En 1938, la ciudad de Bogotá, Colombia, recibió del gobierno mexicano una estatua del expresidente Benito Juárez, en el marco de los 400 años de la fundación de la capital colombiana. Fue recibida con la solemnidad de una visita de Estado. Crédito: David A. Pulido García.
Texto: David Antonio Pulido García
Desde aquel 16 de septiembre de 1938 al parque se le conoció como el parque México, el parque México de Bogotá, un nombre con el que aún hoy por hoy es conocido por los vecinos del lugar.
“Cuatrocientos años no se cumplen todos los días”, pareciese haber sido la consigna del gobierno colombiano para celebrar por todo lo alto la fundación de la ciudad capital, aquel 6 de agosto de 1538 a instancias del adelantado español Gonzalo Jiménez de Quesada.
La estatua del expresidente mexicano en el conocido como Parque México, en la ciudad de Bogotá, Colombia. Mide casi 6 metros de altura y fue elaborada por el reconocido escultor, también mexicano, Juan Cruz Reyes. Cortesía: David. A. Pulido García.
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Por ello, aparte de realizar un sinnúmero de actividades sociales, políticas y culturales para festejar tan magno acontecimiento, se trazó todo un plan de modernización urbana para dotar a Bogotá de una nueva infraestructura que la pusiera a tono con las más prosperas ciudades del continente.
Cruz Reyes, el escultor elegido por Cárdenas
El entusiasmo del gobierno colombiano, presidido a principios de 1938 por Alfonso López Pumarejo, trascendió sus fronteras y, por intermedio del Ministro de Relaciones Exteriores Gabriel Turbay, llegó a México a oídos del General Lázaro Cárdenas, quien inmediatamente comisionó al reconocido escultor Juan Cruz Reyes (el mismo que esculpió el monumento a Morelos ubicado en la isla de Janitzio de Pátzcuaro, en Michoacán, México) para realizar una estatua de Benito Juárez en el marco de los 400 años de la capital colombiana.
El trabajo de Cruz Reyes fue tan perfecto como expedito, a principios de junio de ese mismo año la prensa colombiana reseñaba el embarque de la estatua de Juárez desde el puerto de Veracruz, en un barco en el que iba el mismo escultor, quién se encargó personalmente del traslado e instalación de la obra a la que, además, la complementaba un óleo de Morelos de autor desconocido y una bandera de México regalo del Colegio Militar.
La llegada de la estatua en el marco de los 400 años de la fundación de la ciudad de Bogotá causó expectativa. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Asistieron el recién posesionado presidente de la República de Colombia Eduardo Santos, su nuevo ministro de relaciones exteriores Luis López de Mesa y el ministro de México en Colombia José Domingo Ramírez Garrido, veterano carrancista y personaje muy cercano al presidente Lázaro Cárdenas, quien ese mismo 16 de septiembre en la mañana entregó a los cadetes de la escuela militar de Colombia la bandera enviada por sus pares del Colegio Militar mexicano.
Vista aérea del parque principal del barrio El Nogal en 1938, hoy parque México, durante la ceremonia de inauguración de la estatua del Benemérto de las Amëricas, Benito Juárez. Revista Cromos, 24/09/1938, Volumen XLVI, Número 1139.
Cárdenas eligió una estatua de Juárez como obsequio
La importancia que se le dio a la ceremonia no fue un mero formalismo, obedecía sin duda a una vieja admiración del presidente Santos y sus colaboradores más cercanos hacia México y en su momento hacia la figura de Venustiano Carranza, a quien identificaban como el ejemplo más cercano de lo que debería ser el jefe de Estado de un país latinoamericano.
Del mismo modo, la elección del expresidente Benito Juárez tampoco fue casualidad. El presidente Lázaro Cárdenas, ferviente admirador de Juárez, como en su momento lo fue también Venustiano Carranza, quería corresponder así al honor que en 1867 le había otorgado el Congreso Nacional de Colombia al político oaxaqueño, al concederle el título de Benemérito de las Américas.
Un homenaje que no olvidaba de ningún modo, el hecho de que, en 1860, un expresidente colombiano, exiliado en México y de nombre José María Melo, había entregado su vida por Juárez en la Guerra de Reforma.
Tampoco fue coincidencia la fecha elegida para inauguración de la estatua en Bogotá. Se eligió el 16 de septiembre para hacerla coincidir con las celebraciones del día de la Independencia de México, a tal punto que mientras las fuerzas armadas desfilaban por enfrente de Palacio Nacional, el presidente Cárdenas pronunciaba un sentido discurso, trasmitido en directo hasta Bogotá por la Colombia Broadcasting, en el que señalaba cómo, en ese mismo momento, en la capital colombiana se inauguraba la estatua de Benito Juárez.
El discurso no sólo fue la entrega formal, y hasta de cierta manera personal, de la escultura por parte del presidente Cárdenas a Bogotá; además, fue un momento en el que el mandatario aprovechó para resaltar el significado latinoamericanista del acto, en tiempos en que Europa se encaminaba, una vez más, hacia otra gran guerra.
Mucho tiempo ha pasado desde aquella tarde de 1938. Diez años después se registró la mayor revuelta popular que ha experimentado Bogotá, causada por el asesinato del político liberal Jorge Eliecer Gaitán, quemándola hasta sus cimientos, pero la estatua siguió allí, incólume, sin un rasguño, literalmente la furia bogotana le “hizo lo que el viento a Juárez”.
Un personaje que pocos conocen en Bogotá
Hoy en día ya no sobrevive ningún testigo del día de la inauguración. El parque México de Bogotá denota una calma aletargada que contrasta con la algarabía de cualquier parque mexicano, quizá el clima frío de la ciudad ayuda a que así sea.
Los transeúntes, abrigados meticulosamente, pasan presurosos. A diez de ellos se les pudo preguntar por la identidad e importancia del hombre representado en la estatua: solo dos respondieron acertadamente.
Para los transeúntes el parque México es donde muchos jugaron de niños, donde las mañanas de domingo se practica yoga, el que se cruza para ir a la universidad o al colegio, pero pocos levantan la mirada y se interesan en la placa que la embajada mexicana colocó en 2010, como parte de las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia, que trascribe la máxima, ya casi olvidada, que dijo Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Fuentes:
- Alfredo Barón Leal y Fabio Zambrano, 1938 El sueño de una capital moderna, Alcaldía mayor de Bogotá, 2018.
- El Tiempo, Colombia.
- El Liberal, Colombia.
- Revista Cromos, Colombia.
- Hemeroteca EL UNIVERSAL