La actriz Marga López en una escena de la película Feliz año, amor mío, cinta basada en la novela Carta de una desconocida, obra de Zweig.
Texto: Mauricio M. Castillo
A don Mauricio
En la primavera de 1943, Mauricio Magdaleno –novelista y guionista de varias películas de Emilio "El Indio" Fernández- celebró en su artículo de EL UNIVERSAL que el público mexicano leyera con tanto entusiasmo la obra del escritor austriaco Stefan Zweig. En aquel mayo se celebró una feria del libro en la Ciudad de México donde los libros de Zweig fueron los que mejores ventas obtuvieron.
Retrato de Stefan Zweig, el novelista europeo que conmovió a los lectores mexicanos. Brazilian National Archives.
A decir de Magdaleno, era la clase media “siempre endrogada en las librerías” la que encontraba en sus páginas la evasión perfecta de su vida burocrática. De esta manera el ciudadano había accedido a uno de los puntos más altos de la literatura universal.
“Yo no sé –decía el articulista- qué quedará dentro de cien años de la obra de Zweig; pero él vivió una de las existencias más dramáticas de nuestro tiempo. Y ese aleteo de tortura y drama y de romanticismo está presente en todos sus libros y llega directamente al corazón de quien los lee, como una música que dijera sentimientos que inquietan y afligen el corazón de todos los seres”.
"El autor más leído", se titula el artículo de Mauricio Magdaleno, en la sección editorial de este periódico el 25 de mayo de 1944. Archivo EL UNIVERSAL.
Las palabras de Magdaleno son una prueba del amor que los lectores mexicanos tuvieron por Stefan Zweig. Otra prueba son las adaptaciones de tres novelas suyas en el cine de la Época de Oro.
Zweig nació en Viena –todavía la capital del Imperio Austrohúngaro- el 28 de noviembre de 1881. Disfrutó del último periodo de libertad que gozó su país, su continente y su cultura –era parte de la comunidad judía que tanto aportó a la vida cultural, política y económica de la Europa de entre siglos.
Al iniciarse la Primera Guerra Mundial, en 1914, desapareció el mundo en que había vivido Zweig. El horror de las trincheras fue apenas el preludio de un siglo en que la barbarie acosó sin pudor a todas las sociedades. En medio de tanta desesperación sólo las letras podían servir como un refugio inquebrantable.
Las obras del escritor austriaco fueron llevadas con éxito a la pantalla grande en la época del cine mexicano. Aquí el anuncio de la película La impaciencia del corazón que se publicó en este diario en 1960, cinta basada en la obra escrita por Zweig y, por otro lado, se observa la portada de la última edición del libro que lleva el mismo nombre, imagen tomada de un sitio en internet.
Zweig fue uno de aquellos escritores que abrazaron a la humanidad a través de sus trabajos. Se preocupó por dejar constancia de su compromiso por la paz y la libertad en cada una de sus novelas, biografías, ensayos y en su propia autobiografía.
“Nunca en mi vida –escribió en El mundo de ayer. Memorias de un europeo- he tenido la intención de convertir a los demás a mis convicciones. Me basta con manifestarlas y, sobre todo, poder manifestarlas claramente”.
Poco después de terminada la guerra, en 1922, publicó dos narraciones breves, Amok y Carta de una desconocida, que muy pronto fueron traducidas a la mayoría de los idiomas occidentales y alcanzaron un éxito asombroso.
Observe aquí fragmentos de la película Amok:
El viernes 22 de diciembre de 1944 se estrenó en la capital, en el cine Chapultepec –donde hoy se encuentra la Torre Mayor- la versión cinematográfica de Amok, dirigida por Antonio Momplet, con María Félix como protagonista.
Agustín Lara musicalizó la película. Fue la única ocasión en que "La Doña" apareció –dentro y fuera de la pantalla- con una cabellera rubia. Muy pronto se consideró la mejor película del año. Para dar abasto a la enorme audiencia, las funciones comenzaban desde las once de la mañana.
Anuncio del estreno de la película Amok, protagonizada por María Félix, en 1944. Archivo EL UNIVERSAL.
Arturo de Córdova y Marga López –pareja emblemática del cine nacional- estelarizaron Feliz año, amor mío, adaptación de Carta de una desconocida, la historia de un amor que se consuma, pero que nunca es correspondido.
Marga López y Arturo de Córdova en una escena de Feliz año, amor mío, en el antiguo aeropuerto de la Ciudad d México. Archivo EL UNIVERSAL.
La película, en glorioso tecnicolor, comenzó a exhibirse el 31 de enero de 1957 en el cine Alameda. Los reporteros de EL UNIVERSAL hablaron de filas kilométricas en las taquillas. A diferencia de lo que ocurre en la novela, en la cinta el amor de la protagonista no es un escritor, sino un violinista.
Así se anunció el estreno de Feliz año, amor mío en las planas de este diario. Archivo EL UNIVERSAL.
Entrevistada por este diario, Marga López dijo: “La historia de Stefan Zweig profundamente romántica y amorosa, cobró vida en la pantalla por la inteligente adaptación que de ella se hizo, y la sabia dirección de Tulio Demicheli. Estoy segura de que hará sentir profunda emoción, especialmente a las mujeres, más sentimentales, tiernas y románticas que los hombres, y me siento satisfecha de ser uno de los vehículos para transmitir esa emoción.”
Observe aquí fragmentos de Feliz año, amor mío:
Stefan Zweig fue un hombre que amó intensamente y que se valió de su pluma para expresar ese amor. Admiró a los grandes escritores y pensadores de los siglos pasados y del suyo propio. Por eso escribió espléndidas biografías de Honoré de Balzac, Charles Dickens, Stendhal, Michel de Montaigne.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO –la revista cultural de esta casa editorial, que se publicó entre 1917 y 1939- difundió varios textos suyos. Uno de ellos fue una parte de su ensayo biográfico de LevTolstoi. Sobre los ojos del genio ruso apuntó:
“Tienen suficiente ardor y pureza, estos cristales, para apercibir a Dios en una elevación extática y tienen también el valor de mirar a la nada—esta cabeza de Medusa—-y de observar atentamente esa cara que petrifica.
“Nada resulta imposible para este ojo, con excepción, tal vez, de una cosa: permanecer inactivo, amodorrarse y cabecear, en la alegría tranquila y pura, en la dicha y la beatitud del sueño. Porque, imperiosamente, apenas se abren los párpados, este ojo debe lanzarse a la caza de una presa implacablemente despierto, inexorablemente cerrado a la ilusión. Destruirá toda quimera, desenmascarará toda mentira, aniquilará toda creencia: ante este ojo de verdad todo queda desnudo.”
EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó varios textos de Zweig en la década de los treinta. Archivo EL UNIVERSAL.
Un colaborador anónimo del ILUSTRADO nombró al austriaco “el poeta de los biógrafos”. Son célebres, por su rigor documental y su admirable prosa, las biografías que hizo de María Antonieta, María Estuardo y Joseph Fouché.
En 1939 el mundo se encaminaba una vez más hacia al abismo. El odio, la intolerancia, la violencia, los nacionalismos, hicieron que en septiembre de aquel año se iniciara una guerra mundial todavía más monstruosa que la anterior.
Más monstruosa porque para ese momento ya se tenía una experiencia que no existía en 1914. Para entonces hacía mucho tiempo que Zweig había abandonado su patria. El avance del nazismo lo obligó a errar por distintos caminos del exilio. Estados Unidos, Inglaterra, Dinamarca y Argentina fueron algunos de los países en que se refugió. Sus libros, que ya eran un baluarte de las letras alemanas, habían sido quemados y desaparecidos de las bibliotecas.
En ese tiempo publicó La impaciencia del corazón, cuyo prefacio ha quedado como una de las grandes sentencias de la literatura moderna:
“Hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental, que en realidad sólo es la impaciencia del corazón por librarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente una compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá.”
En 1960 se llevó al cine esta novela, con dos talentos femeninos: Christiane Martell y Marta Mijares, acompañadas por Armando Silvestre. La historia de un militar y una joven aristócrata que no pueden revelar su amor porque la prima discapacitada de ella está enamorada de él, se adaptó al Guanajuato del gobierno maderista.
En el original, el romance trascurre en Austria en las vísperas de la Gran Guerra. De nuevo, el éxito fue arrollador y la película se mantuvo en cartelera por varios meses. En ella también intervienen Andrés Soler y Miguel Manzano.
La película La impaciencia del corazón fue un éxito en taquilla y una de las últimas apariciones de la estrella adolescente Martha Mijares. Archivo EL UNIVERSAL.
El 24 de febrero de 1942, mientras Europa se desangraba en la Segunda Guerra Mundial, EL UNIVERSAL hizo un espacio en su primera plana para anunciar el suicidio de Stefan Zweig.
De Río de Janeiro, Brasil, había llegado un cable fechado el día anterior: “El famoso escritor austríaco que se convirtió en un hombre sin patria debido a la propagación del nazismo en Europa, careciendo de la energía suficiente para reconstruir su vida, se suicidó hoy.”
La tención puesta en la Segunda Guerra Mundial se interrumpió para anunciar la muerte del austriaco, misma que se observa en medio de la plana, en la segunda columna del lado izquierdo. Archivo EL UNIVERSAL.
Brasil se había presentado como un destino tranquilo mientras terminaba la guerra. Pero eran ya muchas decepciones, mucha amargura para alguien que seguía creyendo en el amor y en los valores más nobles del ser humano. El día 22 de febrero de 1942, él y su esposa ingirieron dosis escandalosas de barbitúricos que acabaron con una hermosa existencia.
En México aquella partida fue hondamente sentida. Pocos días después de la noticia, la Federación Estudiantil de Universitarios rindió un homenaje al escritor europeo en el Anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso. A ella asistió el gran poeta francés Jules Romains, amigo de Zweig. El trío clásico de Radio Universidad interpretó la Marcha Fúnebre de Chopin y el Andante del Trío en Mi menor de Vásquez.
En El Gran Diario de México, varios columnistas dedicaron sus espacios a comentar su vida y obra. Fígaro, por ejemplo, expresó que “Stefan Zweig pertenece a la categoría de los escritores internacionales. No se es, así nomás, escritor internacional. Hay que tener ciertas características, no fácilmente definibles, para interesar al mundo entero desde el primer instante (…)
"Zweig, por su calidad racial y sobre todo por su manera llana y plástica se apodera inmediatamente del lector, lo mismo se halle éste en Minnesota que en el Desierto del Sáhara. Escribe siempre con el ansia de hacerse entender y lo logra, como todos podemos comprobarlo (…) Conoce todas las debilidades del lector y lo logra interesar desde el primer momento hasta el último. El lector, en lugar de quedar hastiado por el estilo de este mago de la literatura, lo sobrestima y lo aprecia con el deseo de seguirlo leyendo.”
La pandemia por la Covid-19 ha traído muchas horas oscuras. En medio de un panorama tan incierto, cualquier persona tiene una segura compañía en los libros de Stefan Zweig. Su lectura alegra, conmueve y revitaliza desde los primeros renglones.
El juicio de Mauricio Magdaleno sobre el magnetismo del novelista no ha perdido vigencia.
Todos los seres pueden identificarse con sus personajes y con sus sentimientos. Su sensibilidad lo hace maravilloso. Aquel europeo es el mejor aliado para quien, en un momento tan difícil como el 2021, cree aún en la libertad y la dignidad humana en contra del miedo y la opresión.
Columna de Sergio Nudels en este diario al cumplirse 20 años de la muerte se Zweig. Archivo EL UNIVERSAL.
- Fuentes:
- Stefan Zweig, Novelas, Acantilado, 2016.
- Archivo histórico de EL UNIVERSAL .