Este 2024 se cumplen del primer mensaje radiotransmitido por la humanidad hacia el espacio exterior. La Tierra quiso saludar a alguna civilización del cosmos y lo hizo con una descripción muy sencilla de lo que somos como seres pensantes.

Pero, a consideración de algunos especialistas, el dar a conocer nuestra existencia y posición en el universo podría tener más peligros que ventajas.

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Según el especialista en astronomía del Departamento de Estado de la Unión Americana, Michael A. G. Michaud, el “efecto del contacto [con extraterrestres] será positivo o negativo. Los optimistas ven a las inteligencias extraterrestres como desean que sean los aliens; los pesimistas los ven como temen que sean los aliens”.

Placa de Saturno en Arecibo. En 1977, el radiotelescopio Big Ear de Ohio captó una señal de 72 segundos cerca de la constelación Sagitario, bautizada como la “Señal WOW”; hace poco se confirmó que su origen fueron dos asteroides, no vida extraterrestre. Foto: Wikimedia Commons
Placa de Saturno en Arecibo. En 1977, el radiotelescopio Big Ear de Ohio captó una señal de 72 segundos cerca de la constelación Sagitario, bautizada como la “Señal WOW”; hace poco se confirmó que su origen fueron dos asteroides, no vida extraterrestre. Foto: Wikimedia Commons

Y es posible que no seamos los únicos en temer a lo que hay en el espacio. Harold de Vladar, en su texto The game of active search for extra-terrestial intelligence, sostuvo que pueden existir otras civilizaciones que buscan señales de vida fuera de sus planetas, pero cuidándose de no transmitir, lo que resulta en “un universo silencioso”.

Existen varias posibilidades cuando se habla de contacto extraterrestre: que no haya vida inteligente más allá de la Tierra o que sí la haya, pero todavía es muy pronto para ellos, o que nuestra tecnología no funciona para sus mensajes, que estamos tan lejos que no llega la señal o que simplemente no tienen interés en “hablar” con nosotros.

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Por temor a exponer demasiado a la humanidad en la búsqueda de vida alienígena, algunos especialistas establecieron métricas que evalúen las consecuencias de toparse con extraterrestres, como un paso precautorio antes de saltar hacia el cosmos.

Vista del Observatorio de Arecibo en 1964, entonces conocido como el “radar más grande del mundo”. Costó 8 millones de dólares y comenzó sus operaciones el 2 de noviembre de 1963. Foto: Wikimedia Commons
Vista del Observatorio de Arecibo en 1964, entonces conocido como el “radar más grande del mundo”. Costó 8 millones de dólares y comenzó sus operaciones el 2 de noviembre de 1963. Foto: Wikimedia Commons

Mensaje de Arecibo, más para una inauguración que para hacer contacto

De acuerdo con EL UNIVERSAL, en septiembre de 1971 se celebró la Conferencia Internacional sobre Comunicación con Civilizaciones Extraterrestres, en la Armenia Soviética y sostenida entre Estados Unidos, la URSS y otras cuatro delegaciones.

Tal encuentro tuvo gran respaldo científico y entre sus conclusiones se acordó usar radiotelescopios para localizar señales de posibles alienígenas, así como lineamientos en caso de emitir alguna señal humana fuera de la atmósfera.

Tres años después, EL UNIVERSAL y muchos otros medios de comunicación tuvieron un emocionante anuncio para los ciudadanos del mundo, pues el 16 de noviembre de 1974, la humanidad alzó la voz y lanzó su primer saludo radiofónico al espacio a través del Observatorio de Arecibo, Puerto Rico.

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El llamado Mensaje de Arecibo era un “código que especifica la complejidad de la Tierra, qué clase de especie es la raza humana y cómo se inició la civilización”, según se leyó en este diario. Se codificó a 1679 bits binarios y en una frecuencia de 2380 MHz, siendo la emisión más potente lanzada fuera de la atmósfera hasta este momento.

Versión gráfica del Mensaje de Arecibo, 1974. Foto: Wikimedia Commons.
Versión gráfica del Mensaje de Arecibo, 1974. Foto: Wikimedia Commons.

Este saludo interplanetario tuvo como principales autores al famoso astrónomo y divulgador de la ciencia, Carl Sagan, así como al entonces director del Centro Nacional de Astronomía de la Universidad de Cornell y también astrónomo, Frank Drake.

Pero, según confirmó Bill Steele en su artículo 25 aniversario del primer intento de la Tierra para llamar a E.T., esta transmisión fue más un ejercicio para demostrar la potencia del radiotelescopio y no tanto una misión para contactar aliens.

Eran tiempos de la Guerra Fría y los estadounidenses querían demostrar su poderío científico al enviar su mensaje hasta el cúmulo estelar M13 en la constelación de Hércules, a 25 mil años luz de la Vía Láctea y que le tomará 2 mil 400 años recorrer.

Presunta contestación al Mensaje en Arecibo de agosto del 2001. La figura que reemplazó al humano presenta una cabeza mucho más grande e información genética diferente, como una estructura de triple hélice en su ADN, además de una posición astronómica diferente en su sistema solar. Foto: Wikimedia Commons
Presunta contestación al Mensaje en Arecibo de agosto del 2001. La figura que reemplazó al humano presenta una cabeza mucho más grande e información genética diferente, como una estructura de triple hélice en su ADN, además de una posición astronómica diferente en su sistema solar. Foto: Wikimedia Commons

Si se decodifica esa señal radiofónica –esperando que alguien en este universo tenga tecnología y conocimiento semejante al humano–, se mostrará una sencilla imagen de 23 columnas y 73 hileras, dividida en diferentes bloques de información.

El primer apartado representa los números del 1 al 10, luego los números atómicos del hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno y fósforo, principales elementos químicos en la Tierra; le siguen las cuatro proteínas del ADN y una representación de la doble hélice.

Más abajo está una figura del hombre humano, junto con la ubicación de la Tierra en el Sistema Solar y un diagrama del radiotelescopio de Arecibo, todo con el fin de que conocieran a nuestra civilización en sus rasgos más científicos posibles.

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De acuerdo con este diario, aunque es casi seguro que nadie capte el Mensaje de Arecibo, su transmisión motivó ciertas preocupaciones en científicos e interesados, pues nos dejó expuestos a posibles encuentros “incómodos” con alienígenas.

Círculo de Cultivo cerca del Radiotelescopio de Chilbolton, Inglaterra, 2001. Su supuesto origen era alienígena, como una respuesta al Mensaje de Arecibo. Su tamaño era de 22 metros por 36, en una proporción casi exacta a los 23 por 73 cuadros de información que tenía el mensaje de 1974. Foto: Lucy Pringle/ESPECIAL.
Círculo de Cultivo cerca del Radiotelescopio de Chilbolton, Inglaterra, 2001. Su supuesto origen era alienígena, como una respuesta al Mensaje de Arecibo. Su tamaño era de 22 metros por 36, en una proporción casi exacta a los 23 por 73 cuadros de información que tenía el mensaje de 1974. Foto: Lucy Pringle/ESPECIAL.

Existen reglas para llamar a los extraterrestres

“La civilización que busca detectar evidencia de otras civilizaciones en el cosmos, está obligada a revelar su propia presencia; muchos dicen que [hacerse escuchar en el espacio] es tan suicida como gritar en la selva”, palabras de Iván Almar y H. Paul Shuch, prominentes miembros del SETI.

SETI es el acrónimo para Search Extra-Terrestrial Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extra-Terrestre, una organización internacional con astrónomos y científicos interesados en descubrir si no estamos solos en el universo.

Para evitar cualquier desinformación sobre posibles contactos alienígenas, el Comité SETI de la Academia Internacional de Astronáutica estableció parámetros y lineamientos que deben seguirse en caso de buscar inteligencias en el cosmos.

Observatorio de Arecibo, Puerto Rico. Su espacio de captación iba desde los 3 kilómetros fuera de la atmósfera hasta los 10 billones de años luz; su funcionamiento no paraba, captando las 24 horas del día diferentes frecuencias. Foto: ESPECIAL.
Observatorio de Arecibo, Puerto Rico. Su espacio de captación iba desde los 3 kilómetros fuera de la atmósfera hasta los 10 billones de años luz; su funcionamiento no paraba, captando las 24 horas del día diferentes frecuencias. Foto: ESPECIAL.

Según dicta su página web oficial, cualquier individuo u organización que detecte vida extraterrestre debe verificar todos los datos y descartar fenómenos naturales o humanos como posibles causantes, así como notificar a otros especialistas que puedan confirmar la veracidad del evento con sus propios estudios.

Otro principio señala que el encargado del descubrimiento informará a la ONU y debe hacerlo con prontitud y apertura; toda su investigación y evidencia debe ponerse a disposición de cualquiera que lo solicite, sin modificaciones o secretos.

También se estableció que todo el material de esa comunicación extraterrestre deberá tener tantos respaldos como sea posible y, sobre todo, no se lanzará ninguna respuesta hasta tener un acuerdo internacional por el bien de la humanidad.

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Desde los años 60, miembros de SETI colaboran para localizar posibles señales extraterrestres. Entre sus aportaciones están algunas curiosas escalas o métricas para evaluar cualquier posible consecuencia o amenaza en caso de tener contacto con seres interplanetarios, pues nadie tiene certeza de lo que hay afuera de la Tierra.

Mientras estaba en funcionamiento, el Observatorio de Arecibo encabezó programas de búsqueda extraterrestre; los más importantes fueron el SERENDIP y SETI@home, que contaron con miles de horas de grabación del espacio, pero nunca detectaron comunicación alienígena. Foto: ESPECIAL
Mientras estaba en funcionamiento, el Observatorio de Arecibo encabezó programas de búsqueda extraterrestre; los más importantes fueron el SERENDIP y SETI@home, que contaron con miles de horas de grabación del espacio, pero nunca detectaron comunicación alienígena. Foto: ESPECIAL

La Escala Río fue la primera métrica para el contacto extraterrestre

A inicios del año 2000, el astrónomo húngaro, Iván Almár, propuso la Escala Río, una métrica para valorar la veracidad y consecuencias de radioseñales no humanas.

En palabras de Duncan Forgan, en su texto Río 2.0, la Escala Río es “para comunicar al público qué tan entusiasmados deberían estar con respecto a una señal extraterrestre”. Hasta tiene fórmula matemática: R=QxS, donde Q implica las consecuencias de recibir una señal alienígena y S es su nivel de credibilidad.

La métrica Río desarrolló preguntas específicas para discernir posibles comunicaciones con seres interplanetarios. Primero se debe especificar el tipo de fenómeno que se detectó, desde rasgos de tecnología de una civilización extinta hasta un mensaje dirigido a la Tierra de forma intencional.

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También se considera la forma en que se descubrió este contacto, desde un análisis de evidencias antiguas hasta la “verificación constante y reciente del suceso”. También se debe considerar la distancia, porque puede provenir de un sitio extragaláctico o estar observándonos desde nuestro propio Sistema Solar.

Además de la Escala Río o Londres, SETI estableció la métrica Torino, para categorizar y medir impactos de asteroides o cometas en la Tierra. Foto: ESPECIAL
Además de la Escala Río o Londres, SETI estableció la métrica Torino, para categorizar y medir impactos de asteroides o cometas en la Tierra. Foto: ESPECIAL

Por último y no menos importante, está la credibilidad del descubrimiento; el encargado debe admitir si está entre “posiblemente fraudulento” a “confiable y sin duda alguna”. Tras responder estos cuatro factores, la calculadora arrojará un valor del 0 al 10 para determinar el impacto de ese presunto contacto extraterrestre.

La primera vez que se usó la métrica Río fue en diciembre de 2002, cuando miembros de SETI recibieron un correo desde la base estadounidense de Pearl Harbor. Según el testimonio de un militar, su observatorio en Hawái recibió una señal desde las coordenadas 20hr 51’53 RA + 9°43’47” en el espacio, con una frecuencia de 1.43 GHz.

En años anteriores, un aviso como el llamado “contacto de Pearl Harbor” habría emocionado a los fanáticos de Alf, pero gracias a la Escala Río, cada detalle sobre la presunta señal se vio bajo la lupa y pronto se determinó su falsedad, sin causar alboroto colectivo o conspiraciones.

Arecibo, 2003. Pocas veces se llegó a enviar un METI (Messaging for extra-terrestrial intelligence) hacia el espacio; para el siglo XXI, muchos astrónomos exigieron la prohibición de cualquier envío de mensajes intergalácticos, pero muchos lo consideraron como censura y violación a la libertad de expresión. Foto: AFP/NASA.
Arecibo, 2003. Pocas veces se llegó a enviar un METI (Messaging for extra-terrestrial intelligence) hacia el espacio; para el siglo XXI, muchos astrónomos exigieron la prohibición de cualquier envío de mensajes intergalácticos, pero muchos lo consideraron como censura y violación a la libertad de expresión. Foto: AFP/NASA.

SETI planteó las escalas Londres y San Marino para posible contacto alienígena

Tras la innegable utilidad de Río, se plantearon más métricas científicas para legitimar cualquier intento de contacto con aliens. Una de ellas es la Escala San Marino de 2005, que esbozó la pregunta “¿qué tan peligroso será para la humanidad transmitir un recado fuera de órbita o aceptar la comunicación con una civilización alienígena?”.

Su fórmula es San Marino Index (SMI)= I+C, donde I mide la intensidad de la señal al momento de enviarla al espacio y qué tan lejos podría llegar, mientras que C comprende su contenido, periodicidad y tipo de señal.

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Para comprender cómo aplica la medición, un nivel máximo de peligro en la métrica San Marino sería cuando un mensaje humano no requiera de una gran potencia para llegar a su destinatario y esté contestando a una inteligencia extraterrestre que está a la vuelta de la esquina en nuestro Sistema Solar.

El receptor de Arecibo tenía 305 metros de diámetro y una profundidad de 51 metros, compuesto por 38 mil paneles de aluminio; su antena pendía a 137 metros de altura, con un peso de 900 toneladas. Foto: Mario Durán/Wikimedia Commons.
El receptor de Arecibo tenía 305 metros de diámetro y una profundidad de 51 metros, compuesto por 38 mil paneles de aluminio; su antena pendía a 137 metros de altura, con un peso de 900 toneladas. Foto: Mario Durán/Wikimedia Commons.

Otra métrica relacionada con alienígenas es la Escala Londres de 2010, especializada en astrobiología y en evaluar los riesgos de encontrar vida no terrestre.

Su fórmula es LSI=QxS, donde Q abarca una suma de cuatro factores: el tipo de forma de vida, evidencia que se tiene de su existencia, cómo se descubrió y a qué distancia se ubica; mientras que S implica su credibilidad.

A diferencia de la Río o San Marino, la Escala Londres aborda el estudio directo de vida extraterrestre, sobre todo cuando existan muestras o vestigios traídos a la Tierra.

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A pesar de tener estas escalas, ni SETI ni otras organizaciones confiables que aborden la exploración astronómica tienen protocolos de acción en caso de que una inteligencia alienígena llegue o se contacte con la Tierra; sólo ayudan a conocer qué tan riesgoso sería una interacción, pero no dan pautas para actuar.

El radiotelescopio de Arecibo dejó de funcionar en diciembre de 2020, cuando su antena se desplomó. Debido a la altura y peso de la estructura, su reparación fue imposible y cerró tras 60 años de operaciones. Foto: Isaac Ruíz/ESPECIAL.
El radiotelescopio de Arecibo dejó de funcionar en diciembre de 2020, cuando su antena se desplomó. Debido a la altura y peso de la estructura, su reparación fue imposible y cerró tras 60 años de operaciones. Foto: Isaac Ruíz/ESPECIAL.

Colapso de la antena en el Observatorio de Arecibo, en 2020. Fuente: YouTube.

Por ahora, la Tierra se dedica principalmente a escuchar, con muy pocos intentos por emitir más mensajes hacia el espacio.

De acuerdo con el criptógrafo griego Lambros D. Callimahos, en su artículo Communication with Extraterrestrial Intelligence, una posible contestación extraterrestre tomará –como mínimo– 200 años en llegar a la Tierra, dada la lejanía de otros planetas que podrían albergar vida inteligente.

“Es posible que ya nos llamaran hace cientos de años y esperan por nuestra respuesta; o peor aún, ya se rindieron [de contactarnos]”, consideró Callimahos. Si algún indicio de nuestra existencia llegara a una civilización extraterrestre, ni siquiera los astrónomos están seguros de que exista una disposición para contactarnos.

En el rubro de la búsqueda extraterrestre, lo que más prevalece es la paciencia, pues el espacio es vasto e infinito y falta mucho tiempo para establecer algún tipo de comunicación con seres cósmicos… eso si no nos acabamos el planeta primero.

De acuerdo con Michael A. G. Michaud, un contacto extraterrestre podría generar “ansiedades en la sociedad, mientras grupos extremistas religiosos e ideológicos pueden demonizar a los alienígenas. Aunque también existiría el efecto positivo, pues reforzaría el sentido de identidad y la percepción de una posible amenaza motivaría a las naciones a trabajar juntas por la defensa humana”. Fuente: YouTube.

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