Napoleón en cierta ocasión llegó a decir “Las batallas contra la mujer son las únicas que se ganan huyendo”. Esta misma filosofía tuvo que aplicarla el general Francisco Villa cuando se quedó sin palabras ante su esposa Luz Corral.
A fines de 1914, la señora Luz Corral decidió mandar construir un oratorio al interior de su casa. Cuando Villa supo que en su casa se había construido, sin su permiso, una capilla estalló de coraje y enfrentó a su mujer diciéndole “Güera, ¿quién fue la persona que te metió en la cabeza la idea de tener en la casa una capilla?".
Así comenzó aquella breve discusión al interior del hogar del Centauro del Norte, quien acostumbrado en dar órdenes, no dudó en dictar una más.
Lee también Francisco Villa gobernó Chihuahua cuatro semanas
“Ya no pienso discutir contigo, güera”, comentó el caudillo, “voy a ordenar destruir esa capilla; no la necesitas en mi casa, ni un oratorio, ni sacerdotes”. La pareja no discutió, pero no fue gracias a la orden de él, sino por la respuesta de ella.
“Tú, Pancho, mandas allá afuera con tus hombres y también mandas en tu casa. Destrúyela, si esa capilla será la causante de que tú en el día no me vas a hablar y en las noches no me vas a abrazar, porque estarás enojado conmigo, entonces no la quiero. Te prefiero a ti”.

“Y tienes razón, un oratorio es un lujo y nunca me ha hecho falta porque tengo la costumbre de que mientras duermes, yo, mirándote, le pido a Dios que te cuide y te proteja, y que a mí me dé paciencia de poder ayudarte cuidándote a tus hijos; hasta ahora, Dios me ha escuchado, a ti nunca te ha pasado nada en los combates y respecto a tus seis hijos que viven con nosotros no les falta nada, te los tengo al día”, aseguró la apodada “güera”.
Quizá el silencio por un breve instante reinó en el comedor de la casa, que actualmente es un museo. Villa, astuto en la guerra, en ese momento estaba acorralado ante su esposa.
Lee también Diez mamás que hicieron historia
“¿Sabes qué, güera? Pensándolo bien, te voy a dejar la capilla, pero con dos condiciones: pídele a Dios por mí todas las noches y pide por nuestra hija; que Lucita goce de la gracia de Dios”, concluyó Villa.
El general salió del comedor arrastrando su orgullo y personalmente se dirigió a la capilla para ordenar que quedara lo más hermosa posible.

- Fuentes:
- Pancho Villa en la Intimidad - Luz Corral de Villa