Imaginemos soportar heladas temperaturas a miles de metros de altura, sorteando riscos y terrenos traicioneros, todo con el fin de rescatar a un desconocido, y hacerlo sin recibir un quinto por tan heroica labor. Esa es y fue la historia de vida de los voluntarios de la Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México.
En esta segunda y última parte sobre la institución de rescate mexicana, abordaremos algunos de los rescates y obstáculos que han atravesado en sus casi ocho décadas de formación. Desde sufrir problemas familiares hasta perder la vida, los socorristas andan por las montañas o ríos subterráneos “con la muerte de compañera”.
Lee también El papá excursionista que fomentó el amor a la naturaleza
Para este Mochilazo en el Tiempo contamos de nuevo con las investigaciones y acervo de Enrique Chávez Poupard, antiguo miembro y presidente del Socorro Alpino, además de su principal historiador.
También entrevistamos a María Teresa Ortega Obregón, maestra en Psicología y actual presidenta del periodo 2024-2026 de la Brigada de Rescate del Socorro Alpino, voluntaria de esta organización desde 1997.

Se agota toda posibilidad para encontrar al accidentado
Todo rescate alpino o en río subterráneo comienza con una llamada de alerta. Según nos comentó María Teresa Ortega, su línea telefónica para emergencias es la vía más común para notificar una situación de búsqueda o salvamiento.
Al recibir un llamado de alerta, el operador de la Brigada de Rescate del Socorro Alpino indaga sobre la veracidad del incidente y otros detalles necesarios, mientras se avisa al grupo de voluntarios de respuesta inmediata sobre la inminente labor de búsqueda.
Lee también Teresita, la primera en dormir dentro del cráter del Popocatépetl
Según nos comentó Ortega Obregón, en este 2025 se contabilizan 270 miembros de la brigada, pero no todos pueden dejar sus actividades al momento en que surja una emergencia. Por ello, se cuenta con el grupo de respuesta inmediata, siendo voluntarios con más posibilidades de tiempo o traslado que sus compañeros.

Si no se juntan los socorristas necesarios para iniciar el rescate, el llamado se transmite a jefes de patrulla para que convoquen a sus elementos. Si todavía son insuficientes, la emergencia se comunica a todos los integrantes del Socorro Alpino, aunque estén lejos del sitio de emergencia.
Según indicó Enrique Chávez Poupard en entrevista para EL UNIVERSAL, al atender una búsqueda o salvamiento de un excursionista, el Socorro Alpino agota toda posibilidad para localizarlo vivo o muerto, sin un tiempo establecido para dejar de rastrear. Es conforme se agotan las opciones de encontrar a la persona que las jornadas se realizan con menos frecuencia o se suspenden si las patrullas corren peligro.
Lee también Guías de turistas: historiadores y actores
Los voluntarios del Socorro Alpino siempre están en riesgo de sufrir un accidente durante las labores de rescate y aunque su objetivo sea recuperar al paseante afectado, lo primero es priorizar y “cuidar la vida del socorrista, sin hacer vivo por fallecido”, sostuvo Chávez Poupard.

Alpinistas imprudentes, una de las causas de accidentes
Según mencionó Enrique Chávez, desde siempre existieron excursionistas negligentes o confiados que ignoran las indicaciones del Socorro Alpino y dicen “subo, porque subo”, a pesar de no contar con equipo o condiciones idóneas para su ascenso y algunos terminan causando accidentes que los mismos rescatistas deben atender.
En palabras de María Teresa Ortega, “hay gente difícil que no le interesa su propia vida ni la de los demás y suben en condiciones inadecuadas [ignorando las advertencias del Socorro Alpino]; eso, para nosotros, implica atender la emergencia y dejamos familias o pedimos permiso en nuestros trabajos para hacerlo”.
A principios de febrero de 1968 ocurrió el famoso incidente de los “11 de Guadalajara”, el cual sentó un precedente en el ascenso a altos picos mexicanos. Se trató de la excursión de 68 estudiantes del Club Alpino del Instituto de Ciencias de Guadalajara, jóvenes entre 15 a 22 años y sin tanta preparación para ascensos de gran altura.
Para el 6 de febrero, EL UNIVERSAL notificó sobre la desaparición de 30 de estos estudiantes, vistos por última vez en las “rodillas” del Iztaccíhuatl, a 4 mil 880 metros, rodeados por heladas de 20 grados bajo cero y nula visibilidad.
Lee también Expediciones, accidentes y hasta OVNIs se han visto alrededor del Popocatépetl
Al menos 150 elementos del Socorro Alpino, Cruz Roja, Fuerza Aérea y clubes excursionistas se apresuraron en la búsqueda. Después de 48 horas desaparecidos, 11 estudiantes fallecieron y otros tantos estaban a punto de caer ante la hipotermia.

A consideración de esta casa editorial, “es absurdo que no exista un reglamento para estas ascensiones, pues cualquier excursionista cree que puede lanzarse a la aventura sin correr riesgo. […] Sólo quien quiere atender las recomendaciones del Socorro Alpino lo hace y quien no quiere hacerlo, sigue su capricho”.
Ante esto, la Confederación Deportiva Mexicana prohibió el ascenso a altos picos si no se tenía previo permiso de la Federación Mexicana de Excursionismo y solicitó a la Secretaría de Agricultura y Ganadería otorgar plena autoridad a la Brigada de Rescate del Socorro Alpino para impedir el paso de alpinistas según lo ameritara.
No se sabe cuánto tiempo estuvo vigente este requisito, pero hoy en día sólo existe el llamado Brazalete de la Conservación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, que funciona más como una “reserva” que un permiso.
Lee también La belleza de nuestro primer Bosque Nacional
Según afirmaron nuestros entrevistados, durante los años 70 se llegó a confiar tanto en el Socorro Alpino que la Procuraduría de Justicia del Estado de México otorgó credenciales de “peritos auxiliares del Ministerio Público”, para que pudieran levantar y trasladar cuerpos de excursionistas muertos sin esperar la autorización judicial.
Las cosas cambian y según nos comentó María Teresa Ortega, la Brigada de Rescate ya sólo puede hacer recomendaciones, alertar sobre alguna circunstancia de riesgo a la Policía de Montaña en el Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl y, en caso de localizar a un fallecido, esperar la petición del Ministerio Público para poder rescatarlo.

Al menos tres voluntarios perdieron la vida cumpliendo su labor
En 1996, durante el 50 aniversario de la Brigada de Rescate, EL UNIVERSAL describió la tarea de sus voluntarios como “tener a la muerte como compañera de vida”.
Según nos indicó Enrique Chávez, se tiene conocimiento de tres rescatistas fallecidos durante el cumplimiento de su labor. Uno de ellos fue Sergio López Flores, acaecido el 17 de octubre de 1950 tras sufrir una fuerte lesión en el torso durante un rescate; se erigió un albergue en su honor en las alturas del Popocatépetl.
También estuvo la pérdida de Rodolfo Campos Maldonado, integrante de la patrulla 13 del Socorro Alpino y del Club Alpinista de México. Su muerte ocurrió en la Confraternidad Montañista de 1959, mientras colaboraba con la seguridad del evento.
Lee también Viento Negro: los muertos de Sonora que no recordamos
De acuerdo con EL UNIVERSAL, una avalancha tomó por sorpresa a Campos Maldonado y a otros montañistas. “Todos corrieron a refugiarse, incluido el desaparecido, pero fue alcanzado por un gran peñasco que lo arrastró, ocasionándole heridas de tal gravedad que falleció cuando le daban primeros auxilios”, se leyó.

El tercer rescatista fallecido en un rescate fue Augusto Pellet, durante la búsqueda de los excursionistas Alberto Samaniego y Pedro Tobella en el Pico de Orizaba, en 1955. Este incidente alpino fue uno de los más reportados en nuestras páginas.
La alerta se emitió el 11 de diciembre del 55, luego de que Samaniego y Tobella no descendieran de la montaña más alta de nuestro país. Ambos eran hábiles alpinistas, el primero pertenecía a la Legión Alpina Puebla y el segundo al Orfeo Catalá de México.
A pesar del mal clima y nevadas que cubrían al también llamado volcán Citlaltépetl, los miembros del Socorro Alpino comenzaron de inmediato la búsqueda.
Lee también Cuando México tuvo su propio Volcán de Fuego
En nuestra edición del 15 de diciembre se informó del accidente de Augusto Pellet, uno de los primeros rescatistas en atender la emergencia en el Pico de Orizaba. El voluntario quedó malherido luego de volcar la camioneta donde viajaban él y su patrulla de Socorro Alpino, durante un traslado de Chalchicomula a Puebla capital.
“Pellet está agonizando, con una fractura de la base del cráneo, tórax y piernas”, aunque todavía con vida, según anunció EL UNIVERSAL.

Para el 16 de diciembre, se informó que la condición de Pellet mejoraba con reservas y que otros dos miembros del Socorro Alpino también sufrieron lesiones por una avalancha que casi los sepulta durante la búsqueda de Samaniego y Tobella. Las condiciones eran tan inseguras que para el día 22 se suspendieron las labores y se optó por esperar a tener mejor clima para encontrarlos.
Luego de dos semanas y a pesar de los buenos pronósticos, Augusto Pellet falleció en las primeras horas del año 1956. El Socorro Alpino convocó un homenaje en su honor, pues “Pellet no vaciló en sacrificar su vida para ir a ayudar a los montañistas perdidos”.
Para el 15 de marzo de 1956 se retomó el rastreo en el Pico de Orizaba, con patrullas del Socorro Alpino, Club Aéreo y Grupo de Alta Montaña de México (GAMM). Fueron estos últimos quienes localizaron los restos congelados de Samaniego y Tobella.
Lee también Un oficio que nació en los volcanes
Las maniobras para su descenso fueron complicadas, con ocho patrullas y tres días enteros para completar el rescate en el Pico de Orizaba. El entonces presidente del Socorro Alpino, David Castell Blanch, afirmó a EL UNIVERSAL que la visibilidad era nula, con vientos de 30 millas por hora, pero eso nunca detuvo a los rescatistas.

Nadie da un salario a los rescatistas, ellos pagan por su voluntariado
Aunque las pocas hazañas y sacrificios que repasamos en este Mochilazo en el Tiempo son honorables por sí solas, hace falta recalcar un punto importante: ¡los miembros que integran la Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México son voluntarios!
María Teresa Ortega nos comentó que, entre los principales requisitos para integrarse a la Brigada de Rescate está el “deseo expreso de formar parte de la institución y estar dispuesto a prestar servicios de prevención o rescate sin recibir remuneración alguna”.
Su modelo de cuotas es anual y cada rescatista paga 350 pesos para integrarse a la brigada, además de costear su propio uniforme con chamarra, playera, casco blanco y botas, lo que aumenta hasta 5 mil pesos el gasto. Tales contribuciones cubren los pagos de luz, teléfono, dominio de la página web y un fondo para emergencias.
Lee también Cuando las enfermeras eran “regalo de los Reyes Magos”
Por el momento, la Brigada de Rescate se compone de ocho patrullas para el Área Metropolitana y tres delegaciones en el interior de la república: Occidente con 33 pobladores de Colima y Jalisco, otra en Puebla y la última en Zacatecas.

Cada socorrista debe destinar al menos un fin de semana al mes para vigilar puntos asignados, como el Paso de Cortés y La Joyita en el Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl. Se aumenta el número de guardias mensuales durante la temporada de ríos subterráneos, cubriendo también las Grutas de Cacahuamilpa.
Según compartió nuestra entrevistada, algunas personas apenas atienden un rescate o accidente y desertan, debido a la carga física o emocional. “Manejar todas estas circunstancias no es fácil”, aseguró la presidenta de la Brigada de Rescate, pues los voluntarios no sólo exponen su vida, también resisten tragedias y dolor de otros.
Con sus cinco décadas de experiencia, Enrique Chávez Poupard nos aseguró que ser socorrista puede generar problemas familiares y hasta divorcios, “porque a veces la gente le da más al Socorro Alpino que a sus seres queridos. Algunos terminaron como personas solitarias por tomar esa decisión [de ser voluntarios]”.
Lee también Cómo surgieron los scouts en México
“Hay gente que se quedó en la calle por apoyar al Socorro Alpino. Pagaban cuotas, salían a rescate, cubrían comida, gasolina, casetas, todos esos gastos y nunca recuperaban su dinero”, afirmó nuestro entrevistado. “Así es la vida del socorrista”, dijo, “entra el que soporta”.

Voluntarios que soportan riesgos y hasta comentarios negativos
Desde sus inicios, el Socorro Alpino se formó como una institución de confianza para excursionistas nacionales y extranjeros. Según aseguró su actual presidenta, “[la brigada] es un referente, porque la misma gente nos busca; sin temor a equivocarme, somos el grupo de rescate 100% voluntario más grande en Latinoamérica”.
Para muestra basta un botón… o una anécdota de gran altura. En diciembre de 1955, EL UNIVERSAL anunció la visita a México de Sir Edmund Hillary, el primer alpinista –junto al sherpa Tenzing Norgay– en alcanzar la cima del Everest; apenas estuvo 18 horas aquí, pero fue tiempo suficiente para convertirse en miembro del Socorro Alpino.
En nuestra edición del 7 de diciembre, se anunció que David Castell Blanch nombró a Sir Hillary como jefe de patrulla honorario. El alpinista neozelandés se sintió honrado de pertenecer al Socorro Alpino mexicano e incluso expresó su deseo de formar una brigada de rescate con sus compañeros de expedición por el Polo Sur.
Lee también La erupción con la que el Popo dio la bienvenida al nuevo milenio
A consideración de este diario, si una persona como el afamado Edmund Hillary profesaba tal entusiasmo por nuestro Socorro Alpino, “confirma el sólido prestigio y gran solvencia moral que ha alcanzado, no sólo en nuestro país sino también en el extranjero, esta benemérita institución de la montaña”.

Siete décadas pasaron de aquel momento de gloria y hoy en día, los socorristas voluntarios se enfrentan a nuevos panoramas. Según nos compartió Ortega Obregón, hubo un antes y un después en el montañismo tras la pandemia de COVID-19, pues se popularizaron las excursiones improvisadas, motivadas por redes sociales o empresas poco confiables de viajes.
La socorrista con casi treinta años de experiencia denunció el aumento de abandono de clientes en alta montaña por parte de "guías", quienes dejan a su suerte a los excursionistas. “Una vez vi un anuncio en redes sociales, decía ‘cumbre de Pico de Orizaba para principiantes’; eso no se puede hacer”, aseguró.
Otro obstáculo para la institución de rescate surge tras la falta de constancia por parte de autoridades. “Cada administración trae sus políticas y no siempre mantienen las facilidades o apoyo que tuvimos en años anteriores”, lamentó María Teresa.
Lee también El "tren de juguete" que cruzaba los volcanes
Y por si fuera poco, también enfrentan comentarios negativos en redes sociales. En palabras de su actual presidenta, “hay quienes no saben y hablan por hablar. Nos dicen ‘entonces para qué están’ [cuando ocurre un accidente] o ‘es su obligación proteger, para eso les pagan’, sin saber que somos voluntarios”.

En la actualidad, la Brigada de Rescate del Socorro Alpino tiene varias carencias, pues quedaron atrás los tiempos donde presidentes donaban vehículos y albergues. Operan sin automóviles propios o adecuados y sin un local idóneo para dar capacitaciones a sus miembros; los voluntarios pagan lo que se necesita.
Como última pregunta, cuestionamos a María Teresa si llegará el momento en que el Socorro Alpino deje de existir. “Sólo si las autoridades establecen su propio organismo de búsqueda y rescate para montaña y río subterráneo, y si nos piden que ya no operemos”, contestó; de lo contrario, su labor seguirá.
Con su 80 aniversario a la vuelta de la montaña, los voluntarios de la Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México sostienen sus labores de prevención y atención de accidentes, dando seguridad a los excursionistas que se dejen ayudar y un retorno digno a quienes perecieron en los altos picos o en las profundidades de nuestro país.

Para información u aportaciones, favor de contactar a los canales oficiales de comunicación:
Facebook - Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México A.C.
Instagram - Socorro Alpino de México
TikTok - socorroalpinomx
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Entrevista con María Teresa Ortega Obregón, miembro de la Brigada de Rescate Alpino desde 1997, Presidenta de su Consejo Nacional en 2022 y de nuevo en 2024. Maestra en Psicología.
- Entrevista con Enrique Chávez Poupard, miembro del Socorro Alpino desde 1974, donde fue Presidente en 1992 y 2017, Jefe de Brigada y Secretario. Egresado de Trabajo Social por la UNAM.