Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas

Se calcula que más de 100 mil jóvenes asistieron al Festival de Avándaro, en el Estado de México, y se contoneaban al ritmo del rock y el soul, soportando aguaceros durante varias horas, así como intenso frío en la madrugada, el 90 por ciento intoxicados con marihuana y otras drogas. Fueron más de 12 horas de delirio y degeneración; sin embargo, predominó el orden,

s e lee en una nota de este diario del 12 de septiembre.


Texto: Daniela Jurado 

El Festival de Avándaro aconteció hace 50 años, en el estado de México, tres meses después del Halconazo y unos años después de la matanza de Tlatelolco, por eso daba tanto temor que los jóvenes gritaran al unísono “tenemos el poder, tenemos el poder”. 

En este texto y lejos de pretender desmentir o afirmar lo que pasó rescatamos algunas anécdotas para remontarnos, a través de esas historias, a lo que sucedió previo y posterior de aquel festival de música y ruedad del 11 y 12 de septiembre de 1971.

Sobre el origen del festival se han escrito libros, columnas y artículos contando que Luis de Llano, Armando Molina, Eduardo, Alfonso López Negrete y Justino Compeán fueron autores intelectuales de lo que se conoció como el “Woodstock mexicano”, que originalmente sería una carrera de autos amenizada por apenas un par de grupos en una noche mexicana.

Las mujeres y hombres que asistieron aseguran que lo que se ha dicho y escrito del tema está colmado de falsedades e imprecisiones.

Armando Molina llegó a contar en entrevistas que se fueron sumando grupos, entre los que estaban: Peace and Love, El Ritual, Los Dug Dugs, Tequila, Bandido, Tinta Blanca, Los Yaki, La División del Norte, El Amor, El Epílogo y Three Soul in My Mind.

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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El periodista Carlos Baca escribió en “Crónica de un día feliz: Avándaro” que el festival estaba previsto para el día cuatro y cinco de septiembre, pero esos días habría un evento deportivo y la fecha se aplazó.

Como se cita en el Mochilazo de Avándaro tenía aval de Televisa y del gobierno escrito por Anahí Gómez Zúñiga publicado en septiembre de 2017, Justino Compeán, expresidente de la Federación Mexicana de Fútbol, tenía entonces 30 años y fue uno de los principales organizadores de este festival. Aquel 2017 había decidido hablar en exclusiva con EL UNIVERSAL sobre lo sucedido ese día. Dice que “le pasaba” el rock y observaba atónito a toda “la banda” que llegaba.

Justino tenía varios contactos en Televisa, por lo que se rentó un espacio televisivo en canal 4 desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde del domingo 12 de septiembre; la idea era trasmitir las carreras de autos en vivo y lo mejor del festival.

En el grupo de Televisa trabajaba Víctor Rojas, Luis de Llano y Carlos Alazraki, quienes se unirían al equipo para realizar la edición y producción del concierto.

Fue Luis de llano el que tuvo la idea de llamar a Armando Molina, un roquero de mata larga que se dedicaba a la representación musical y quien con un presupuesto de 40 mil pesos, tenía la misión conseguir a dos de las presencias con más peso en la escena juvenil en ese momento:

La agrupación tijuanense de La Revolución de Emiliano Zapata y Javier Bátiz, uno de los precursores del rock nacional. Al final ninguno de los dos se presentó.

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El festival de Rock y Ruedas se llevaría a cabo también en Guadalajara y en Valsequillo, Puebla. Las trasmisiones serían a nivel nacional.
Justino dice que se dijeron muchas falsedades y asegura que sí obtuvieron los permisos necesarios del municipio de Valle Bravo. Inclusive los colonos de Avándaro les dieron “chance”.

Las condiciones para las bandas eran dos: tocar música original y todos ganarían tres mil pesos, ni más ni menos. Nada de estrellismo, ese día los artistas serían tratados sin distinción de rango, “el chiste era roquear duro y tupido”, dice Justino.

Los boletos del evento costaban $25 pesos, con ellos tenían acceso al rock del sábado 11 y las ruedas del domingo 12 de septiembre. Justino no recuerda el número exacto de entradas, pero tiene la certeza de que se agotaron en muy poco tiempo, se lee en el Mochilazo de Avándaro tenía aval de Televisa y del gobierno escrito por Anahí Gómez Zúñiga, en septiembre de 2017.

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Radio Juventud anunciaba por lo grande al evento: “Un festival de la Onda y buena vibra”. En las calles se escuchaba: “Hay que lanzarnos al Avandarazo”, “Se va a poner bien macizo”, “Aunque no me den permiso mis jefes yo me escapo”.

Los chavos de "onda"

En el texto de Anahí Gómez se menciona que con movimientos sensuales, acordes indómitos, minifaldas y greña larga, los roqueros se manifestaban desde la paz y el amor. Experimentaban con marihuana, alucinógenos y otras drogas. La ciudad de noche era su espacio y provocaron un bombazo de libertad sexual. Todo esto era inconcebible para la mayoría de la sociedad mexicana que les llamaba “parásitos”, “mugrosos” y “drogadictos”.

Es entonces cuando surgen los Jipitecas (hippies aztecas-toltecas), término acuñado por el antropólogo Enrique Marroquín. Se trataba de jóvenes que buscaban seguir el liberal movimiento hippie que simultáneamente se sucedía en EE.UU. Los Jipitecas se posicionaban en el misticismo de lo indigenista, de ahí que su ajuar fuese complementado por huaraches, sarapes, huipiles y rebozos. Lo jipiteca reinó en el festival de Rock y Ruedas.

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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Justino Compeán llegó desde el jueves, les dio aventón a varios. Él esperaba a unas 70 mil personas, pero la suposición se hizo pedazos, dice que “llegaban en camiones de toda la República, la mayoría no tenía boleto y como era campo abierto empezaron a entrar sin pagar”. Las cifras son inexactas, algunos calculan alrededor de 100 mil, otros dicen que fueron 300 mil los asistentes al festival. Lo cierto es que nunca se esperó que tanta gente pudiera reunirse alrededor de la magia musical, porque “las carreras a nadie le importaban”.

El sábado ya había mucha gente, se hacían bolas alrededor de fogatas y en el suelo. Ninguno de los organizadores contaba con la llegada de tanta chaviza. Elegían de entre el público a los más bravos y les daban una banda roja con símbolos de amor y paz, para que se encargaran de la seguridad durante el evento.


Compara el antes y el después deslizando la barra central (clic aquí para ver más grande)

Música y danza abrieron el festival

Por su parte, el dramaturgo Eduardo Ruíz Saviñón recuerda que hizo su primer trabajo como director de teatro en Avándaro con Tommy, una adaptación del grupo The Who.
Armando Molina invitó a Eduardo a participar en el festival y Waldo Tena, de los Rebeldes del Rock, lo apoyó con el equipo de sonido. Con música y danza abrió el festival una mañana, antes de los conciertos, “para lanzar buena vibra a la raza”, escribió Ruíz Saviñón.

Al preguntarle al dramaturgo si hubo algún percance antes o después de la función comentó:

“El actor que hacía el papel de Tommy, no llegó y tuve que hacerlo yo. En lo que concierne a mi grupo de actores y músicos, todo funcionó bien, nos rentaron una casa y llegamos un día antes, la joda fue subir los instrumentos, sobre todo el órgano, pero la ilusión nos dio fuerza para lograrlo”.

De aquella presentación algo se puede ver en la película Las glorias de Avándaro (minuto 12):

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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Karlos Rubén Aldave, “Krap”, comparte un poco de la experiencia de haber asistido al festival de Avándaro cuando tenía 21 años.
“Tuve la fortuna de ser testigo de un acontecimiento musical inigualable y que fue la máxima experiencia en mi vida de rocanrolero”, aseguró en un mensaje de texto.

Para Karlos, Avándaro “fue la culminación de un sueño, después de asistir a cafés cantantes, a tocadas en Pista hielo Insurgentes y a los denominados hoyos funkys ahora estaba en un festival al aire libre con los mejores conjuntos y bandas. ¡Nuestro Woodstock!”, aseguró.

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El periodista Óscar Sarquiz compartió con nosotros el texto que escribió cuando se cumplió el 40 aniversario del festival, en el cual afirmó que “la convocatoria reunió, a lo mucho, a 100 mil jóvenes, y no a los 200 mil que algunas fuentes aseguran”.

Además, apuntó que hubo una suerte de festival previo en el que tocaron: Stone Facade, Soul Masters, y La Ley de Herodes.
De Avándaro se ha dicho mucho, pero parece que a 50 años de haber acontecido todavía queda bastante por recordar, por desmentir, y  enfatizar. Del festival queda el recuerdo de la “encuerada de Avándaro”, quien quedó inmortalizada en fotografías como las de Graciela Iturbide e incluso en la canción homónima de Alex Lora.

Al respecto Anahí escribió en su Mochilazo de Avándaro que el escenario fue austero, tubular y de tablitas. La mudanza que usaron también fue la cabina desde la que trasmitía Radio Juventud. Fue justamente encima de ese tráiler-mudanza, mientras tocaba División del norte, donde aquella joven empezó a bailar, traía una camisa de hombre blanca y se zangoloteaba sin tapujos, poco a poco se desprendió de toda su ropa, exceptuando los calzones.

“La encuerada de Avándaro” del Three Soul in My Mind:

Federico Rubli, en su libro Estremécete y rueda, asegura que la encuerada de Avándaro se llamó Laura Patricia Rodríguez González Alcocer, en ese entonces de 18 años, originaria de Guadalajara. Verdad o mito, se volvió mujer del pueblo, si bien nadie sabía su nombre, todos conocían su rostro y anatomía.

El propio Alex Lora le escribiría una canción: “Tengo una nena a todo dar, le gusta mucho rocanrolear (…) ella me confesó que ella es la encuerada de Avándaro”, hasta aquí la cita del Mochilazo de Anahí.

También quedó plasmado en varias crónicas del momento aquel instante en que el músico Ricardo Ochoa de Peace and Love exclamó: “¡que chingue a su madre el que no cante!”. Lo que llevó a interrumpir la transmisión radiofónica de la XERPM.

Sarquiz escribió: “La señal radial salió del aire. El locutor Agustín ‘Chomosgón’ Meza de la Peña y el director artístico Félix Ruano Méndez fueron suspendidos por dos meses […] y la estación fue multada con 60 mil pesos”.

De lo que quizás se ha hablado menos sea de las mujeres que participaron en el festival; sin embargo, en el libro Sirenas al ataque de la escritora y música Tere Estrada se menciona a Ela Laboriel encargada de prensa del festival, y; por otro a las cantantes Mayita Campos y Maricela Durazo de los grupos Los Yaki y Tequila, respectivamente. De Ela Laboriel cita Tere una entrevista con ella en la que dice “por participar en el festival mi hermano Johnny me dejó de hablar por dos años”.

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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Por su parte, la cantante Maricela Durazo del grupo Tequila dijo en entrevista estar muy feliz de celebrar los 50 años del festival de Avándaro. Recuerda que su participación por invitación de Armando Molina, eran 11 grupos invitados.

“En realidad iba a ser una carreras de autos con música, pensábamos en unas 5 mil personas pero nuestra sorpresa fue al llegar y ver desde la carretera a esa multitud. Miles de chavos cuyo objetivo era liberarse, expresarse a través de la música. Yo, una chavita de 17 años, con sentimientos encontrados, emoción, temor, euforia porque la torre donde tocábamos se movía como palmera, por todos los chavos que subían para llegar a nosotros, una experiencia indescriptible”.

Considera que “todo fue hermoso hasta que regresamos y la realidad era que se nos señalaba, detenían músicos con pelo largo, ya no contrataban a los rockeros, se acabaron las fuentes de trabajo, las radiodifusoras tenían prohibido tocar nuestro rock, las bandas se empezaron a desintegrar, yo me fui a Cancún”.

Dice que esa no fue la primera vez que sucedió, porque en tiempos de los cafés cantantes de 1966 a 1968 también vetaron a todos los músicos de la época.

“Veníamos de mucha represión, recién había pasado en junio de ese año (1971), el halconazo, así es que el gobierno tuvo miedo a la convocatoria que tenía el Rock, por eso la generación Avándaro fue invisible por 10 años, hasta que surgió en los 80´s el Rock en español”.

En este momento tenemos muchos proyectos para dignificar el Rock en México, liderados por Ricardo Ochoa y Alex Perales, músicos y productores, va a haber muchos eventos, y sorpresas. Este sábado 11 de septiembre a las 2:00 pm por canal 11 se transmitirá un concierto con la música de Avándaro acompañados de la filarmónica del IPN.

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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El lunes siguiente después del festival, Justino manejaba hacía su trabajo, cuando escuchó las noticias por la radio: “¡Degenerados!”, “¡Malvivientes!”, “¡Orda de cínicos sin vergüenzas!”, eran solamente algunas de los términos con los que se referían a los “melenudos” del Avándaro. “Decían que las consecuencias del festival eran de muertos, que todo había sido violencia y no sé cuánto, pero nada de eso era cierto. Todo no lo achacaban a nosotros”.

Otra nota de este periódico, publicada el 12 de septiembre, narraba: “El primer festival de rock y ruedas, de las 20.00 horas del sábado, a las 8.30 del domingo, se celebró en esta población. Ver a más de 100 mil jóvenes, un 90%  intoxicados con marihuana y otras drogas, contonearse al ritmo del rock y el soul, soportando un fuerte aguacero durante varias horas y sufrir un intenso frío en la madrugada fue un espectáculo inolvidable. Fueron más de 12 horas de delirio y degeneración, pero en esto tal vez hay que reconocer en los jóvenes algo favorable: el orden general no fue alterado y no se suscitaron escándalos graves”.

Recuerdos de Avándaro a 50 años de rock sin ruedas
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Según datos de EL UNIVERSAL, “con una afluencia de poco más de 300 mil personas, la mitad compró boleto, dejó en taquillas 4 millones”. Los organizadores realizaron una limpieza del lugar en la medida de lo posible y no recibieron ninguna clase de demanda.

Las grabaciones del festival fueron entregadas a Televisa, pero nadie sabe qué sucedió realmente con ese material, buscaban eliminarlo del panorama, que se diluyera, como si México entero estuviera avergonzado del Avandarazo, se lee en el Mochilazo publicado en el 2017.

Con esos antecedentes y remembranzas se cumple un año más de aquel festival que en un tiempo en que los chavos y chavas hablaban de buenas y malas ondas, donde afirmaban o negaban con un “simonel” o “nelazo” y compartían las buenas vibras con una varita de pachulí.

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  1. Fuentes:

  2. Un mito con fecha de caducidad  de Óscar Sarquiz Figueroa, libro Sirenas al ataque de la cantante y escritora Tere Estrada.

  3. Mochilazo en el Tiempo: Avándaro tenía aval de Televisa y del gobierno escrito por Anahí Gómez Zúñiga y publicado en septiembre de 2017.


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