Texto: Liza Luna
El mexicano de principios del siglo XX llevó la música en sus venas y en sus balas, listo para cantar sobre las batallas que libró y los muertos que vio caer.
En palabras del investigador Alejandro Gómez Maganda, “la Revolución Mexicana se hizo cantando entre lágrimas y sangre”. Soldados e insurrectos aprovecharon los descansos entre combates para cantar corridos sobre sus héroes y villanos, dejando como testimonio histórico sus narraciones musicales.
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Según consideró EL UNIVERSAL ILUSTRADO en 1935, “la historia de la gran Revolución Mexicana se ha escrito de mil maneras distintas, desde la anecdótica hasta el cuento, la leyenda y el libro serio”, pero fueron los corridos los que aportaron “el punto de vista auténticamente revolucionario, el sentir y los pensamientos de quienes lucharon para formar una nueva y más vigorosa sociedad”.

Trovadores difundían los corridos revolucionarios
Hace casi 100 años, en la edición del 22 de septiembre de 1927 de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, la escritora y antropóloga estadounidense, Frances Toor, afirmó “si deseáis conocer al pueblo mexicano, escuchad sus canciones”.
“En sus corridos […], los mexicanos agotan el caudal de sus experiencias. El pueblo aparece ahí con toda su sorprendente franqueza y atracción. Canta no sólo por el simple gusto de cantar, ni de pasar el tiempo, ni de hacer gala de su voz, sino por la necesidad de expresarse”, comentó la también etnógrafa.
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El corrido es uno de los principales testimonios culturales de México, con su tonada sencilla e historias de bandidos, desamores, tragedias y mártires. En su libro El Romance Español y el Corrido Mexicano de 1939, el musicólogo Vicente T. Mendoza lo denominó como “género épico-lírico-narrativo que relata en forma simple […] aquellos sucesos que hieren poderosamente la sensibilidad de las multitudes”.

Aunque este género musical ya sonaba en México desde tiempo atrás, fue con la Revolución de 1910 que dominó la oferta cultural de su época.
Según describió Frances Toor, “tan pronto como sucede algo que despierte el interés, […] algún poeta escribe un corrido que es publicado por casas editoras y presentada en hojas a colores, gráficamente ilustradas por cualquier genio popular”.
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A consideración de Vicente T. Mendoza, el corrido de la Revolución Mexicana “logró un desarrollo completo, adquirió éxtasis, serenidad, gallardía, fuerza, y una belleza intransferible que lo hace no sólo el género más importante de nuestra lírica, sino el verdadero arquetipo de mexicanismo”.

Había composiciones sobre los principales actores de lucha como Francisco I. Madero, Pancho Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, o de las más duras contiendas como la toma de Ciudad Juárez, la Decena Trágica o la Expedición Punitiva.
El historiador Alfredo Lira-Hernández indicó que estos testimonios musicales, además de entretener a los mexicanos, también servían de “fuente de información para analfabetos, muy parecida a los periódicos destinados a la clase más alta”.
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Según arrojó su investigación, los corridos “generaban identidad, […] podían usarse como un referente identitario, muchas veces ridiculizando al enemigo, y para enaltecer o desprestigiar a ciertos caudillos”.

De acuerdo con Lira-Hernández, estas composiciones llegaron a varios rincones del país gracias a cantadores o trovadores que “recorrieron feria en feria, poblado en poblado, repitiendo al rasgueo de su vieja guitarra sucesos que constituyen una novedad para esas regiones apartadas donde la prensa es un lujo”.
En la edición del 23 de enero de 1930 de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, el escritor veracruzano Celestino Herrera Frimont describió a los “vendedores de corridos”, hombres desgastados con la nariz roja de tanto beber pulque, pantalón mal ajustado y camisa de fuera; “mal encarado, bigotes caídos, su cabeza la cubre con un sombrero pringoso de palma, a la usanza popular”.
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Aquel cantador callejero de voz ronca entretenía a “la servidumbre que va al mercado”, casi siempre analfabetas que no podían leer un periódico. Colocaban en el suelo sus hojas con canciones impresas, prensadas bajo “pesadas alhajas” para que no se las llevara el viento, mientras cantaban a cualquier público que les prestara atención.


Corrido “La Muerte de Fco. Villa”, cantada por el dueto Las Pájaras. No mantiene los versos originales y es mucho más corto. Fuente: YouTube.
En su voz llevaron la leyenda de caudillos y ciudadanos. “La tragedia cegó vidas y los corridos que ayer relataron las hazañas de un héroe hoy eran sustituidos por aquellos en que tristemente narraban su muerte”, rememoró Herrera Frimont.
Al terminar su interpretación, los trovadores pedían cualquier moneda a sus oyentes; otros se contrataron en palenques para amenizar peleas de gallos, pero hubo quienes vendían los corridos impresos que acomodaban en el suelo, 5 centavos cada uno.
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Eran las famosas hojas coloradas de “chillantes colores y truculentas ilustraciones trazadas por la imaginación de un dibujante ignorado”, como las recordó Herrera Frimont, versando los pasajes y corridos de la Revolución Mexicana.

Las hojas coloradas que difundieron los corridos revolucionarios
Desde finales del siglo XIX y principios del XX, algunas imprentas estamparon sencillas hojas de papel con cuentos, cartas o noticias, para entretener a quien supiera leer.
Uno de los principales impresores de esa época fue Antonio Vanegas Arroyo, a quien Vicente T. Mendoza consideró un “acreditado divulgador del corrido y de la literatura popular de México, […] sus cuadernillos conteniendo colecciones de canciones establecen el uso de cancioneros baratos al alcance de las masas”.
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Vanegas Arroyo sentó el precedente de imprimir corridos y venderlos a precio de centavo, pero fue el impresor y editor Eduardo Guerrero quien lo llevó a otro nivel.

Según apuntó la especialista en literatura hispánica, Grecia Monroy Sánchez, en su investigación sobre Eduardo Guerrero, al también compositor se le atribuye la primera compilación de corridos revolucionarios con 103 composiciones impresas en papel polícromo de diferentes colores, lanzadas en 1931 bajo el nombre Corridos Históricos de la Revolución Mexicana desde 1910 hasta 1930 y otros notables de varias épocas.
Guerrero fue uno de los principales autores de corridos de su época, junto con Samuel M. Lozano, Felipe Flores, Melquíades C. N. Martínez o Marciano Silva, aunque hubo muchas más composiciones de autores desconocidos.
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Corridos Históricos siguió un orden cronológico, comenzando con el asesinato de la familia Serdán ocurrido en 1910 y finalizando con el atentado contra Pascual Ortiz Rubio en 1930. Dos décadas de lucha contenidas en música popular.
Guerrero vendía sus impresiones a través de vendedores ambulantes y trovadores, con grabados de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada o fotografías reales para ilustrar.
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Según recuperó Monroy Sánchez, las hojas de Eduardo Guerrero sólo contenían la letra del corrido, sin aportar indicaciones musicales o partituras. Algunos perdieron estrofas al momento de grabarlos en audio en años posteriores, por eso fue tan valiosa la labor de Guerrero, imprimiendo los corridos en su versión más completa.

Herrera Frimont hizo su propia compilación de corridos
La Revolución Mexicana no sólo fue un proceso social y político para alcanzar libertades ciudadanas, “también dejó como precioso legado de sentimiento y emoción los corridos, que en palabras sencillas canta para los humildes la dolorosa y brillante historia de su liberación; historia emocional y bella digna de la gesta que la inspiró”.
El autor de esas palabras, Celestino Herrera Frimont, recopiló su propio compendio de corridos para la posteridad. Colaborador de esta casa editorial y especialista en narrativas revolucionarias, el veracruzano recorrió todo el país para recuperar un gran número de composiciones musicales sobre la lucha armada.
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Corridos de la Revolución se imprimió en 1935, con grabados de Leopoldo Méndez y 35 composiciones. La intención original era recopilar 100 canciones referentes a la Revolución Mexicana, pero “necesidades editoriales impusieron una modificación, {…] dejando tan sólo una sobre cada personaje o hecho histórico”, aclaró Herrera Frimont.
Por orden del entonces gobernador de Hidalgo, Ernesto Cisneros, Corridos de la Revolución lanzó un tiraje de 2 mil ejemplares distribuidos de forma gratuita.
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El primer corrido que aborda es Carta a Madero, escrito por Eduardo Guerrero y Samuel M. Lozano: El tirano en su silla se estremece // una tregua concierta con Madero, // pues que sabe la lucha es infructuosa // cuando el pueblo se muestra ya altanero.

El segundo corrido fue Laureles de Gloria al Mártir de la Democracia Aquiles Serdán, escrito por Marciano Silva, seguido por La Toma de Cuautla de autor desconocido y La Toma de Ciudad Juárez, de Eduardo Guerrero.
El quinto fue Historia de Pronunciamiento del Gral. E. Zapata: Yo no ambiciono la silla // ni tampoco un alto puesto, // siento a mi Patria querida // verla en tan cruel sufrimiento. Uno de los pocos escritos como si fuera el mismo caudillo quien habla.
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Le siguió Sublevación de Pascual Orozco, de Eduardo Guerrero, y El Cuartelazo Felicista o La Decena Trágica en México, sin autor: La sangre corrió a torrentes // pero era sangre de hermanos // siendo culpables de todo // ambiciosos mexicanos. // Huerta por sus partidarios // se hizo solo Presidente // luego que subió al poder // a Madero dio la muerte.

Como octavo corrido está La Muerte de Madero, también autoría de Eduardo Guerrero, seguido por Corrido Dedicado a D. Venustiano Carranza de P. Vallejo y Los Combates de Torreón, sin autor conocido.
Le sigue La Toma de Zacatecas de Juan Ortega, así como La Toma de Guadalajara de Juan Pérez y La Convención de Aguas Calientes, sin autor: Al triunfar los carrancistas // del gobierno usurpador, // la capital fue ocupada // por Carranza el vencedor.
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El siguiente corrido fue Los Combates de Celaya, seguido por La Toma de México por el General Pablo González de S.M. Lozano y La Persecución de Villa, sin autor.

También se incluyó el Corrido del Congreso Constituyente, escrito por Marcelino Dávalos: Ya Venustiano Carranza // tiene su constituyente // pa’ enderezarle las leyes // que les va a dar a la gente. // En el congreso hay de todo // como dicen en Saltillo // de chile, puerco y de dulce // y también de picadillo.
Uno de los corridos más famosos incluido en la compilación de Herrera Frimont es Nuevas Mañanitas al Estado de Morelos o Triste Despedida de Emiliano Zapata, de Eduardo Guerrero. Le sigue La Muerte del General Ángeles, sin autor.
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Otro corrido fue Evacuación de México por las Fuerzas Carrancistas el 7 de Mayo de 1920, escrito por José Guerrero, seguido por La Retirada de los Carrancistas y Trágico Fin de Carranza, ambos obra de Melquiades C.N. Martínez.

Los siguientes fueron Chávez García, autoría desconocida; Fusilamiento de Munguía, escrito por Eduardo Guerrero, y La Muerte de Francisco Villa, de Ezequiel Martínez.
La Recuperación de Veracruz y La Batalla de Ocotlán, ambos de Eduardo Guerrero, y Muerte de Marcial Cavazos de Samuel M. Lozano son otros corridos de la compilación, junto con Corrido del General Calles de Felipe Flores: El pueblo ya está cansado // de tanto pelear, pelea, // y como siempre abnegado // ya sólo desea la paz. // Que haya un presidente fuerte // que con su mano de hierro // saque avante al país entero // y que cueste lo que cueste.
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Versión de “Canto a Madero” cantada por Los Llaneros de San Felipe; la composición fue modificada, cortando y cambiando varios versos. Fuente: YouTube.
Otro corrido incluido fue La Muerte del Gral. Serrano y Socios y Muerte del General Arnulfo R. Gómez, ambos escritos por Felipe Flores, junto con Asesinato del General Obregón, de Eduardo Guerrero: Pobrecito de Obregón, // cuando estaba por triunfar // vino la Parca tras él // y su vida fue a cegar. // ¡Quién se lo había de decir // al General Obregón; // que después de aquel banquete, // perdería vida y sillón!
En la última tanda de corridos estuvo Rebelión de Manzo, Escobar y Aguirre, sin autoría conocida; La Batalla de Jiménez, sin autor y por último Corrido del General Lázaro Cárdenas, de Francisco M. Chávez: El Eterno lo mandó // para que salve a la Patria, // de los hombres ambiciosos // que amontonaban la plata.
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Así concluyeron dos décadas de lucha armada y cánticos populares, la época más importante para los corridos mexicanos. En cada rima y estrofa, el pueblo representó el costo de la revolución, una forma de honrar o mofarse de los involucrados.
Hoy en día, estas composiciones son casi desconocidas y sustituidas por una oda a líderes de la delincuencia organizada, cual si se trataran de un Mío Cid heroico que merece una canción en su nombre.
Los corridos revolucionarios se mantienen como gran muestra del nacionalismo y exigencia de justicia para el México del siglo XX, un grito por la paz para una nación muy lastimada y una buena tonada para cantar entre compadres.

- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Álvarez, R. (2009). Puro pa’ arriba: música y conflicto en el México contemporáneo. En Antropología.
- Betancourt, M. (30 diciembre 2024). Mitología y vigencia del corrido de la Revolución mexicana. En Gaceta UnADM.
- Gómez, A. (1998). Corridos y cantares de la Revolución Mexicana. México: Gobierno del Estado de Guerrero.
- González, A. (2011). El corrido: Expresión popular y tradicional de la balada hispánica. Argentina: Universidad Nacional de La Plata.
- Guerrero, E. (ed) (1931). Corridos históricos de la Revolución Mexicana desde 1910 a 1930 y otros notables de varias épocas. México.
- Herrera, C. (1935). Corridos de la Revolución. Hidalgo: Instituto Científico y Literario.
- Lira-Hernández, A. (2013). El corrido mexicano: un fenómeno histórico-social y literario. En Contribuciones desde Coatepec.
- Mendoza, V. (1939). El romance español y el corrido mexicano: estudio comparativo. México: UNAM.
- Monroy, G. (2024). Los corridos revolucionarios publicados por la imprenta de Eduardo Guerrero (México, siglo XX). En Boletín de Literatura Oral.
- Monroy, G. (2025). Los corridos políticos publicados por la Testamentaría de Antonio Vanegas Arroyo. En Revista del Colegio de San Luis.






