Por: Sofía Arenas Urbina

Tradicionalmente la policía en nuestro país se ha regido bajo un modelo principalmente reactivo, hoy llamado Modelo de Proximidad. Este ha probado ser ineficaz ya que implica esperar a que los delitos ocurran en lugar de prevenirlos. De igual manera, la policía atiende los problemas de forma aislada y sin considerar patrones o facilitadores, y no busca soluciones necesariamente sostenibles en el tiempo1.

Desde 2019, con la aprobación del Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, diversos actores como USAID2 y el Observatorio Nacional Ciudadano, han propuesto una actualización del Modelo de Proximidad. La implementación del Modelo de Policía Orientada a la Solución de Problemas (POP, por sus siglas en inglés), puede contribuir para alcanzar esta meta ya que es un modelo que le da al policía las capacidades necesarias para identificar problemas antes de que escalen a delitos.

Asimismo, POP prepara al policía para que sea capaz de entender los conflictos desde sus causas y desarrollar una solución específica que haga referencia a ellas. De igual manera, está conformado por una metodología clara para poder evaluar las respuestas adoptadas y así mejorarlas. Sin embargo, aunque POP o cualquier otro modelo otorgue la estrategia y las herramientas para hacerlo, el verdadero reto radica en el papel que el policía tiene dentro de la comunidad y la percepción que ésta tiene de él.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2021 (ENVIPE)3 del INEGI, el 65.5% de la población considera que la policía municipal es corrupta, siendo la segunda autoridad de seguridad peor calificada. Al mismo tiempo, la percepción de confianza que emite la misma autoridad es solamente del 55.1%, mientras que la de la policía estatal es del 58.6%.

De esta manera es evidente que uno de los cambios más sustanciales que los policías en México deben de lograr es generar confianza, por lo que es importante que aparte de tener un cambio de estrategia a nivel institucional, la comunidad los empiece a notar de manera diferente: como una autoridad proactiva, profesional, cercana, con capacidades mediadoras, que no recurren en primera instancia al uso de la fuerza, y que cuentan con la preparación necesaria para solucionar conflictos.

Si bien estos elementos son necesarios para prevenir y disminuir la incidencia delictiva, mejorar la percepción de seguridad y aumentar la confianza en las autoridades en un contexto general, lo son más aún en las condiciones actuales de nuestro país donde se necesita comunicación efectiva entre las instituciones policiales y la Guardia Nacional, un cuerpo que está cada vez más involucrado dentro de las comunidades civiles y de sus actividades cotidianas.

Ya han pasado más de dos años desde que se busca un cambio institucional relativo al modelo de policías, ¿Hasta cuándo podremos tener en todo México el modelo de policía que ha probado tener los requerimientos necesarios para contribuir a la seguridad pública?

Colaboradora del Observatorio Nacional Ciudadano.
@Sofiarenasu

Google News

TEMAS RELACIONADOS