Los “sucios mexicanos” somos causa de temor en Estados Unidos desde hace años, siglos incluso. ya abordó las deportaciones masivas de los años 30 para proteger la economía estadounidense, pero ahora toca recordar que la salud también permitió a la Unión Americana despreciar a migrantes.

A principios del siglo XX se presentaron epidemias de viruela, gripe española y otras afecciones de alta peligrosidad. Una de esas etapas de insalubridad vino con el tifus, enfermedad transmitida por la bacteria Rickettsia typhi y proveniente de piojos.

México enfrentó varios casos de tifo entre 1915 y 1920, sobre todo, en centro y norte del país. El aumento de enfermos alertó a los estados fronterizos de la Unión Americana que cada semana recibían a cientos de trabajadores mexicanos con mala higiene.

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Para 1916, el paso entre Ciudad Juárez, Chihuahua y El Paso, Texas, se convirtió en un espacio de humillación para connacionales, pues las autoridades tejanas decidieron someter a los mexicanos a baños químicos contra el tifus.

Migrantes en la frontera México-EU, 1915. El diario Rock Island Argus reportó que “mexicanos sucios se bañarán en gasolina para prevenir contagios de enfermedades. Ante el precio de la gasolina, es la prevención más cara”. Foto: Wikimedia Commons.
Migrantes en la frontera México-EU, 1915. El diario Rock Island Argus reportó que “mexicanos sucios se bañarán en gasolina para prevenir contagios de enfermedades. Ante el precio de la gasolina, es la prevención más cara”. Foto: Wikimedia Commons.

Despiojaban a mexicanos con gasolina para detener el tifus

Según recuperó el historiador y cronista californiano, David Dorado Romo, en su texto Jan. 28, 1917: The Bath Riots, durante los primeros años del siglo XX no se consideró a nuestros connacionales como una población ilegal en Estados Unidos.

La Unión Americana permitió el “libre” avance de mexicanos hasta 1917, cuando las leyes migratorias exigieron exámenes de conocimiento, así como una cuota para visa y pasaporte. Entonces, nuestros connacionales tenían fama de transmitir el tifus por las malas condiciones de higiene en los sectores más bajos.

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Según se leyó en la edición del 23 de junio de 1916 del diario Evening Star, “miles de mexicanos sin lavar amenazan la salud de El Paso”. Al menos 5 mil connacionales entraron en una sola semana a Texas, aumentando el temor por un contagio de tifo.

Revisión a un piojo. Cuando una mujer tenía piojos en la cabellera, se la aplicó una mezcla irritante para aniquilar al insecto. El vinagre iba contra los huevecillos y el queroseno era contra la alimaña en etapa adulta. Foto: Mediateca INAH.
Revisión a un piojo. Cuando una mujer tenía piojos en la cabellera, se la aplicó una mezcla irritante para aniquilar al insecto. El vinagre iba contra los huevecillos y el queroseno era contra la alimaña en etapa adulta. Foto: Mediateca INAH.

El gobierno federal estadounidense aseguró que “se enfrenta el peligro de la manera más humanamente posible, considerando las necesidades de esos pobres mexicanos, quienes cruzaron la frontera en busca de trabajo, comida y refugio”.

La acción “más humana” fueron los baños con gasolina, donde decenas y hasta cientos de individuos sometieron su piel a combustibles y químicos. De acuerdo con Dorado Romo, tan solo en 1917, al menos 127 mil mexicanos pasaron por el despioje.

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No todos los viajeros se sometieron a esta humillante práctica, sólo los “sospechosos” de tener piojos y mala higiene, de escasos recursos o provenientes del interior de México. Los adinerados y con buena imagen podían cruzar sin problemas.

Telegrama del entonces alcalde de El Paso, Thomas Calloway Lea Jr., a Washington para exigir un centro de detención contra migrantes, pues “cientos de mexicanos sucios, piojosos y desposeídos llegan diario a El Paso y traerán el tifus a menos que se establezca una cuarentena”. Foto: ESPECIAL/Bullock Museum.
Telegrama del entonces alcalde de El Paso, Thomas Calloway Lea Jr., a Washington para exigir un centro de detención contra migrantes, pues “cientos de mexicanos sucios, piojosos y desposeídos llegan diario a El Paso y traerán el tifus a menos que se establezca una cuarentena”. Foto: ESPECIAL/Bullock Museum.

Certificaron a despiojados, bañados, vacunados y con ropa desinfectada

En su edición de marzo de 1917, la revista Public Health Reports publicó el informe Combatiendo la Fiebre Tifo en la Frontera, del entonces representante de Salud Pública de E.U. y encargado de las medidas contra tifus en Texas, doctor C.C. Pierce.

Según sus datos, desde finales de 1915, autoridades de Nuevo Laredo, Piedras Negras y Ciudad Juárez en México establecieron “plantas desinfectantes” para que personas con piojos esterilizaran sus ropas y se bañaran antes de cruzar a Estados Unidos.

C.C. Pierce consideró que estos sitios también eran necesarios en E.U., por lo que El Paso, Eagle Pass, Brownsville, Hidalgo y Río Grande abrieron “centros de desinfección”. En estos lugares, se separaba un grupo de hombres y otro con mujeres y niños; se les envió a un salón para desnudarse, mandando su ropa a una cámara de vapor.

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Sus pertenencias recibían una temperatura de 259 °F o 126 °C durante 10 minutos, pues los piojos mueren a los 212 °F o 100 °C. Después de esa limpieza, los bloques de vestimenta iban a una segunda cámara para secarlos.

Migrantes esperando su desinfección, 1917. Algunos pueblos fronterizos en EU establecieron bloqueos contra México, como McAllen, Texas, contra gente de Reynosa, Tamaulipas. Ante esas acciones, los mexicanos impusieron cuarentenas “de venganza” contra estadounidenses. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL.
Migrantes esperando su desinfección, 1917. Algunos pueblos fronterizos en EU establecieron bloqueos contra México, como McAllen, Texas, contra gente de Reynosa, Tamaulipas. Ante esas acciones, los mexicanos impusieron cuarentenas “de venganza” contra estadounidenses. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL.

"Zapatos, sombreros, cinturones y artículos que se vean afectados por el vapor se dejan en una enorme canasta de lavandería y, cuando lo amerita, se tratan con cianógeno [gas a base de nitrógeno y carbono usado en pesticidas]", describió Pierce.

Ya desnudos, los migrantes pasaban a revisión, donde un hombre o una mujer –según el sexo de los viajeros– examinaba cabeza y zonas vellosas para ver si tenían piojos.

En caso de tener alimañas, se rapaba cabello y vello, quemando lo cortado. A las mujeres, en lugar de desaparecer sus cabelleras, les hacían turbantes con queroseno y vinagre, dejando que el irritante líquido reposara media hora antes de lavarse.

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Si no tenían piojos, los migrantes recibían una mezcla para bañarse, compuesta por una porción de jabón por cuatro de agua y dos de queroseno; todos en el mismo salón.

Centro de desinfección en El Paso, 1917. C.C. Pierce pidió “evitar cualquier asociación con esa gente sucia [mexicanos] que puede tener piojos”. Según su análisis, personas que se bañaran dos veces por semana y que cambiaran su ropa interior una vez cada siete días no transportarían alimañas. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL.
Centro de desinfección en El Paso, 1917. C.C. Pierce pidió “evitar cualquier asociación con esa gente sucia [mexicanos] que puede tener piojos”. Según su análisis, personas que se bañaran dos veces por semana y que cambiaran su ropa interior una vez cada siete días no transportarían alimañas. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL.

Después del baño, los migrantes recibían una vacuna no especificada y un certificado que garantizaba estar “despiojado, bañado, vacunado y con ropa desinfectada”, con fecha y firma del encargado. Niños menores de 10 años no obtenían certificación.

Este procedimiento fue válido sólo para entrar a El Paso. Si los mexicanos querían trasladarse a otros estados de la Unión Americana, debían someterse a cualquiera que fuera la medida de sanidad estipulada por cada entidad.

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En palabras de C.C. Pierce, “desde que se establecieron las restricciones, se notó una notable mejoría en la apariencia de viajeros provenientes de México en materia de limpieza y en ropa interior”. La planta en El Paso hizo más “presentables” a un promedio de 300 mexicanos por día, a costa de químicos.

Montones de ropa ya desinfectada bajo vapor, 1917. David Dorado Romo recuperó el testimonio de su tía abuela, Adela Dorado, quien debía pasar por ese procedimiento cada ocho días cuando iba a limpiar casas a Texas. En una ocasión, la limpieza con vapor fue tan severa que derritió sus zapatos. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL
Montones de ropa ya desinfectada bajo vapor, 1917. David Dorado Romo recuperó el testimonio de su tía abuela, Adela Dorado, quien debía pasar por ese procedimiento cada ocho días cuando iba a limpiar casas a Texas. En una ocasión, la limpieza con vapor fue tan severa que derritió sus zapatos. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL

Limpieza con gasolina cobró la vida de 18 prisioneros

A pesar de que el baño con combustible era la “mejor” opción contra tifus, nunca estuvo exenta de riesgos. El principal incidente relacionado con esta desinfección ocurrió en la cárcel de El Paso, el 6 de marzo de 1916, cuando ocurrió una severa explosión; sus reos eran, en su mayoría, mexicanos.

Según reportó The Bridgeport Evening Farmer, las autoridades del presidio practicaron constantes baños químicos para evitar contagios. Su medida era más agresiva que la utilizada en la frontera, pues a todos los reclusos se les roció gasolina, sin excepción.

De acuerdo con The Albuquerque Morning Journal, el preso estadounidense H.M. Cross “encendió un fósforo para su cigarro y de inmediato la cárcel se convirtió en una masa de llamas. El olor a gasolina, carne humana y ropa se volvió tan sofocante que fue imposible abrir puertas y sacar a las víctimas sin usar mascarillas de oxígeno”.

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Cross y otros 40 individuos estaban cubiertos de combustible al momento de la explosión. El saldo fue 18 muertos, incluido el responsable; 12 eran estadounidenses.

Nota sobre la cárcel de El Paso, 1916. The Albuquerque Morning Journal denunció que las autoridades carcelarias fallaron al tener en una habitación tan cerrada a tantos hombres cubiertos de combustible, así como en su revisión de pertenencias para evitar que alguien cargara fósforos. Foto: The Farmer/Library of Congress US/ESPECIAL
Nota sobre la cárcel de El Paso, 1916. The Albuquerque Morning Journal denunció que las autoridades carcelarias fallaron al tener en una habitación tan cerrada a tantos hombres cubiertos de combustible, así como en su revisión de pertenencias para evitar que alguien cargara fósforos. Foto: The Farmer/Library of Congress US/ESPECIAL

Dos prisioneros mexicanos escaparon, desnudos y en llamas, con rumbo a la frontera; ambos cruzaron a Ciudad Juárez ese mismo día y aseguraron que 200 connacionales “fueron empapados con gasolina y [las autoridades carcelarias] les prendieron fuego”.

Hubo una breve conmoción en Chihuahua ante ese falso rumor de exterminio contra connacionales; un grupo de juarenses asesinó a un conductor estadounidense y vandalizó su vehículo. Ante los desmanes, se requirió vigilancia de fuerzas militares.

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Meses después, El Paso Herald informó sobre la demanda por 10 mil dólares que la madre de uno de los prisioneros mexicanos fallecidos interpuso contra el gobierno tejano, pues su hijo era su único sustento. Según indicó la mujer, “ninguna precaución se tomó para prevenir el fuego”, lo que resultó en la muerte de su familiar y otros reos.

Nota de apertura del centro de desinfección en Juárez, 1916. Según palabras del periodista estadounidense, A. L. Sherman, “bañarán a mexicanos con gasolina para prevenir el tifus, pero en realidad es porque ni el jabón o agua pueden remover su suciedad”. Foto: La Prensa/Library of Congress US/ESPECIAL
Nota de apertura del centro de desinfección en Juárez, 1916. Según palabras del periodista estadounidense, A. L. Sherman, “bañarán a mexicanos con gasolina para prevenir el tifus, pero en realidad es porque ni el jabón o agua pueden remover su suciedad”. Foto: La Prensa/Library of Congress US/ESPECIAL

Nadie tan sucio como los mexicanos de Chihuahuita

Además de las medidas para “desinfectar” migrantes y prisioneros, la administración tejana de 1915 a 1917 tuvo otro problema sanitario dentro de su propio territorio.

El barrio Chihuahuita, Texas, es uno de los más antiguos y con mayor concentración de mexicanos, cercano a la frontera. El 14 de enero de 1916, El Paso Herald informó que este sitio era “un punto de plaga”, carente de servicios sanitarios, con pobreza extrema entre sus habitantes, falta de higiene y con la presencia de varios casos de tifo.

Para marzo de 1917, el doctor C.C. Pierce reportó insalubres condiciones de vida en Chihuahuita, donde pacientes con enfermedades contagiosas compartían habitación con hasta cinco personas. Así inició una campaña de limpieza en el barrio, con la destrucción de jacales donde vivían cientos de mexicanos.

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En su edición del 10 de octubre de ese año, El Paso Herald informó que “la limpieza de Chihuahuita progresa favorablemente”, pues se implementó un baño obligatorio anual para todos sus habitantes. Bañarse era poco común entre los vecinos, al grado de que un adulto mayor pensó que moriría si tocaba el agua.

Jacal en Chihuahuita, barrio de Texas. A inicios de 1917, se implementó un impuesto de 5 dólares a todo alimento hecho en Chihuahuita, por considerar al barrio como una zona de insalubridad. Como la mayoría no podía pagarlo, sus puestos de dulces y antojos desaparecieron de las calles tejanas. Foto: El Paso Public Library/ESPECIAL
Jacal en Chihuahuita, barrio de Texas. A inicios de 1917, se implementó un impuesto de 5 dólares a todo alimento hecho en Chihuahuita, por considerar al barrio como una zona de insalubridad. Como la mayoría no podía pagarlo, sus puestos de dulces y antojos desaparecieron de las calles tejanas. Foto: El Paso Public Library/ESPECIAL

Esther Kendall Moat, reportera de ese diario tejano, hizo una injusta crónica los procedimientos de limpieza para Chihuahuita, donde aseguró que “ahí no hay nada bello o digno de salvar, a excepción de los cielos y los ojos cafés de los niños”.

El proceso de desinfección sobre el barrio iniciaba a altas horas de la noche, cuando las autoridades elegían a 30 personas para llevarlas al centro de sanidad local. La selección se hacía en la noche para evitar que los vecinos se fugaran.

A las 4 de la mañana del día siguiente, elementos de seguridad acudían al vecindario acompañados por dos mujeres mexicanas, María y Manuela, quienes traducían a los habitantes. Antes de dirigirse al baño de la localidad, estas traductoras enseñaban a las mujeres a limpiar sus casas, cubriendo paredes y pisos con cal.

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Ya en el centro de desinfección, se les daba un jabón sencillo para bañarse; si los encargados veían muy sucio a alguien, le aplicaban una solución a base de químicos. Según declaró una de las trabajadoras del centro de sanidad, “no hemos recibido a nadie de Ciudad Juárez que esté tan sucio como los mexicanos de Chihuahuita”.

Baño en el centro de desinfección en El Paso. The Bryan Daily Eagle publicó en 1917 que “los mexicanos ‘se la voltean’ a El Paso”, pues autoridades juarenses establecieron “medidas vengativas” y detuvieron a todo tejano que cruzó el puente internacional para exigir su “comprobante de desinfección”. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL
Baño en el centro de desinfección en El Paso. The Bryan Daily Eagle publicó en 1917 que “los mexicanos ‘se la voltean’ a El Paso”, pues autoridades juarenses establecieron “medidas vengativas” y detuvieron a todo tejano que cruzó el puente internacional para exigir su “comprobante de desinfección”. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL

“Es una desgracia que se permita tener tanta suciedad y mugre aquí”, aseguró Esther Kendall. En su edición del 16 de noviembre de 1917, El Paso Herald informó sobre la distribución de volantes en español con “consejos de higiene” para residentes de Chihuahuita, con varios beneficios de bañarse, limpieza de superficies y la recomendación de mantener el cabello corto o lavarlo con vinagre y petróleo.

Para finales de 1917, las medidas contra migrantes mexicanos en el cruce Ciudad Juárez-El Paso se hicieron más accesibles, permitiendo que nuestros connacionales se bañaran en el lado mexicano con agua y jabón; sólo era necesario mostrar el certificado chihuahuense que garantizó su limpieza con 8 días de vigencia para cruzar.

No pasó mucho tiempo para que los conflictos migratorios regresaran en forma de persecuciones y deportaciones masivas, pero las peligrosas desinfecciones químicas para “despiojar” connacionales tienen su lugar en la historia como una de las medidas más perjudiciales y condenables ejercidas contra mexicanos en la frontera.

Vista de Ciudad Juárez desde El Paso, 1914. Desde marzo de 1916, las autoridades chihuahuenses abrieron su centro de desinfección, aunque su operación era ineficiente; según EL UNIVERSAL, en 1917 se solicitó un “aparato de desinfección” a base de formol para mejorar el despioje. Foto: Wikimedia Commons.
Vista de Ciudad Juárez desde El Paso, 1914. Desde marzo de 1916, las autoridades chihuahuenses abrieron su centro de desinfección, aunque su operación era ineficiente; según EL UNIVERSAL, en 1917 se solicitó un “aparato de desinfección” a base de formol para mejorar el despioje. Foto: Wikimedia Commons.
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