Los motores rugen y se estremece la tierra, pero las motocicletas avanzan con cuidadosa precisión. En sus uniformes, los agentes de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) lucen banderas de cada país donde ha competido el Equipo Internacional de Acrobacia en Moto, formando un festival de color, velocidad y actitud.
Con la disciplina y sincronización de sus conductores, los neumáticos alternan entre acariciar el asfalto y dejar su veloz huella. Atienden el comando del silbato de su líder, Miguel Ángel Jiménez en esta demostración para Mochilazo en el Tiempo, que con esta entrega comparte los inicios y actualidad de los policías acróbatas.
A la par de la rutina que ejecutan en la explanada de la Subsecretaría de Control de Tránsito, en Isabel la Católica y Chimalpopoca, el oficial Ricardo Rodríguez narra y explica las acrobacias que hacen para El Gran Diario de México.
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En esta imagen de los años 90 la figura de “El compás” que pareciera una pose estática, pero durante el acto los elementos pasan alrededor y encima del agente que se recuesta en el suelo, una y otra vez, sin tocarlo. Este mismo número lo replicó el equipo actual en Chimalpopoca. Fotos: Archivo EL UNIVERSAL/Francisco Rodríguez.
Por supuesto, no todo es show, porque su día empieza a las seis de la mañana, cuando laboran como los oficiales de tránsito que son, ya sea en las numerosas vialidades de la ciudad de México o en asignaciones de ocasión:
“Claro, nosotros aparte de estar atrás de una trinchera como acróbatas, también salimos a la vía pública y prestamos servicios como lo es protección a funcionarios y distintas personalidades que han llegado a nuestro país”, dice Rodríguez.
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Pueden montar la moto de espaldas, de cabeza y sin manos
Bajo el sol de medio día arrancaron las máquinas, para dar vueltas en distintos patrones a escasos centímetros de los reporteros de este diario. No hay peligro, porque tienen tanto control con la marcha rauda como con la lenta, las motos casi lucen dóciles en sus manos.
Por un instante uno de ellos ladeó de más su motocicleta provocando escapara un poco de gasolina, ante lo cual el comentarista dijo: “al fin del camino estos son fierros, y los fierros no tienen palabra”.
Tras recibir la señal del comandante Jiménez López, empezó la ejecución de figura tras figura, algunas individuales pero sincronizadas; las demás, todo un esfuerzo colectivo, en cuerpo y mente.
“Ahí vemos trabajando a estos dos grandes titanes, Ricardo Quintanar y Jiménez López en una pirámide denominada “Ciudad de México”, que es compleja porque dos de mis compañeros tienen que quedar suspendidos de cabeza, con confianza en la perfecta conducción…”, nos describe Ricardo.
“Logran llevarlo a buen término… como pueden ver, dos humanos ahí arrastrando cerca de la llanta delantera su cabeza y mi compañero rozando la cinta asfáltica”, nos narra.
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En la rutina que exhiben los intrépidos no puede faltar el toque mexicano con la figura coronada por el "escorpión" de la oficial Flor, flanqueada por dos compañeros suspendidos a cada costado de la moto, imitando un par de banderas al aire.
El repertorio progresa hasta que, con singular ánimo, ejecutan el Cincuentenario: una pirámide que conmemoró las primeras cinco décadas de actividad del equipo,
Hay un ángulo de este espectáculo que pocas veces se comenta. Si preguntáramos a la población capitalina por deportes locales, quizá nadie nombraría la acrobacia en motocicleta, pero quizá sea una de las actividades deportivas más espontáneas de la CDMX.
“Sí, esto es un deporte extremo, como acaban de ver, es muy arriesgado y sin embargo nos apasiona. Nos tenemos que preparar yendo al gimnasio, así como haciendo ejercicios de elasticidad, dos o tres veces por semana. Tenemos gente que nos capacita en ambos casos”, explica el comandante Jiménez, sobre la disciplina física que mantienen.
De inicio, toma su tiempo entrenar lo suficiente para integrarse: “Aquí los aspirantes a ser acróbatas son los que se tienen que preparar un año antes para ser partícipes de las exhibiciones. Abarca “desde la composición de la motocicleta, así como subir, bajar, posicionarse, y cierta práctica para ser complemento del equipo”.
El "compás", el "zopilote" y el "pirata" son los primeros números que pueden practicar los aspirantes, pues el comandante los define como básicos. En cambio, el Mictlán es de los más difíciles porque “va parado de espaldas en el tanque de combustible y el otro pie lo llevan en el manubrio”.
Criminal que tenía carro, criminal que huía de la ley
Las primeras noticias de patrullaje sobre ruedas en la ciudad de México llegaron en marzo de 1918, cuando el general Rafael de la Torre, inspector general de Policía en turno, informó que el gobierno había encargado motocicletas a Estados Unidos.
La decisión se tomó en vista de que hasta entonces no había forma de perseguir a los criminales que huían en automóvil.
En esa época del Distrito Federal (DF), el único medio de transporte con el que contaban los vigilantes capitalinos eran las bicicletas y caballos.
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El general de la Torre impulsó la idea de proveer con vehículos motorizados a las fuerzas bajo su mando. Su primer paso fue entrenar a 30 agentes ciclistas para trabajar con las nuevas motos.
Por algunos años dejó de mencionarse el tema en las páginas de este rotativo, al punto de que cuando se retomó, en mayo de 1925, se manejó como una novedad. La iniciativa del general de la Torre podría no haber logrado continuidad.
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El nuevo proyecto contó con mejores recursos, pues se informó que el Cuerpo de Policía Montada se formaría con 250 bicicletas y 250 motocicletas para reforzar el trabajo de los vigilantes de a pie, aunque los motorizados además se destinarían a cubrir situaciones urgentes.
Meses después los agentes de tránsito realizaron el primer espectáculo de acrobacia en motocicleta, al en los registros de la Hemeroteca de este diario.
Aquel 30 de noviembre de 1925 se vieron side cars y las pirámides humanas con tres agentes. Observar las fotos de hace casi cien años y las tomas actuales muestra la tradición y la disciplina que el Equipo Internacional de Acrobacia ha mantenido y nutrido hasta nuestros días.
A su vez, la delincuencia se adaptaba a los tiempos modernos y por ello a mediados de 1926 se decidió duplicar las patrullas de motociclistas y adquirir una docena de motos con doble side car, sin mencionar las que tal vez fueron las primeras seis patrullas en automóvil del DF.
Del general acróbata al ídolo sinaloense
Por su parte, los entrevistados tienen registro de sus hazañas desde 1926, “con el general Gómez Velasco, que fue el que inició. A él le gustaba mucho la charrería y fusionó la acrobacia de la charrería con las motocicletas, y de ahí nació esto de la acrobacia en motocicleta”, declara el jefe Jiménez.
De acuerdo con el comandante, el antecedente directo de esta disciplina está en los ejercicios de la antigua Gendarmería Montada. Vale la pena resaltar que las acrobacias de los "Agentes de Tráfico" era un tema que solía comentarse junto con notas deportivas sobre eventos de educación física, gimnasia o esgrima.
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Por supuesto, no hay deporte sin afición, y esto fue otro factor que los acompañó en los años 20. Hubo ocasiones en que se cobró por evento para financiar remodelaciones en la ciudad y otras en que se llevó el veloz espectáculo a nuevos sitios de la República.
En cuestión de un año, las pirámides humanas aumentaron de tres a cinco oficiales. Para 1928, los números ya incluían un salto de la muerte en rampa abierta, que ejecutó en Monterrey el comandante del escuadrón, el general Gómez Velasco.
El salto del general, que abordó la rampa "como una exhalación", logró una longitud de 22 metros desde la plataforma hasta tocar tierra, aunque también se resaltó que el jefe de los intrépidos casi se mata en el acto.
Para 1951 el equipo tuvo una verdadera época dorada gracias a la película ¡A toda máquina!, protagonizada por Pedro Infante, el cantante de Mazatlán.
“A toda máquina” cuenta la historia de un desempleado que busca la fortuna por medio del trabajo de oficial de tránsito del equipo de acrobacias, para las que demuestra tener una notable habilidad.
El propio general Gómez Velasco autorizó instruir al también actor en estas osadas suertes, que logró reproducir con la misma precisión con que los herederos de esta disciplina lo hacen en pleno 2023.
A decir del comandante Miguel Ángel, cuyo abuelo se incorporó en la misma década de 1950, la película del cine de oro ayudó a catapultar la fama del equipo al que su familia ha dado tres miembros desde alrededor de siete décadas.
Entre sus últimas declaraciones, el actual Equipo concuerda de forma unánime en que no existe cultura vial en la ciudad de México, ya sea por parte de automovilistas y ciclistas como de peatones.
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A pesar de ello, no puede decirse que la situación se ha estancado, pues vale la pena resaltar que uno de los adelantos que hoy distinguen a este escuadrón es la reciente incorporación de mujeres policía, que se unen a las ejecuciones en condición de iguales con sus compañeros varones.
La motivación con la que cuentan hoy estos artistas del motociclismo es clave para sobrellevar riesgos como atravesar “la casa en llamas”, una jaula de madera ardiente.
La mayoría de ellos concuerda en que los aplausos y ver la emoción en los rostros más jóvenes son su gran recompensa por participar en este equipo, pero hay quienes dicen llevarlo en la sangre.
“Soy segunda generación de acróbatas, yo desde pequeño vi esto y es lo que a mí me apasiona”, concluye el mayor de los hermanos Quintanar, quienes dan todo en el asfalto a manera de vivir la vocación que heredaron de su padre.
- Fuentes:
- Entrevistas con integrantes del Equipo Internacional de Acrobacia, Subsecretaría de Control de Tránsito, Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México.
- Archivo EL UNIVERSAL.
- Hemeroteca EL UNIVERSAL.