En medio de un entorno económico incierto, con mercados volátiles, amenazas de aranceles y dudas sobre el crecimiento global, vale la pena volver a lo esencial: sin un sistema sólido de propiedad intelectual (PI), no hay innovación que prospere ni inversión que se sostenga. Así lo reafirma el Índice Internacional de Propiedad Intelectual 2025, publicado el 15 de abril por el Centro de Políticas de Innovación Global, brazo de la influyente Cámara de Comercio de Estados Unidos (US Chamber), una voz con peso en las decisiones económicas no solo en Washington, sino en el mundo entero.
México no ganó ni perdió posiciones este año: se mantiene en el lugar 23 de 55 países evaluados. El puntaje tampoco cambió: 29.99 sobre un máximo de 53, equivalente al 56.58 %. Aunque el país encabeza la región, el hecho de que su calificación se haya estancado contrasta con los avances registrados por más de 30 economías. Y preocupa aún más si se toma en cuenta que las industrias basadas en PI representan más del 40 % del PIB y más del 30 % del empleo formal en México.
Entre los avances reconocidos, destaca la decisión de la Suprema Corte de Justicia que validó las reformas a la Ley Federal del Derecho de Autor y al Código Penal Federal, en línea con compromisos asumidos en el T-MEC. Estas reformas introdujeron un sistema de aviso y retiro para contenido en internet que infrinja derechos de autor, así como sanciones más fuertes contra la elusión de medidas tecnológicas de protección. Es una señal positiva para la economía digital.
Pero el mismo informe insiste con claridad en un tema que ya no admite demoras: la protección de la innovación farmacéutica y biotecnológica. A pesar de que México se comprometió a mejorar este aspecto desde la firma del T-MEC, aún no existe un sistema efectivo que impida que se autoricen medicamentos genéricos mientras estén vigentes patentes válidas. Tampoco hay un mecanismo claro para que los titulares de patentes puedan defender sus derechos antes de que los productos lleguen al mercado.
El IMPI y la Cofepris han dado pasos para coordinarse y publicar información que ayude a detectar posibles conflictos. Sin embargo, eso no sustituye un sistema que verdaderamente vincule el proceso regulatorio con la vigencia de las patentes. Sin certeza jurídica, no hay incentivo suficiente para invertir en investigación ni para traer al país desarrollos de punta. El propio informe dice que si México cumpliera con lo pactado en el T-MEC, su calificación mejoraría.
Otro tema que el documento pone sobre la mesa es la falta de estímulos para el desarrollo de medicamentos para atender enfermedades raras, también conocidos como medicamentos huérfanos. Aunque en 2023 se dio un paso al reconocer oficialmente más de cinco mil padecimientos de este tipo, todavía no existen mecanismos legales o económicos que impulsen la innovación en este campo. Es una omisión seria en un país donde dos terceras partes de la población dependen del sistema público de salud.
Más allá de lo que se dice sobre normas o tratados, el mensaje de fondo es claro: México no está aprovechando todo su potencial innovador. La PI no solo protege ideas, también permite explotarlas, convertirlas en productos, servicios y soluciones que generen bienestar. Tener buenas leyes no basta; hay que aplicarlas, actualizarlas y conectarlas con la economía real.
El Índice no mide solo cuánto protege un país los derechos de los creadores. También refleja qué tan preparado está para enfrentar los retos globales con ideas propias. La nueva administración tiene en sus manos la posibilidad de cambiar la narrativa. La PI debe ser parte de su estrategia, no solo por cumplir con el T-MEC, sino porque sin innovación no hay futuro.
Especialista en propiedad intelectual y protección de innovación, socio de ECIJA México
X: @MA_Margain