La Condesa es, sin duda, una de las colonias más famosas de la Ciudad de México por su innegable belleza arquitectónica y sus calles ofrecen a quienes la visitan gran variedad de ambientes al estilo europeo, sabores, aromas y lugares de esparcimiento que a través de décadas han llamado la atención de las comunidades extranjeras.
Sin embargo, al igual que muchas colonias de la capital, la imagen de este barrio se ha ido modificando con el paso de los años. María del Carmen Ferrant quien ha vivido en distintas etapas de su vida en esta colonia, nos habla de los cambios que ha visto en esta zona.
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Desde 2011 María es la encargada de la página Rescatemos Roma Condesa, que tiene el objetivo de dar a conocer un poco del gran patrimonio arquitectónico y cultural de la capital; estudió literatura francesa en la Universidad de Nantes y también se dedicó un tiempo a la organización de licitaciones a nivel internacional.
A sus más de 75 años, ella comenta que justo por su trabajo viajaba constantemente. Hace tiempo vivía en el departamento de su mamá, en el edificio conocido como “El Barco”, entre las calles de Montes de Oca y Vicente Suárez.
El edificio era administrado por un señor de apellido Lomelí y recuerda que los departamentos, construidos entre las décadas de 1920 y 1930, eran de dos recámaras y tenían techos altos, muy a la usanza de la época.
Comparte que existía una regla de que en cada departamento no podían vivir más de cuatro personas para que todos pudieran disfrutar del espacio de forma cómoda, a tal grado que a partir del primer piso había áreas para tener plantas.
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Una vez iniciada la construcción del Circuito Interior en los años setenta, mucha gente de aquel edificio empezó a rentar cuartos de sus departamentos en vez de todo el departamento, lo que provocó un cambio en la dinámica interna, pues hubo quienes no querían pagar el mantenimiento y la administración no contaba con los ingresos necesarios para mantener en buenas condiciones la construcción.
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Foto de 1960 del parque España de la colonia Condesa, la vista es hacia la avenida Sonora. La mayoría de las bellas fuentes que lo adornaban ya no está en funcionamiento. El edificio de la derecha aún está en pie. Imágenes que capturó la Revista LIFE, colección Villasana-Torres. Respecto a la imagen actual, el parque España fue inaugurado el 21 de septiembre de 1921, en el centenario del fin de la Independencia de México, como símbolo de no resentimiento entre México y España por la Guerra de Independencia y con él también se buscaba homenajear a los reyes españoles que financiaron el viaje a Cristóbal Colón. Actualmente lo rodean las calles de Sonora y Nuevo León. Fotos: Ruth Gómez/Cortesía.
A los extranjeros les gustaba por resultarles económica, bonita y cercana a sus trabajos
Acerca de los cambios de su colonia, María nos habla de la experiencia que tuvo con su propia familia. Recuerda que a un par de cuadras de su departamento actual, ya de su propiedad, ubicado en la calle de Agustín Melgar -en el corazón de la Condesa- se encuentran los célebres “Edificios Condesa” y varias residencias de buen tamaño que en su momento fueron muy solicitadas por extranjeros como hogar temporal.
Recuerda que en los años sesenta cuando recorría las calles y avenidas de la colonia veía a empleados y funcionarios de organizaciones internacionales, así como a personal de embajadas cercanas que gustaban mucho de vivir en el barrio.
Al no tratarse precisamente de una zona cara en aquellos momentos, el extranjero vivía cómodo con todos los servicios, muy cerca de avenidas principales y centros de negocios colindantes al Paseo de la Reforma.
Su familia solía platicar con ellos, con esos visitantes, y pronto se dio cuenta que otras de las razones por las que vivían ahí era por la cercanía a sitios de interés cultural como galerías, teatros, cines, museos y bibliotecas.
María describe que al tratarse en su mayoría de extranjeros muy preparados que viajaban, estaban acostumbrados a frecuentar y buscar este tipo de ambientes, cada vez que por su empleo necesitaban establecerse por algunos años en una residencia temporal.
Otra de las cuestiones que llamaban mucho la atención de María en aquella época era que muchos de aquellos extranjeros realizaban actividades al aire libre, por lo que recuerda que era notorio que la mayoría de estos habitantes de otros países realizaba caminatas, trotaba o corría en los parques vecinos como el Parque España, el México, en Chapultepec o en Paseo de la Reforma.
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“Otro de los atractivos de la zona era indudablemente la comida y los restaurancitos y mercados que se hallan o se ponen por aquí”. En su opinión y aunado al buen trato que se daba a los turistas, “rápidamente se volvían parte de la comunidad -sin ser un lugar turístico, como podrían ser a lo mejor las pirámides o Xochimilco-, la Condesa los cobijaba y arropaba. Ayer al igual que hoy”.
En los años 90 llegó una nueva generación de intelectuales y emprendedores
Nos platica que curiosamente en otras décadas, la mayoría de extranjeros que vivían y convivían entre nosotros eran personas mayores o jóvenes adultos, con niños pequeños y adolescentes. Así se vivió por varios años según María, hasta el sismo de 1985, cuando todo se modificó.
Muchas familias regresaron a su país de origen por distintas causas, otras se fueron por temor a otro desastre natural y otros por la cantidad de edificios que resultaron dañados y la posibilidad de que su hogar temporal estuviera en riesgo de caer.
Así fue que muchos inmuebles de la zona quedaron abandonados, incluso algunos solo los ocupaba la servidumbre. El riesgo de un colapso, antes de la evaluación de la estructura de los inmuebles por parte de las autoridades, era una realidad y muchos extranjeros decidieron irse.
Otras personas, comenta María, ya se habían enamorado de esta parte de la ciudad y desde aquellos años: sesentas, setentas y ochentas adquirieron propiedades; casas o departamentos para alquilar, pues eran muy baratos, en comparación con sus lugares de origen o con otras colonias de la ciudad, y no pocos consideraron regresar a vivir aquí una vez jubilados.
Recuerda que en los años noventa poco a poco empezaron a llegar nuevas generaciones de jóvenes emprendedores e intelectuales buscando, precisamente, un ambiente cultural y de negocios como el que rodea a colonias como la Juárez y la Roma.
En ese entonces las bajas rentas, propiciadas luego de los sismos, hicieron de la Condesa un lugar muy atractivo para consolidar un negocio y vivir de fijo, por ello no fueron pocos los extranjeros que abrieron alguna librería-cafetería o restaurante, corriendo la voz a otras personas de su misma edad o con similares intereses.
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María también nos habla de las ventajas y desventajas de esta zona que, a pesar de todo lo negativo que se pueda pensar trajeron aquellos temblores, también es cierto que la colonia todavía mantiene el encanto de épocas pasadas.
Ella sigue considerándose muy afortunada de haber adquirido ese departamento cuando era todavía posible pagarlo y también de vivir en una de las zonas más bonitas de la ciudad.
En ese punto nos comenta las diferencias entre salarios locales y extranjeros que, en el caso de caseros y restauranteros, la conveniencia entre recibir dólares y euros puede ser abismal y si, además, se toma en cuenta la ley de la oferta y la demanda, no hay manera en la que la mayoría de los capitalinos puedan competir con los ingresos que perciben los nuevos inquilinos de otros países, pues al final a ellos les pagan en monedas extranjeras.
Hoy se escucha mucho inglés en sus calles y las mascotas se incrementaron
El dar una vuelta con nuestra entrevistada alrededor de la manzana la inspira para narrar las transformaciones que ha registrado esta zona, lo que antes había y lo que sigue en su lugar.
Dice que, a lo largo del tiempo, la familia vio desaparecer a pequeños locales o personas que ejercían algún oficio “de barrio”, como zapateros o costureros. Han visto que locales que antes eran de alimentos o clásicos de colonias capitalinas se han convertido en restaurantes o cafés que la gente visita solo para pasar el rato y también han sido testigos de la desaparición de pequeñas tiendas de abarrotes por grandes supermercados.
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María recuerda que a su mamá le encantaba vivir en la Condesa porque todo quedaba a distancias “caminables”, tanto los museos, los parques o los cafés que eran muy locales y que hoy en día ya no existen, donde se llegaban a reunir todo tipo de personalidades.
“Mi mamá y yo fuimos muy independientes entonces, si queríamos ir a algún sitio…el departamento es tan céntrico que o caminas o tomas el Metro (Juanacatlán o Chapultepec) para llegar a cualquier lugar”, su mamá era fan de la comodidad de la zona.
Al observar por la ventana, María puede nombrar cuáles edificios solían ser casas familiares y que hoy son departamentos. También los cambios que han tenido ciertas tiendas o la desaparición de locales que antes eran importantes para la gente que vivía en la Condesa.
“De edificios donde vendían autopartes hoy hay pizzerías, las cafeterías antiguas ahora ya no existen. Ahí te encontrabas a gente que había vivido toda su vida en la Condesa. Mi papá decía que algunas veces se podían ver establos con vacas en unas zonas de aquí, aunque personalmente yo ya no lo recuerdo. Pero sí que alguna vez, mi marido y yo vimos pasar a charros en sus caballos sobre la calle de Mazatlán rumbo al Lienzo Charro de Constituyentes”.
Hubo una época en que María y su esposo vivían fuera del país, por lo que cada visita significaba que veían ciertos cambios en la zona y en la ciudad en general, pero tenían sus espacios favoritos como los vendedores en las calles aledañas a la casa de su mamá o un lugar de flautas “extraordinarias”.
Sobre los residentes actuales, la entrevistada comenta que, como en esta parte de la ciudad siempre ha habido extranjeros, a lo largo del tiempo ha tenido como vecinos a gente que se dedica a las artes plásticas, el cine, la política, la filosofía, las humanidades o las ciencias sociales.
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Sin embargo, es cierto que hoy en día se escucha mucho inglés por estas calles de la colonia y es evidente que la relación con los animales ha cambiado:
“Si bien los perros siempre han sido parte importante de algunas familias, hoy en día se ve que muchas personas tienen mascotas. Antes no era tan sencillo que se permitieran mascotas al interior de los departamentos, debido al espacio.”
María, quien actualmente vive en la calle de Agustín Melgar, cerca del metro Chapultepec, finaliza diciendo que en el edificio donde reside en su mayoría vive gente mayor: “En el uno y el dos viven dos matrimonios que se cambiaron acá después del 85”.
A pesar de que otras personas han llegado para habitar en esta construcción, muchos se van después de que tiembla como ocurrió en 2017, cuando varios vecinos terminaron saliendo de la zona y vendiendo sus departamentos.
- Fuente: María del Carmen Ferrant, residente de la Colonia Condesa y encargada de la página Rescatemos Roma Condesa, que tiene el objetivo de dar a conocer un poco del gran patrimonio arquitectónico y cultural de la capital.
- Fotos: Colección Carlos Villasana