Postal del Hotel Papagayo en los años 50. Crédito: Angélica Petit de Murat/Cortesía.
Texto: Angélica Petit de Murat
La Playa Hornos de Acapulco debe su nombre a que por más de un siglo se hornearon ahí los ladrillos que levantaron la gran mayoría de las construcciones del puerto. Era un área de más de 22 hectáreas de huertas cocoteras y árboles frutales de mangos, marañonas, guayabas, icacos y otros frutos.
Ahí se construyó a mediados del siglo XX el Hotel Papagayo, un lugar arraigado al más querido recuerdo infantil de acapulqueños y viajeros.
En este sitio entroncaba la carretera México-Acapulco, terminada en 1927, que atrajo una horda inesperada de turistas, a la cual se sumaron los primeros pasajeros de vuelos que aterrizaban en las dos improvisadas pistas de la zona. Así, en los años 30, de forma atropellada pero constante, se dio inicio al turismo en Acapulco.
La zona de Hornos fue expropiada “por causas de utilidad pública” durante el breve gobierno del presidente Pascual Ortiz Rubio (1930-1932). No fue sencillo, pues algunos de los propietarios originales de las huertas eran familias y poderosos comerciantes de Acapulco.
Luego de demandas, pleitos, indemnizaciones y repartos, las 22 hectáreas quedaron en manos del entonces ministro de comunicaciones y transportes Juan Andreu Almazán, famoso general, ex revolucionario, empresario y constructor.
Postal de la Playa Hornos en 1930 Foto: Hugo Brehme.
Fotografía del Gral. Juan Andreu Almazán, tomada del Libro De Oro De La Revolución Mexicana, 1930
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Almazán formó una sociedad e instituyó la Compañía Impulsadora de Acapulco con la intención de urbanizar el área más cercana a la playa de Hornos. Los trabajadores de la constructora Anáhuac, propiedad del general, limpiaron el terreno que era mayormente pantanoso, idearon la manera de tener agua potable, lotificaron y trazaron las primeras calles de un fraccionamiento.
De forma paralela, la concesión para el uso de las dos pistas de vuelo en la zona dejó de pertenecer a particulares y pasó al sector público como el primer aeropuerto de Acapulco. Según el libro 50 años, aeropuertos y servicios auxiliares, la recién creada compañía Aeronaves de México aterrizó en Hornos el 3 de diciembre de 1932, se inauguró así la ruta México-Acapulco-México, vuelos semanales en el avión Verville X–BAEW con capacidad para cuatro personas.
Postal promocional para la CIA Impulsadora de Acapulco, 1932. Fotógrafo local J.J. Pintos. Postal del dominio público.
El fraccionamiento que se convirtió en hotel
El turismo aumentaba en el puerto y faltaban alojamientos con servicios adecuados, pues todos estaban alrededor de la Plaza Álvarez en el centro de Acapulco.
En aquellos tiempos no había reserva anticipada, llegar al centro de Acapulco en busca de alojamiento y comida tomaba un tiempo más de trayecto e implicaba el riesgo de quedarse sin comer y de dormir en el automóvil, por lo que pocos viajeros se animaban a seguir media bahía y, al menos el día de llegada, estaban dispuestos a pagar al general por alojamiento y comida en los pocos cuartos construidos para uso personal de Almazán y sus trabajadores.
La demanda de alojamiento en Playa Hornos fue en crecimiento gracias a la atención que recibían los vacacionistas en la propiedad del general, que ya contaba con agua potable, exuberantes jardines y playa de cálidas aguas.
Postal de 1934 donde se observa la Playa Hornos, el Bungalow (casa de playa) presidencial y el comedor de la Fraccionadora de la Cía. Impulsadora de Acapulco. Foto publicitaria del dominio público.
La realidad es que el negocio de fraccionar y vender no prosperaba, en cambio, el de construir un hotel en forma era ya una prioridad.
Así nació aquel primer Hotel Hornos, que abrió formalmente constituido como tal el mismo año de 1934 para luego ser renombrado Hotel Anáhuac para finalmente llamarse Hotel Papagayo , conjunto turístico que ofrecía ciertas comodidades que los alojamientos del centro, entonces lejanos a Hornos, no tenían.
Vista exterior del bungalow salón-comedor del Hotel Anáhuac. Foto promocional del Hotel Anáhuac en 1935. Cortesía de Alfredo Jiménez, colección particular.
Se acondicionaron dos bungalows (casas de playa) con más de 10 habitaciones privadas cada uno que miraban al mar y un gran bungalow multifuncional que era lo mismo recepción que salón de juegos y por las tardes hacía de “té danzante” (para tomar té, bocadillos y bailar).
Contaba además con el mobiliario propio de playa, una gran alberca de agua salada , chapoteadero y paseos por la selvática propiedad.
La falta de estaciones de servicio, abasto de combustible y la del agua potable que padecía Acapulco fue resuelta personalmente por Almazán, sin involucrar a la junta federal de mejoras materiales que llevaba el peso de toda la obra de infraestructura del puerto.
Anuncio del Hotel Anáhuac (Luego Papagayo) publicado en el periódico EL UNIVERSAL, abril de 1944. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Más tarde, la Compañía Constructora Anáhuac , consolidada años atrás con contratos carreteros (incluyendo el camino a Acapulco) construyó 15 bungalows proyectados hacia la Playa Hornos a los que se accedía por angostos caminos de tierra rodeados de maleza.
Las casitas pensadas para familias eran de un piso estilo neocolonial californiano , con dos habitaciones, estancia, terraza (recubierta con mosaicos y loseta de barro), baño, cocina con refrigerador y tostador de pan.
Cada que se terminaba un bungalow era inmediatamente ocupado por una familia viajera gracias a la popularidad que tenía ya esta modalidad de alojamiento, pues permitía que las personas se alojaran juntas con privacidad, al tiempo que disfrutaban de los servicios e instalaciones del lugar.
Interior del comedor del entonces Hotel Anáhuac en 1936, nombre con el que se conoció en un inicio al Hotel Papagayo de Acapulco. Postal promocional de J.J Pintos foto publicitaria del Dominio Público.
Hotel Anáhuac y sus bungalows. Foto postal de la época, 1938. La imagen fue encargada por el Gral Almazán actualmente del Dominio Público.
El edificio del Hotel Papagayo se levantó sobre unos cuantos cuartos, vestidores y regaderas de la alberca olímpica que desde el principio había en la propiedad.
Se cree que la obra del edificio y anexos fue diseñada y construida por el arquitecto Francisco J. Serrano , quien entonces gozaba de gran prestigio, por contar entre sus proyecciones se distingue la colonia Hipódromo Condesa de la Ciudad de México.
El edificio de Serrano propició el cambio de nombre de Hotel Anáhuac a Hotel Papagayo, con el que fue inaugurado en 1946; quedando así, hermanado con el otro hotel que tenía el General en Cuernavaca, Morelos, que en otro tiempo había sido su casa vacacional de fin de semana.
Los hoteles quedaron conectados y así el turista hacía el trayecto hasta Acapulco en dos paradas disfrutando de Cuernavaca y Acapulco en un solo viaje.
El primer edificio del Hotel Papagayo visto desde la entrada principal, por donde más tarde pasaría la Avenida Costera Miguel Alemán. Postal promocional de 1946. Postal del dominio público
El primer edificio de habitaciones se levantó sobre lo que originalmente eran los vestidores e instalaciones de la alberca olímpica. Foto postal de 1946. Del dominio público.
Un viaje a la memoria de los acapulqueños
El hotel contaba con dos salones de fiesta con amplia terraza ubicados en los pisos superiores del edificio, uno de ellos llamado Salón Verde, famoso porque ahí, durante su segunda luna de miel en 1947, Agustín Lara compuso la canción de " María bonita" en honor de su todavía esposa, la actriz Maria Felix.
Para la ocasión Almazán mandó traer desde la Ciudad de México un espléndido piano de cola para que “El Flaco de Oro” usara en exclusiva durante su estancia.
“Mi papa trabajó en el Hotel Papagayo desde sus inicios. Su función era checar las entradas y salidas de empleados y eventual proyectista. También mi tía Antonia y su esposo trabajaron en el Papagayo, él tenía a cargo la lavandería y mi mamá entró por breve tiempo a atender la fuente de sodas, pero primero fue telefonista del hotel y pasaba el día conectando llamadas a través de un panel telefónico por cable”, recuerda Lucía Marín, antigua habitante de Acapulco.
El Hotel Papagayo se distinguió por este último servicio, ya que todas las áreas y habitaciones estaban conectadas entre sí a través de una central telefónica propia desde donde se realizaban comunicaciones con muy buena recepción de forma interna, externa y hasta largas distancias.
Postal del Hotel Papagayo en los años 50 y el Parque Manuel Altamirano, mejor conocido como Parque Papagayo, año 2021. Fotos: cortesía de Angélica Petit de Murat y Jorge Solís Domínguez de la Cía. Solís en Foto. Diseño web: Rodrigo Romano.
Lucía Marín cuenta: “Mi papá, que también se encargaba del proyector en las noches de cine del hotel, me contaba que del salón de juegos se retiraban mesas de pimpón, de póker y canasta, para llenar el lugar de sillas y así convertir el espacio en el Cine Papagayo. En esas noches especiales los huéspedes y visitantes disfrutaban de un buen documental o película de segunda vuelta. Ahí pasaron un documental de Hawái y la erupción del Paricutín”.
Ser empleado del hotel era un privilegio al que pocos lugareños podían acceder. El general Almazán, que regenteaba el lugar con mano de hierro, también era un jefe empático y generoso y no era difícil que los empleados originales heredaran o anexaran a su puesto a sus familiares, hijos, esposas, nietos, hermanos… había familias completas a cargo de distintas funciones.
Foto de Ángel A. Ibarra (abajo y al centro), empleado de confianza del Hotel Papagayo de Acapulco. Vista de la ampliación del edificio principal (1953-1955) desde el Islote de San Lorenzo. Cortesía Lucía Marín.
Al respecto, Lucía Marín nos comparte: “El general se preocupaba mucho por el personal que trabajaba ahí, su secretaría particular que se llamaba Alma, también se encargaba de darles clases de inglés a los trabajadores, por ejemplo, de la recepción y de la fuente de sodas, incluida mi mamá y mi tía”.
A fin de año, el general sacrificaba un venado criado en la propiedad y organizaba un comilón para los trabajadores. El mejor empleado del año recibía de manos de Almazán un título de propiedad de algún terreno cercano o dentro de los terrenos del hotel.
Juan Andreu Almazán enfrente a su Hotel en el tramo de la avenida Costera Miguel Alemán que alguna vez llevó el nombre del Gral. Foto Cortesía familia Marín, 1953.
El ocaso del famoso hotel
El fácil acceso a las playas, gracias a la conclusión de la avenida costera Miguel Alemán hizo del Papagayo el hotel con mayor capacidad de hospedaje y el preferido de turistas nacionales y extranjeros.
La avenida costera de Acapulco, Guerrero, quedó finalizada en 1949, con el nombre oficial de Avenida Costera Miguel Alemán e iba de Caleta hasta el entronque de la Panorámica, con lo que desapareció para siempre el nombre de Juan Andreu Almazán en el tramo de la avenida que iba desde el Hotel Papagayo hasta el Hotel Las Hamacas.
Antonia Marín que trabajaba en la fuente de sodas (tía de Lucía Marín) y dos colegas suyas que laboraban en el Hotel, inicios de 1950. Cortesía familia Marín de Acapulco.
Con la costera pavimentada se facilitaba el paso a las playas y atractivos del puerto, además, se acortaba el tiempo de trayecto, así se puso de moda visitar por la mañana las Playas de Caleta y disfrutar de la tarde, hasta el ocaso del sol, en la Playa Hornos.
El éxito del hotel obligó a ampliarse y para inicios de 1950 el edificio principal contaba ya con 200 habitaciones y el anexo de otro hotel llamado Bilbao, más económico y modesto, de casi 40 habitaciones. En temporadas altas ambos hoteles registraban lleno total, incluyendo los 32 bungalows.
Nieves Lapena de Petit de Murat en su luna de miel, 1960. Al fondo la vista del hotel Papagayo desde la Playa Hornos. Foto cortesía Angélica Petit de Murat.
El cilindro de las escaleras de vidrio que sobresalía de la última fachada del hotel se volvió icónico, así todo viajero que visitara Acapulco se tomaba una foto personal con esa parte del Hotel Papagayo de fondo, fueran o no fueran huéspedes. En la fotografía Martí Petit de Murat King. Foto: Cortesía de Angélica Petit de Murat.
Sin embargo, la muerte de Almazán en 1965 trajo problemas de administración, cuidado y atención en el Hotel Papagayo; además del boom hotelero de los grandes resorts en la zona de Hornos, a los que desde finales de 1960 se les había permitido construir sobre la playa misma. Situaciones que provocaron falta de hospedaje en el establecimiento y finalmente su cierre el 15 de julio de 1972.
Luego de su venta, los nuevos propietarios no emprendieron acción alguna en el predio, para cuando fue expropiado por el municipio de Acapulco, previa indemnización, y luego de un complicado litigio que tomó años estaba en ruinas.
La alberca olímpica de agua salada en el exterior funcionó ininterrumpidamente pese a la situación del inmueble; en este lugar se realizaron eventos en los que se invitó a personalidades como Joaquín Capilla , que en ese tiempo se convirtió en medallista olímpico de clavados.
Al final la alberca estuvo a cargo de una escuela de natación que impartía clases diarias, al igual que las canchas de básquetbol que usaban distintas instituciones escolares hasta que inició la demolición del edificio principal del Hotel Papagayo, en 1979, y las obras para transformar el lugar en el Parque Papagayo .
Así, muchos acapulqueños vieron con tristeza cómo desaparecía para siempre esta imponente construcción y con él, toda una época de bonanza.
Postal donde se ve parcialmente el Parque Ignacio Manuel Altamirano (Papagayo) en pleno auge 1985, donde aún se aprecia la continuidad del parque hasta la Playa Hornos.
Placa conmemorativa de la apertura del Parque Ignacio Manuel Altamirano al que se le conoce coloquialmente como Parque Papagayo.
- Fuentes:
- Almazán el único Gral. Revolucionario de Guillermo Samperio
- Libro de Oro de la Revolución Mexicana (1930).
- Del Acapulco de Antes de Concha Hudson Batani
- Revista EL UNIVERSAL ILUSTRADO
- Revista mexicana de Ciencia Política Vol.20 Nª77 Septiembre 1974 El complejo militar industrial durante la década de 1930 Dialogo con el Gral. Juan Andreu Almazán de James W Wilkie.
- Periódico EL UNIVERSAL
- Testimonios de ex empleados del Hotel Papagayo
- 50 años, aeropuertos y servicios auxiliares