Bélgica 204 fue un centro cultural clandestino en la colonia Portales que surgió para evitar que el editor Miguel Ángel Leal “Michi” se quedara sin alojamiento por un atraso en el pago de su renta, pero solo fue el pretexto para que surgiera un espacio lleno de posibilidades artísticas.
La casera de Bélgica, la señora Vivanco, era alguien tolerante con los artistas que de forma constante caían en desgracias financieras. Ella y su esposo ya le habían rentado antes al poeta jalisciense Ricardo Yáñez y tenían cierta tradición bohemia.
Sin embargo, en esta ocasión y tras varios pagos atrasados hubo una demanda de por medio que movilizó a las amistades de Miguel quienes hicieron posible su permanencia en el inmueble.
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Con el apoyo del escritor recién fallecido, Javier Elizondo, la traductora Lucrecia Orensanz, su hermano el arquitecto Felipe “Pipe”, el editor Federico Ponce de León, junto con la baterista Brisa Vázquez idearon entre todos pagar la renta del departamento.
Platillos, libros, cine, charlas y hasta conciertos en un departamento
Entre algunas actividades que organizaron en este lugar destacan “Los paladares” donde la gente podía ir a comer por una módica cantidad de dinero los platillos que preparaban Brisa, Lucrecia o Felipe, que constaba de brochetas a la parrilla, pizza griega, choripanes, chili, empanadas argentinas y los infaltables: mezcal y cerveza.
El objetivo era tener un espacio en el que “ocurrieran interacciones valiosas: desde una lectura de tarot hasta presentaciones de libros o conferencias… cualquier propuesta, cualquier idea vagamente asociada con manifestaciones culturales podía caber”, señaló Federico.
Durante la semana tenían programadas pláticas, proyecciones de cine y conciertos. Uno de sus más constantes colaboradores fue el músico Miki Guadamur, quien ofreció charlas sobre la industria chatarra, superhéroes y también ciclos de cine comentados.
Miki destaca que una de las grandes virtudes de Bélgica fue su ubicación, lejos de "una zona monopolizada por hordas de hipsters nacionales y extranjeros." A pesar de ello, el espacio atrajo a muchas personas, tanto artistas como diletantes, quienes encontraron en este sitio un refugio.
El pintor César Rangel es un ejemplo, él, como muchos otros creadores, tenía cierto desencanto del circuito oficial de galeristas y estaba buscando otro tipo de espacios.
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Inquietudes artísticas que se realizaban sin pensarlo demasiado
En entrevista, César compartió que “había un ánimo de juego, pero de un juego serio. Había inquietudes que se llevaban a cabo sin pensárselo demasiado”.
Ese ánimo terminó de emocionarlo después de que Pipe le propusiera exponer “Carne de venado”, obra que surgió a partir de su disertación sobre la poética del nado y el mito de Acteón, el cazador cazado, convertido en ciervo tras ver desnuda a la diosa Artemisa.
Además de él también se presentaron otros artistas como Spencer Keeton Cunningham, Mariela Ajras y William Johnston. Incluso Lance Wyman, el diseñador gráfico que le dio una identidad visual muy particular al metro de la Ciudad de México y a las Olimpiadas del 68 iba a Bélgica 204.
Las y los asiduos asistentes, así como los que llegaban por azares del destino podían encontrarse con un micrófono abierto, un festival de fanzines, una cata de cervezas o hasta un ciclo de música improvisada bajo el nombre de “El Aracle” organizadas por el compositor Wilfrido Terrazas.
“Hacíamos más o menos un concierto al mes, siempre variaban los músicos que participaban. A veces tocaba yo; a veces no”, comentó Wilfrido, quien por cierto conoce a Pipe desde la secundaria y por eso no dudó en colaborar en Bélgica.
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“La experiencia de Bélgica me enseñó cómo, aunque algo dure poco no significa que no se puede aprender muchísimo y que eso que aprendes puede tener un impacto en tu vida, porque en retrospectiva me doy cuenta de que todas esas enseñanzas han seguido desarrollándose en mí una década después”.
Así entre enseñanzas y momentos memorables transcurrían los días en Bélgica. La escritora Mariana Orantes, autora de “La pulga de Satán” fue una constante visitante que atesora entre sus recuerdos la presentación del libro “El genio de la familia” de Raúl Aníbal Sánchez, y el amanecer que les llegó bailando a Javier Elizondo, Raúl y ella “Quiero ser mi propia novia” del grupo musical El pan blanco.
Escucha “Quiero ser mi propia novia”:
Sitio poco ortodoxo donde congeniaban varias artes
Por su parte, el escritor Raúl Aníbal considera que Bélgica: “Aunque para algunos puede sonar al típico desorden de una casa ocupada, lo cierto es que no lo era y el lugar se mantenía en toda regla y a través de una misteriosa y económica elegancia de la que sin duda Javier era en parte responsable y Brisa y Pipe otro tanto”.
“Era un lugar único. Único en todo sentido: lograron conjuntar el más ligero y sincero entendimiento de la literatura con lo más divertido de la pintura, la ilustración y el arte. Y eso no se logró por sí sólo, se logró por la gente”, aseguró Mariana, quien por cierto pasó ahí el fin de año de 2014.
En esa noche que dio paso al 2015, Carlos Icaza “Tropicaza” baterista de El pan blanco ofreció una sesión como DJ, quien recuerda a Bélgica como “un espacio enriquecedor e importante en la zona, y también un espacio pionero en la organización de eventos poco ortodoxos, donde muchas artes se congeniaban”.
No obstante, no todo fue miel sobre hojuelas, el hecho de tener un espacio clandestino con tan diversas manifestaciones culturales ocasionó malestar más de una vez con los vecinos, especialmente en una señora mayor que vivía sola.
“Cada tanto le hablaba a la señora Vivanco para quejarse, por eso tratábamos de que los eventos empezaran temprano, para que terminaran temprano, pero algunas veces debo confesar que quizás sí se salió un poquito de control”, comentó Brisa.
“Aunque estaba el Jazzorca y el Convite, Bélgica viene como a formar el Triángulo Dorado de una escena musical un poco fuera del circuito Roma-Condesa. A nosotros nos interesaba sobre todo crear algo fuera de ese circuito”, dijo Miguel.
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La dueña llegó al límite cuando pintaron su casa de verde nuclear
Pese a todo lo bueno que pasaba en la calle de Bélgica, Miguel decidió irse, dejar el futón donde dormía, porque sintió que la relación con sus amigos comenzó a tornarse compleja y para no perderla prefirió salirse.
“Cuando me salí, se empezó a hacer la residencia de artistas, pero terminó dignamente como todo tugurio cultural”. A su salida llegó Óscar Moreno “Fetus Vomit”, un artista de Los Ángeles.
Fetus había llegado a Bélgica 204 cuando una chica lo invitó a un concierto de Los Esquizitos. “Me ofrecieron la residencia esa noche. Empezamos con un mes y eso se volvió en dos; luego tres y luego por las quejas de la vecina se terminó todo de repente y me fui a Los Ángeles”.
Durante su residencia Fetus pintaba cuadros sobre papel, hasta que un día preguntó si podía pintar un espacio de la casa.
“Me dijeron que podía pintar donde quisiera. Empecé con las paredes de mi habitación, luego las paredes de los otros cuartos, luego las escaleras y luego me dio un día por pintar el baño. Nunca supe realmente si les gusto o no, pero fue una gran experiencia. Había invitado otros artistas del DF que había conocido antes para pintar la casa, pero nunca llegaron”.
Quien sí llegó fue la casera, la señora Vivanco, quien casi sufrió un infarto al ver su casa pintada de verde nuclear. Después de eso, llegaron abogados, pero con la intervención de gente del proyecto de Bélgica se logró negociar una salida menos dramática de la casa.
Pipe piensa que todo sucedió justo cuando el espacio estaba en su mejor momento, y de repente todo se vino abajo, dejando muchas cosas inconclusas. Brisa también mencionó que el proyecto de Bélgica 204 podría haber durado más, pero era demasiado demandante y no resultaba rentable.
A pesar de su cierre, Bélgica 204 dejó muchos recuerdos y aprendizajes. “Te das cuenta de que, en un espacio tan pequeño, pueden ocurrir muchas cosas; no todo tiene que ser tan masivo”, concluyó Brisa.
- Fuentes:
- Entrevistas: Brisa Vázquez, Felipe Orensanz, Miguel Ángel Leal, César Rangel Ramos, Wilfrido Terrazas, Mariana Orantes, Raúl Aníbal, Miki Guadamur, Carlos Icaza y Federico Ponce de León.