Del 8 al 11 de octubre de 2025, la Ciudad de México tendrá una prueba de fuego: “México por el Clima: Semana de Acción” en Chapultepec y la marcha del día 11 dirá si estamos listos para convertir la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) 3.0 en palanca real rumbo a la COP30 y a la acción climática mucho más ambiciosa o si nos quedamos en escenografía. La idea central es simple: pasar de la promesa a la entrega, con gobierno y sociedad civil empujando en la misma dirección y con mecanismos que financien, midan y verifiquen resultados.
El encuentro reúne a gobierno, empresas, academia y activistas para tejer una red de colaboración, atraer inversión climática e impulsar innovación, educación y resiliencia. Es buena noticia que la capital convoque —lo dijo la jefa de Gobierno—, pero el valor de estos foros no está en el número de paneles sino en lo que cambia después del fin de semana. La referencia de la Semana del Clima en NY sirve: hubo mucha discusión internacional, sí, pero también compromisos con cronograma ¿y el presupuesto? Aquí necesitamos lo mismo, y más.
¿Cuál es el “más”? Una NDC que establezca metas sectoriales obligatorias —generación de energía eléctrica, transporte, industria, agricultura y ganadería, petróleo y gas, residuos, residencial, comercial e institucional, y uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura—, un tope explícito a la expansión fósil, reglas para acelerar renovables y eficiencia, y un plan de adaptación con indicadores verificables por territorio.
“La actualización de nuestra NDC 3.0 cobra especial relevancia. Frente a una crisis climática que ya no admite más dilaciones, este documento no es simplemente un planteamiento técnico, sino una manifestación del pacto entre generaciones, de justicia social y del imperativo moral de transformar nuestro modelo de desarrollo”, dijo la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Alicia Bárcena, al inicio de una serie de talleres sectoriales que se llevaron a cabo en marzo de este año.
México se compromete a reducir sus emisiones absolutas de Gases de Efecto Invernadero (GEI), estableciendo un rango de entre 564 y 604 MtCO2e al 2035, en concordancia con una trayectoria hacia emisiones netas cero a mediados de siglo. Ese es el compromiso. Un compromiso absoluto. Esta NDC 3.0 elimina el componente condicionado y se compromete a ejecutar las estrategias que nos lleven a un escenario en el que las condiciones de vida sigan siendo posibles.
La Semana del Clima puede ser la bisagra entre la conversación y la implementación. Hay entrada general gratuita (con aprobación) y también la opción de acceder a un certificado Climate Leader VIP con un costo de 8 mil pesos. La emergencia climática no admite zonas VIP. Si el formato excluye a quien sea por los criterios que sean, el evento pierde su razón de ser. Por eso importa la participación antes de que inicien los reflectores. La encuesta para la actualización de la NDC está abierta hasta el 8 de octubre: es la puerta para fijar demandas claras de la ciudadanía y llevarlas a Chapultepec.
Si termina en fotos, será oportunidad perdida; si en hojas de ruta y seguimiento, México llegará a la COP30 con una NDC viva. El 11 de octubre marcharemos para recordarlo: no basta prometer, hay que entregar. Aprovechemos estos espacios: inscribámonos, llenemos la encuesta; llevemos propuestas y, sobre todo, quedémonos a construir después barrio por barrio, proyecto por proyecto. Ya.