Para los jóvenes de los años 60 y 70, los Juegos Mecánicos de Chapultepec fue un lugar de muchos recuerdos de diversión con amigos y familiares ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec, frente a la casa oficial de Los Pinos, cerca del edificio de la hoy alcaldía Miguel Hidalgo.
La montaña rusa, el ratón loco, el torbellino y la casa de los sustos eran los juegos de mayor atracción, sin dejar de lado el colorido e iluminado carrusel para los visitantes más pequeños. Hoy este sitio ha cambiado totalmente para dar paso a otro centro de diversión de nombre Aztlán.
“Los Juegos Mecánicos de Chapultepec (después Feria de Chapultepec Mágico), surgieron en 1964 como parte de un proyecto de ampliación del bosque que incluyó un nuevo lago artificial, las fuentes ornamentales de Tláloc y de los Mitos del Agua, un ferrocarril escénico y el Museo de Historia Natural. Durante mucho tiempo se conoció a esa zona como el nuevo Bosque de Chapultepec, actualmente le llamamos Segunda Sección”, escribió Nayeli Reyes en Así fue la Feria de Chapultepec, para Mochilazo en el Tiempo, publicado el 8 de agosto del 2020.
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En aquella entrega se narra que la feria estaba pensada para “los bolsillos más modestos”, según afirmó el grupo de funcionarios que el 24 de octubre de 1964 salió de sus oficinas, con traje y corbata, para inaugurar el “nuevo Bosque”, entre ellos el presidente Adolfo López Mateos y el regente del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu, el famoso “Regente de Hierro”.
Ese día abrieron gratuitamente todas las atracciones. El carrusel consiguió sus primeras risas, la casa de los sustos palideció rostros y el “martillo” arrancó alaridos de las gargantas.
“También estaba el “pulpo”, las “tazas giratorias”, el “látigo”, los “cochecitos locos”, las “sillas voladoras”, el “avión del amor”, el “péndulo”, los “helicópteros”, “juegos que tienen simultáneos movimientos de rotación y de traslación, y otros que semejan gigantescas batidoras”, describió el reportero José Luis Parra”, escribió nuestra reportera luego de su investigación hemerográfica.
La montaña rusa, la mayor atracción
En nuestro acervo se lee que en 1964 todo comenzó a funcionar menos el principal atractivo: la montaña rusa, a la cual le estaban colocando, además de las barras de protección, cinturones semejantes a los de las naves aéreas. Inició actividades días después por órdenes presidenciales para reforzar la seguridad.
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Era de madera y tenía 33 metros de altura, la constituían mil 200 metros de vía donde corrían sus carros entre crujidos y hasta los automovilistas que pasaban en el periférico escuchaban los gritos de emoción y miedo de los 92 valientes y otros arrepentidos paseantes que se divertían o sufrían en cada viaje.
En aquella época se consideró de las más modernas y la más alta en América Latina, además de contar con avanzados sistemas de seguridad como cinturones de avión para seguridad de sus pasajeros, ya que alcanzaba 110 km/h en las bajadas y 70 en las planicies.
Pronto la feria se convirtió en uno de los paseos dominicales favoritos para los capitalinos, en los juegos mecánicos se formaban largas “colas”, según una nota del EL UNIVERSAL del 25 de enero de 1965: “lo único que se requiere es calma y de madrugar un poco”.
Nayeli escribe que había personas que veían a la montaña rusa con desconfianza, en 1971 un periodista de EL UNIVERSAL contaba que muchos niños querían subir a la montaña, pero sus padres lo impedían: “consideran que ello representa mucho riesgo si por el susto o desesperación tratan de salirse de los carros o se les van de las manos cuando el aparato está en movimiento”. Por suerte, existía el Ratón Loco, su versión infantil.
Un lugar que muchos no olvidan
En aquella ocasión, la reportera entrevistó a Fabián Bonilla, quien no olvida el día que por fin alcanzó los 1.50 metros de estatura requeridos para subirse a la montaña rusa, había pasado una década parándose de puntitas para tratar de estirarse, aunque fuera sólo unos centímetros, para lograrlo.
Deseaba hacerlo desde que empezó a ir a los Juegos Mecánicos de Chapultepec en la década de los 80, cuando tenía seis años y conoció esa gran estructura de madera que le parecía inalcanzable, “siendo niño la veías gigantesca, en verdad era una montaña”.
“De repente ya tenía ese chance, sobre todo esta cuestión de ir al máximo en el disfrute, subirte hasta adelante y no agarrarte del pasamanos, las manos libres, ponerle más emoción a la experiencia”.
Los Juegos Mecánicos eran un referente de la zona, explica Fabián, quien toda su vida ha habitado el poniente de la Ciudad de México, la Segunda Sección era “una especie de guiño a lo más moderno que podías encontrarte”.
“Si lo ves ya desde la perspectiva actual eran juegos muy rudimentarios, pero eran de alguna manera mucho más sofisticados que los que te podías encontrar en una feria popular, una feria de barrio… además, era una experiencia más allá de subirte a un juego y tú divertirte, sino que era algo más colectivo, comunitario, popular, más de la gente”.
Luis Javier M. Paniagua, colaborador de este diario, escribió en 2016 que otros habitantes especiales de la feria fueron delfines y belugas que daban espectáculos dos veces al día en un estanque, justo debajo de la curva norte de la montaña rusa, ahí habitaron de 1998 al 2005.
Pero grupos ambientalistas demandaron al parque porque los animales vivían estresados por el ruido. Los gritos de la gente y las vibraciones al paso de los carritos, lo cual provocó que su sistema inmunológico se debilitara y se enfermaran constantemente. Por ello, fueron trasladados a un acuario de Atlanta, donde murieron años después.
En el Mochilazo Así fue la Feria de Chapultepec, Nayeli escribe que aquellas generaciones encontraban diversión incluso en las atracciones más sencillas; por ejemplo, uno de los juegos medía la fuerza de las personas al golpear una superficie con un martillo, ahí se concentraba a rivalidad de papás, Fabián cuenta que los niños gritaban “¡papá, tú pégale!”. Al principio él iba con su familia, cuando creció empezó a ir con sus amigos, luego con posibles amores.
María Bustamante, cronista de Polanco, compartió en entrevista con Nayeli que fue de las primeras en ir a la feria y que recordaba las sensaciones que descubrió en ese lugar, “el vacío en el estómago, el terror de no poder bajarte de la montaña rusa, sino hasta el final y soportar lo que viniera; el comer relajadamente una botana, hot-dogs, hamburguesas, refresco y algodones de azúcar rosada ¡puro alimento!”.
Se convirtió en La Feria en 1993
Entre 1982 y 1987, el lugar fue remodelado, a la montaña rusa se le cambiaron los carritos, el sistema de control y los frenos y para 1992 el Gobierno capitalino subastó el parque a particulares, por lo que en 100 días fue remodelado una vez más.
Fue así que el 14 de diciembre de 1993 el parque de diversiones se convirtió en la Feria de Chapultepec Mágico y la inauguración quedó a cargo del presidente Carlos Salinas de Gortari. Había 43 juegos nuevos y 13 antiguos remodelados.
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Los millenials, o la generación de los años noventa, seguro recuerdan este parque de juegos mecánicos como La Feria de Chapultepec. La comparativa muestra la entrada en 2002 y en 2020, cuando ya se veían los sellos de "CLAUSURA". Archivo EL UNIVERSAL.
Uno de los grandes cambios fue la casa de los sustos. Fabián cuenta que antes sólo era un recorrido en un carrito con rieles, con juegos de luces, sonidos, después comenzó a hacerse a pie y había personas disfrazadas: “de repente un Jason de la película Viernes 13 correteándote con la simulación de una sierra eléctrica, era muy fuerte el asunto”.
Según la cronista Bustamante, “cada generación fue aceptando retos físicos de mayor fuerza”. Si en los años 60 la montaña rusa era un desafío por sí misma, con el tiempo las personas aumentaron sus ansias de intensidad, dejaron de aferrarse a la barra de protección, levantaban las manos para sentir más, buscaban otros juegos.
En septiembre de 2019 hubo un nuevo incidente en ese lugar: el juego La Quimera falló por falta de mantenimiento, uno de los vagones se descarriló y, en consecuencia, murieron dos jóvenes y dos personas resultaron lesionadas.
Los sellos de clausura marcaron el fin a la era de la Feria de Chapultepec Mágico, el Gobierno de la Ciudad de México retiró el permiso para manejar el parque a Operadora de Desarrollo Humano Chapultepec, S.A. de C.V. y en 2020 comenzó el desmantelamiento de sus juegos. En 2022 la emblemática Montaña Rusa empezó a ser desarmada para ceder su lugar a una enorme rueda de la fortuna. Otra empresa administraría el espacio.
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“Nos ha tocado ver cómo se va transformando un lugar que en la infancia era muy de la identidad de la zona poniente y cómo se fue abandonando”, reflexiona Fabián Bonilla.
Para María Bustamante, se lee en aquel texto de Nayeli para Mochilazo en el Tiempo, “toda metrópoli debe de tener una feria de juegos mecánicos, se disfruta, se aprende, genera experiencias de vida que no se conocerían de otra manera. Es una oportunidad de dar diversión y un punto de encuentro de varias generaciones. Y en el caso de la Ciudad de México, la Feria es ya un hito histórico”.
Fuentes:
- Hemeroteca y archivo fotográfico de EL UNIVERSAL
- Mochilazo en el tiempo, Así fue la Feria de Chapultepec, Nayeli Reyes Castro 8 de agosto del 2020
- “La transformación de Chapultepec”, de Francisco Piña. EL UNIVERSAL, 26 de febrero de 1964.