En unos días más celebraremos el 210º aniversario de nuestra Independencia. Ante esta remembranza histórica hay mucho que reconocer de nuestro pasado y mucho que construir para nuestro futuro.
Más allá de los fuegos de artificio, globos, serpentinas y festejos patrios es oportuno avanzar en la búsqueda de los elementos que impulsen la actividad económica y consoliden la institucionalidad política, para superar los retos y limitaciones que imponen las rigurosas condiciones sanitarias y de salud pública que han paralizado la economía mundial.
En el pasado, el nacionalismo ha sido sinónimo de exclusión y un modelo ideológico obsoleto. Hoy un nacionalismo renovado debe ser visto con ojos de apertura global y convivencia cordial, resultante de una de síntesis dinámica entre el orgullo de nuestra identidad y la fuerza de nuestra economía. El reto no es sobrevivir sino revivir la fuerza de la economía mexicana.
Las políticas sanitarias han provocado la contracción del consumo y sus implicaciones en materia de producción y empleo, y requieren un relanzamiento económico para superar la presión de las necesidades sociales y la pobreza que prevalece y corre el riesgo de aumentar.
Es una visión de certidumbre en todos los órdenes, y reconocernos como el país con el gran potencial que tenemos e insertarnos con inteligencia en los espacios y mercados internacionales que hoy se encuentran a nuestro alcance.
Mientras que algunos líderes de otros países recurren a retóricas incendiarias contra sus temidos competidores y consideran su nacionalismo como sinónimo de aislamiento y proteccionismo con fines políticos y electorales, aquí sabemos que ambos instrumentos son paliativos de corto plazo que a la larga dañan la innovación y la capacidad competitiva.
Nuestro reto es optar por un nacionalismo renovado que no sea excluyente, que fomente el comercio global y promueva nuestras ventajas competitivas en diversas industrias y servicios, así como los incentivos necesarios para la reconversión de sistemas productivos con destino final en canales de distribución a la puerta del consumidor.
La tarea es de fundamental importancia, pues requerirá no solo de una ingeniosa estrategia de producción y distribución sino también de novedosas formas de concebir cada empresa, cada industria y cada mercado con instrumentos de financiamiento al menudeo para su pronta reactivación.
México requiere emitir una nueva señal al resto del mundo, donde nos reconozcamos como un país unido en lo fundamental, que ha superado divisiones estériles y confrontaciones superficiales. Propongamos una fórmula para que el resto del mundo nos reconozca por el gran potencial de nuestras cualidades y no por la propaganda recurrente de delitos y defectos que bien sabemos no son exclusivos de nuestra nación.
Pensemos y actuemos para trabajar intensamente para que la frase: “¡Viva México!” nos identifique por la fortaleza de nuestras cualidades como una nación socialmente unida, políticamente estable, legalmente justa y económicamente próspera.
Rúbrica. Un “loco” muy cuerdo. Despedimos de esta vida a Manuel “El Loco” Valdés, último heredero de una dinastía de la comedia ingeniosa, blanca y emblemática con Germán, el inolvidable “Tin Tan”, y “Don Ramón”, inmortalizado en “El Chavo del 8”, quienes aún en la adversidad dieron motivos de alegría a muchas generaciones.
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