La
llegada de la bicicleta a México también trajo consigo la
fundación de clubes de ciclistas. El más importante quizá sea el
Cycling Union Club, uno de sus triunfos fue la construcción del
velódromo de La Piedad, en la colonia Jardín Balbuena.
Se comenzaron a organizar carreras, reglamentarlas, llevar registros de los recorridos a pueblos aledaños y cronometrar vueltas. También se registraron las actividades de las mujeres sobre la bicicleta.
Según EL UNIVERSAL, el
primer campeonato femenil realizado en nuestro país fue el 10 de febrero de 1929 a cargo del Club G.A.C. La justa se realizaba cada domingo y se calificaba la
velocidad y la
resistencia de las participantes. El 31 de marzo
Fanny Basulto triunfó en la primera categoría, mientras que el 7 de abril
Carmen Ochoa ganó en la segunda.
1 de abril de 1929. Primera plana de la segunda sección donde se destaca el éxito del torneo ciclista femenil en México. Archivo EL UNIVERSAL.
Las justas se llevaban a cabo en las instalaciones del club en la
Ciudad de México, en las notas de este diario se recalcaba el éxito contundente de las competiciones y agregaban que las mujeres realizaban las pruebas en el mismo tiempo que los hombres.
“La señorita
Basulto, después de haber sido declarada vencedora, nos manifestó que se halla sumamente satisfecha de su éxito y que espera, con el transcurso de poco tiempo, llegar a ser una gran
sprinter, pues en la actualidad puede competir con muchos hombres veteranos del pedal, y vencerlos a pesar de que ella se inició en el deporte apenas el día primero de enero del año en curso, en que fue inaugurado el
velódromo G. A. C.”, informaba este diario.
Asimismo, los testimonios de la época nos permiten ver que la bicicleta aún era un artefacto que no estaba al alcance de todas las personas, pues una de las competidoras, Marina Begovich, comentó a EL UNIVERSAL que no tenía una máquina propia para entrenar como el resto de sus contendientes.
La ciclista Minnie Walden-Starke en 1897. Foto: Missouri History Museum / Wikimedia Commons.
Miss Valentine Conwell, 3 años y 4 meses, quien fue llamada la ciclista más joven del mundo en 1895. Foto: California Historical Society Digital Collection / Wikimedia Commons.
¡Escándalo!: “muchachas con pantalones” y en bicicleta
Los
primeros modelos de bicicletas habían aparecido en 1817 en Alemania, consistían básicamente en dos ruedas unidas con una barra de metal. Fue hasta 1870 cuando se le añadieron pedales, por lo que se permitió avanzar más rápido.
A partir de ahí comenzaron a popularizarse entre los
hombres de la alta sociedad, pero las mujeres comenzaron a ver en ella una posibilidad de movilidad sin depender de los caballeros. Las primeras en subirse fueron las que pertenecían a las clases altas, que tenían la posibilidad de pagar los precios excesivos de las bicicletas.
Sin embargo, comenzaron a ser mal vistas por la sociedad porque, según las reglas de la época, una mujer no debía atraer mucho la atención en los espacios públicos. Incluso, una corresponsal del periódico estadounidense Chicago Tribune comentaba en 1891: “
antes pensaba que lo peor que podía hacer una mujer era fumar, pero he cambiado de idea. Lo peor que he visto en mi vida es una mujer montando en bicicleta”.
Tarjetas de la serie Girl Cyclists (N49) para cigarrillos Virginia Brights. Foto: Metropolitan Museum of Art / Wikimedia Commons.
A muchas que se atrevían a utilizarla eran insultadas y agredidas, al nivel de ser apedreadas como en el caso de la feminista
Emma Eades. Médicos incluso llegaron a decir que la andanza en bicicleta era
perjudicial para las mujeres, que les ocasionaba
trastornos nerviosos y podía ocasionar
esterilidad.
Pero el cambio más radical vino con el
cambio de vestimenta. Los vestidos largos, crinolinas y corsés dejaron de ser usados por las nuevas ciclistas por lo incómodos que eran al momento de pedalear. En su lugar surgieron los
bloomers, unos pantalones muy anchos, que prácticamente era un vestido dividido en dos partes, inventado por
Amelia Jenks Bloomer.
El escándalo que ocasionó el uso de los
bloomers fue mayúsculo, donde la sociedad los satanizó y varios sectores dedicaron horas en desacreditarlos, y a las mujeres que los usaban también. Uno de los casos más célebres fue el de
Lady Haberton, a quien se le impidió entrar a una cafetería por traerlos puestos.
La ciclista francesa Marie Tual con los típicos bloomers entre 1896 y 1897. Foto: Gallica Digital Library / Wikimedia Commons.
También lee: Cuando ellas empezaron a llevar los pantalones
En nuestro país, años después, las reacciones no fueron muy diferentes en cuanto a la ropa de las ciclistas. En una columna de EL UNIVERSAL del 12 de octubre de 1939, titulada “
Muchachas con pantalones”, Carlos González Peña escribía:
“Tened cuidado. Cuando en estas no siempre claras mañanas veáis venir a alguien en
bicicleta, y
vestido de hombre, no deis por seguro que hombre sea, pues bien puede ser mujer... Por lo menos, en tanto que a los hombres no nos pique el antojo de usar falda; que todo puede ocurrir, según andan las cosas en estos
cochinos tiempos”.
El autor hablaba de la pérdida de la “
femineidad” por el uso de vestimenta de masculina y afirmaba que “
la mujer vestida de hombre deja de ser mujer; parece, en todo caso, chiquillo sin importancia. La falda, como que embellece y solemniza; mientras que el pantalón achica y afea”.
Asimismo, concluyó: “no creo, ni juzgo bien, que la mujer deba imitarnos a los hombres en nada. Saldría perdiendo. Pero en lo que menos debe imitarnos en el traje. Cuestión de gusto”.
Compara el antes y el después deslizando la barra central (clic aquí para ver más grande)
En la fotografía de 1890 aparece Tessie Reynolds, ciclista británica; en la de 2017 vemos a una niña en Oaxaca. Fotos: Wikimedia Commons y Mario Arturo Martínez / Archivo EL UNIVERSAL. Diseño web: Rodrigo Romano.
Días después Lázaro Salinas contaba en EL UNIVERSAL ILUSTRADO que cada día veía a más
mujeres en bicicleta, “ese deporte tan de moda en las muchachas”: “Desde la pequeñita de ocho años que en una bicicleta propia de su tamaño, hace esfuerzos por guardar el equilibrio en sus correrías por las aceras, hasta la señora, o señorita quizá, de formas robustas, tienen
una fiebre inexplicable dentro de la feminidad por ese deporte”.
“De las 15 muchachas que me encuentro cada día de la semana y de las cien que veo los domingos, ninguna he encontrado que se pueda tolerar con la
indumentaria masculina”, comentaba Lázaro Salinas sobre los pantalones que usaban para andar en bici.
Una mujer en bicicleta en la Ciudad de México. Foto: Archivo General de la Nación.
Un grupo de ciclistas y patinadores en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec a principios de los años 80 en la Ciudad de México. Colección: Villasana-Torres.
Mujeres que revolucionan el mundo en bicicleta
Las mujeres nunca dejaron que las descalificaciones las desmotivaran a andar en bici. Más bien, ocurrió todo lo contrario. En 1897, en un intento contestatario, surgió la guía
Damas en bicicleta. Cómo vestir y normas de comportamiento, escrita por la inglesa F.J. Erskine.
Este manual, según la propia autora, era para
mujeres ciclistas hecha por una mujer ciclista. Dividido en diez capítulos, el libro daba consejos de todo tipo, que iban desde la adecuada selección de la bicicleta, su atuendo y complementos, consejos nutricionales, y hasta la organización de divertidas pruebas ciclistas en los jardines de las viviendas.
Además, abordó la polémica cuestión de que si andar en bicicleta constituía una
actividad apropiada para las mujeres, motivo por el que este libro fue considerado
revolucionario.
Del otro lado del continente, la estadounidense María E. Ward publicaba, un año antes en 1896, el libro
Ciclismo para mujeres, un manifiesto que buscaba
empoderar a las mujeres con los conocimientos teóricos y técnicos que necesitaban saber para dominar sus bicicletas.
Hubo mujeres que se sumaron, desde otras perspectivas, al
movimiento contestatario de andar en bici. Tal fue el caso de
Annie Cohen (1870-1947), o mejor conocida como Annie Londonderry, quien fuera la primera mujer en recorrer el mundo en bicicleta, en noviembre de 1894.
Annie Cohen en 1896. Foto: Wikimedia Commons.
Dos socios de un club de Boston, Estados Unidos, le apostaron a Cohen que diera
la vuelta al mundo en un plazo de 15 meses a cambió de 10 mil dólares. Annie, que tenía que mantener a tres hijos, aceptó y con éxito logró cumplir la apuesta.
También está
Kittie Knox, una
mujer afroamericana que luchó contra la segregación racial y de género, teniendo la bicicleta como arma. Kittie desafió a la Liga Americana de ciclistas (League of American Wheelmen) al llegar con una membresía a la reunión de 1895. Los estatutos de la Liga
no permitían a mujeres y mucho menos afrodescendientes como miembros.
Kittie Knox aparece en The Bearings el 18 de julio de 1895. Foto: Wikimedia Commons.
Finalmente está la feminista norteamericana
Susan Brownell Anthony (1820-1906), que se convirtió también en ciclista con la idea de desafiar los papeles femeninos que imponía la sociedad y se le acuña una de las máximas citas del feminismo “
la bicicleta ha hecho más por la emancipación de las mujeres que ninguna otra cosa en el mundo".
Como sus pares en otros países, las
mujeres ciclistas también sufrieron demonización de su nuevo estilo de vida por parte de la
conservadora sociedad mexicana. Aunque a través de los años esto ha ido cambiando, las mujeres aún tenemos algunos obstáculos al momento de subirnos en una bici.
Dos niñas avanzan a gran velocidad por las calles y avenidas del circuito de la escuela vial para triciclos del Centro de Convivencia Infantil de Chapultepec. Crédito: “Chapultepec”.
Un grupo de niñas en el antiguo Centro de Convivencia Infantil, una escuela de movilidad y educación vial para infantes. Foto: Colección Carlos Villasana.
“Agarré la bici porque
estaba harta del tráfico” nos comparte
Ana Elizabeth Puga, ciclista semi profesional, en entrevista. “Trabajaba en Santa Fe y conseguí otro empleo en Polanco. Vi que por ahí hay una tienda de bicis
vintage, me animé a comprar una. Después me dije ¿si me voy de mi casa al trabajo? Ahí comenzó todo, hace ocho años”.
Ana Puga, como es mejor conocida en el circuito ciclista, ha participado en distintas competiciones entre ellas en el
Campeonato Panamericano Master de Pista, donde logró una medalla de oro, la
Copa de Naciones de Piñón Fijo, en Francia, entre otras. “No tenía idea que tan lejos llegaría en mi bicicleta”.
Por su parte,
Areli Carreón, la
alcaldesa de la bicicleta en la Ciudad de México, nos comparte como fueron sus primeras andanzas en el ciclismo. “Comencé a andar en bicicleta porque en Canadá no había otra forma de moverme. Me fui allá porque mi familia me mandó con mi hermana. Yo estaba deprimida y había renunciado a mi trabajo. Pero me recuperé, regresé a México y me compré una. Ya llevó 25 años pedaleando”.
Areli Carreón con su primera bicicleta. Foto: Twitter Areli Carreón.
“Cuando llegas a rodar en la calle, sientes el
acoso y el
exceso de atención, y eso merma para que las mujeres rueden. Afortunadamente, existen grupos separatistas que intentan contrarrestar esto. Buscan hacer comunidad y es súper bonito, ahí se realizan talleres desde mecánica hasta de
autodefensa”, comenta Ana.
También advierte de la
gran desigualdad entre las competiciones masculinas y femeninas. “No hay el mismo apoyo ni el mismo equipo para hombres y mujeres. Es bien disparejo hasta en los premios, mientras que hay competiciones en que el primer lugar varonil en Europa puede llevarse hasta 25 mil euros, una mujer sólo aspira a 900”.
La mexicana Daniela Campuzano durante la competencia femenina de bicicleta de montaña a campo traviesa en los Juegos Olímpicos de Verano de 2020, el martes 27 de julio de 2021, en Izu, Japón. Foto: AP / Christophe Ena.
En el aspecto de movilidad, Areli también comenta las diferencias de los viajes entre hombres y mujeres. “Los
hombres realizan generalmente
viajes péndulo, de su casa al trabajo y del trabajo a la casa. En cambio, las
mujeres es una
movilidad de cuidado, es decir, que nosotras somos las encargadas de ir a comprar las cosas del hogar, recoger a los hijos, llevar a los familiares, etc. Y en ese sentido
la ciudad ignora nuestras necesidades y nos excluye. Sin embargo, estamos trabajando con el Congreso de la ciudad para que eso cambie”.
Pese a los obstáculos, ambas comparten que la bicicleta es una de las mejores herramientas existentes. “Es una herramienta que me regresó las ganas de vivir. Es de conquista de libertad. No me detengo y nada me detiene, con ella tengo
autonomía de acceso y autosuficiencia. Es una gran máquina que entrena el cuerpo, la confianza. Ayuda a romper barreras y limitaciones”, nos comparte Areli.
Por su parte, Ana finaliza con lo que ha significado la bicicleta para ella. “Me cambió la vida por completo. La bicicleta te abre un mundo y también te da reveses pero
yo le diría a las chicas que se suban, que no saben qué tan lejos van a llegar en ella”.
Una niña traslada a otra en un triciclo en el Zócalo capitalino en el 2018. Foto: Iván Stephens / Archivo EL UNIVERSAL.
El 9 de marzo de 2013 cientos de mujeres de todas las edades acudieron a la rodada en tacones por motivo del Día Internacional de la Mujer y también para impulsar el uso de la bicicleta en la Ciudad de México. Foto: Rodolfo Angulo /Cuartoscuro.Com
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Fuentes:
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Entrevistas con Ana Elizabeth Puga, ciclista semiprofesional, y Areli Carreón, alcaldesa de la bicicleta en la Ciudad de México. “La bicicleta, la aliada de las mujeres en su lucha”, de Julián David Bernal Pulido.
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“La bicicleta y la ciudad de México en el siglo XIX”, de Bernardina de la Garza Arregui.
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“La bicicleta y la emancipación de las mujeres”, Ainhoa Campos Posada.
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“Damas en bicicleta. Cómo vestir y normas de comportamiento”, reseña de Beatriz Bermejo de Rueda.
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“En aumento el número de mujeres ciclistas en México”, gaceta UNAM.