El miércoles 15 de enero, en la agonía de su mandato y, en el último discurso transmitido por televisión desde la Oficina Oval en la Casa Blanca, Joe Biden, todavía presidente en funciones advirtió sobre la grave amenaza que representa la poderosa oligarquía de multimillonarios tecnológicos.
"Hoy en día, se está configurando en Estados Unidos una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que amenaza literalmente toda nuestra democracia, nuestros derechos y libertades básicos, y una oportunidad justa para que todo el mundo salga adelante (…) una peligrosa concentración de poder en manos de unos pocos ultra ricos. Peligrosas consecuencias si no se controla su abuso de poder".
En el mencionado discurso, Biden afirmó haber quedado muy preocupado por la desinformación en las redes sociodigitales:
“Los estadounidenses están siendo sepultados bajo una avalancha de información errónea y desinformación que facilita el abuso de poder. La prensa libre se está desmoronando. Los editores están desapareciendo. Las redes sociales están renunciando a la verificación de datos. La verdad está siendo sofocada por mentiras que se dicen para obtener poder y ganancias. Debemos exigir a las plataformas sociales que rindan cuentas para proteger a nuestros hijos, nuestras familias y nuestra propia democracia del abuso de poder. Mientras tanto, la inteligencia artificial es la tecnología más importante de nuestro tiempo, tal vez de todos los tiempos".
El discurso de Joe Biden representa una llamada de atención a Silicon Valley.
Silicon Valley efectivamente se involucró en el desarrollo de las campañas presidenciales. Algunos especialistas inclusive sostienen que su participación resultó determinante en los resultados que arrojaron las elecciones presidenciales en Estados Unidos, celebradas el martes 5 de noviembre de 2024.
Sin embargo, no todos los jerarcas de las grandes compañías de tecnología en Silicon Valley se inclinaron a favor de Donald Trump.
George Soros, por ejemplo, un influyente millonario, quien tiene importantes inversiones en tecnología, aportó una considerable suma de dinero a la campaña de Kamala Harris, la candidata presidencial del Partido Demócrata.
Los propietarios de GAMMA (Google, Apple, Meta, Microsoft y Amazon), y sus principales directivos —la poderosa élite tecnocrática que refirió Biden en su discurso–, efectivamente apostaron por Donald Trump, y no solo por los beneficios que podrían obtener, también evaluaron los riesgos que podrían enfrentar ante un sujeto tan temperamental, impredecible y poderoso.
Entre los grandes barones de la tecnología que dieron su apoyo al candidato presidencial del Partido Republicano, destacó Elon Musk, propietario de la plataforma X, quien amén de su abierto activismo, se desempeñó como uno de los principales operadores financieros en la campaña de Trump.
De acuerdo con Miguel Jiménez, analista político en "El País", Musk, según "Forbes" el hombre más rico en el mundo, aportó la suma de 262 millones de dólares a la campaña de Trump.
La millonaria “inversión” realizada por Musk de inmediato arrojó dividendos.
A finales del año pasado, Trump anticipó la designación de Musk como responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en inglés), al cual será destinado el Edificio de Oficinas Ejecutivas Eisenhower, contiguo a la Casa Blanca.
A Musk fue delegada la responsabilidad de reducir el gasto del gobierno federal, reestructurar las agencias federales para direccionar el dinero del Gobierno y aumentar su eficiencia en tiempo récord. Todo ello representa inmenso poder.
Vivek Ramaswamy, quien inicialmente había sido considerado por Trump para dirigir el DOGE, con Elon Musk, decidió apartarse del organismo debido a las diferencias que tenía con el sudafricano.
Algunos barones de la tecnología, como Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, no están dispuestos a permitir a Musk –“First Buddy- obrar con toda libertad. Por ello han decidido observar un rol protagónico en el segundo mandato del presidente Trump, cuidando, además, sus intereses, y atajando posibles represalias de Trump o de Elon Musk.
Hace seis meses, por ejemplo, Trump amenazó encarcelar a Mark Zuckerberg quien, temiendo lo peor, se ha dedicado a cortejar a Trump.
Para ir remediando la relación con el hombre más poderoso en el planeta, Zuckerberg despreció una vez más los intereses de los usuarios, y dio a conocer la decisión de renunciar a la verificación de datos en sus plataformas.
Las millonarias aportaciones que la oligarquía tecnológica realizó a la campaña del candidato republicano, respondieron al propósito de ganar influencia en la administración del presidente Trump, quien —suponen— estaría comprometido a impulsar iniciativas favorables en las industrias de su interés, como la criptografía y la inteligencia artificial (IA); asegurar atractivos contratos en las áreas de defensa, exploración espacial, atajando, además, costosos reveses por la posible aplicación de sentencias derivadas de las leyes antimonopolio.
En "The Verge," la periodista Elizabeth Lopatto ha denunciado la posible instauración de una “regulación gangsteril de la tecnología”.
Lina Khan, quien durante el gobierno de Joe Biden se desempeñó como presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC), organismo encargado de ejercer la política antimonopolio de Estados Unidos, ha expresado su preocupación por el trato preferencial que podrían recibir compañías como Amazon y Meta, las cuales enfrentan cargos antimonopolio.
Donald Trump designó a Andrew Ferguson como sucesor de Khan en la FTC, destacando que Ferguson tiene un “historial probado de lucha contra la censura de las Big Tech y de protección a la libertad de expresión”.
La oligarquía de multimillonarios de la tecnología –señala Lopatto– ha aportado 500 millones más desde la victoria electoral de Donald Trump.
“Amazon, Google, Uber, Microsoft y Meta donaron un millón de dólares cada una a la toma de posesión de Trump, al igual que Tim Cook, de Apple, y Sam Altman, de OpenAI. En el primer mandato, todo el mundo luchaba contra mí», dijo Trump en diciembre. «En este mandato, todo el mundo quiere ser mi amigo”
Jeff Bezos también ha reparado en la necesidad de realizar las inversiones necesarias para asegurar el blindaje de sus áreas de interés. Amazon Prime Video obtuvo derechos los exclusivos para transmitir y lanzar el nuevo documental de la primera dama Melania Trump.
El lunes 20 de enero, Musk, Bezos y Zuckerberg, los tres empresarios más ricos en el mundo y otros barones de la tecnología, ocuparon un sitio privilegiado en la ceremonia de toma de posesión del cuadragésimo séptimo mandatario de la Unión Americana.
Con el auge de la inteligencia artificial, la fragmentación de las redes sociales y la inflación de las criptomonedas, las gigantescas empresas que impulsan la economía actual enfrentan demasiada incertidumbre. Si a ello agregamos la volatilidad de Trump, el panorama resulta delicado.
Axios señala que, el “historial de Trump dé repentinos giros políticos e impredecibles bandazos gobernados por el capricho y el interés propio pone a los CEOs en una posición agazapada a la defensiva”.
Trump posiblemente considera que los barones de la tecnología pueden convertirse en aliados estratégicos ante la formidable expansión tecnológica de China. Por ello Trump ha revocado la orden ejecutiva sobre IA de Biden.
Una de las primeras señales del posible viraje en el desarrollo de las relaciones de su gobierno con las plataformas tecnológicas, fue evitar la suspensión definitiva de TikTok en la Unión Americana.
TikTok, la red sociodigital a la cual los estadounidenses dedican mayor cantidad de tiempo, fue considerada durante el gobierno de Biden como un asunto de seguridad nacional. Se afirmó que servía al aparato de espionaje del gobierno chino. A partir de tal argumento, el presidente Joe Biden ordenó su venta en Estados Unidos, amagando prohibirla.
Trump ha declarado que TikTok no representa una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, pues se trata de una red sociodigital destinada a jóvenes. Además, afirmó que apoyaría a Elon Musk si el flamante responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental desease comprarla.
Sin embargo, esta semana Musk demostró que en él pesan más sus diferencias con Sam Altman, CEO de OpenAI, que la lealtad incondicional que exige el presidente Trump.
En el primer día de su mandato, Trump anunció un plan de inversión de 500.000 millones de dólares en infraestructura de inteligencia artificial (IA), el proyecto “Stargate”.
Musk, quien no precisamente mantiene una relación cordial con Sam Altman, cuestionó la viabilidad financiera de Stargate, compañía de inteligencia artificial fundada por SoftBank y OpenAI, Oracle y MGX, afirmando que SoftBank no tiene dinero.
Más allá del extenso repertorio de diferencias entre Musk y Altman, el hecho exhibe el egoísmo inherente a los barones de la tecnología, situación que perfectamente advierte Trump, quien, por lo pronto no desechará los juicios antimonopolio que enfrentan las gigantes de la tecnología.
El panorama de las gigantes tecnológicas y los barones de la tecnología lo resume así Loppato:
"Casi todas las grandes empresas tecnológicas tienen al menos un pleito pendiente. Apple tiene pendiente una demanda antimonopolio. Google acaba de perder una. También hay una demanda de la Comisión Federal de Comercio que podría despegar a Instagram y WhatsApp de Meta. A Trump le importa poco el propósito real de la aplicación de las leyes antimonopolio: hacer que las empresas compitan por los clientes con buenos productos. Todos los litigios pendientes no son más que palancas para que Trump castigue a cualquiera que no se ponga a la cola. Y Silicon Valley está más desinteresado que nunca por los consumidores. 'Salir gratis de la cárcel' es una carta bastante famosa en el juego del Monopoly, después de todo".
Los barones de la tecnología pueden ser importantes aliados de Trump o una bomba de tiempo.