Litografía de la Estación de La Villa durante la segunda mitad del siglo XIX, en la que se retrata una escena del entonces novedoso ferrocarril, que pese a iniciar con una locomotora "pequeña" generó emoción entre los ciudadanos que fueron testigos de sus primeros recorridos desde Tlatelolco. Tomada de la Revista “Artes de México”, El Ferrocarril Mexicano (1873-1973), No. 156, año XIX, 1972.
Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana
Los medios de transporte son, desde hace muchas décadas, una forma de conectar no sólo las distintas zonas de la Ciudad de México, sino del país entero, a pesar de que algunos de ellos sólo se conozcan mediante litografías, fotografías o en textos.
Generaciones enteras de personas que viven o visitan la capital se han sorprendido con la aparición de líneas del Metro , Metrobús o Cablebús . Ya sea que se construya, amplíe o elimine, todos estos cambios alteran el imaginario y panorama urbano de la colonia por las que pasan.
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En los años 70s aún era posible apreciar a simple vista el paso de las vías férreas afuera de la estación de La Villa, que junto con el toldo daban fe del constante flujo de viajeros. Foto: Cortesía David Sánchez. En la actualidad, la antigua estación ya no cuenta con el toldo que protegía a los pasajeros en espera y hoy solo se ve pavimento donde hace medio siglo rodaban las locomotoras. Foto: Colección Carlos Villasana.
Uno de los más grandes e importantes en la historia fue el ferrocarril , que comenzó a rodar de manera oficial en la Ciudad de México un 4 de julio de 1857, a petición de la Embajada de los Estados Unidos de América.
De acuerdo con el investigador Georg Leidenberger, se escogió esa fecha con el fin de mejorar las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, 10 años después de haber iniciado la guerra entre ambos.
Pero también reflejó la importancia de la contribución de la ingeniería estadounidense en la construcción del tramo, ya que tanto la locomotora como el principal ingeniero de la obra eran de aquella nación.
Así se veía el paisaje de la estación de tren La Villa a inicios del siglo XX. Puede observarse que el diseño arquitectónico se acerca más al de las actuales estaciones de Metrobús que al de las de los ferrocarriles subterráneos del Metro de la Ciudad de México; por supesto,es probable que entonces no fuera práctico prever un edificio a través del cual pudieran pasar locomotoras y vagones de carga. Colección Carlos Villasana.
Según noticias publicadas un día después en el diario Monitor Republicano , el convoy partió de un costado del colegio de Santa Cruz de Tlatelolco , a unos metros de lo que hoy conocemos como “ Plaza de las Tres Culturas ”, en la alcaldía Cuauhtémoc .
El rotativo publicó que la primera de las dos locomotoras que prestó servicio se llamó “ Guadalupe ”, que arrastraba dos coches de lujo y cuatro plataformas.
La inauguración marcó un hito para el transporte en la capital, no solo porque era la primera vez que una locomotora recorría las vías de hierro que se colocaron en las calles, sino porque a partir de ese momento, la ciudad se convertiría en el punto central para la industria de los ferrocarriles.
El entusiasmo del progreso
Aquella primera vez fue todo un suceso que contó con la presencia del entonces presidente Ignacio Comonfort , ministros de su gabinete, diplomáticos y los integrantes de la aristocracia mexicana.
En el banquete participaron como oradores el propio Comonfort; el escritor, político y diplomático Manuel Payno; así como Alejandro Arango y Escandón , en representación de la compañía Ferrocarril Mexicano , encargada de la obra y cuyo presidente era Gregorio Mier y Terán .
Las oportunidades con las que contaría el desarrollo económico y social del país a raíz de la llegada del ferrocarril abrieron la puerta a diversas formas de expresión artística en torno a la imagen de este nuevo y moderno transporte. Cortesía David Sánchez
En su intervención, Payno destacó la importancia de los ferrocarriles en las naciones civilizadas y sus efectos en el comercio, la agricultura y la paz. Este es un fragmento del discurso que pronunció:
“Pensemos, y es el momento de hacerlo, qué sería nuestro hermoso país con una vía de comunicación por caminos de fierro que comenzará en el puerto de Veracruz y, pasando por la Ciudad de México, atravesará los estados de México, Querétaro, Guanajuato, San Luis y Jalisco, terminando en uno de los puertos del Pacífico .
El discurso continuaba: "Esta gran vía extendería sus brazos a las ciudades agricultores y los caminos vecinales vendrían todos a desembocar a esta poderosa arteria. México sería la primera plaza de depósito del mundo, y el oro de la California , las sederías y marfil de la China , las producciones de la India y los mil artefactos de la industria europea vendrían necesariamente por este tránsito, el más natural, el más seguro de cuantos se conocen para pasar del Atlántico al Pacífico. ¡Qué valor no tomarían todas las tierras y ciudades!”
En esta imagen de los alrededores de La Villa en los años 70s queda claro que la Ciudad de México no sería igual sin el inicio y desarrollo de sus diversos medios de transporte, pues las actividades culturales y económicas hacen imperativo contar con los recursos para garantizar la movilidad de la ciudadanía. Colección Carlos Villasana.
El entonces presidente Comonfort comentó que “los que han contribuido a semejante obra son dignos de la gratitud pública. El gobierno les prestará cuanta protección sea posible, a fin de que inmediatamente continúen los trabajos, de manera que dentro de poco tiempo toque esta vía a los Llanos de Apam y a Puebla .
Continuaba Comonfort: "Estoy seguro de que muchos propietarios prestarán la más decidida cooperación al logro de un proyecto tan interesante como verdaderamente patriótico”.
Por su parte, el empresario Alejandro Arango y Escandón expresó:
“El magnífico Valle de México ve hoy el primer ensayo de camino de fierro, y el tramo que hemos recorrido termina cerca del recinto sagrado en que venera la imagen, delicia, consuelo y esperanza de nuestra patria”.
La compañía de Antonio Escandón, tío de Alejandro Arango y Escandón, obtuvo la concesión para el desarrollo del ferrocarril en 1855, que un año antes había sido otorgada por Antonio López de Santa Anna a los hermanos Miguel y Leandro Mosso .
El presidente Ignacio Comonfort otorgó a la familia Escandón la concesión para la construcción de vías férreas que años después se extendieron hasta el puerto de Veracruz. Cortesía David Sánchez.
Tal fue la relevancia de la inauguración que se mandaron a troquelar medallas conmemorativas, cuyo lema al anverso decía “Privilegio de los Sres. Mosso Hermanos y C. México 1855” y al reverso “Primer Camino de Fierro de la Capital de la República hacia el Golfo de México comenzado en el mes de julio siendo Presidente S.A. S. el Gral. D. A. L. de Santa Anna, Ministro de Fomento el F. S. O. Joaquín Velázquez de León y Gobernador del Distrito el F. S. D. R. Díaz de la Vega”.
Viaje redondo al ayer de La Villa
En la obra La Villa de Guadalupe, crónica centenaria de Horacio Sentíes Rodríguez, cronista de la alcaldía Gustavo A. Madero , refirió que el tramo México-Villa de Guadalupe se realizó en un año por el ingeniero Manuel B. Restory .
La primera estación que se construyó en La Villa fue de madera y en 1907 se construyó la que se conserva hasta ahora, que es de mampostería , por ese motivo el año 1907 se observa en la fachada principal.
Justo por encima de la leyenda "LA VILLA" se alcanza a leer aún el número 1907, del año en que fue construido el edificio de mampostería que perdura hasta la fecha. Colección Carlos Villasana.
Horacio Sentíes menciona que los rieles a lo largo de la Calzada de los Misterios fueron traídos de Londres , y la primera locomotora, bautizada como “ Guadalupe ”, se construyó por Baldwin Locomotive Works en Filadelfia, Estados Unidos.
En su diseño, el tamaño de la locomotora fue relativamente “pequeño”, ya que en ese entonces la zona tenía baja densidad demográfica y se pensaba que sólo algunos pasajeros y transporte de carga harían uso de ella.
Lo que cien años atrás se pronosticaba como un medio de transporte que pocos usarían, para mediados del siglo XX ya era un sitio lo bastante concurrido para ser de los principales puntos de referencia para los viajeros capitalinos. Colección de Villasana.
Algunos diarios de la época publicaron semanas antes de la inauguración , la gran emoción que provocaban las pruebas del funcionamiento cada que salían con éxito los ensayos de la ruta “México a la Villa de Guadalupe”.
Ernesto de la Torre Villar
cita en La capital y sus primeros medios de transporte: prehistoria de los tranvías , que los diarios escribieron un 3 de julio de 1857:
“Mañana a las doce se inaugurará con toda solemnidad el Ferrocarril de México a Guadalupe. Los trenes harán, pasado mañana, cuatro viajes saliendo de México a las siete, a las nueve y a las once de la mañana, y de Guadalupe a las ocho, a las diez y a las doce. Por la tarde saldrán de México a las cinco, y de Guadalupe a las seis”.
Recordar los inicios del ferrocarril en México es todo un viaje al pasado, gracias a que las rutas originales abarcaban distancias y lugares cuya accesibilidad damos por hecho en función de la actual urbanización. No está de más recordar que entonces el área urbanizada de la Ciudad era sólo una parte del recorrido, que también atravesaba el campo abierto entre el monte. Cortesía David Sánchez/Revista Artes de México, El Ferrocarril Mexicano (1873-1973), No. 156, año XIX, 1972.
Por su parte, José L. Cossío , en su Guía retrospectiva de la Ciudad de México , relata que: “el servicio se hacía con una maquinita (locomotora) y dos carros de pasajeros. El pasaje costaba dos reales en primera y una en segunda”.
En un principio, el recorrido se hacía sólo de Tlatelolco a la Villa de Guadalupe .
A partir de 1858 se realizaba de la estación ubicada en la antigua Plaza de Villamil , entonces entre las calles de Mina, Aquiles Serdán, Pensador Mexicano y 2 de abril -aproximadamente donde hoy se encuentra el Teatro Blanquita- y que corresponden a las antiguas calles de Puente de Villamil, Puente de Juan Carbonero, Plazuela de Villamil y Plazuela de Juan Carbonero.
Una toma aérea de La Villa de Guadalupe en 1929, que antes de ser plenamente absorbida por la mancha urbana estaba rodeada de campo y cerros aún con vegetación. Colección Carlos Villasana.
El tren seguía por la calzada de Santa María la Redonda hasta la calle de Talleres, llamada así porque ahí se encontraban los talleres de la empresa ferrocarrilera; continuaba por la que se llamó “Del Ferrocarril” hasta la Garita de Peralvillo y después por la Calzada de los Misterios , para llegar a su destino final: Guadalupe Hidalgo, como se le conocía anteriormente a lo que hoy es únicamente “ La Villa ”.
Para celebrar la puesta en marcha de la primera locomotora que circuló por la Ciudad de México, Eusebio Delgado compuso la polka “El Ferrocarril”, la cual se tocó por primera vez en el “ Teatro Nacional ”, antes “Teatro Santa Anna” en un baile de máscaras el 14 de febrero de 1858.
La historia del nombre “La Villa Gustavo A. Madero”
Sentíes escribió que en enero de 1913, el hermano del presidente Francisco I. Madero, Gustavo A. Madero abordó el tren que lo llevaría de México a Monterrey, desde donde tomaría rumbo a Japón para ejercer el rol de Embajador que le había sido designado. Sin embargo, alguien en el tren le comentó que se había planeado el asesinato del presidente.
Al llegar a la estación de la Villa de Guadalupe, Gustavo bajó del tren y regresó de inmediato a México. Es por esta razón que durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho , a la Villa de Guadalupe se le dio el nombre de Villa Gustavo A. Madero.
La estación de la Villa dejó de funcionar en los años sesenta, no hay registros oficiales que permitan saber con exactitud por qué cayó en desuso, sin embargo se puede inferir que fue debido a que la Estación de Buenavista empezó a tener auge, que sigue hasta la actualidad.
Este era el aspecto de La Villa en la década de los 60s, poco antes de que la estación de ferrocarril que lleva su nombre comenzara a caer en desuso. Frente a los portales de la explanada es posible ver ya algunos autobuses coloridos, que muestran el paso del tiempo y el desarrollo de otros medios de transporte. Colección Carlos Villasana.
A causa de ello, sus instalaciones fueron ocupadas por la policía auxiliar capitalina; sin embargo, el primero de mayo de 2006 se inauguró el Museo de los Ferrocarrileros a petición de los extrabajadores y jubilados del sistema de ferrocarriles, por lo que se instaló en la entrada una locomotora de 1910.
El legado de las décadas de servicio del ferrocarril y del trabajo de su personal perdura hasta nuestros días con la labor cultural del museo que hoy ocupa el centenario edificio de mampostería, a cuya fachada acompaña una locomotora de 1910. Cortesía Museo de los Ferrocarrileros.
El edificio aún conserva la sala de espera, una casa que era utilizada por el jefe de estación, bodegas, baños, la oficina del jefe de estación y de telégrafo.
En este video de Capital 21 podrás hacer un paseo virtual por el Museo de los Ferrocarrileros.
- Fuentes:
- David Sánchez, periodista