En Cholula, Puebla, existe un lugar, que la gente conoce como La Casa del Diablo, se trata de la biblioteca de San Luis Tehuiloyocan, en el municipio de San Andrés Cholula, donde varios creen que se practicaban ritos para venerar al demonio en el siglo XVIII.
Para el arquitecto e historiador José Antonio Terán, quien descubrió La Casa del Diablo en 1979 mientras trabajaba en un proyecto de restauración de la plaza pública de San Luis Tehuiloyocan, el inmueble quizá fue un lugar en donde una secta de criollos o mestizos se reunían para realizar rituales mágicos.
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De acuerdo con la interpretación del historiador en el libro La extraña casa de San Luis Tehuiloyocan, los monos, que se encuentran enfrente de posibles altares con un recipiente en llamas, podrían personificar a súbditos del demonio porque, para la iconografía cristiana, los simios representan a personas seducidas por el diablo.
Otro aspecto que quizá tiene una connotación de profanación a imágenes cristianas es la posición de los simios, quienes se encuentran arriba de figuras del calvario de cristo; de acuerdo con José Terán, en aquella época, cuando se hacía alusión a satanás, siempre aparecía a los pies de Dios o de la virgen.
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“Lo anterior hace pensar que la ornamentación tiene una fuerte carga mágica, sobre todo, si se recuerda que en ciertos rituales de la misa eran imprescindibles las imágenes cristianas para burlarse de ellas y profanarlas, pues no debe olvidarse que esta actividad estaba ligada íntimamente al demonio”, escribió José Antonio Terán en el libro La extraña casa de San Luis Tehuiloyocan.
A parte de las imágenes que se encuentran en el mural de la fachada, que está fechado en el año 1760, el historiador hace mención a la oración de la Magnífica, que se encuentra inscrita en latín y de manera inversa en las vigas del techo de La Casa del Diablo.
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Debido a que la comunidad de San Luis Tehuiloyocan era considerada como un pueblo de indios y porque el inmueble, del que se desconoce quién fue su dueño, no llama la atención por fuera, José Terán piensa que pasó desapercibido por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.


Para otros son figuras indígenas para tener buenas cosechas
Sin embargo, para el antropólogo, Julio Glockner, quien cuenta con investigaciones sobre la cosmovisión de comunidades indígenas en el país, los figuras en la fachada de la biblioteca de San Luis Tehuiloyocan podrían ser una mezcla entre la religión católica con deidades mesoamericanas para solicitar un buen tiempo en temporadas de cosechas.
En entrevista para Mochilazo en el Tiempo, Julio Glockner explicó que los monos, que se encuentran con el falo erecto y sacando la lengua, quizá hacen alusión a Xochipilli, deidad de la sexualidad y de la vegetación para la cultura Nahua.
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“A mí me parece que puede ser una representación de Xochipilli, la deidad de las flores, la deidad del verano. Es decir, de la fertilidad y de la vegetación exuberante”, explicó Julio Glockner.
También recordó que en la Sierra Norte del estado de Puebla hay un teponastle, instrumento musical de percusión, con la figura de un mono utilizado en la celebración de Xochipila, que se realiza en un antiguo templo a Xochipilli.
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En relación al águila bicéfala, que se encuentra en la parte superior de la entrada, Julio Glockner explicó que una de las cabezas podría representar a un jaguar, figura emblemática para las culturas nahua y mexica. De acuerdo con el antropólogo, el ave estaría asociada con las nubes, los vientos y la lluvia y el lado felino a la tierra y el maíz.
Además, piensa que quizá existieron tiemperos, conocedores del manejo mágico del clima, en San Luis Tehuiloyocan porque todavía se pueden encontrar en comunidades cercanas como San Buenaventura Nealtican, San Mateo Ozolco y Santiago Xalitzintla.
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Algunas raras experiencias en el lugar
La primera vez que entró a La Casa del Diablo, Mauricio Meléndez tenía cinco años, sus hermanas habían ido a la biblioteca para hacer su tarea. Al salir, lo llevaron al pozo, que se encuentra en el patio, y le dijeron que ahí aventaban a niños durante ceremonias que hacían hechiceros y brujas.
En aquella visita, no puso atención a los simios que se encuentran en la fachada, ni a las demás imágenes que incluyen escenas de la pasión de Cristo. Para algunos pobladores de San Luis Tehuiloyocan, los monos se mofan de la religión católica.
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Hoy Mauricio ya es mayor y desde hace tres meses realiza su servicio social en la La Casa del Diablo, recuerda que el primer día llovió y se fue la luz mientras anochecía. Para no sugestionarse, por los relatos que escuchó desde su niñez, salió a revisar los fusibles y descubrió que estaban en buen estado.

Semanas después, mientras oía música regional y hacía garabatos en el pizarrón de la biblioteca, al fondo del inmueble, escuchó golpes en la puerta. Al asomarse, nadie estaba en el patio y descartó que sus hermanas o su mamá le hubieran hecho una broma porque siempre tratan de asustarlo cuando lo visitan.
Aunque los monos con gorros de sacerdote y en actitud burlona, que se encuentran en la fachada de La Casa del Diablo podrían representar la fertilidad y una vegetación exuberante para algunas culturas mesoamericanas, Mauricio Meléndez percibe una sensación extraña al estar en esta biblioteca.
“En ocasiones, siento que alguien me está observando en los rincones o detrás del pizarrón, es algo extraño porque estoy solo; cuando eso sucede, me encomiendo a las ‘ánimas benditas’ como lo recomienda mi familia”, afirma Mauricio.

- Fuentes:
- Terán, J. (1991). La extraña casa de San Luis Tehuiloyocan. Puebla: V Centenario.
- Entrevista con Julio Glockner, antropólogo.
- Entrevista con Mauricio Meléndez, estudiante Mecánica Automotriz.







