En los años 40, cuando las calles del Centro Histórico eran un agitado mar de autobuses, tranvías, autos -que con los años serían clásicos- y miles de peatones, la falta de higiene y la poca cultura vial sólo empeoraban el caos. Para cambiar esa situación, EL UNIVERSAL propuso crear un equipo de niños bien portados que le enseñaran a la ciudad de México mejores modales.
Una escena que hoy sería imposible de creer en la ciudad de México fue normal en la década de 1940: obreros y profesionistas, jóvenes y viejos, se detenían ante un par de niños uniformados, quienes vigilaban que todos respetaran el alto para los caminantes.
Por casi diez años, los patrulleritos prestaron sus servicios en beneficio de la capital del país. En el tiempo que duró esta campaña, los infantes pasaron de fomentar buenos hábitos a hacer vallas y guardias de honor en eventos importantes de la ciudad.
Una iniciativa del Gran Diario de México para la comunidad
A mediados de 1942, EL UNIVERSAL lanzó una campaña para mejorar el aseo del entonces Distrito Federal (DF). La propuesta consistía en conformar patrullas de niños, de entre 10 y 16 años, que persuadieran al resto de la ciudadanía de mantener hábitos como la limpieza y la buena cultura vial.
El entonces jefe del Departamento del Distrito Federal (DDF), Javier Rojo Gómez, mostró simpatía por la iniciativa de este diario. Su secretario de Servicios Generales, ingeniero Manuel Moreno Torres, y Ángel Alcántara Pastor, de parte de este diario, fueron los organizadores del Ejército Infantil de la Ciudad.
Para ser admitidos, los niños interesados debían acreditar su buena conducta por medio de la carta de una maestra, maestro, director o directora de su escuela primaria o secundaria.
La primaria Emiliano Zapata, de la colonia Industrial, así como todo el quinto sector escolar de Azcapotzalco, destacaron como los centros educativos más interesados en apoyar esta campaña de limpieza.
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Se reportó que Mateo de la Tijera y Antonio Garza Gutiérrez fueron dos de los primeros muchachos en registrarse, ambos a los diez años, y en cuestión de semanas se anunció que estaba completa la primera patrulla del Ejército Infantil.
En aquella época, a mediados del siglo XX, el DDF se empeñaba en mejorar el aspecto de la ciudad y los valores de sus habitantes. Aunque ya existían normas y regulaciones en temas como el tránsito, el desecho de basura y la colocación de carteles, no todos las acataban.
Por eso es que, además de recibir la capacitación necesaria y aprender hábitos como el aseo y la disciplina, los jóvenes patrulleros recibirían autoridad para vigilar las reglas cívicas. Se esperaba que bastara con la “escandalosa” idea de que adultos mayores fueran amonestados por chiquillos para comenzar el cambio deseado.
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Un niño llamado Sergio Estrada fue el primer “patrullerito”, quien además modeló su uniforme para las páginas de este rotativo, que en tela blanca y con adornos rojos simbolizaba los valores de “higiene, aseo y actividad”.
Con la misión de fomentar la limpieza en la ciudad de México, su campo de acción sería la escuela, el hogar y los distritos en que éstas se ubicaran.
Niños que hicieron un cambio
Los momentos en que mejor se apreciaba el trabajo del Ejército Infantil eran las Jornadas Educativas de Tránsito y el Mes del Aseo. En esos eventos pasaban varias horas apostados en las avenidas más concurridas para regular la circulación de vehículos y peatones, o buscando los hogares y vecindades más pulcros de la capital, respectivamente.
Estos esfuerzos rindieron sus frutos en poco tiempo: en el Mes del Aseo de 1943, se reconoció a 16 vecindades y a mil 44 hogares por su limpieza. Al año siguiente, la Semana Nacional de Tránsito dejó cientos de carros inspeccionados y la Dirección de Tránsito resaltó que el Ejército Infantil cumplía en difundir la cultura vial.
A la par de los niños patrulleros, las autoridades involucradas sumaban esfuerzos: agentes de Tránsito, el Cuerpo de Bomberos, el Escuadrón de Educación Vial, el Departamento de Salubridad Pública y el Servicio de Limpia del DF también “se pusieron las pilas”.
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Por su prestigio los invitaban a diversos eventos y ceremonias
Si bien es cierto que los patrulleritos realizaban estas actividades siempre acompañados de sus instructores o supervisores, nunca se dejó de lado el mérito de la disciplina y la dedicación con que los niños cumplieron su deber.
En un par de años, el prestigio de esta patrulla era tal que se les invitó a numerosos eventos y ceremonias en los que podían tener desde papeles secundarios hasta ser el centro de atención.
Fue por eso que largas columnas blancas de niños uniformados desfilaron por las calles de Alvarado, Veracruz en 1951. En la ciudad, quizá sus momentos más solemnes fueron hacer guardia ante los restos de Justo Sierra (1948) y condecorar a un general del Ejército Mexicano (1947).
Otra ocasión en que se presentaron para darle un toque diferente a una ceremonia oficial fue la fundación de la colonia Periodista en 1949, a la que también asistió el presidente Miguel Alemán Valdez.
Algunas formas en que se intentó retribuir a los “patrulleritos” por todo su trabajo fue la proyección de una película para sus mamás el Día de las Madres de 1944, y las funciones que el Circo Atayde ofreció en exclusiva para los infantes del uniforme blanco y rojo.
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A pesar de su éxito y los buenos comentarios que le hacían, el Ejército Infantil enfrentaba el reto del financiamiento. Se sabía que los fondos con que contaba eran limitados, incluso la medalla conmemorativa por el centenario de la batalla de los “Niños Héroes” en Chapultepec tenía un diseño más sencillo que lujoso.
Desde finales de 1948, una estrategia que buscaba pagar gastos como uniformes nuevos fueron los juegos mecánicos del “Parque Ejército Infantil”, en la esquina de Sullivan e Insurgentes, donde ahora se encuentra el Monumento a la Madre.
Incluso con ese plan, sin importar el apoyo de este cuerpo en las colectas de la Cruz Roja, y aún cuando Guerrero y Puebla implementaron también la idea de patrulleros infantiles, en 1954 las noticias fueron cada vez menos, hasta que llegó el ocaso del Ejército Infantil.
En 1958 se intentó reorganizar nuevas generaciones de esta institución. Se reportó que exmiembros, ya como hombres jóvenes, colaboraban con la propuesta, y se intentó reunir fondos con eventos sociales como bailes, pero la iniciativa fracasó y la ciudad de México olvidaría poco a poco a los “simpáticos patrulleritos” que una vez cuidaron su imagen.
Hoy en día, lo más probable es que por factores como la inseguridad y el gran crecimiento de la población capitalina, pocas o ninguna familia estarían dispuestas a inscribir a sus pequeños en un programa similar.
- Fuentes:
- Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
- Hemeroteca EL UNIVERSAL.