Texto: Patricia Plata Cruz y Yessica Torres
En la antigua Grecia los muñecos se hicieron para divertir al público y las muñecas servían como ofrendas para algunos de sus dioses. Sin embargo, en Roma se elaboraron con la intención de entretener a los niños, se puede decir que esa es la patria de la muñeca.
En EL UNIVERSAL ILUSTRADO, en 1921 se escribía que los niños romanos tenían la “pupa”, antecedente de la palabra francesa poupée , muñeca a veces articulada de barro, trapo e incluso marfil. La pupa (diminutivo de pupila) podía contar con un ajuar de ropa, joyas y accesorios de tocador.
Imágenes de la hechura de las muñecas a inicios del siglo XX. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Tenía un significado cultural profundo ya que, además de fabricarse algunas veces con rasgos similares a los de la niña, su posesión significaba virginidad, no importaba la edad, inclusive, estos juguetes eran parte de los ritos funerarios. Por ejemplo, el hallazgo fúnebre de tumbas de niñas romanas como la del siglo II a.C., Crepereia Trifena, dentro de un sarcófago cerca del Mausoleo de Adriano.
En los siglos XVII y XVIII comenzó la fabricación de muñecas de madera en pequeños talleres familiares, luego, en el siglo XIX perdieron auge por la aparición de los nuevos materiales y por la implementación de nuevas técnicas por la Revolución Industrial.
Fabricación de muñecas durante la segunda década de los años 20 del siglo pasado. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Había muñecas con manos y pies de porcelana como las fabricadas en Estados Unidos a las que llamaron Springfield. También eran característicos los muñecos de rasgos realistas que tenían la boca cerrada con forma de corazón y en algunos casos enseñaban unos cuantos dientes.
Teresa Montiel menciona en su libro La muñeca a lo largo del Siglo XIX que las hechas de cera eran costosas y exclusivas para familias pudientes en todos los continentes. A su vez eran utilizadas como adornos en los retratos fotográficos , en los que se evidenciaba el estatus socioeconómico.
Una niña sosteniendo una muñeca. Crédito: Wellcome Collection.
En el siglo XIX, uno de los máximos exponentes del continente europeo fue el taller de la familia Pierotti quienes plasmaban en las muñecas los retratos de personajes de la nobleza o reproducían a militares replicando sus uniformes y usando cabello natural.
La investigadora menciona que las muñecas europeas en el siglo XIX no tenían el objetivo de ser un juguete para niños. En Francia, donde tuvieron un papel relevante, eran utilizadas para mostrar el estilo de vestir de una clase social en miniatura . Su principal labor fue promover la moda y sus accesorios.
Retrato de una niña francesa con su muñeca, 1869. Wikipedia.
Dos niños dan una fiesta de té para su muñeca, una anciana se sienta leyendo en el fondo. Litografía de de Villain. Crédito: Wellcome Collection.
Dos chicas jóvenes pelean por una muñeca que ambas reclaman. Grabado, 1800. Credit: Wellcome Collection.
En pleno desarrollo de la Revolución Industrial las muñecas dejaron de ser casi exclusivas por su producción en serie dentro de las grandes fábricas, pero aun así las mujeres de bajos recursos hacían sus propias muñecas .
En 1921, Martín Ávila escribió para EL UNIVERSAL ILUSTRADO que las muñecas hasta inicios del siglo XX, hechas de trapo, celuloide, pasta de cartón o aserrín amasado tienen su origen en Alemania, al sur del bosque de Turingia, en dos aldeas llamadas Senneberg y Neustadt an der Haide, donde comenzaron a industrializarse para rescatar los mercados perdidos durante la Primera Guerra Mundial , a pesar de que la tradición juguetera antecede hasta el siglo XVIII.
“Nuestros artistas del juguete no pierden el tiempo, he aquí el kewpie neoyorkino y a la muñeca parisiense”, 24 de abril de 1924. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Un grupo de las famosas bailarinas de Tony Srg, en una voluptuosa danza oriental, 30 de septiembre de 1926. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
La Primera Guerra Mundial fue el marco para Tintin (Rintintin) y Ninette (Nénette) una pareja de muñecos franceses que en poco tiempo ya se habían adueñado del mundo. Estaban hechos de madejas de hilo y conectados por una hebra. Estos curiosos personajes fueron creación del diseñador Francisque Poulbot en 1913 para reemplazar a las muñecas alemanas.
Nenette y Rintintin, para toda la vida, 1916. Fuente: LES COLLECTIONS du Musée National de l'Éducation. Wikimedia Commons.
Niña jugando con Rintintin y Nénette por Poulbot, 1918. Bibliothèque Nationale de France. Creative Commons.
Los aviadores aliados los usaban para tener suerte durante las batallas aéreas, especialmente durante el bombardeo de Gotha. El mito dice que esta pareja tenía que estar siempre junta, y si alguna vez llegaba a romperse el hilo que los unía era un símbolo de mala suerte para el combatiente.
“Los industrializadores olvidaron que la muñeca es el símbolo más espiritual que ha imaginado el hombre”, se escribía en EL UNIVERSAL ILUSTRADO. Y es que las muñecas se volvieron todas iguales, hechas con el mismo molde, tan idénticas, que las niñas ya no las querían, ni las de los escaparates, ni las que ya tenían.
Muñeca con miembros articulados de madera; cuerpo cubierto de yeso; tiene la leyenda 'Hecho en Alemania - 390 - A - M' en la parte posterior del cuello. El donante insiste en que la muñeca es francesa. Se la dio la familia Nancarrow de Marua, North Auckand en la década de 1920. La ropa no es la original, excepto posiblemente la ropa interior. Fue exhibida en Perth, W.Australia para una campaña de recaudación de fondos durante la Primera Guerra Mundial - aproximadamente 1917. Auckland Museum. Creative Commons.
El futurismo de las muñecas, 19 de febrero de 1921. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Una niña jugando a ser enfermera frotando el ungüento "Vick" en el pecho de una muñeca, 1950. Litografía en color.. Crédito: Wellcome Collection.
En el texto Retratos muñequiles se relata que una artista francesa de apellido Wassilief comenzó a fabricar muñecas tipo retrato, exagerando los rasgos de las mujeres quienes la visitaban para que fuesen plasmadas en sus muñecas de entre 4 y 5 pulgadas, cuando la costumbre era que acudiesen con un pintor o escultor para inmortalizarse.
“Mis muñecas no son juguetes, más bien, no son juguetes para niños, sino nosotros mismos tal y como nos deja la vida después de jugar con nosotros” era la concepción que tenía la señorita Wassilief acerca de sus obras, las cuales solamente estaban al alcance de las mujeres de alta sociedad.
Niñas jugando en la guardería: actuando y asistiendo al teatro, 1890. En la pared hay tres letreros garabateados: "asientos preservados", "asientos baratos" y "asientos de muñecas". Crédito: Wellcome Collection.
Nuestra foto principal ilustra una fábrica de muñecas en Núremberg, Alemania, donde se fabricaban minuciosamente más de 10 mil muñecas para la navidad de1927. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Fuentes:
- Archivo EL UNIVERSAL
- UNIVERSAL ILUSTRADO
- Montiel Teresa, La muñeca a lo largo del siglo XIX, 2015.
- Sosenkis Susana, Producciones culturales para la infancia mexicana: los juguetes (1950-1960), México, UNAM.
- Sin autor, Retratos muñequiles, Biblioteca Nacional de España.