Texto: Susana Colin Moya
“En calles, plazas, jardines públicos y aun privados se ve ahora en México lo que antes nunca jamás se vio: palmeras. ¡Palmeras en el Valle!”, escribió el 5 de mayo de 1951, el reportero de esta casa editorial, Carlos González.
Lamentándose del “destierro” de estas tropicales especies vegetales en la Ciudad de México, el indignado reportero no comprendía por qué estas plantas eran del gusto de quienes en ese entonces planeaban la capital. Tampoco imaginaba que éstas se convertirían en parte entrañable del paisaje de esta urbe.
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“Existen anécdotas no documentadas que el de la idea fue Miguel Alemán, quien en una visita a Los Ángeles vio las palmeras, le gustaron y decidió traerlas a la Ciudad de México, cuando era regente Fernando Casas Alemán”, cuenta en entrevista Laura Jaloma, urbanista y profesora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


Hoy en día, buena parte de esta memorable fauna ya cuenta sus últimos días en la CDMX, pues más de la mitad de las 15 mil palmeras capitalinas presentó severos problemas de declinación progresiva y plaga desde 2011.
Según reportó EL UNIVERSAL en septiembre de 2025, la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) emprendió el Programa Integral de Atención a las Palmeras de la Ciudad de México, que involucra el retiro de mil 500 ejemplares de las especies Phoenix canariensis, Washingtonia robusta y Syagrus romanzoffiana para sustituirlas por fauna nativa.
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¿Cuáles eran las colonias con más palmeras en la CDMX?
La especialista señala: “México venía de un fortalecimiento industrial y un crecimiento de la economía después del gobierno de Lázaro Cárdenas y de la Segunda Guerra Mundial”. En medio de la abundancia, Miguel Alemán impulsó la reestructuración del país. En la capital se comenzó a crear un estilo urbanístico propio que incluyó dentro de su paleta vegetal a las palmeras .
De esta forma colonias como Polanco, Anzures, Lindavista, Álamos y Lomas de Chapultepec, afirma la experta, adquirieron un estilo californiano que incluyó palmeras en las avenidas principales, pues su ventaja es que a nivel arquitectónico no obstruyen la visión de los edificios.

Ejemplo de las colonias fraccionadas en los años 50 que adoptaron este estilo es la Jardín Balbuena, ubicada al oriente del Centro Histórico. La avenida principal del rumbo, el Eje 1 Sur Fray Servando Teresa de Mier, tiene en su camellón una hilera de palmeras maduras: paisaje familiar para los habitantes de esta zona y para quienes transitan cotidianamente por esta vía. De hecho, por ser conexión entre el aeropuerto y el centro, por esta calle desfilaron personajes importantes como John F. Kennedy y el Papa Juan Pablo II.
No sólo Fray Servando; también otras calles de la Jardín Balbuena tuvieron palmeras, como la Avenida del Taller , la cual, al convertirse en Eje 2 Sur, las perdió. La que aún las conserva es Manuel Rivera Cambas, una pequeña calle que para los taxistas es la calle de “las palmas”. De hecho algunos vecinos, en broma, la llaman " Manuel Rivera Palmas".
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En entrevista para este diario, Heidi Juárez, vecina de la zona, cuenta que durante su juventud en los años 90 solía caminar por esa calle para ir a la secundaria. Dice: “desde el inicio se sentía un ambiente cómodo por las palmeras, la sombra que producían, el viento, la percepción […] era como recordar estar en la playa , te relaja, te mueve” y considera que las palmeras caracterizan a colonias “de un cierto nivel económico”.
En efecto, según la urbanista Laura Jaloma las palmeras formaron parte de un diseño centralista de una ciudad en desarrollo, “por eso no encontramos palmeras en Iztapalapa”.

Heidi no es la única que evoca al mar en medio del asfalto. Silvia Rolón comparte: “en las noches de verano Fray Servando parecía Acapulco con sus hermosas palmas y las luces que había”.
Contrario al pronóstico de muerte que el reportero de este diario dictó a las palmeras en 1951, éstas lograron adaptarse bien a la Ciudad de México. “No necesitan mucha agua para sobrevivir y en temporada de lluvias no se mueren”, señala Laura Jaloma.
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Palmeras, emblema de una estación del Metro
María Inés Quintero de 78 años, quien nació y creció en la colonia Álamos , cuenta que antes de ser un eje vial por el que pasa el Metrobús, la avenida Xola tenía un camellón con palmeras: “eran grandes y frondosas. Cuando encuentran su espacio nadie las puede quitar”.
No sólo era Xola, también otras avenidas aledañas lucían aquellos troncos y hojas tropicales durante los años 50, como Dr. Vértiz y Universidad, la avenida que conducía a la recién edificada Ciudad Universitaria de la UNAM.
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De hecho, la estación del metro Xola tiene como icono a esta planta de la familia arecaceae , comúnmente llamadas palmas o palmeras. Para comprender la relación de este lugar con las plantas tropicales es preciso echar mano de la memoria de las vecinas y vecinos.

En 1954, un evento importante marcó profundamente la memoria de María Inés: la visita del emperador de Etiopía, Haile Selassie , a México. De entre todas las actividades que el monarca realizó en nuestro país, estuvo la ceremonia de bienvenida en la Glorieta de Etiopía, en el cruce de Xola, Cuauhtémoc, Cumbres de Maltrata y Diagonal San Antonio. Al evento acudieron estudiantes de muchas escuelas públicas y privadas, entre ellas, la primaria en la que estudiaba María Inés.
“Fuimos para cantar América Unida. En la escuela nos enseñaban que existían otras naciones y que México debía buscar hacer lazos con ellas. Yo me sentía muy orgullosa de ser del Anáhuac”, dice y recuerda: “El rey no era como nos lo imaginábamos, tenía unos ojos maravillosos, era bajito y moreno”.
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Dentro de todo lo sucedido aquel día, María Inés evoca el regalo que Haile Selassie entregó al pueblo mexicano: unas palmeras “chiquitas y tiernitas”. No recuerda dónde las pusieron, pero sí recuerda la emoción del intercambio.

La historia de las palmeras y de la glorieta misma no duró mucho. Con la llegada de los Ejes Viales en los años 70, la política de los autos tomó los espacios verdes: las palmeras de Xola fueron reubicadas en el parque Las Américas, en la colonia Narvarte, como se reportó el 11 de junio de 1978 en EL UNIVERSAL.
“Las quitaron y se llevaron con ellas nuestras emociones de infancia”, comenta María Inés.
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La Palma, una antigua glorieta tropical
Recordemos ahora una palmera famosa y antigua de esta urbe, que solía ubicarse en la tercera glorieta de Paseo de la Reforma, la cual llevaba el nombre de Glorieta de La Palma frente a la calle de Niza.
De acuerdo con la investigación de Carlos Flores Marini, en su libro Del Castillo al Palacio , la Glorieta de La Palma fue un proyecto original de Ferdinand Von Rosenzweig y Luis Bolland, diseñada en 1864, aunque existió un proyecto anterior desde 1784.
Superviviente a través del tiempo, esta planta de más de cien años aguantó a pesar de que en 1992 el historiador Silvio Zavala propusiera cambiarla por una pirámide trunca .
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En este caso, el registro fotográfico de la zona nos ayuda a mirar el crecimiento de “la palma”. De hecho, gracias a las fotografías podemos constatar que en un inicio no era una sola, sino varias.


Compara el antes y el después deslizando la barra central (clic aquí para ver más grande)
En la imagen comparativa antigua se observa la Glorieta de la palma sobre Avenida Reforma en los años 70, en primer plano uno de los autobuses conocidos como "delfines", del lado izquierdo destacan el Hotel Aristos, que hoy es un Marriott, y el edificio de Reforma 300. Fotos: "Mexico today"/ Colección Carlos Villasana y Google Maps. Diseño web: Griselda Carrera.
El 13 de julio de 1999 en la sección cultural de este diario se escribió: “homenaje a la perseverancia […] Tres veces declarada muerta y tres veces revivida, la Palmera (así con mayúsculas) corona la única glorieta [de Reforma] en un buen tramo que no tiene estatua y se dice que no le queda más de un lustro de vida. Pero ya se ha dicho eso antes y, aunque sea fosilizada, la palmera no sale de Niza o Niza morirá con la Palmera y pasará a ser una de tantas calles en esta ciudad de las que nadie se acuerda”.
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Por desgracia, el habitual paisaje capitalino ya se prepara para desprenderse de sus palmeras, comenzando con la modificación de la Glorieta de la Palma –ahora Glorieta del Ahuehuete–, cuyo ejemplar sucumbió en abril de 2022 ante el hongo Fusarium, que también condenó a sus demás compañeras de especie.

Las palmeras que están “muertas en pie” en este 2025 se ubican en las alcaldías Benito Juárez, Cuauhtémoc, Coyoacán y Miguel Hidalgo, donde ya se ven los trabajos de derribo y remoción de raíces. En los siguientes años, la SEDEMA espera retirar otros 8 mil 500 ejemplares que presentan “síntomas declinantes letales”.
En pleno diciembre de 2025, vialidades como Av. de la República, frente al Monumento a la Revolución, ya perdieron sus enfermas palmeras, esperando que su lugar lo ocupe un duraznillo, tejocote o arrayán, especies nativas de México.
En colonias como la Narvarte o Del Valle, sus palmeras ya llevaban años secas, con su tropical follaje carente del verde habitual o hasta “pelonas”; ahora se espera que, tras su remoción, la madera pueda tratarse y convertirse en “muebles urbanos” y así todavía puedan formar parte del paisaje capitalino.

- Fuentes:
- Archivo hemerográfico y fotográfico de EL UNIVERSAL
- Entrevistas a: María Inés Quintero, Laura Jaloma, Heidi Juárez, y Silvia Rolón.
- “Del Castillo al Palacio. Una visión hacia el siglo XXI”, reseña de Marisol López Aguilar.







