Al caminar por el centro histórico capitalino todos ubicamos la esquina de las calles de Madero e Isabel la Católica, una de las más transitadas de la zona, lo que muchos desconocen es que al edificio antiguo que hoy alberga al Museo del Estanquillo antes se le conocía como Edificio Esmeralda.
La calle de San Francisco, después llamada Plateros y finalmente Francisco I. Madero siempre fue relevante y contó con cierto glamour, pues los edificios que hasta nuestros días podemos ver en esta vía, ahora peatonal, fueron propiedades de las familias más acaudaladas de México.
En entrevista con Mochilazo en el Tiempo, la comunicóloga, iconográfa y museóloga, ex colaboradora del Museo del Estanquillo, Centro de la Imagen y de la Fundación Toscano, Martha Jarquín Sánchez, dice que fue justo en Francisco I. Madero que se ubicó esta famosa joyería, considerada como la primera en el país.
Ofrecía a su clientela gran variedad y calidad en brillantes, perlas, rubíes, zafiros, ópalos, y diamantes, entre otras piezas; cuyo lujo igualaba a las mejores de Europa; de hecho, aparece en un directorio comercial muy famoso publicado a fines del siglo XIX.
Fue el presidente Porfirio Díaz quien inauguró el edificio La Esmeralda el 27 de noviembre de 1892, pues se mandó edificar especialmente para la entonces famosa joyería La Esmeralda Hauser-Zivy y Compañía; el diseño corrió a cargo del arquitecto Euliterio Méndez y del Ingeniero Francisco J. Serrano quienes eligieron un estilo ecléctico.
Fue construido para la lujosa joyería "La Esmeralda", a fines del siglo XIX; a finales de la década de los años 60 del siglo XX se convirtió en oficina de gobierno, luego fue sucursal bancaria y en algún momento llegó, incluso, a ser la discoteca “La Opulencia” en los años 90. Aquí una comparativa de su aspecto en los años 30 y otra de cómo luce actualmente. Foto antigua: Colección Carlos Villasana; foto actual: Eduardo Castañeda/EL UNIVERSAL.
Nace el Museo del Estanquillo
La idea de hacer un museo de este tipo contó con el apoyo del caricaturista Rafael Barajas “El Fisgón”, amigo personal del escritor y cronista de la ciudad, Carlos Monsiváis, así como del empresario mexicano Carlos Slim.
El museo surgió con la intención de exponer al público más de 12 mil objetos entre miniaturas, maquetas, fotografías, dibujos y caricaturas que “Monsi” adquirió en sus visitas a la Lagunilla y a la plaza del Ángel a lo largo de años, así como de otros sitios de la capital y que representan parte de la cultura, arte popular y la vida cotidiana de México.
Ya en los años 2000, el Gobierno del Distrito Federal, a través del Fideicomiso del Centro Histórico, encomendó al arquitecto Gabriel Mérigo el proyecto de restauración y adecuación del edificio La Esmeralda, para que fuera sede del Museo de Estanquillo.
El proyecto quedó en manos del propio Carlos Monsiváis con apoyo de amigos y con el soporte institucional, tanto público como privado, así como del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), del CONACULTA y de la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Las adecuaciones de este antiguo y elegante edificio fueron entonces auspiciadas por el ingeniero y conocido empresario Carlos Slim, quien por esos años canalizaba recursos a esta zona patrimonial, a través de distintos proyectos.
Martha Jarquín narra su experiencia como parte de un equipo muy amplio encabezado por Rodolfo Rodríguez, primer director del Museo del Estanquillo.
Recuerda que “estábamos restauradores, historiadores, museólogos, comunicadores, cineastas y antropólogos” que formaron una agrupación de especialistas fundadora del museo.
“Todo el equipo laborábamos en el domicilio particular de Carlos Monsiváis en San Simón, en la colonia Portales, en un departamento que estaba a la entrada de su casa, él vivía en el fondo”, dice.
El trabajo de Martha era hacer la catalogación de las obras que se irían al museo en comodato. Y las que él quería seguir conservando, por lo que era muy normal que nos visitara, viera las obras que estábamos trabajando y nos comentara alguna anécdota o recuerdo.
Martha rememora que en el mismo año en que se inauguró el museo, en el 2006, Monsiváis recibió el premio de Ciencias y Artes, “recuerdo que lo bromeábamos mucho acerca de cómo iría vestido a la premiación, si usaría corbata, en ese año editamos el libro Imágenes de la tradición viva a la par de la apertura del museo, no dormíamos, y recuerdo que reproducimos mucha de la obra que se publicó en su casa”.
La también comunicadora comparte que este trabajo lo hacían de noche “esperando que obscureciera para montar el equipo de iluminación, recuerdo que llegué a entrar a su cuarto para descolgar cuadros de la cabecera de su recámara, obviamente con su autorización, sentía una responsabilidad enorme, la pieza era de Serguéi Eisentein unos dibujos eróticos”.
Así fue que el Museo del Estanquillo se inauguró el 23 de noviembre de 2006. El curador de la exhibición En Orden de aparición, con la cual el museo abrió sus puertas, fue el caricaturista Rafael Barajas “El Fisgón”, amigo personal de Monsiváis y gran conocedor de la historia y la caricatura.
Entre esta colección había gran cantidad de grabados de José Guadalupe Posada, carteles de cine mexicano, pintura, escultura en miniatura, arte popular y fotografía, “que llegaban a nuestro lugar para su catalogación,... alguna vez llegué a pensar que nunca terminaríamos”, afirma la también comunicadora.
Una sola foto podía incluso ser una tarea interminable ya que aparecían varios personajes que no sabíamos quiénes eran, “recuerdo que alguna vez le pedí a Rodolfo Rodríguez que le preguntara directamente a él (Monsiváis), y se asombraba de nuestra ignorancia y nosotros de su erudición y su buena memoria”.
En México es muy raro construir un edificio exprofeso para un museo, sobre todo en el Centro Histórico; es más común que los edificios antiguos se adapten para estas funciones.
Martha nos habla de los problemas que hubo al interior del edificio la Esmeralda, pues no tenía espacio para resguardar los materiales de obra, por lo que se colocaron en las bóvedas de Nacional Financiera, un edificio de Carso, que está en la misma calle de Isabel la Católica, pero esquina con Venustiano Carranza. El elevador de esta construcción subsanó el tema de la accesibilidad.
En los primeros meses y años Monsiváis tomó muchas decisiones en el museo y en las exposiciones, “era un museo taquillero, había filas para entrar y se notaba abarrotado”, recuerda la museóloga.
La también iconógrafa recuerda que era Monsiváis quien ponía los títulos a las exposiciones, “eran muy ingeniosos” dice Martha, como por ejemplo: De San Garabato al Callejón del Cuajo, el amor amoroso de una pareja dispar que se trataba de los artistas Diego Rivera y Frida Khalo.
Otra exposición donde Martha tuvo una activa colaboración se presentó en 2008 y estuvo conformada en su mayoría por fotografías.
Asimismo tiene en la memoria que en marzo de 2010, se inauguró la exposición México a través de sus causas, donde hubo quien gritó sus causas perdidas mientras Monsiváis daba su discurso, pero entonces su salud ya se notaba disminuida; nuestra entrevistada dice que esa fue la exposición con la que el maestro se despidió del museo porque falleció en junio de ese año.
El nombre del museo lo eligió el cronista y fue en referencia a los Estanquillos que eran las tiendas de barrio o que había en los pueblos, donde se podían encontrar mercancías de todo tipo. De hecho, en la colección fotográfica de este recinto había varias imágenes de estanquillos por los que Monsiváis sentía especial fascinación.
- Fuente:
- Entrevista con la comunicóloga, iconográfa y museóloga, Martha Jarquín Sánchez. Ex colaboradora del Museo del Estanquillo, Centro de la Imagen y la Fundación Toscano.