El discurso antiinmigrante no es nuevo en Estados Unidos. Desde hace décadas, nuestro vecino del norte atribuyó consecuencias catastróficas a la presencia de migrantes en su país, justificando la discriminación y desprecio contra extranjeros.

Como se publicó en el del 25 de enero, los años 30 fueron una temporada caótica e injusta para los mexicanos en la Unión Americana. Tras el colapso económico de la Gran Depresión, miles de compatriotas sufrieron vejaciones a manos de estadounidenses, por considerarlos una “carga pública” y por “acaparar empleos”.

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Todo Estados Unidos se dedicó a ubicar y expulsar a nuestros compatriotas como una medida para protegerse, pero, ¿qué hizo el gobierno mexicano al respecto?

Caricatura de EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1932, con el “macetazo” contra 175 mil repatriados. Aquellos que eran deportados se enfrentaron a condiciones de trabajo denigrantes; las autoridades mexicanas exhortaron a braceros a evitar contratos poco favorables y prohibió los “sitios de enganche” en Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Sonora hasta que ofrecieran buenas prestaciones. Foto: EL UNIVERSAL
Caricatura de EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1932, con el “macetazo” contra 175 mil repatriados. Aquellos que eran deportados se enfrentaron a condiciones de trabajo denigrantes; las autoridades mexicanas exhortaron a braceros a evitar contratos poco favorables y prohibió los “sitios de enganche” en Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Sonora hasta que ofrecieran buenas prestaciones. Foto: EL UNIVERSAL

Algunos repatriados recibieron tierras a su regreso

De acuerdo con Fernando Alanís Enciso, en su texto El gobierno de México y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos, 1934-1940, entre 1933 y 1940 la Unión Americana repatrió a 78 mil 394 mexicanos, aunque el número podría ser mayor a eso. La mayoría abandonó ese país por desempleo, no contar con papeles de residencia o por participar en huelgas que los convirtieron en un “peligro” para la economía.

Aunque las pésimas condiciones de trabajo para migrantes en E.U. eran algo implícito, un gran número de mexicanos protestaron contra los “bajos salarios y jornadas impuestas por los cultivadores, quienes los empleaban como mano de obra barata”.

Tan sólo en 1936, al menos 29 mil recolectores de naranja, agricultores de betabel y costureras de origen mexicano entraron en huelga en California y Texas. Mientras algunos sí obtuvieron mejorías laborales, otros terminaron en represión y repatriación.

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México no tenía mejores condiciones de vida en ese momento, adaptándose a la realidad postrevolucionaria, pero su atraso en materia económica le evitó consecuencias mayores frente a la crisis que se gestó en E.U.

En los años 30 y 50, EU encabezó persecuciones antiinmigrantes, lo que terminó por destruir comunidades y dinámicas enteras en su propio país. Gran parte de los migrantes no eran peligrosos delincuentes, sino trabajadores y consumidores responsables que contribuían a la economía local. Fuente: YouTube.

En los diez años que duró el embate migratorio en Estados Unidos, nuestro país tuvo como presidentes a Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas, cada uno con distintas medidas de acción.

En sus páginas del 3 de septiembre de 1930, el diario Imperial Press recuperó declaraciones del entonces cónsul Eduardo Hernández Cházaro, quien aseguró que México intentó mantener “al mínimo” la migración de sus ciudadanos hacia la Unión Americana, además de “facilitar la repatriación de mexicanos desempleados”.

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A su vez, el diario Brownsville Herald sostuvo que las autoridades mexicanas “expresaron su alegría” frente al “pesado movimiento de repatriación” y que el mismo presidente Ortiz Rubio “invitó a sus connacionales a regresar. Garantizó una bienvenida pacífica y aseguró que su administración impulsaría el desarrollo agrícola”.

Campamento de la Administración para Reubicación para migrantes en California, 1935. En estos sitios había menores mexicanos y de otras nacionalidades, algunos incluso nacidos en EU a quienes no se les respetó la nacionalidad por nacimiento. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.
Campamento de la Administración para Reubicación para migrantes en California, 1935. En estos sitios había menores mexicanos y de otras nacionalidades, algunos incluso nacidos en EU a quienes no se les respetó la nacionalidad por nacimiento. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.

Entre 1930 y 1932, el gobierno mexicano se enfocó en dar transporte y algunos empleos a las familias deportadas, costeando la repatriación de 207 mil compatriotas.

Los puntos de tránsito en la frontera estuvieron entre El Paso, Eagle Pass, Brownsville y Laredo en Texas; Nogales y Douglas en Arizona para desembocar a Agua Prieta en Sonora, Ciudad Juárez en Chihuahua, Matamoros en Tamaulipas y Piedras Negras en Coahuila. Desde esos sitios, se transportó a los deportados hasta sus lugares de origen.

La administración de Abelardo L. Rodríguez fue un paso más allá y estableció colonias agrícolas para repatriados, encomendadas a la Secretaría de Gobernación, a través del Comité Nacional de Repatriación.

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En las también llamadas “colonias de experimentación”, los deportados tendrían terreno propio para cultivo y aplicarían habilidades que aprendieron en Estados Unidos para su manutención familiar.

Niños mexicanos que trabajaban en un campo de algodón en Arizona, 1937. EL UNIVERSAL informó en junio de 1939 que “familias enteras ansían ser repatriadas”, tanto para escapar de las amenazas y por la promesa de tierra propia en México. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.
Niños mexicanos que trabajaban en un campo de algodón en Arizona, 1937. EL UNIVERSAL informó en junio de 1939 que “familias enteras ansían ser repatriadas”, tanto para escapar de las amenazas y por la promesa de tierra propia en México. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.

La primera fue la Colonia Número 1 o Colonia Diego Rivera, ubicada en la Hacienda El Coloso, en Acapulco. Su planificación inició en diciembre de 1932, para atender a familias repatriadas desde Detroit, a quienes se les ofrecieron hectáreas de tierra, herramientas, víveres para tres meses y artículos de primera necesidad.

Por desgracia y según apuntó EL UNIVERSAL en su edición del 14 de enero de 1933, los primeros deportados que ocuparon El Coloso llegaron a un terreno desolado. “Viven a la intemperie y carecen de recursos; no han podido construir sus casas y se dedican desde la mañana hasta la noche a sembrar, esperando que llegue la ansiada ayuda”.

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Para mayo de ese año, se estableció la Colonia Número 2 en Pinotepa Nacional, Oaxaca. El Comité Nacional de Repatriación adquirió 2 mil hectáreas en el estado y gastó poco más de 30 mil pesos para asentar a las familias que abandonaron E.U.

Problemas de la colonia de Oaxaca. Muchos mexicanos podían conseguir la ciudadanía estadounidense, pero la mayoría la rechazó, se sentían “ciudadanos de México”; la nueva nacionalidad no garantizaba mejores derechos ni trato, pues a ojos de los norteamericanos, seguían siendo extranjeros. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL
Problemas de la colonia de Oaxaca. Muchos mexicanos podían conseguir la ciudadanía estadounidense, pero la mayoría la rechazó, se sentían “ciudadanos de México”; la nueva nacionalidad no garantizaba mejores derechos ni trato, pues a ojos de los norteamericanos, seguían siendo extranjeros. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL

Esta segunda comunidad no tuvo un mejor comienzo que la primera, pues de acuerdo con la edición del 14 de junio de 1934 de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, los “colonos” denunciaron que las autoridades perdieron sus equipajes y herramientas, además de no darles la ayuda prometida.

También aseguraron que sólo podían cultivar maíz, pero que no era para su consumo, sino para engordar el ganado de un alto militar. Ante la falta de atención gubernamental, varios deportados abandonaron las colonias 1 y 2.

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Según se publicó en nuestras páginas del 18 de julio de 1933, el gobierno de Abelardo L. Rodríguez se esforzó por apoyar a las comunidades de repatriados con donaciones de ropa, calzado y sombreros, así como medicinas contra enfermedades tropicales, pero las condiciones de vida en las colonias no mejoraron en gran medida.

Llegada de repatriados desde California a Baja California, 1935.  En 1931, EU necesitaba “desembarazarse” de 400 mil migrantes y en sólo tres meses pudo expulsar a 15 mil; en todo 1932 sacó a 77 mil y en 1933, 33 mil. Foto: Los Angeles Library/WC
Llegada de repatriados desde California a Baja California, 1935. En 1931, EU necesitaba “desembarazarse” de 400 mil migrantes y en sólo tres meses pudo expulsar a 15 mil; en todo 1932 sacó a 77 mil y en 1933, 33 mil. Foto: Los Angeles Library/WC

Colonia 18 de Marzo, asentamiento cardenista para repatriados

Durante el sexenio 1934-1940 se tomaron importantes decisiones económicas y en materia de política exterior, aunque la atención a la crisis migratoria fue mínima y casi infructuosa. Lázaro Cárdenas resultó ser el presidente que más planes estudió y que menos ejecutó ante las deportaciones de los años 30.

Según apuntó el texto El gobierno de México y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos, 1934-1940, México no permitió el ingreso masivo de repatriados como ocurrió entre las administraciones de Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, sino que sería “un traslado metódico y sereno”.

Entre las propuestas cardenistas para atenuar la crisis migratoria se esbozaron convenios con empresarios que dieran trabajo a repatriados, apoyo de gobiernos estatales para pagar la manutención de sus paisanos u otorgar créditos a “ciudadanos de gran utilidad” que regresaron a México, pero ninguna se aplicó.

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En su edición del 3 de octubre de 1946, EL UNIVERSAL recuperó el testimonio de un migrante mexicano que se entrevistó con Lázaro Cárdenas diez años antes, cuando todavía era presidente. Según mencionó, el mandatario aseveró que “México era una nación pobre, que sólo podía ayudar a sus hijos con tierras para cultivar”.

La colonia 18 de Marzo no fue el único proyecto cardenista para asentar repatriados. También se planteó la Colonia 6 de Octubre de San Luis Potosí y la Colonia 8 de Agosto en Chihuahua; ambos proyectos fracasaron. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL
La colonia 18 de Marzo no fue el único proyecto cardenista para asentar repatriados. También se planteó la Colonia 6 de Octubre de San Luis Potosí y la Colonia 8 de Agosto en Chihuahua; ambos proyectos fracasaron. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL

Le tomó cuatro años a la administración cardenista establecer un proyecto firme para reubicar a los repatriados, con la fundación de la Colonia Agrícola 18 de Marzo en Matamoros, Tamaulipas, el 8 de mayo de 1939.

Según afirmó Alanís Enciso, este nuevo asentamiento contó con 25 mil hectáreas destinadas a 3 mil 750 mexicanos provenientes de Texas y una inversión de 464 mil pesos, aunque EL UNIVERSAL reportó un presupuesto inicial de 4 millones de pesos que después aumentaron a 24 millones.

Sus terrenos se destinaron para cultivo de frijol, maíz, algodón y caña, con suministro de agua para riego desde el Río Bravo. Dentro del plan se ofrecieron nuevas herramientas, pagos semanales en efectivo, servicio médico, comedor y una escuela.

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Fernando Alanís Enciso afirmó en su investigación que los primeros “colonos” en ocupar la Colonia 18 de Marzo recibieron una hacha, azadón, machete, talachas y limas para limpiar la tierra. Conforme prepararon el suelo para cultivo, se les pagó un sueldo en efectivo para comprar víveres.

Repatriación de migrantes en los años 30. En pleno siglo XXI, el republicano Mitt Rommey dijo que “la estrategia [contra la migración] es hacer que las vidas de los indocumentados sean tan desagradables que simplemente se vayan y desanimen a otros a venir”. Foto: ESPECIAL/Tomada de X Wikichava.
Repatriación de migrantes en los años 30. En pleno siglo XXI, el republicano Mitt Rommey dijo que “la estrategia [contra la migración] es hacer que las vidas de los indocumentados sean tan desagradables que simplemente se vayan y desanimen a otros a venir”. Foto: ESPECIAL/Tomada de X Wikichava.

Según celebró EL UNIVERSAL en sus páginas del 22 de junio de 1939, “los primeros repatriados mexicanos instalados en la Colonia ‘18 de marzo’ se muestran altamente satisfechos de su nueva situación”.

Todo parecía muy prometedor, pero no tardaron en aparecer conflictos por sobrecupo de deportados y apoyo gubernamental insuficiente. La mayoría de las familias vivió en casas improvisadas durante varios meses y las condiciones insalubres facilitaron casos de enfermedades gastrointestinales.

Para mayo de 1945, la Colonia 18 de Marzo permanecía en pie, pero todavía carecía de servicios básicos como suministro de agua, desagüe y pavimentación. Según reportó EL UNIVERSAL, los deportados que no abandonaron el terreno tamaulipeco se dedicaron día y noche a sobrellevar los obstáculos iniciales.

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“Pagaron deudas, abonaron al gobierno parte de los préstamos hechos, compraron maquinaria mejor, comenzaron a comerciar con sus propias gentes. […] La colonia fue creciendo y la gran obra se había realizado”, se leyó en este diario.

Calles de Colonia 18 de Marzo. Cárdenas no tomó como prioridad la crisis migratoria en EU y durante años sólo mantuvo acciones como la emisión de pasajes de ferrocarril para los repatriados más vulnerables. Foto: ESPECIAL/Tomada de X Wikichava.
Calles de Colonia 18 de Marzo. Cárdenas no tomó como prioridad la crisis migratoria en EU y durante años sólo mantuvo acciones como la emisión de pasajes de ferrocarril para los repatriados más vulnerables. Foto: ESPECIAL/Tomada de X Wikichava.

De acuerdo con datos de Alanís Enciso, el proyecto de las colonias experimentales apoyó a una mínima cantidad de repatriados, sólo el 5%. Un 80% regresó a sus localidades de nacimiento y el 15% restante se ubicó en las crecientes ciudades; es probable que muchos regresaran a Estados Unidos cuando la vigilancia disminuyó.

Las campañas estadounidenses contra migrantes se mantuvieron hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando de nuevo se permitió la contratación masiva de extranjeros para trabajos pesados, aunque ya bajo medidas más controladas para su entrada.

Según apuntaron todas nuestras fuentes, las deportaciones de mexicanos en los años 30 nunca representaron una gran solución para los índices de desempleo entre “verdaderos estadounidenses” y México tampoco mejoró sus condiciones socioeconómicas internas como para disminuir la emigración de sus ciudadanos.

Casi un siglo después, la situación migratoria vuelve a un momento decisivo con Donald Trump y de nuevo surge la preocupación sobre qué hará el gobierno mexicano para apoyar a sus conciudadanos.

Familia de migrantes mexicanos que emprendieron su regreso voluntario a México, 1936. Noviembre de 1931 fue el mes pico en la crisis de deportaciones, con más de 4 mil compatriotas repatriados. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.
Familia de migrantes mexicanos que emprendieron su regreso voluntario a México, 1936. Noviembre de 1931 fue el mes pico en la crisis de deportaciones, con más de 4 mil compatriotas repatriados. Foto: Dorothea Lange/Wikimedia Commons.
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