Jorge Alberto Charles Coll
La actual crisis de salud que enfrenta el mundo ha puesto a prueba las capacidades tanto institucionales como de liderazgo de todos los gobiernos, en especial de aquellos que hasta este momento han sufrido con mayor intensidad el embate del COVID-19 . México, se encuentra actualmente en lo que los especialistas indican como las fases iniciales de una crisis que pondrá a prueba al estado mexicano en cuanto a su capacidad para prevenir un contagio masivo y atender eficientemente a las personas que contraigan el coronavirus.
EL concepto de “estado fuerte” resurge en épocas como estas para hacer alusión precisamente a esa capacidad que debe de tener un país para afrontar crisis de una magnitud tan trascendente como la que vivimos. De esa fortaleza no solo dependerá la manera en que se enfrente, sino que se definirán las secuelas y el tiempo que tome recuperarse.
El concepto de estado fuerte se ejemplifica fácilmente con las acciones llevadas a cabo por países como China, que logró contener la epidemia utilizando de una manera brutalmente eficaz la fuerza del estado, creando un cerco sanitario en las regiones donde se concentraba y logrando contener su expansión; de Estados Unidos, suspendiendo la llegada de vuelos y cruceros provenientes de Europa, aprobando un inédito paquete económico de 1 billón de dólares, de los cuales una parte se entregará directamente a los ciudadanos, así como diversas disposiciones de apoyos para el desempleo, asistencia médica y alimenticia a los afectados, pago por baja médica y pruebas gratuitas para detectar el coronavirus.
El gobierno de Francia anunció recientemente medidas propias de épocas de guerra, aplicando para todos sus ciudadanos la suspensión del pago de servicios públicos como agua y luz, la condonación temporal de impuestos y del pago de cuotas de seguridad social para las empresas, así como la suspensión temporal del pago de créditos bancarios.
Por otra parte, no solo se trata de hacer las cosas bien, sino que es necesario hacerlas a tiempo. Algunos países como Italia y España han realizado acciones propias de un estado fuerte sin embargo las han llevado a cabo de manera correctiva cuando ya se han visto rebasados por los contagios masivos.
Estas reacciones tardías han tenido que enfocarse, en buena medida, en contener el pánico colectivo y la irracionalidad de la que son sujetos las personas cuando se ven sorprendidos por una crisis sin estar preparados. El costo de contener una crisis parece ser mucho mayor en la medida en que se actúe tarde y las secuelas probablemente también serán mayores.
En contraste con los ejemplos anteriores, en México aún no se establecen medidas de esa magnitud para enfrentar la crisis del COVID-19. Mientras que nuestro vecino del norte ya ha decretado el estado de emergencia nacional, el gobierno de México llama a la calma y adopta medidas muy moderadas ante la crisis, a tal grado que el funcionario encargado de la estrategia para afrontar esta crisis mencionó que “no hay ninguna evidencia científica que pruebe que la restricción a los viajes pueda tener un papel relevante para la protección de la salud pública”1.
Hasta ahora existe apenas una revisión aleatoria de pasajeros en vuelos y cruceros internacionales, y no se han emitido restricciones de ingreso a puertos y aeropuertos. Se han suspendido las clases en todos los niveles, sin embargo, aún no se han restringido eventos masivos. El propio presidente de la república sigue asistiendo a eventos públicos multitudinarios de manera cotidiana y ha rechazado públicamente la necesidad de implementar apoyos fiscales o paquetes de contingencia económica.
Para complicar más las cosas, una tormenta perfecta parece estarse gestando para nuestro país, al conjugarse los efectos de esta crisis de salud con la caída de los precios del petróleo, lo cual afectará significativamente los ingresos del gobierno; una fuerte apreciación del dólar (y la respectiva depreciación de la paridad peso-dólar), que podría generar inflación y limitar el campo de acción de la política monetaria; así como la franca desaceleración interna que enfrenta la economía mexicana desde hace ya un año.
Seguimos a la espera del estado fuerte que demandan todos los mexicanos, que se encuentre a la altura del enorme reto que tenemos en puerta y que tome las medidas adecuadas y a tiempo para no lamentar en el futuro lo que no haga hoy.
Director Ejecutivo Observatorio Ciudadano Tampico, Madero, Altamira A. C.
@jochaco
https://www.nytimes.com/es/2020/03/16/espanol/deportes/mexico-coronavirus-amlo-futbol.html