En el marco del Día de las Madres, Mochilazo en el Tiempo entrega la primera de dos partes que queremos dedicar a todas las mamás lectoras y, en especial, a las señoras Teresa Cisneros y Ceferina Corral, madres de quienes escriben. Se trata de una recopilación documentada que permite conocer la trayectoria de varias mujeres y madres mexicanas que trascendieron no sólo a nivel local, o nacional, sino también internacional.
Cada una de estas mujeres comparte algo más que un corazón lleno de valentía y amor, todas fueron o son mamás con determinación, por eso hoy recordamos a manera de homenaje sus logros, batallas y lo que les costó seguir su ideales y principios, imaginemos el orgullo que es para sus hijos poder decir: “Mamá hizo historia”.
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La madre que entregó a la Patria a sus trece hijos
Agustina Ramírez representa a todas aquellas mujeres que cambiaron el miedo por indudable valentía. Esta honorable madre mexicana nació el 1 de septiembre de 1813 en la Villa de Mocorito, Sinaloa.
De origen indígena encontró el amor con Servando Rodríguez, quien para poder mantener a su numerosa familia -de trece hijos- se dio de alta como sargento en el Ejército Republicano durante la llamada Guerra de Reforma.
Cuando Agustina supo que el hombre de su vida había muerto en Mazatlán, durante un combate en 1859, sin pensarlo dos veces y con el dolor de madre y esposa, tomó a sus trece hijos y los llevó ante un general de apellido Corona diciendo:
No vengo a pedir nada para ellos que quedaron huérfanos, ni para mí que quedé viuda, vengo a entregárselos, porque no me pertenecen mis hijos cuando la patria está en peligro, son para ella.
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Cuando estalló la guerra contra Francia en 1862, Agustina, quien jamás aprendió a leer ni a escribir, prestó sus servicios como voluntaria en hospitales y así poder estar cerca de sus hijos, quienes continuaban en el ejército desde que los entregó en 1859.
En tan difícil tarea de ver morir al pueblo mexicano, Agustina se hizo enfermera y por azares del destino fue encontrando en la guerra a cada uno de sus hijos: Librado, Francisco, José María, Manuel, Victoria, Antonio, Apolonia, Juan José, Juan Bautista, Jesús y Francisco.
Todos murieron en combate y fueron sepultados por su propia madre entre los años de 1864 a 1867. Sin mostrar cobardía continuó en su deber como patriota en hospitales militares segura de que el sacrificio de sus hijos, quienes solo fueron carne de cañón, iba a dar triunfos.
Después de tanto sufrir, Agustina dio una prueba más de su valor cuando, al enterarse de que su hijo Eusebio había desertado del Ejército, llena de indignación abandonó el campamento en el que se encontraba y arriesgando su vida fue a buscarlo.
Al encontrarlo, hizo que lo aprehendieran y enfrente del comandante le dijo: “No hagas que me arrepienta de haberte tenido”. Abrazó a su hijo y le dijo al general: “Aquí lo tiene usted general, no volverá a desertar porque sabe que yo me moriría de la vergüenza”.
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Eusebio peleó hasta el final, siempre impulsado por el valor de su madre, quien lo siguió y continuó como una verdadera soldadera hasta que las balas cegaron la vida de su último hijo.
Al terminar la guerra, Agustina solo recibió una pensión de un peso diario, misma que al cambio de gobierno le fue retirada. Vivió el resto de su vida en la miseria pidiendo limosna, hasta que le rindió honores a la vida el 14 de febrero de 1879.
La justicia llegó a tan honorable hija de Sinaloa en 1958, cuando el Congreso del Estado decretó a Agustina “Benemérita del Estado”. En su honor cada 14 de febrero se entrega el Premio Estatal al Mérito Social “Agustina Ramírez”, según se refiere en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa en el Decreto número 157 del 4 de febrero de 1980.
La mamá justiciera a quien Zapata nombró coronela
Juana Belén Gutiérrez Mendoza es un rostro casi anónimo de la Revolución. Nació un 27 de enero de 1857 en San Juan del Río, Durango. De familia de escasos recursos, Juana se casó a los catorce años con el minero Cirilo Mendoza Limón, a quién ella misma enseñó a leer y escribir -imaginemos contraer nupcias a tan corta edad, cuando la mente se encuentra en la confusión de la niñez y la adolescencia- para Juana, sin duda, debió ser un cambio total de vida.
Poco después de contraer nupcias se integró al círculo de discusiones políticas liberales de Chihuahua, encabezado por los hermanos Flores Magón y Camilo Arriaga cuyo objetivo era derrocar al régimen porfirista. Con su esposo procreó tres hijos: Santiago, Laura y Julia.
A sus veintidós ya era una mujer con ideas revolucionarias firmes, así que encontró la oportunidad de incursionar en el periodismo. En uno de sus textos -el cual le costó fuera privada de la libertad-, denunció las condiciones infrahumanas de los mineros en Chihuahua.
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Esa fue la primera de muchas ocasiones que estuvo tras las rejas debido a su implacable espíritu de denuncia ante las injusticias. Luego de obtener su libertad, se unió al Partido Liberal Mexicano bajo la constante cacería-amenaza de opositores al gobierno de Díaz.
En 1900 Juana Belén publicó un libro de poemas y tiempo después, teniendo como visión poder contar con una prensa libre de opresión, vendió su único patrimonio: unas cabras. Con ese recurso logró comprar una imprenta de donde surgiría la revista Vésper en 1901 que comenzó a circular en Guanajuato, siempre consagrada a defender a los mineros y a combatir la dictadura a través de su contenido crítico. La publicación fue intermitente hasta 1932.
En 1903 firmó, como Primera Vocal, el Manifiesto del Club Liberal Ponciano Arriaga, mismo que pedía la liberación de presos políticos y la libertad de sufragio. Poco después, luego del alboroto en un mitin junto con otros revolucionarios, en 1904, por defender a campesinos de Yautepec, fue recluida en la cárcel de Belén, en la capital del país, y que estaba ubicada muy cerca de la estación Balderas del Metro, donde hoy se encuentra la escuela Revolución.
Fue fundadora de Las Hijas de Anáhuac, agrupación anarquista que realizaba demandas al gobierno en busca de mejoras laborales, políticas y civiles para las mujeres. En un intento por desactivarla el gobierno la deportó a Estados Unidos, pero esto no la hizo desistir su lucha, por el contrario, la impulsó a seguir adelante.
A su regreso, en 1909, a sus cincuenta y dos años, se hizo simpatizante del Maderismo adhiriéndose a la causa y fundó el primer club político femenil Amigas del Pueblo.
Luego nuevas complicaciones la llevaron tras las rejas. En 1910, al asumir la Presidencia Francisco I. Madero, los anhelos y cambios prometidos no llegaban ya que en las bases maderistas se conservó la estructura del régimen anterior y por ello continuaban las persecuciones y los presos políticos. Juana Belén en enérgicas cartas enviadas al presidente exigía el voto para las mujeres, mismas que Madero ignoró.
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La causa del pueblo ahora estaba representada por el caudillo del Sur Emiliano Zapata y en el Norte por Francisco Villa, acto que motivó a Juana a integrarse en la elaboración del Plan de Ayala y al declararse partidaria del zapatismo fue una vez más encarcelada, pero una vez en libertad, el propio Zapata la nombró coronela.
Continuó publicando artículos relacionados con la vida política y sindical. Cuando se declaró “zapatista convicta” una vez más fue aprehendida -esta vez por los carrancistas- durante diez meses.
En 1921, ya una vez consumada la revolución, militó en el Partido Comunista Mexicano. Fue fundadora del Grupo Indo, cuyo objetivo era encontrar la unión latinoamericana contra el colonialismo estadounidense.
Murió el 13 de julio de 1942 a los 85 años. Solo la muerte le impidió seguir escribiendo y publicando artículos sin jamás traicionar los ideales por los que siempre luchó y tantas aprehensiones le costaron.
También hubo otras mujeres triunfadoras y que luego se convirtieron en madres, aquí solo tres ejemplos de tantos casos que merecen reconocimiento:
Una mujer audaz y primera piloto mexicana
Emma Catalina Encinas Aguayo nació el 24 de octubre de 1909 en el Mineral de Dolores, Chihuahua. Sus padres fueron Manuel de Jesús Encinas Cañizares y María de Jesús Aguayo Cañizares.
Por los efectos causados por la revolución mexicana, a la corta edad de 5 años su familia se vio en la necesidad de huir a los Estados Unidos.
Después de dos años de estudio regresó a Chihuahua para abrir una escuela de baile en la esquina de las calles Ocampo y Aldama -donde tenía su casa-; sin embargo, siempre tuvo en mente el sueño de aprender a volar, por lo que se inscribió en la escuela de aviación e hizo prácticas en el biplano Spartan, con el aviador Ricardo González Figueroa como instructor.
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Su padre se oponía rotundamente a que ella estudiara aviación dado que en esa época se dictaba que la mujer debía dedicarse únicamente al hogar y familia.
El general Fierro Villalobos de nueva cuenta aceptó entrenarla en la Base Aérea de Balbuena, en la capital del país, frente al Primer Regimiento Aéreo donde compartió clases con siete alumnos, entre ellos Leo López Talamantes el “Águila de Chihuahua”.
Emma recibió su primera oportunidad para lucirse el 20 de noviembre de 1932. Todos los asistentes ya sabían que, por primera vez, una mujer volaría una aeronave sola y se congregaron para ver el suceso. Se cuenta que los asistentes no estaban ahí para ver cómo una mujer volaba sola por primera vez, sino para ver cómo se estrellaba la primera mujer al intentarlo.
La piloto realizó con éxito todas y cada una de las maniobras indicadas por el general y luego de aterrizar fue reconocida por sus compañeros pilotos que presenciaban el “solo” sin darles el gusto de verla fracasar, luego fue llevada en hombros hasta el Zócalo capitalino.
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Quince días después, el 4 de diciembre, aprobó el examen ante autoridades de Aeronaútica Civil y por unanimidad obtuvo la aprobación de su licencia como “Piloto Aviador de Turismo”.
Llegó a trabajar para el presidente Luis Echeverría como traductora en el Centro de Naciones Unidas en la Ciudad de México e incluso voló el avión presidencial en los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, siendo de las escasas mujeres en el mundo en hacerlo en aquella época, si no es que la única.
Encontró el amor con el doctor José Gutiérrez Suárez con quien se casó y vivió en Tehuantepec, Puebla, lugar en donde no había posibilidad de volar, así que fue la pauta en su carrera aeronaútica para dar paso a ser esposa y madre ejemplar. Tuvo dos hijas: Patricia y Catalina.
Tiempo después, la señora Encinas Aguayo regresó a la capital para ingresar a la aerolínea norteamericana American Airlines como jefa de Relaciones Públicas, puesto en el que también fue pionera en nuestro país.
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Falleció en la Ciudad de México el 15 de noviembre de 1990. En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en la llamada galería “Forjadores de la Aviación”, se erigió un busto en tributo a la primera mujer mexicana en obtener la licencia de Piloto Aviador.
La primera mujer en encender un pebetero olímpico
La joven atleta Enriqueta Basilio Sotelo tenía 20 años cuando encendió el pebetero en el Estadio de Ciudad Universitaria durante la gesta olímpica México 68, lo cual le valió pasar a los anales de la historia, pues solo dos mujeres han encendido la flama: ella y Cathy Freeman, en Sidney 2000; dos años más tarde Enriqueta se convirtió en la madre de su primer hijo.
Nació el 15 de julio de 1948 en Mexicali, Baja California. Para Enriqueta la noticia de que sería la portadora de la antorcha olímpica que une a los países del mundo, fue su regalo de cumpleaños ya que el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez le informó de tan grande responsabilidad a unas cuantas horas de que ella cumpliera 20 años de edad.
Pero Ramírez Vázquez le hizo una advertencia: “Nadie puede saber que tú eres la elegida” y como si se tratara de un secreto de Estado nadie volvió a mencionar nada al respecto.
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Los meses pasaron y el 12 de octubre de 1968 miles de personas esperaban el momento más emotivo, el de ver el fuego que se enciende cada cuatro años y que ahora daría calor a la raza mexicana.
De hecho, se llegó a creer que la persona portadora de la antorcha olímpica saldría vestida de negro dando el mensaje de luto por la masacre registrada días antes en la plaza de las tres culturas de la capital.
Fue entonces que por convicción y decisión propia Enriqueta salió vestida de blanco. La paloma de la paz esta vez no voló por los cielos, corrió por la pista de tartán llevando el mensaje de amor y de lucha para las mujeres en un tiempo donde la desigualdad parecía una brecha sin fin.
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"¡Es una mujer!", gritaban asombrados en todos los idiomas del mundo. La impresión de ver tan cerca a la portadora de la paz hizo que los mismos deportistas bloquearan la pista de tartán, por lo que Enriqueta no pudo dar la vuelta al óvalo, como era el recorrido original. Paso a paso como si se tratara de Hestia, la Diosa Griega del Fuego, subió la escalinata que la llevaría al momento cumbre de su vida.
Enriqueta tuvo que salir del estadio con un overol que le proporcionó un trabajador pues, debido a la euforia, los organizadores dejaron sola a quien, por unos minutos, fue la mujer más vista del mundo.
La deportista contrajo matrimonio con el doctor Mario Álvarez Lucas y dos años después de la hazaña inició su otra carrera, tal vez la más importante, la de ser madre de tres hijos: Mario, Enriqueta y Oliver; este último no pudo ocultar la emoción en entrevista telefónica para Mochilazo en el tiempo y su voz se quebraba al recordar lo grande que fue su madre en la historia y cuando pudo hablar dijo: Es mi mamá y su recuerdo durará para siempre.
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Fue ese mismo recuerdo que en los últimos días mantenía viva a Enriqueta, quien siempre llegó a comentar: Aquel día también encendí el corazón de las mujeres por el deseo de igualdad y fui reflejo de las mujeres empoderadas.
Enriqueta se despidió de la vida el 26 de octubre del 2019, siempre orgullosa de su hazaña, pero más de sus hijos y de su nieta Constanza, quienes unen sus voces para decir: “Mamá hizo historia”.
La tenaz halterista olímpica
En este nuevo siglo continúan las historias de éxito de mujeres destacadas, como es el caso de Dámaris Aguirre Aldáz y su carrera deportiva en la halterofilia, misma que representa no solo la fuerza física, sino un camino de dificultades vencidas por la tenacidad y orgullo. En medio a la adversidad salió a flote cuando consiguió para México la medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos de Beijing en el 2008.
¿Quién diría que en tan solo siete años alcanzaría la gloria deportiva?, pues inició su carrera en el 2001 y en menos de dos años logró ser la única mujer mexicana en levantar un total de 230 kg; Canadá fue testigo de aquellos kilogramos que por unos segundos estuvieron arriba de su cabeza.
La búsqueda de ir a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 motivaron a Dámaris a esforzarse y tocar el triunfo, quizá más allá de lo que como niña pudo soñar y aunque tuvo que esperar por la medalla continuó su carrera de forma ascendente.
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Durante la justa olímpica del 2008, la chihuahuense quedó en sexto lugar, pero la vida le trajo una justa redención ochos años después: en 2016, el Comité Olímpico Internacional inició una investigación debido a la penosa y tramposa participación de tres contendientes, a quienes se les retiró de la contienda, quedando Dámaris en tercer lugar con su merecida medalla de bronce.
Por ello, cuando la deportista recibió la presea, lucía embarazada de su segunda hija.
Hoy, además del olímpico, tiene dos logros más por los cuales sentirse orgullosa, los más importantes en su vida: sus hijas Gabriela y María. Está retirada de toda actividad competitiva, pero sigue siendo un ejemplo para la comunidad como catedrática de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Hasta aquí las historias de las primeras cinco mujeres y madres, de un total de diez que hemos elegido, cuya trayectoria es poco conocida o desconocida por muchos.
- Fuentes:
- Entrevista con Oliver Álvarez Basilio; hijos de Enriqueta Basilio Sotelo, primera mujer en encender un pebetero olímpico en México 1968.
- Entrevista con Damaris Aguirre Aldaz, medallista olímpica Beijing 2008.
- La mujer en la intervención francesa, Adela Zendejas, 1962.
- Congreso del Estado de Sinaloa.
- Megazin dominical “La Opción”, 1939. Adrián Moreno.
- 101 Mujeres en la Historia de México/Alina Amozurrutia/Editorial Grijalbo/Primera Edición julio, 2008
- Familysearch.org
- La Participación Política de la Mujer Mexicana; Ediciones de capacitación política, México 1984.
- Archivo Histórico de Chihuahua
- Antecedentes Históricos del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, Ciudad de México, año 2023
- Ruíz Romero, M. (2004). La primera mexicana con licencia de vuelo. Boletín Del Archivo General De La Nación, 6(04), 163-169.
- Roberto Fierro Villalobos, libro “Esta es mi Vida”