Lo que empezó con unas cuantas denuncias en redes sociales, se ha vuelto una situación cotidiana, hoy en día no conozco a nadie que no haya recibido un mensaje para facturar entre $1,000 a $3,000 pesos al día por trabajar en empresas como, Amazon, eBay, Mercado Libre y un largo etcétera, y es que la promesa de ganar un “sueldito” de $50,000 pesos al mes no pasan indiferentes para nadie.
Y si bien a varios esto se les ha presentado más como un mensaje cómico, más allá de una oferta real, en la actual crisis económica que enfrentamos, acrecentada por la creciente inflación y la enorme pérdida de empleos que ha dejado la pandemia, no es raro saber de personas que inmersas en la desesperación aceptan la conversación y dan pie a que los fraudes y las extorsiones comiencen.
Una vez iniciada la conversación el resto es historia, comienza la solicitud o confirmación de datos personales, se procede a indagar más en la vida del solicitante en cuestión, solicitar números y referencias personales (a los cuales defraudar más adelante si es posible), y por último hacer la solicitud de un depósito o transferencia bancaria, ya sea para garantizar la plaza, pagar las capacitaciones, realizar una investigación o simplemente como comisión. Una vez hecho el depósito, no hay nada más que hacer, los números se bloquean, desaparecen y listo.
Esta forma de contratar no es sino una versión millenial de lo que en su momento fue la estafa del príncipe nigeriano que tuvo millones de víctimas y cuyo responsable fue recientemente aprehendido, el problema, es que pasaron décadas para que este sujeto finalmente fuera arrestado, no sin antes pasar años publicando en sus redes sociales los lujos a los cuales accedió a través de esta estafa, no sin antes incentivar a otros a realizar este tipo de crímenes.
Si atrapar a este sujeto a pesar de las dimensiones del fraude fue una operación que requirió de la colaboración de una decena de agencias internacionales, el reto actualmente no es menor, particularmente si consideramos la facilidad con la que se puede adquirir un pequeño lote de tarjetas sim y poner en marcha el fraude.
El reto es gigantesco pero la atención que se le ha puesto al tema pareciera nula, lo que resulta particularmente grave si consideramos que este es un delito que está atentando contra aquellos más vulnerables que encuentran en este tipo de mensajes, una salida o una oportunidad ante la creciente precariedad laboral en el país y ante una crisis económica a la cual no se le ve un fin cercano.
@un_mexicano
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