Diana Sánchez

“La meta general de la política de la tercera vía debería ser ayudar a los ciudadanos a guiarse en las grandes revoluciones de nuestro tiempo”

Anthony Giddens

La configuración actual del espacio público es el resultado de una mediación entre la sociedad y el Estado en la que, cada cual, busca atraerse la potestad de lo concerniente a todos. Este proceso, aunque inconcluso, ha derivado en una transformación de la estructura autoritaria de los poderes públicos tradicionales, y en un reconocimiento de la existencia de una sociedad civil organizada, con uso de la razón y con voz para tratar asuntos de interés público.

Ante la presencia de un Estado que históricamente ha priorizado su propia administración y de gobiernos que han sido incapaces de ocuparse de los problemas complejos de las sociedades complejas, la democracia ha permitido que los ciudadanos replanteen su posición en el tablero para colocarse a sí mismos como agentes de presión en temas y problemas específicos y con ello, ofrecer insumos para la formulación de políticas públicas.

Asimismo, se han establecido mecanismos tecnológicos, de transparencia y de rendición de cuentas que permiten que la información y los datos del gobierno estén a disposición de la sociedad, y que han servido como base para la construcción de un espacio de diálogo, escrutinio, cuestionamiento y crítica.

De esta manera, con la apertura del espacio público se formalizaron las organizaciones de la sociedad civil para representarse a sí mismas y al sistema de valores que abanderan. Surgieron aquellas que buscan la creación de consciencia social; las que buscan y formulan propuestas sin la intervención de otras instancias (públicas y privadas); las que interactúan con instituciones gubernamentales, así como las que constituyen órganos de observancia y fiscalización ciudadana del quehacer público.

Destaco el papel de los grupos de ciudadanos que se dieron a la tarea de observar un fenómeno específico y que, en un ejercicio de madurez y responsabilidad, se profesionalizaron para identificarlo, estudiarlo y evaluarlo desde distintas perspectivas. Así, este tipo de organizaciones colocaron temas en la agenda nacional, y se allegaron de las herramientas, capacidades y recursos para decantar la información disponible, propiciando una vuelta de tuerca en la realidad social.

Asimismo, éstas no han apartado la mirada de lo que les ocupa, han seguido de cerca el guion oficial, lo han confrontado y modificado con lo empíricamente reconocido, y han buscado crear vías para el diálogo y la colaboración con el gobierno. Son organizaciones que se han vuelto autoridad en el análisis de la información y en el tratamiento de los datos, y que han presentado los matices de la realidad que se requieren para tomar mejores decisiones.

Ante la incoherencia respecto de la situación de nuestro país en temas de seguridad y de la estrategia a seguir en cualesquiera de los problemas que han sido -o no- diagnosticados, resulta fundamental lograr que la información oficial pierda el carácter inercial que se le ha condonado y que, en contraste, la que sea generada por las organizaciones ciudadanas sea útil, suficiente, relevante y competente.

En este sentido, es indispensable procurar que la información no sea procesada únicamente con fines estadísticos, como lo es el número de delitos cometidos. Por ello, hay que apostar por la creación de mecanismos para contar con información por medio de la cual se puedan analizar aspectos específicos de los delitos, los involucrados, su alcance y sus implicaciones, que sirva como base para el diseño de estrategias adecuadas para su atención.

Ejemplo de lo anterior es el hecho de que del total de carpetas de investigación abiertas por homicidio doloso en la Ciudad de México durante el primer semestre de 2019, el 20.2% se hayan registrado como feminicidio (1), pero que éstas no permitan identificar particularidades, tales como la modalidad, un matiz que permitiría conocer el perfil de los agresores y situaciones de riesgo, a fin de evidenciar el grado de violencia a la que se enfrentan las mujeres en la vida cotidiana.

Es necesario orientar el tratamiento de datos hacia una dimensión humana, pues con ello dejaremos de ser un número más en un reporte o un testimonio numérico de la inseguridad en nuestro país, debemos aspirar a transformar la realidad que nos golpea y nos fracciona a diario. ¿La vía? De inicio, fortalecer las capacidades de la sociedad civil que se ha disputado su derecho de generar información pertinente para incidir en el diseño de una estrategia de seguridad.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la FCPyS de la UNAM

(1) Dato presentado en el Reporte de Incidencia Delictiva en la CDMX, Primer Semestre de 2019, presentado por el Observatorio de la Ciudad de México. http://onc.org.mx/wp-content/uploads/2019/08/Presentacion-OCMX.pdf

Google News

TEMAS RELACIONADOS