La emergencia sanitaria por COVID-19 ha puesto en la mira situaciones sociales que no se percibían tan seriamente por la rapidez a la que estábamos acostumbrados a vivir. Es así que se nos ha abierto un nuevo panorama para analizar temas políticos, familiares, económicos y sociales, sobre todo porque estos temas se han manifestado frecuentemente por el confinamiento.
En este panorama, las situaciones de violencia han crecido exponencialmente, particularmente, la violencia familiar generada en los hogares en México. El confinamiento, los problemas mentales y los problemas económicos, son algunas de las razones por las que los hogares de miles de mexicanos; principalmente niños, mujeres y adolescentes, no son un lugar seguro.
En días pasados el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas Rodríguez, se pronunció acerca del aumento de casos de violencia familiar derivados de la pandemia por coronavirus, en un estudio llamado “Impacto de la pandemia en niñas y niños” el maltrato en entorno familiar se hizo presente con cifras de poco más de 129 mil carpetas de investigación por violencia familiar.
Tan sólo hablando del primer semestre del 2021, esto alertó un 24% más, con respecto al periodo del año pasado en las mismas fechas. En el mismo estudio, se arrojaron cifras de aumento en tasa de suicidios en niñas, niños y adolescentes de un 4.63% a un 5.18% entre 2019 y 2020 que pudieran estar relacionadas a esta situación.
De igual forma la Red Nacional de Refugios ha reportado que en los primeros cinco meses del 2021, por lo menos 13 mil 631 mujeres se encontraban huyendo de casa con sus hijas e hijos por violencia familiar. Sobre las mismas cuestiones Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), dio a conocer que la violencia familiar ha incrementado un 36.8% en los últimos doce meses por consecuencia de la pandemia de COVID-19.
Estas son sólo algunas de las cifras que representan y han hecho evidente, cómo las instituciones y políticas públicas, que han sido implementadas durante la pandemia, son de práctica nula y fallida para contener la violencia familiar y de género.
Estos temas nos afectan a todos, podamos o no reconocerlos. No podemos ser indiferentes con hechos que resultan en cifras de 10 mujeres muertas cada 24 horas en todo México. La niñez y adolescencia mexicana deben ser procuradas y atendidas sobre las repercusiones que este tipo de problemas causan en ellos, pues se ven vulnerados en su dignidad y derechos fundamentales.
Por eso es necesario resaltar que las autoridades mexicanas no están cumpliendo con el propósito de proteger y garantizar el derecho de las mujeres de vivir una vida libre de violencia.
En este panorama, la silenciosa pandemia desatada por violencia familiar en los hogares mexicanos, busca soluciones a gritos, si bien hemos dado grandes pasos en cuanto a poner estos temas en la mesa y el desarrollo de una legislación en esta materia, necesitamos priorizar la raíz del problema.
Levantar la voz y exigir a nuestras autoridades la protección de víctimas, el acompañamiento en procesos jurídicos, y un ajuste en los programas de protección a víctimas en el marco covid-19, esto con el objetivo de alcanzar una igualdad en materia de género, motivar un cambio de paradigmas y sobre todo cultural como nuestro principal enfoque, más allá de poner parches en políticas públicas.
Invesvestigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
@Marianna_hdez