Texto: Daniela Jurado y Angélica Navarrete
Guadalupe Ángeles recuerda el “shock” que le causó salir de la mirada controladora de maestros y autoridades de su escuela secundaria, para luego entrar a un colegio donde tenía absoluta libertad de decisión .
“Al principio fue un tanto desconcertante pero conforme avanzaban los semestres entendí que la responsabilidad era sólo mía. No siempre lo hice bien, fue acierto y error. Me hice cargo de mis responsabilidades académicas, no con buenos resultados al principio, pero al final me recuperé”.
Guadalupe es egresada del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan , generación 1989-1991, y considera un acierto incentivar a los alumnos de este sistema a la competencia, a la responsabilidad de esforzarse para mejorar; ser competitivos para merecer un lugar en las carreras de la Universidad Naciona Autónoma de México (UNAM).
Según la historia del Colegio publicada en Memorias y encartes conmemorativos de la historia de Gaceta CCH. 40 años , 2014, en las páginas de cada plantel y en el portal del CCH, desde sus orígenes, en la década de los años 70, el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) opera según tres postulados: aprender a aprender , aprender a ser y aprender a hacer . Estos principios tienen el objetivo de forjar seres humanos responsables de su propio aprendizaje.
La creación del sistema educativo CCH se gestó por la inquietud que tuvieron notables universitarios como los doctores Roger Díaz de Cossío, Juan Manuel Terán y Contreras, entre otros, que conformaron el Consejo de la Nueva Universidad .
Doctor Juan Manuel Terán y Contreras, uno de los universitarios que crearon el sistema educativo del CCH. Cortesía Fundación UNAM.
Consejo que fue fundado por el primer doctor en sociología del país: Pablo González Casanova, rector de UNAM de 1970 a 1972 y quien no estaba de acuerdo en que la educación superior fuera accesible sólo para una minoría, por ello propuso un proyecto de bachillerato descentralizado que respondiera a la cada vez más alta demanda de jóvenes.
Fue así que el 26 de enero de 1971 el Consejo Universitario aprobó la propuesta de un nuevo bachillerato llamado Colegio de Ciencias y Humanidades.
“Se creó el Colegio de Ciencias y Humanidades” se publicaba en la Gaceta de la UNAM del 1 de febrero de 1971. Tercera época, volumen II.
Cinco planteles en la capital: Vallejo, Naucalpan, Azcapotzalco, Oriente y Sur
El 12 de abril de 1971 empezaron las clases en los planteles Vallejo, Naucalpan y Azcapotzalco; y al año siguiente, el 3 de abril de 1972, en el Oriente y el Sur.
Con la idea de descentralizar la educación de la UNAM se edificó cada unidad académica, de las 5 que se crearon, en distintos puntos de la Ciudad de México.
Logotipos de los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades. Foto: Página oficial del CCH.
Alumnas del CCH en la década de los años 70. Archivo CCH.
El CCH Vallejo tiene su sede en la alcaldía Gustavo A. Madero; el Naucalpan en el Estado de México –se iba a llamar Plantel de los Remedios–; el de Azcapotzalco en la alcaldía del mismo nombre –tendría el nombre de Plantel Vía–; el Oriente en la alcaldía Iztapalapa y finalmente el plantel Sur en Coyoacán.
Guadalupe Ángeles, del CCH Naucalpan, dice que a su generación le tocó el pase automático por lo cual se confiaban, pero que hoy y siempre es bueno “aprender del fracaso y los aciertos para lidiar con los incentivos, los tropezones y no ser una generación de profesionistas blandengues que se creen merecer todo sin el menor esfuerzo”.
Instalaciones del CCH Naucalpan, ubicado en el Edomex, en el municipio del mismo nombre, al norte de la ciudad de México, en una imagen de fines de los años 70. Colección Carlos Villasana.
Comparte que le gustaba mucho que eran cuatro turnos, con mucha libertad, con muchas opciones, sin clases pesadas y aburridas, al contrario, le gustaban. La otra parte que más fue de su agrado fueron los amigos que encontró.
“Me tocó convivir con varios grupos: los bailadores, los flojos, las niñas buenas y devertidas, de estas últimas me alegra conservar la amistad de Karina; también estaban los malosos, de los que siempre desconfié pero que por lo menos saludaba con alguna seña, para no meterme en problemas”.
Valores de responsabilidad y libertad como herencia
Guadalupe afirma que el sistema del CCH le dio el sentido de responsabilidad por decisión propia y no por imposición. La incentivó a investigar, a buscar, evaluar y valorar sus opciones y a defender su punto de vista. “Esas bases me ayudaron mucho en la carrera, y se vio reflejado en mi promedio y en las opciones de desarrollo profesional que he tenido a la fecha”.
Por su parte, Gilberto Martínez Rodríguez asistió al CCH Azcapotzalco de 1987 a 1989, hoy tiene casi 50 años, afirma que este sistema permitía un desarrollo pleno del estudiante, una opción distinta a la que ofrecían las prepas de la UNAM. Lo mejor que le dejó el CCH es el valor de la liberdad y gran capacidad de análisis que le ayudaron mucho cuando entró a la universidad “nos enseñaron a investigar, pensar y reflexionar para ser más críticos”, dice.
Mural creado por José Hernández Delgadillo —heredero de la corriente de artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco—en 1973 en el CCH Azcapotzalco. Colección Carlos Villasana.
Para Gilberto la gran mayoría de los maestros tomó muy en serio su papel y eran motivadores, mostraban a los jóvenes la realidad que vivían en medio de aquel contexto socioeconómico que atravesaba el país y el mundo: de crisis del gobierno de Miguel de la Madrid y una expectativa muy alentadora de crecimiento con la administración de Carlos Salinas de Gortari a través del Tratatado de Libre Comercio (TLC).
Recuerda a todos los docentes cada uno en su ámbito, pero muy en particular con cariño y respeto al maestro de comunicación, Enrique Ruiz, porque tenía un compromiso real de enseñar, hacer pensar y hacer investigar.
La actualización del plan de estudios
Javier Aviña estudiante del plantel Sur, generación 1975-1978, estudió en el CCH antes de la actualización del plan de estudios, es decir, tomó clases de una hora . “Yo entraba a las 7 de la mañana, tenía cuatro clases por día, a las 11 del día ya estaba libre. Había mucho qué hacer por fuera: ir a los institutos y bibliotecas para hacer las tareas”, dijo Aviña.
Narra: “la primera experiencia fue que nos dijeron que no valía mucho la pena memorizar datos, sino aprender, esto representó un choque de lo que había aprendido en la secundaria”.
Alumnos del CCH en los años 80, algunos acompañados de sus padres. Crédito: Gaceta del CCH UNAM.
Cuando se creó el CCH había cuatro turnos y las clases eran de una hora. Fue hasta que el primer director general del Colegio, José de Jesús Bazán Levy , propuso hacer algunas modificaciones al plan de estudios original. En entrevista vía correo electrónico, el doctor Bazán Levy nos compartió cómo fue este proceso:
“La revisión y actualización del Plan de Estudios del CCH tuvo lugar entre 1992 y 1996. Los trabajos estuvieron a cargo de comisiones de profesores de todas las áreas y de todos los planteles. Fue necesaria una reflexión que llevara a reconocer los problemas que afectaban el aprendizaje de los alumnos en las cuatro áreas generales: Matemáticas, Ciencias experimentales, Historia y Talleres de lenguaje”, explicó el doctor Bazán Levy.
El doctor escribió en su correo que en la década de los 90, la condición académica y social de los alumnos era diferente a cuando se concibió el plan original, ya que además de que venían con muchas deficiencias de la secundaria, “la mayoría de estudiantes carecían de apoyo familiar y del espacio físico indispensable para el estudio por cuenta propia”.
Hortensia Herrera Álvarez eligió estudiar en el CCH Sur por la cercanía a su casa y porque no tenía que gastar mucho en el transporte. Ella es generación 1992-1995, cuando conoció este modelo educativo le convenció que se preparaba al alumno para ser responsable de su propio aprendizaje y porque ofrecía pase automático a la licenciatura en la UNAM.
Recuerda que ella ya estaba acostumbrada a investigar y a estudiar por su cuenta , por lo que le fue fácil adaptarse a este sistema y ampliar sus conocimientos.
“Se le da gran relevancia a la investigación, la cual apliqué en diversas materias, incluso, a nivel licenciatura y maestría… lo aprendido durante el bachillerato me sirvió para ponerlo en práctica en otros momentos”, afirma Hortensia.
Ella considera que un aspecto importante que se trabaja en este bachillerato es el gusto por la lectura, de ahí la posibilidad de sintetizar, aprender otros términos, expresión de los temas comprendidos y la práctica el diálogo y la tolerancia. Otro punto importante son los idiomas inglés o francés.
Para Hortensia, en el CCH se da un lugar relevante a la cultura creando vínculos con la historia, lengua, costumbres y tradiciones, además de que le gustaban mucho las instalaciones del plantel entre árboles y ardillas.
La parte no tan padre del CCH
Guadalupe afirma que un aspecto que no le gustó del CCH fueron los grupos porriles, esos que decían “no” a todo solo por sentirse poderosos o si no era lo que ellos proponían.
“Recuerdo que esos grupos hacian destrozos y me daba miedo cuando comenzaban a agredir a quienes no estaban con ellos. Ni siquiera tenías que manifestarte en contra, el simple hecho de no acompañarlos era motivo suficiente para que te vieran con desconfianza. Nadie podía pensar diferente a ellos. Alguna vez tuve que saltar las rejas, con la ayuda de amigos, para escapar de disturbios. Me molestó perder clases por una huelga apenas en el primer semestre”.
En las imágenes comparativas podemos ver que la antigua es de alumnos del CCH del año 1981 haciendo prácticas, mientras que la segunda también es de jóvenes ceceacheros pero de los años 2000. Ambas pertenecen al acervo del CCH. Diseño web: Alejandro Sandoval.
Tampoco le gustó enfrentarse a un profesor de matemáticas “engreído y sin vocación, de esos que creen que siendo rudos sin dar cátedra, incentivan más”; sin embargo, para ella la peor experiencia fue tener que “mandar al diablo” a un profesor que la acosaba, “la cultura de la denuncia no era una práctica común, sólo fui firme sabiendo que me arriesgaba a ser reprobada. Creo que no demostrar miedo me ayudó a lidiar con ese cobarde”.
Por su parte, Gilberto Martínez no olvida la libertad que otorgaba el Colegio a los alumnos, así como la de aprender y ser responsable; sin embargo, “todo tenía mucho que ver con los valores que cada quien tenía. Si no había bases sólidas era muy fácil desviarse a las drogas o a la vida porril que en ese tiempo tenía mucha pujanza, los porros estaban presentes ante autoridades displicentes o alcahuetas - considera - mismos que permitían el abuso de los porros sobre los estudiantes que eran unos adolescentes”.
En tanto, Hortensia afirma que una vez que logró ingresar al CCH resultó una falacia aquello de estudiar solo 4 horas al día. Recuerda que el primer y segundo semestres iniciaba clases a las 7:00 de la mañana y salía a las 13:00 horas por lo que tuvo que pedir permiso en su trabajo para seguir con sus estudios.
De eventos negativos comenta que sólo tiene uno en la memoria: la toma de las instalaciones por los “porros”, afortunadamente sólo fue por un par de días y liberaron el plantel. “Recuerdo que nos sacaron del edificio y que tenían ‘secuestrados’ al director y demás personal del CCH Sur”.
Hay que mencionar que en los últimos años los medios de comunicación han difundido varios casos de inseguridad, violencia y acoso sexual en estos centros educativos.
Leonardo Bazán actualmente cursa su último año del CCH en línea, él estudia en el plantel Naucalpan, dice que lo que más le gusta del Colegio es el ambiente muy cálido, los maestros son “buena onda, llegas y te dan ganas de estudiar”.
A Leonardo las clases en línea no se le han hecho difíciles, pues hace dos horas en el transporte desde su casa en Ecatepec al plantel, dice que para las personas que viven lejos o tienen trayectos incómodos como él, “sí se nos está haciendo más fácil tomar clases en línea, son dos horas más de sueño para descansar”, pero que la verdad ya quiere regresar a la escuela.
Lo que no le gusta del CCH son los paros, para él no son formas de solucionar los conflictos. Dice que hace un año, en asamblea, todos los alumnos votaron por hacer paro, él votó en contra, pero al final el paro duró dos semanas y cuando vio en la televisión cómo dejaron su escuela se sintió muy indignado como la mayoría de los alumnos.
“Si no nos gusta ver nuestra escuela así, no votemos por eso...no me gusta que interrumpan las clases porque los alumnos perdemos el ritmo…de los profesores hay de todo, la mayoría muy buena onda, no son los típicos que te pasan fácil, hay muy inteligentes, pero también los hay muy estrictos”.
Ahora con la pandemia por la Covid 19 considera que sí hay diferencia entre las clases en línea y presenciales, siente que en línea se pierde el ambiente escolar “con el que te dan ganas de estudiar y echarle ganas”, pero que a distancia se le hace un poco más difícil “pierdes la motivación en cierto momento, ya no es tan divertido ir a la escuela”, más al final del semestre porque casi no había clases y se iban al cine o a comer con los amigos.
Muchos, los egresados que ahora son personajes públicos
De estos centros educativos también han egresado otros reconocidos dentro y fuera de México como es el caso de la periodista Carmen Aristegui, la cantante Eugenia León, la actriz Arcelia Ramírez y uno de los caricaturistas de este diario: Arturo Kemchs, generación 1976- 1979, quien publicó sus primeros cartones en la Gaceta del CCH.
Primera publicación de Kemchs en la Gaceta CCH de 1978. Foto: Cortesía/ Arturo Kemchs.
“Mi primera caricatura apareció en la Gaceta del CCH . Yo era el que ilustraba con caricaturas los volantes que se repartían en mítines y marchas dentro del plantel Oriente. Me acuerdo que un día me mandaron a llamar de la dirección y me mostraron todos los folletos y me preguntaron si yo los había hecho, pensé que me iban a correr, pero cuál fue mi sorpresa que me pidieron que hiciera un dibujo de varias de las carreras que ofrecía la UNAM en ese momento. Ese fue mi primer trabajo . Cuando terminé montaron una exposición con mi obra en el anexo de la biblioteca”, relata Arturo Kemchs en entrevista telefónica.
Constancia y credencial de Kemchs del plantel Oriente. Foto: Cortesía/ Arturo Kemchs.
“El CCH me dio mi primera publicación, mi primera exposición, y por si eso fuera poco me mandaron a llamar y me dijeron que no sabían cuánto se le pagaba a un caricaturista, pero que de Rectoría me mandaban dinero. Fue mi primer salario…Yo siempre pensé que lo estaba haciendo como una aportación a la universidad, nunca imaginé que iba a cobrar por eso. A mí me encantaba dibujar, de hecho, todos mis trabajos de historia estaban ilustrados”, compartió Kemchs.
Considera que su formación ideológica y política la adquirió en el CCH. “Me permitió arrancar en este oficio muy joven. Fue una de las etapas más importantes de mi formación”. En el Colegio hizo su primer libro: México atracado con la ayuda de sus mentores que se lo revisaron y corrigieron.
En la próxima entrega los profesores comparten sus experiencias y críticas a este sistema estudiantil.
La imagen principal es de alumnos del CCH en el año de 1976, la imagen fue tomada de la Gaceta de la UNAM.
Fuentes:
- Memorias y encartes conmemorativos de la historia de Gaceta CCH. 40 años, 2014.
- Páginas de cada plantel
- Portal del CCH
- Entrevistas con:
- Hortensia Herrera Álvarez estudió en el CCH Sur, generación 1992-1995.
- Guadalupe es egresada del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, generación 1989-1991.
- Doctor José de Jesús Bazán Levy
- Javier Aviña fue estudiante del plantel Sur generación 1975-1978.
- Gilberto Martínez Rodríguez egresado del CCH Azcapotzalco, generación 1987 a 1989.
- Leonardo Bazán, estudiante del CCH Naucalpan
- Arturo Kemchs egresado del CCH Oriente 1978, generación 1976-1979, caricaturista