A 25 años de la muerte de Arturo Durazo Moreno dejaremos que el polémico jefe policíaco hable… EL UNIVERSAL publicó varias declaraciones del sonorense cuando comandó la Dirección General de Policía y Tránsito del entonces DF en el sexenio lopezportillista; siempre aseguró que la capital era la más segura del mundo.
En entrevistas afirmó “soy rico, muy rico, pero lo hice con mi trabajo” y “los corruptos caerán por su propio peso”, señaló como si hubiera adelantado su propia condena. Las carpetas de investigación, libros y cintas en su contra socavaron su imagen y lo convirtieron en ejemplo de deshonestidad de las instituciones públicas mexicanas.
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“El Negro Durazo”, como se le conoció, fue uno de los funcionarios mexicanos más señalados de la época moderna y en esta entrega conoceremos la percepción que tenía de sí mismo.

Durazo Moreno: “tengo los pantalones bien fajados”
En su edición del 24 de febrero de 1978, EL UNIVERSAL publicó una entrevista con el entonces titular de la Dirección General de Policía y Tránsito del Distrito Federal, Arturo Durazo Moreno. En la exclusiva de primera plana se leía: “Nací policía, soy rico, muy hombre y amigo”.
El general sonorense, a cargo de la vigilancia capitalina, tenía una postura clara y sin lugar a discusión: “la Ciudad de México es la segunda más segura del mundo, aquí no se asalta como en otros países”.
Entre su periodo de 1976 a 1982 aprovechó cualquier oportunidad para decir que el entonces Distrito Federal rebosaba de seguridad, pero los altos índices de crimen contradijeron tal certeza y terminó por admitir que la capital todavía era muy violenta.
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“Yo no puedo cambiar las cosas de un día para otro, batallo y ni me pregunte cuánto tiempo me llevará lograrlo. [Recibí la DGPT] con puros problemas y muchas cosas negativas”, aseguró a EL UNIVERSAL en 1978.

Durante la entrevista, Durazo Moreno no ocultó sus lujos. Tenía la revista TIME en su escritorio, consumía cigarrillos estadounidenses, sólo tenía motocicletas importadas Harley Davidson, vistió un pesado reloj con gemas lapislázuli y un anillo de platino. “Corro, nado y monto a caballo en mi casa de la carretera a Cuernavaca”, compartió.
De acuerdo con esta exclusiva, la gestión de Durazo Moreno al frente de la DGPT buscó “tecnificar, moralizar y educar a los policías” y despedir a aquellos elementos que cometieran delitos. “No le exagero, esto está como lumbre; hay veces que me levanto de mi escritorio con dolor de hígado, son muchos problemas”, comentó el general.
“Cuando vine aquí [a la DGPT], muchos sentían que esto era su propiedad, hombres con mando quisieron sobornarme o adoptaron frente a mí actitudes desafiantes. Mientras me hablaban, se acariciaban la pistola o me hablaban de lado, pero yo tengo los pantalones bien fajados y los corrí de aquí”, dijo Durazo Moreno.
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Tras varios antecedentes históricos de abuso de poder por parte de la fuerza policial capitalina, el general aseguró “eso de los golpes y las torturas es cosa del pasado. Yo sólo digo que cada quien tiene su castigo [refiriéndose a administraciones pasadas]”.
![Entrevista a Durazo, 1979. “¡Me quieren [los defeños], se dan cuenta de que trabajo para tener una policía mejor! En los meses que llevo en el cargo, he recibido más de 8 mil telegramas de felicitación”, afirmó. Foto: Miguel Castillo/Archivo EL UNIVERSAL.](https://www.eluniversal.com.mx/resizer/v2/CJU4JAPPGRC5NOA3CHTAPYDJTM.jpg?auth=1b0538c65dca35dd9b844870c5b200cb2739bd00ab891c584f3e5ebb80a91410&smart=true&height=620)
Según apuntó, ya no hacía falta maltratar a los delincuentes, “solitos sueltan la sopa, son muy ‘boquiflojos’ y presumidos. Se las quieren dar de ‘gangsterazos’ y luego luego confiesan; ya no se vale pegarle a nadie”.
La entrevista se encaminó hacia quién era “el Negro Durazo”. “Yo siempre he sido muy generoso. Soy rico, muy rico, pero lo hice con mi trabajo, de una empresa camionera con la que gané mucho dinero. El servicio público y los negocios no se llevan”, sostuvo.
“Y no tengo compromisos con nadie… Bueno, sí, con José López Portillo que me dio el cargo y con Hank González, quien me tiene mucha confianza. […] Ellos quieren que trabaje y que sea honesto, y a mí no me cuesta trabajo serlo”, afirmó “el Negro”.
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En exactos 10 meses después, el 24 de diciembre del 78, EL UNIVERSAL platicó de nuevo con Durazo Moreno, donde aseguró que su nombramiento le trajo “celos y envidias” de poderosos. El general advirtió que no permitiría que nada ni nadie le eche a perder su labor; “aunque sean de mi familia, los corro”, sentenció.
Al cuestionarle si sabía que algunos elementos todavía practicaban “tranzas” contra la población, el entonces dirigente policíaco dijo: “no me hacen tonto, de todo me entero y quiero que recuerden que los corruptos caerán por su propio peso”. Muy irónico.

“O le tengo confianza a la gente o la corro”, aseguró Durazo
EL UNIVERSAL tuvo otro encuentro con Arturo Durazo Moreno el 10 de mayo de 1979. En esa ocasión, el general mencionó un problema que persiste hasta hoy: “nadie comprende a la policía, todos la critican y faltan al respeto. Cualquier automovilista se siente influyente y amenaza. Agrede. […] Diputado o ‘junior’ es lo mismo”.
La existencia de los ahora apodados “lord” o “lady” no es nueva en la Ciudad de México, “El Negro Durazo” ya los evidenciaba durante su periodo al frente de la DGPT; por desgracia, durante la entrevista y en todo su sexenio, no ofreció solución ante tal prepotencia ciudadana y mejor habló más de sí mismo.
“Cuando llegué al cargo me creyeron iluso y me criticaron hasta casi hacerme sufrir. Me puse a trabajar y ahora, el hampa no existe y se acabaron las componendas entre delincuentes y policías; o le tengo confianza a la gente o la corro”, aseguró.
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Su oficina en la DGPT hacía gala de pergaminos, reconocimientos, trofeos, sables de samurai y fotos con López Portillo y Hank González. Nuestro diario lo describió como un “hombre inquieto, que a grandes zancadas recorre su oficina y gasta bromas”.
![Arturo Durazo en los festejos del Día del Policía en 1978. “Quiero lo mejor para los policías del DF. […] Hacemos todo lo posible por darles buenas prestaciones, para que cuiden los intereses de la ciudadanía”. Foto: Héctor Martínez/Archivo EL UNIVERSAL.](https://www.eluniversal.com.mx/resizer/v2/2ARRYRQ235CJHJCCTL3ECYCKGQ.jpg?auth=a78661f2f25bc36515761ceb7af7f02e9a666d8303359276981be9306f94f746&smart=true&height=620)
“Hay problemas, es cierto, pero no tan graves como los que enfrentan otras ciudades del mundo. Queremos que la gente nos quiera y, aquí entre nos, les diré que hemos resuelto problemas tan graves como los de 1968 y sin golpes”, sostuvo el sonorense.
Según afirmó a EL UNIVERSAL, “me gusta que se dé trato humano a la gente”.
La entrevista estaba en su recta final cuando se le preguntó por “su costosa residencia” en Tlalpan, lo que irritó al entonces director de la Dirección General de Policía y Tránsito.
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Durazo Moreno sostuvo que “esa casa la construí hace 12 años [antes de ser alto funcionario]. Hace unos meses se le rodeó con una barda, por eso me criticaron y no me interesa, yo vivo una existencia sana, limpia. No se le olvide, yo soy un profesional”.

La fama de Durazo Moreno comenzó a flaquear
La frase dicta no se puede tapar el Sol con un dedo y las constantes aseveraciones de que el entonces DF era la segunda ciudad más segura del mundo no ocultaron la corrupción y abuso de poder que la DGPT y su titular aplicaron contra los capitalinos.
Para muestra está la columna en EL UNIVERSAL del 28 de abril de 1981, bajo la pluma del periodista Gonzalo Martré. “En esta ciudad, ‘la más segura del mundo’, es más temible la policía que el hampa. Un ciudadano, puesto a escoger entre un asalto de un hampón o de un patrullero, elige sin dudarlo al maleante”, apuntó el también escritor.
El periodo de Durazo Moreno como titular de la DGPT estaba próximo a terminar cuando los rumores de enriquecimiento ilícito rodearon su nombre. Pronto estaría sin la protección del cargo y la amenaza de “renovación moral” de Miguel de la Madrid era una sentencia contra los cuestionables funcionarios del lopezportillismo.
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Para el 17 de septiembre del 82, “El Negro Durazo” aseveró que su dinero no salió de la policía, “me habría muerto de hambre si así fuera y me da mucha lástima la gente envidiosa, porque puedo tener las propiedades donde me dé mi gana”.

El general sonorense comentó que su famoso “Partenón” en Ixtapa Zihuatanejo tenía 15 años y que lo adquirió a mérito propio. “Tuve 14 camiones y he dado resultados en todos los aspectos, he sido industrial y soy socio de gente importante”, afirmó.
Para inicios de diciembre de 1982, Gonzalo Martré volvió a empuñar sus palabras contra el ya extitular de la DGPT y aseguró que, “cuando Durazo llegó a la policía metropolitana, […] sabíamos que la corrupción iba a estar gruesa. No nos equivocamos y todos los cálculos quedaron opacados con la realidad”.
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Según reportó EL UNIVERSAL, la imagen pública de Durazo Moreno cambió en cuestión de meses y aquel hombre “que alguna vez caminó entre reyes y si ellos tenían suerte, caminaban a lado de él”, tuvo que cuidarse las espaldas, pues la justicia mexicana lo acusó de corrupción, extorsión a subordinados y acopio ilegal de armas, mientras testimonios en las calles le sumaban narcotráfico, tortura y homicidio.

Surgió un testimonio incriminatorio en Lo Negro del Negro
Para mediados de 1983, el libro Lo Negro del Negro se lanzó en librerías mexicanas, escrito por quien fuera el jefe de guaruras de Arturo Durazo, José González González.
“El autor describe anécdotas, narra detalles confidenciales y calcula cifras que muchos sospechábamos y que no pocos sufrieron directa y hasta físicamente: la enorme corrupción, prepotencia y vileza sin límites de ese funcionario [Durazo Moreno]”, apuntó la escritora Irma Salinas Rocha en su columna para EL UNIVERSAL.
En su libro, González González acusó al titular de la DGPT entre 1976 a 1982 de cometer extorsión, homicidio y abuso de autoridad, contando varias cosas sórdidas.
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Lo Negro del Negro se convirtió en best seller y el testimonio de González González sirvió como prueba en el proceso penal iniciado contra Durazo Moreno a finales de 1984, pero el sonorense no permitiría que su “inocencia” se perdiera tan fácil y siempre tildó a su antiguo subordinado como un “mitómano”.

Para sorpresa de la opinión pública, en 1985 “El Negro Durazo” entabló y ganó una demanda por difamación contra José González, obligando al exguarura a “reivindicar la imagen de Arturo Durazo Moreno e indemnizarlo con no menos del 50% de las ganancias [de su libro]”, pues dañó “sentimientos, afectos, dinero, honor, reputación y vida privada de Durazo y su familia”, según se leyó en EL UNIVERSAL.
La sentencia comprometía a los involucrados en Lo Negro del Negro a recuperar la imagen pública del extitular de la DGPT “en la misma intensidad con que le causaron el daño moral”, algo que ya parecía una labor titánica, pues para mediados de los 80 no había figura mexicana más deplorable que Durazo Moreno.
En EL UNIVERSAL del 28 de agosto de 1986 se informó que José González mantenía su testimonio y afirmó que, “al amparo de su amistad con José López Portillo, Arturo Durazo Moreno extorsionó a sus subalternos y se coludió con el narcotráfico”.
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“Hasta destinó para su beneficio personal recursos materiales y humanos de la administración capitalina, ya que el exjefe policíaco empleaba a casi un centenar de personas pagadas por el gobierno de la ciudad para el servicio de sus residencias de Zihuatanejo y el Ajusco”, acusó González González.

Cintas sobre lo negro y blanco del Negro
El hito de Arturo Durazo no se detuvo en los diarios o libros. Para el 5 de septiembre de 1985, los cines capitalinos proyectaron la caricaturesca representación de uno de sus peores funcionarios con Lo Negro del Negro.
La cinta basada en las memorias de José González González pintó al general sonorense como un hombre ambicioso, corrupto, ególatra y hasta capaz de dar apoyos a cambio de favores sexuales, aunque nunca mencionan su nombre real, sólo su apodo.
A pesar de denunciar la corrupción, la película dirigida por Benjamín Escamilla y Ángel Rodríguez careció de calidad. EL UNIVERSAL la consideró “políticamente inofensiva y cinematográficamente nula. Nadie ha saludado al filme como un documento social, […] [sino como producto] de la infraestructura del morbo, comercialismo y escándalo”.
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Aunque el general sonorense ya se encontraba bajo custodia de las autoridades al momento del estreno de Lo Negro del Negro, no perdió tiempo y demandó a los distribuidores para detener las exhibiciones cinematográficas.

Para el 11 de septiembre de 1985, un juez determinó que la película continuaría en las 27 salas capitalinas que pagaron por su exhibición, según indicó EL UNIVERSAL, y se supo que su éxito redituaba 10 millones de pesos diarios en taquilla.
Ni siquiera el terremoto del 19 de septiembre detuvo su proyección y para el 9 de abril del año siguiente, Lo Negro del Negro acumuló cinco millones de espectadores en México y Estados Unidos.
Pero el sonorense quiso tener la última palabra sobre su imagen y para finales de noviembre de 1991 se estrenó Durazo, la Verdadera Historia, bajo la dirección de Gilberto de Anda y sin la expectación que su contraparte generó en 1985.
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De acuerdo con el crítico de cine Moisés Viñas para EL UNIVERSAL, esta cinta estuvo “presuntamente basada en declaraciones de Arturo Durazo, aunque ningún crédito lo garantiza, como tampoco se dice que la producción sea suya, pero no es nada remoto”.
Esta nueva versión cinematográfica mostró al “engendro del poder desorbitado, amo de la corrupción y del crimen impune [como] chivo expiatorio”, según recuperó Viñas. Su personaje es un “tieso y torpe jefe de agentes que de la insensibilidad hizo su mejor arma para arriesgados operativos a los que se ofrecía como carne de cañón. Ni Al Capone aspiró a tanta gloria revanchista”, concluyó el crítico de cine.

La película de Gilberto de Anda intentó ser graciosa, intentó ser asombrosa con su acción, pero terminó como otra mala entrega del cine nacional.
Arturo Durazo Moreno purgó una condena de 8 años hasta su liberación en 1992 y le fue prohibido cualquier puesto en el servicio público.
"Era una persona retirada por su edad y más que nada se dedicó a cuidar su estado físico y leer", afirmó Francisco Durazo Garza, hijo del exjefe policíaco sobre los últimos años de vida de su padre. El sonorense falleció el 5 de agosto del 2000; no fue el primer funcionario de alto rango que pisó una celda y mucho menos el último.
Lo que siempre destacará de “El Negro Durazo” fue su nivel de egolatría y hasta cinismo; la Ciudad de México bajo su vigilancia nunca fue la “segunda más segura del mundo” y el abuso de poder ejercido por sus elementos discrepa de su “ya no se vale pegarle a nadie”.
Bien dicen que el pez por su boca muere y Arturo Durazo Moreno vendió una imagen que pronto se transformó en una de las peores historias de corrupción mexicana.

- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- IMDb – Internet Movie Database
- Internet Archive