1975, después se asoció al laboratorio internacional de radiactividad marina del Organismo Internacional de Energía Atómica en Mónaco y durante cinco años fue jefe de su departamento de radiobiología. Como director del centro para la protección de los océanos y las zonas costeras (OCA/PAC) del PNUMA en Ginebra y Nairobi, fue el artífice del Programa de Mares Regionales de las Naciones Unidas y de sus varios protocolos de protección marina, el arreglo intergubernamental más exitoso que se haya diseñado para el estudio y conservación de los océanos del mundo.

Asesoró también a la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Comisión Oceanográfica Internacional de la UNESCO, entre otras. Fue miembro destacado de la Comisión Mundial Independiente sobre los Océanos y líder en el grupo de expertos que asesora a la ONU sobre aspectos científicos de la protección marina.

Con este último, elaboró en 2001 dos análisis fundamentales sobre el estado de los océanos y sus amenazas y . Los hallazgos y recomendaciones de estos estudios siguen siendo válidas hoy, cuando la contaminación, el cambio climático, los conflictos internacionales y la debilidad de las agencias de la Naciones Unidas y de otras organizaciones intergubernamentales amenazan nuestros océanos y el planeta mismo.

De sus muchas publicaciones sobre el cuidado de los océanos, quizás la más importante sea "”. Publicado en 1999, este libro describe y analiza críticamente las interacciones y los problemas estructurales, organizativos y financieros que dificultan el desarrollo y la aplicación de los programas internacionales marinos, incluidas las deficiencias de las instituciones, políticas y prácticas nacionales.

Stjepan Kečkeš fue integrante de la misión de expertos de las Naciones Unidas que visitó México después del derrame del Pozo Ixtoc-I en el sureste del Golfo de México en 1979, el mayor derrame de petróleo en el mar ocurrido en nuestro país. Según PEMEX, este accidente produjo un incendio que duró 280 días y se derramaron 560 millones de litros de crudo: 50% se quemó, 16% se evaporó, 5.4% fue recolectado y 28% se dispersó, contaminando las costas de Campeche, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas y Texas.

Lector insaciable, amante de la música clásica, los gatos, el vino y la grappa artesanal, de la buena comida y un buen cigarro, Stjepan Kečkeš disfrutaba sobre todo la esgrima verbal. Amigo y mentor incondicional, vivió y murió bajo sus propios términos. A nueve días de cumplir 92 años, rodeado de libros, zarpó ayer de su amado mar Adriático. Habiendo sido actor principal en la vida de muchos, se va, pero se queda. Sus hijos Timur y Lada estuvieron a su lado cuando el capitán izó velas; Mira, su compañera de vida se le adelantó hace seis años.

Buena mar y descansa en paz, compadre Pîsta.

Omar Vidal

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