ya abordó el episodio de los baños con gasolina contra migrantes en la frontera de Ciudad Juárez-El Paso. La justificación de detener los contagios de tifus permitió que autoridades estadounidenses pusieran en riesgo miles de vidas, pero no todo les resultó fácil durante su aplicación.

A inicios de 1917, un grupo de mujeres juarenses alzó la voz y encabezó una revuelta contra los baños químicos. No eran representantes políticas ni revolucionarias, sólo sirvientas y trabajadoras hartas de cruzar la frontera bajo estas condiciones.

De acuerdo con la historiadora Yolanda Chávez, entrevistada para Rebels on the Railroad, confronting El Paso’s Holocaust History, durante décadas El Paso era “capital mundial de las sirvientas, porque todos tenían una trabajadora doméstica”.

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La población que cubría este campo laboral provenía, en su mayoría, de México. Todos los días, cientos de mujeres chihuahuenses cruzaban el Puente Internacional Santa Fe para acudir a su trabajo, en un fenómeno conocido como “migración circular”.

Desde inicios del siglo XX, estas mexicanas hacían de proveedoras o compartían la carga económica en sus hogares, por lo que se integraron a los flujos migratorios como individuos de interés laboral y ya no como acompañantes de sus parejas. La investigadora Lina Magalhães lo describió como “feminización de la migración”.

Historiadores siguen sin encontrar mayores datos sobre Carmelita Torres, pero su liderazgo en los motines es un símbolo de resistencia migrante. Ilustración: Iván Vargas/EL UNIVERSAL.
Historiadores siguen sin encontrar mayores datos sobre Carmelita Torres, pero su liderazgo en los motines es un símbolo de resistencia migrante. Ilustración: Iván Vargas/EL UNIVERSAL.

Sirvientas y trabajadoras colapsaron la frontera

A primera hora del domingo 28 de enero de 1917, el Puente Internacional Santa Fe registró el inicio de los llamados “motines de los baños”, un breve movimiento de protesta y descontento encabezado por mujeres.

Según indicó Silvia López Estrada en su texto Cuidado a través de la Frontera, la migración de mujeres mexicanas para trabajar como empleadas domésticas en casas estadounidenses se detectó desde inicios del siglo XX y se incrementó para los años 40, cuando nuestras connacionales sustituyeron a la fuerza de trabajo afroamericana.

López Estrada destacó que un importante índice de mexicanas que viven en la frontera practican trabajos live-out, donde diario cruzan el límite entre México-EU para cobrar en una moneda más fortalecida que la nacional, pero habitando su país de origen.

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Desde comienzos del siglo XX, estas mujeres live-out solían ser “casadas, educadas y con mayor experiencia, documentos legales y mejor salario”, apuntó López Estrada, aunque también eran víctimas de vejaciones migratorias por cruzar diario la frontera.

Baño de desinfección en El Paso. El puente internacional tenía un horario de 7 de la mañana a 7 de la noche, pues era cuando más personal estaba disponible para las medidas contra tifus. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL
Baño de desinfección en El Paso. El puente internacional tenía un horario de 7 de la mañana a 7 de la noche, pues era cuando más personal estaba disponible para las medidas contra tifus. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL

En 1917 y siguiendo reglas de sanidad contra el tifus, autoridades texanas registraban todo vehículo que atravesara el límite internacional y exigían que mexicanos de aspecto “sucio” se sometieran a un baño químico antes de autorizar su acceso a El Paso.

Fue en uno de los tranvías que corría de Chihuahua a Texas que se toparon con Carmelita Torres, una joven de 17 años, originaria de Ciudad Juárez y quien cruzaba la frontera cada semana para trabajar como sirvienta. Autoridades migratorias le ordenaron bañarse con gasolina y vinagre, algo que la juarense rechazó.

Desde meses antes, los chihuahuenses sabían del incidente de prisioneros quemados en la cárcel de El Paso por culpa de los baños con combustible y también escucharon rumores sobre fotografías con mujeres mexicanas desnudas, tomadas sin su consentimiento durante el “saneamiento” en la planta de desinfección texana.

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Ya fuera por temor a morir quemada o a sufrir acoso sexual, Carmelita Torres no sólo se negó al baño químico, sino que convenció a otras 30 pasajeras del tranvía –en su mayoría sirvientas– de no someterse a la humillante medida sanitaria.

Sacos de ropa en la planta de desinfección de El Paso. Como medida contra el tifus, se sometió a los mexicanos a baños con gasolina, mientras sus ropas eran desinfectadas; los texanos identificaron a los migrantes bañados por su vestimenta arrugada y humillaron a nuestros connacionales. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL
Sacos de ropa en la planta de desinfección de El Paso. Como medida contra el tifus, se sometió a los mexicanos a baños con gasolina, mientras sus ropas eran desinfectadas; los texanos identificaron a los migrantes bañados por su vestimenta arrugada y humillaron a nuestros connacionales. Foto: US Public Health Service/ESPECIAL

Este grupo de mujeres encendió la mecha del motín. En palabras de periódico El Paso Morning Times, “aquellos quienes atestiguaron las acciones de la muchedumbre mexicana al final de puente [internacional] jamás lo olvidarán”.

“Compuesto en su mayoría por mujeres jóvenes, la muchedumbre destruía todo lo que provenía del lado estadounidense; tan pronto como un coche cruzaba la frontera, las chicas lo rodeaban. Parecían enjambre de abejas”, sostuvo el diario.

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Las manifestantes cerraron el límite internacional, propinaron golpes a conductores y quebraron cuanta ventana o farol tenían enfrente. La protesta escaló y en poco tiempo hubo entre 200 a 400 mexicanas bloqueando el cruce entre Ciudad Juárez y El Paso.

Según reportó el periódico Birmingham Age-Herald, esas “mujeres alborotadas gritaron desafiantes, agitaron barras de metal contra el controlador de tranvías y atacaron a un camarógrafo que intentó grabarlas". Foto: Iván Vargas/EL UNIVERSAL
Según reportó el periódico Birmingham Age-Herald, esas “mujeres alborotadas gritaron desafiantes, agitaron barras de metal contra el controlador de tranvías y atacaron a un camarógrafo que intentó grabarlas". Foto: Iván Vargas/EL UNIVERSAL

La furia de las mexicanas tuvo una mención en el diario Richmond Virginian, donde se afirmó que las manifestantes bajaron de un tranvía a la señora W. F. Hatchell, esposa de un reverendo, y la agredieron con severidad. Incluso se dijo que algunas inconformes se acostaron en los rieles del tranvía para impedir su avance.

Cualquier texano que intentara cruzar a Chihuahua sufría agresiones, pero a los mexicanos que no simpatizaron con la protesta y avanzaban a Texas, las mujeres “les arrebataron sus sombreros y los arrojaron a Río Grande”, según reportó Evening Times-Republican; éste y otros diarios apodaron a las manifestantes como “las amazonas”.

La jornada del 28 de enero concluyó con una comunidad de mujeres, hombres y niños protestando contra los baños químicos. Periódicos de Estados Unidos confirmaron el destrozo parcial de cuatro tranvías, soldados heridos por la lluvia de rocas y botellas, vehículos estropeados y la detención de Carmelita Torres.

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Su paradero tras aquel domingo de 1917 se desconoce; no se sabe bajo qué jurisdicción quedó ni qué castigo sufrió tras encabezar los motines.

Caricatura del Birmingham Age-Herald del 31 de enero de 1917, asegurando que las mexicanas tergiversaron la orden de bañarse y “se sintieron insultadas”. El Alexandria Gazette aseguró que la protesta se debió a que las chihuahuenses tenían “aversión a bañarse”. Foto: Birmingham Age-Herald/Library of Congress US/ESPECIAL.
Caricatura del Birmingham Age-Herald del 31 de enero de 1917, asegurando que las mexicanas tergiversaron la orden de bañarse y “se sintieron insultadas”. El Alexandria Gazette aseguró que la protesta se debió a que las chihuahuenses tenían “aversión a bañarse”. Foto: Birmingham Age-Herald/Library of Congress US/ESPECIAL.

La manifestación se convirtió en un problema “anti-estadounidense”

Según apuntó el diario Alexandria Gazette en su edición del 29 de enero, “por horas, miles de mexicanos […] gritaron maldiciones contra los estadounidenses”. La prensa de la Unión Americana demeritó la genuina preocupación de las apodadas “amazonas” y resignificó su protesta como una pelea de nacionalidades.

De acuerdo con el Alexandria Gazette, todas las banderas estadounidenses en Ciudad Juárez quedaron hechas ceniza y los juarenses lanzaron sus peores insultos y amenazas de muerte contra sus vecinos del norte.

El lunes 29 de enero hubo otra jornada de descontento, aunque esta nueva manifestación ya era de mayoría masculina. Según destacó el Evening Times-Republican, “el problema en Juárez encabezado por sirvientas mexicanas empleadas en El Paso ya se convirtió en una demostración general contra estadounidenses”.

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La vigilancia fronteriza durante los “motines de los baños” estuvo a cargo de soldados texanos y de hombres del ejército carrancista, a cargo del general Andrés García. Estos últimos buscaron dialogar con los habitantes para disminuir su molestia, pero fracasaron y tuvieron que replegar el descontento popular a la fuerza.

Cobertura del New York Tribune el 29 de enero de 1917. Por temor a más incidentes, Ciudad Juárez suspendió actividades en salones de juego y carreras de caballos, negocios que eran encabezados por estadounidenses en la población fronteriza. Foto: New York Tribune/Library of Congress US/ESPECIAL.
Cobertura del New York Tribune el 29 de enero de 1917. Por temor a más incidentes, Ciudad Juárez suspendió actividades en salones de juego y carreras de caballos, negocios que eran encabezados por estadounidenses en la población fronteriza. Foto: New York Tribune/Library of Congress US/ESPECIAL.

Según la cobertura del Evening Times-Republican, entre los manifestantes había partidarios de Francisco Villa, quien en ese momento estaba prófugo por la Expedición Punitiva en su contra y también tenía encima a las fuerzas de Venustiano Carranza.

Se afirmó que gritos de “¡Viva Villa!” incrementaban el coraje anti-gringo y eso llevó al límite a los constitucionalistas. Medios reportaron que un “indiscreto villista” aulló “¡Muera Carranza!” y un soldado le disparó cuatro tiros mortales para callarlo.

Para la tarde del 29 de enero, autoridades de El Paso y carrancistas lograron un acuerdo en las medidas sanitarias para cruzar la frontera. El encargado de procedimientos contra el tifus en Texas, doctor C.C. Pierce, afirmó que aceptarían certificados de desinfección emitidos en Ciudad Juárez, donde sólo se usaba jabón.

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El médico sostuvo que los certificados chihuahuenses serían aceptados si el individuo “parecía estar limpio”; de lo contrario, se ignoraría su autorización y tendría que tomar el baño con combustible. Estos comprobantes tenían vigencia de una semana.

Según publicó The Butte Daily Post en su edición vespertina del 30 de enero, el general Andrés García visitó la planta de desinfección de El Paso para verificar que “su gente [mexicanos] recibiera un trato justo”.

El temor a los baños con gasolina fomentó la creatividad mexicana. Medios estadounidenses informaron de un modus operandi donde un mexicano se bañó cinco veces en la planta de desinfección de El Paso, obtuvo sus cinco certificados y los vendió a algunos chihuahuenses. Foto: Clinton A. McNeal/El Paso Museum of History
El temor a los baños con gasolina fomentó la creatividad mexicana. Medios estadounidenses informaron de un modus operandi donde un mexicano se bañó cinco veces en la planta de desinfección de El Paso, obtuvo sus cinco certificados y los vendió a algunos chihuahuenses. Foto: Clinton A. McNeal/El Paso Museum of History

Para ese momento, soldados de ambos países vigilaron que ningún manifestante apareciera para cerrar la frontera, pero lo que sí se notó fue una importante disminución de viajeros en el puente internacional.

Algunos medios sostuvieron que los “motines de los baños” afectaron la productividad en El Paso, incluso días después de la manifestación de las “amazonas”. La fundidora más importante de la localidad texana trabajó con la mitad de su personal para el 31 de enero, pues sus empleados mexicanos temían someterse a la desinfección.

The Butte Daily Post y El Paso Morning Times afirmaron que unas 200 sirvientas mexicanas, como mínimo, “faltaron a su deber” en las casas que atendían en El Paso, siendo la fuerza laboral que más se debilitó durante esa breve crisis migratoria.

A pesar del coraje que Carmelita Torres y cientos de mujeres juarenses demostraron frente a la humillante medida texana, este procedimiento continuó su aplicación durante varias décadas más.

Tan sólo dos días después de los “motines de los baños”, al menos mil mexicanos aceptaron bañarse en gasolina para acatar las órdenes texanas, pues no tenían de otra para poder cruzar la siempre temida frontera.

Según la cobertura de El Paso Morning Times, los habitantes de Ciudad Juárez se dejaron llevar por “el impulso era lastimar e insultar a los estadounidenses tanto como fuera posible sin cometer asesinato”. Foto: Iván Vargas/EL UNIVERSAL.
Según la cobertura de El Paso Morning Times, los habitantes de Ciudad Juárez se dejaron llevar por “el impulso era lastimar e insultar a los estadounidenses tanto como fuera posible sin cometer asesinato”. Foto: Iván Vargas/EL UNIVERSAL.

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