La esquina de 5 de febrero y República de El Salvador es famosa por ser la zona de farmacias del centro capitalino. En la imagen la Farmacia París y la Farmacia Nosarco, entre otros negocios. El antiguo hospital de Jesús, aun en funciones, motivó la presencia y crecimiento de estos negocios que vemos hasta hoy. Foto: Liza Luna/EL UNIVERSAL
Texto: Liza Luna
Si has estado en el centro de la capital, seguro sabes que en ciertas calles se venden artículos de papelería, ropa interior, electrónicos, bicicletas, joyerías, monedas o farmacias ; este panorama no es nuevo, pues la Ciudad de México estaba organizada en zonas comerciales desde el imperio Mexica y la ocupación española.
El mismo Hernán Cortés describió los sectores de compraventa en Tenochtitlán en sus “Cartas de Relación” de 1520:
“Hay calle de herbolarios con todas las raíces y hierbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casas como de boticarios donde venden medicinas hechas, potables o ungüentos”.
En esta ocasión, hablaremos de la calle 5 de febrero del Centro Histórico, reconocida por sus giros farmacéuticos, naturistas y de medicina alternativa, consolidado desde el siglo XX; con el paso del tiempo algunos de sus locales alcanzaron notoriedad y otros desaparecieron.
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Comparativa de la esquina de República de El Salvador y 5 de febrero. La primera imagen se tomó en la década de 1930, donde el edificio tenía un solo piso. Frente a él se observan los rieles del tranvía. Foto: Mediateca INAH. / Para la segunda fotografía, es la misma esquina de República de El Salvador y la calle 5 de febrero, en el Centro Histórico capitalino; ahora se observa la farmacia Nosarco y el edificio luce con un segundo piso, a comparación con los años 30 donde tenía planta baja y sólo un primer piso. Crédito: Liza Luna /EL UNIVERSAL.
Fue en la época de la Colonia que la calle conocida hoy como 5 de febrero empezó a cambiar su panorama. El 27 de septiembre de 1928, EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó parte de su historia: entre el siglo XVII y XVIII se le llamó "calle que va de los Portales de Mercaderes al Puente de la Aduana Vieja”, porque entonces era común guiarse por la cercanía de sitios populares.
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Fue en “ La Joya ”, zona cuyo origen es desconocido, donde inició la concentración de la venta de productos medicinales y que años más tarde sería parte de la calle 5 de febrero.
El hospital que motivó la proliferación de estos giros
Las antes llamadas boticas eran espacios únicos, ahora casi inexistentes dentro de la Ciudad de México. En ellos se realizaban preparaciones de medicamentos y remedios para cada paciente; eran sitios de elaboración artesanal y específica en cada aspecto, pues curaban una enfermedad a la vez.
En esos establecimientos se hacían fórmulas magistrales para cada cliente, hoy quedan muy pocos y son de corte homeopático. Se debía confiar en el boticario, experto en las mezclas y propiedades de sus activos. En las farmacias sólo se venden los productos procesados de los laboratorios, sin mayor manipulación.
Lorenzo León Reséndiz, dirigente de los boticarios entre los años 80 y 90, aseguró que la desaparición del saber boticario fue culpa de las Facultades de Medicina que eliminaron las materias de preparación “casera” o manual de los medicamentos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL/ESPECIAL
El periodista y escritor, Héctor de Mauléon, llamó a 5 de febrero la “calle de las boticas” en reconocimiento de sus negocios de curación, y aunque el giro boticario ya no se percibe en la vialidad, continúa como sitio principal de la salud capitalina.
Algunos datos encontrados en EL UNIVERSAL ILUSTRADO aseguran que la primera botica en esta vialidad – en la sección de la Monterilla, ahora primera y segunda calle de 5 de febrero – se fundó desde el siglo XVIII, por el capitán sevillano Adrián Ximénez de Almendral.
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De acuerdo con la Revista Cultural del Centro Histórico, Km. Cero, Almendral fue uno de los expertos en platería de los años coloniales, pero también se le atribuye la introducción de los remedios medicinales a 5 de febrero.
Otro posible antecedente se encontró en EL UNIVERSAL, el 18 de noviembre de 1951, donde se narró la presentación del telégrafo en México: Juan de la Granja, empresario español, mostró en 1850 sus aparatos para telegrafía, y lo hizo en una botica de la calle de Monterilla, donde también tenía su estudio.
Lo anterior se refutaría con la placa conmemorativa del Centro Histórico que posiciona el estudio de Juan de la Granja en el número 10 de la calle José María Pino Suárez, pero la mención de la botica en el artículo de 1951 ayuda a visualizar a posibles pioneros del giro farmacéutico en 5 de febrero.
Interior de la Farmacia París, en sus primeros años de operación. Varios de los negocios que fundaron la fama de 5 de febrero ya desaparecieron, y la París se mantiene como estandarte del giro boticario y farmacéutico del Centro Histórico. Foto: ESPECIAL/Mediateca INAH.
De cualquier forma, la mayor motivación para las farmacias en este apartado del Centro Histórico viene de su cercanía con el Hospital de Jesús .
El Hospital de la Concepción de Nuestra Señora u Hospital de Jesús lo fundó el mismo Hernán Cortés, un par de años después de la conquista y en el supuesto lugar donde se encontró por primera vez con Moctezuma, en la actual avenida 20 de noviembre.
Este nosocomio es uno de los más importantes de la ciudad y aún presta servicio a los capitalinos. Entre el siglo XVIII y XX, varios negocios se influenciaron por el Hospital de Jesús, como consultorios y boticas.
En el siglo XIX también hubo médicos generales y de alopatía en la calle de Isabel la Católica, calle de la Profesa, Capuchinas – ahora Venustiano Carranza –, en la actual República de Uruguay y hasta en 5 de febrero, para aprovechar el “mercado” de pacientes del Hospital de Jesús. La tarifa general era de $2 por consulta.
El profesor y periodista, Filomeno Mata , realizó un almanaque en 1879 sobre algunos negocios del Distrito Federal. Ahí salió la publicidad de Casa Andrade y Soriano, una droguería y librería de medicina en el número 10 de La Joya. En otro directorio de la ciudad de la misma época, se anunció la botica del doctor Martín Mayora, también en La Joya.
Todos esos antecedentes guiaron el mercado hasta la mitad del siglo XX, cuando la demanda de medicinas apuntaló su propia calle en la Ciudad de México.
Las farmacias más populares
Entre 1941 y 1944 se construyó el anexo del Hospital de Jesús. El nuevo edificio quedó en manos del arquitecto José Villagrán y se ubicó en República de El Salvador, número 115. La ampliación del nosocomio acompañó el nacimiento de las farmacias más importantes del Centro Histórico.
El local principal de la París está en la esquina de 5 de febrero y República de El Salvador. Tiene anexos aledaños y dos sucursales en otras zonas de la ciudad. De acuerdo con su página web, fue el mostrador más grande de América Latina en sus primeros años de operación. Foto: Liza Luna/EL UNIVERSAL
Fue en 1944, en paralelo con la construcción del anexo, que la Farmacia París abrió sus puertas, proyecto de Ignacio Merino Martínez y que pronto se convirtió en el establecimiento clave de esta calle.
A pesar de que en repetidas ocasiones contactamos a los encargados de la Farmacia París para tener sus comentarios sobre el tema, no se obtuvo respuesta . Pero lo que hace eterno al negocio de Merino Martínez no sólo viene de los comentarios de sus administradores.
En uno de nuestros recorridos por 5 de febrero, platicamos con algunos clientes y visitantes de la París. Uno de los testimonios vino de Aurora, quien vive por el sur de la capital, pero se transporta hasta esa farmacia del Centro Histórico por la confianza y reputación.
Es clienta fiel desde hace 20 años, y recuerda días en que la Farmacia París tenía cientos de compradores, con todos los puntos de venta disponibles para el constante cobro de productos y muchos empleados para desahogar las interminables filas.
También entrevistamos a Gustavo Acosta, quien lleva dos décadas como cliente del negocio de 5 de febrero. Él reside en la delegación Venustiano Carranza, pero su farmacia predilecta es la París: “tiene más fama y exclusividad, por eso seguiremos viendo”, nos compartió.
Otro testimonio fue de Laura Mendoza, quien compra en la Farmacia París desde hace 30 años. Tampoco es vecina del Centro Histórico, pero eligió esa botica por su prestigio.
Farmacia de Dios en Tlalpan; las grandes boticas abrieron otros locales por la ciudad, pero su mejor zona es 5 de febrero. Desde los años 40, se permitió la venta de productos no medicinales en las farmacias y la disponibilidad de horario nocturno. Foto: Héctor Martínez/Archivo EL UNIVERSAL
Otra de las exponentes del giro farmacéutico es la Farmacia de Dios , ubicada entre el número 39 y 41 de 5 de febrero, a unos cuantos locales de la París. Desde el 2010 y hasta la fecha, forma parte del Grupo RFP , empresa líder en la comercialización de medicamentos.
Los administradores de RFP nos indicaron que la Farmacia de Dios abrió desde 1963, con Eustaquio Escandón como dueño, pero la búsqueda en la Hemeroteca de EL UNIVERSAL mostró su apertura desde varios años antes, casi a la par que la Farmacia París en los años 40.
El 29 de junio de 1947, EL UNIVERSAL publicó un aviso con la firma de Ignacio Ocampo, entonces representante legal de la Farmacia de Dios, para asegurar que sus medicinas eran confiables. El local recibió quejas por supuestos productos falsificados y las denuncias continuaron hasta 1955, unos años antes que Escandón adquiriera el negocio.
Dentro del mercado farmacéutico de la Ciudad de México se suscitó competencia desleal y hasta robos. La Farmacia de Dios resultó bastante afectada pues, en dos ocasiones, sus empleados extrajeron medicamentos para venderlos a menor costo a otros locales.
A pesar de estos movimientos ilícitos, la Farmacia de Dios permanece como uno de los establecimientos más longevos y principales de 5 de febrero.
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La tercera contendiente y pilar del giro medicinal del Centro Histórico es la Farmacia Nosarco :
Abrió en 1970, justo en la esquina opuesta de la París, con un local amplio y moderno. Para 2010 – junto con la Farmacia de Dios – se integró al Grupo RFP .
De acuerdo con los representantes del Grupo RFP, la creciente oferta medicinal en el área impulsó la apertura de la Farmacia de Dios y Nosarco; además, para “hacerle frente a la demanda de fórmulas ancestrales” era relevante tener presencia en la “calle de las boticas”.
En nuestros recorridos notamos el éxito que tiene Nosarco con los visitantes de este pasaje del Centro Histórico. Conversamos con Miguel Ángel Juárez, cliente de ese local y quien vive hasta Azcapotzalco.
Encuesta de preferencia sobre establecimientos del Área Metropolitana en 1958. Durante los años que se realizó, la “farmacia preferida” o “la mejor de su ramo” quedó entre la París, la de Dios o Nosarco, sin que otros locales lograran desbancarlas. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Miguel Ángel prefirió la farmacia de Grupo RFP desde hace 7 años, pues considera que el servicio dentro de Nosarco es el más rápido del área, con mejor atención y en algunos productos más barato.
Los productos naturistas amplían la oferta
Y aunque la fama de la “calle de las boticas” crece por los establecimientos famosos, existen pequeños negocios que colaboran a su oferta médica. A unas cuantas puertas de la Nosarco está Casa Ramos , cadena de más de 15 años, especializada en cuidado del calzado.
Su local de 5 de febrero se enfoca en la ortopedia , y como los negocios más importantes del área no tienen una gran oferta en ese ramo, los clientes migran hacia Casa Ramos. “Pasa seguido, porque [las farmacias] no se especializan como nosotros”, nos comentó una trabajadora.
Según la colaboradora de la cadena ortopédica, la fama de la calle se debe por completo a la Farmacia París, pero la creciente competencia naturista y de productos clínicos en la zona es lo que fortalece el mercado.
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“Si cerrara la París, habría un daño importante [en ventas o demanda], pero muchos ganaron clientela y fama”, aseguró la trabajadora de Casa Ramos . Los establecimientos poco reconocidos amplían la oferta medicinal e intentan desprenderse del estigma de las grandes farmacias.
Uno de los aspectos más relevantes dentro de 5 de febrero es el naturismo y la medicina alternativa. Mientras los medicamentos de patente subían de precio, las alternativas naturales perfeccionaron sus fórmulas y se convirtieron en una opción viable para los compradores. Así surgió CASA MAY .
El biólogo Alberto Utrilla Landeros fundó CASA MAY en 1972, en el número 45 y es uno de los locales más duraderos en esta vialidad del Centro Histórico.
Alberto Utrilla Landeros vivió un tiempo en la Selva Lacandona, Chiapas, donde estudió los métodos de curación de los indígenas. Landeros escribió el Tratado Médico Botánico, basándose en los conocimientos de la selva. Foto: Mónica Utrilla/CORTESÍA
Quien se encarga ahora del establecimiento es Mónica, hija de Utrilla Landeros. CASA MAY tiene asesoramiento personalizado y variada oferta de productos, por lo que es común escuchar pequeñas consultas de mostrador sobre males o remedios naturales.
Para Mónica Utrilla , las farmacias de 5 de febrero atrajeron a los centros naturistas para complementar y competir por el mercado de la salud. CASA MAY no tiene comunicación con otros negocios del área, pero sí notó que varios cerraron durante y a causa de la pandemia.
El establecimiento de la familia Utrilla tiene una clientela segura; algunos compradores los visitan desde Chiapas o Puebla por la confianza y preferencia. “Ellos crecieron cerca del negocio, en su infancia. Se mudaron a otros estados y cuando vienen de visita, pasan a comprar aquí”, nos comentó Mónica.
Esta calle es el mejor lugar para que CASA MAY continúe con éxito, pues en cualquier otra zona de la ciudad sería “comenzar desde cero” y sin la fama que tiene 5 de febrero en el centro capitalino.
Además de los locales establecidos, el mercado naturista se fortalece con pequeños puestos ambulantes que rodean las entradas de la Farmacia París.
Con sus mezclas para tés, masajeadores y demás productos para el cuidado superficial del cuerpo, los vendedores de la calle captan algunos clientes que prefieren la practicidad y rapidez del ambulantaje, o que no se convencieron con la oferta de las farmacias establecidas.
Varios de ellos reaccionaron nerviosos a nuestras preguntas, negándose a dar declaración. Aun así, su aportación es innegable y curiosa.
Poco abastecimiento y baja clientela, la problemática actual
Para Aurora, una de las clientas que otorgó su testimonio y después de tantos años de conocer la Farmacia París, todo luce diferente.
Los medicamentos que ella necesita no se encuentran en cualquier lugar, y la París ya tampoco los tiene, pues enfrenta un bajo abastecimiento. La farmacia de Merino Martínez gozó de exclusividad en ciertos productos o precios más atractivos, pero ahora destaca por su reducido inventario en su establecimiento principal.
En las ocasiones que visitamos el inmueble de la esquina de 5 de febrero y República de El Salvador, vimos algunas de sus vitrinas vacías, y ni qué decir de los pocos visitantes que entran al local.
Gustavo Acosta, otro cliente de la Farmacia París, considera que esa falta de productos y compradores en el establecimiento principal se debe a la nueva distribución dentro de la sucursal. “Tal vez falta que se acoplen para que tengan más medicamentos”, comentó.
Pero, a pesar de su fe en la París, Acosta reconoce que hay mejores precios en otros sitios de la ciudad. Lo mismo opinó Laura Mendoza, otra compradora fiel de la botica, quien ya notó ofertas y productos lejos del Centro Histórico.
La Farmacia París se fundó en 1944 y es el establecimiento clave dentro de la oferta medicinal de 5 de febrero, incluso su fachada es la más representativa de la vialidad. Establecida por Ignacio Merino Martínez, la botica ofreció sus fórmulas magistrales y también medicamentos de patente para los capitalinos. Foto: Liza Luna/EL UNIVERSAL.
A pesar de esto, en los locales aledaños de la farmacia de Merino Martínez el panorama es más alentador. Por ejemplo, en su apartado para material clínico y de especialidad, el abastecimiento es amplio y específico, listo para cumplir con las necesidades más puntuales de sus clientes.
Los visitantes a los anexos de la París son pocos, pero todos salen con lo que buscaban.
También visitamos en repetidas ocasiones la Farmacia de Dios , y en esos recorridos estuvo vacía. En una hasta dejó de dar servicio en pleno sábado a las 2 de la tarde por falta de luz.
La atención es muy buena, pero no destacan por sus precios o abastecimiento. Nosarco es la que más resiste el paso del tiempo, con sus filas de compradores y carreras entre los trabajadores para cumplir con los pedidos.
Miguel Ángel, visitante fiel de Nosarco, la considera la mejor farmacia de 5 de febrero por sus ofertas, que es lo único que le interesa de un establecimiento de medicamentos.
La competencia no se detiene en este apartado del Centro Histórico , con cadenas nacionales, franquicias y pequeños negocios independientes que tratan de tomar un pedazo del mercado dominado por la Farmacia París, la de Dios y Nosarco.
No sabemos si el prestigio o reputación sean suficientes para mantener a los grandes y afamados negocios en esta vialidad, pero es bueno recorrer con ojos de descubrimiento a los “otros” locales que contribuyen a la fama de esta conocida calle.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
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