La ideología socialista perdió a uno de sus más grandes líderes hace 85 años. Este 21 de agosto se cumplen 85 años del asesinato de León Trotsky en México.
La fuerza laboral obrera resultante de la Revolución Industrial, sometió a fuertes crisis sociales a las monarquías dominantes de Europa al inicio del siglo XX. Rusia no fue la excepción; la pobreza y la autoridad del Zar Nicolás II, débil heredero de la dinastía Romanov, fueron campo de cultivo fértil para que las ideas del marxismo se difundieran con éxito.
La Primera Guerra Mundial solo agravó las condiciones de insatisfacción y frustración de la población rusa. En esos años Vladimir Ilich Lenin, con el apoyo de Alemania, emprendió la tarea de difundir las ideas marxistas con su propia interpretación, lo que dio origen a la doctrina que inspiró por décadas el ejercicio del poder en la Unión Soviética.
Un personaje determinante en este proceso fue León Trotsky, luchador social y complemento ideológico de la Revolución rusa. Nacido en Ucrania en 1879, Trotsky encabezó el Ejército Rojo que logró el triunfo bolchevique en la sangrienta guerra civil. En 1923 a la muerte de Lenin, la lucha por el poder confrontó a los principales caudillos. Trotsky se enfrentó a un Stalin empoderado, acusando la burocratización y el estancamiento de la revolución. En respuesta, Stalin ordenó su exilio.
Aun lejos del Kremlin, la figura de Trotsky con sus escritos, publicados en diversos países, y su prestigio, seguía rondando en el escenario político. Por ello Stalin instauró los Juicios de Moscú en 1936, donde una larga lista de líderes de la revolución de octubre vinculados con Trotsky, fueron acusados, juzgados y en lo que sería una costumbre estalinista, torturados y ejecutados. Gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas, la peregrinación de Trotsky y de su esposa culminó en México. A su llegada en 1937 fue huésped de Diego Rivera y Frida Kahlo, con quienes compartió tertulias, discusiones y hasta algún romance. Tiempo después fue instalado en una casa bien fortificada en Coyoacán.
Trotsky confrontó a Stalin por su alianza con el fascismo nazi en el pacto Ribbentrop-Molotov. Stalin se sentía amenazado por la existencia de una figura que retara su poder, por ello utilizó todos sus recursos para asesinar a Trotsky. Primero intentó un ataque armado infructuoso comandado por David Alfaro Siqueiros en mayo de 1940. Entonces entró en operación el misterioso agente soviético, originalmente llamado Ramón Mercader, que con el alias de Jacques Mornard, se adentró en la vida cotidiana de la casa de Coyoacán.
Cumpliendo su misión, Mercader atacó a Trotsky en su escritorio, asestándole golpes mortales en el cráneo con un piolet. Aún con vida, Trotsky fue trasladado a un hospital donde murió al día siguiente.
La figura histórica de Trotsky dejó una huella profunda que hasta la fecha inspira a muchos partidarios. Su muerte es un episodio más de cómo en las revoluciones violentas, sus caudillos empiezan por derrocar un régimen y acaban por aniquilarse entre ellos.
Rúbrica. Un trono sin poder. En las crisis bélicas de hoy, el papel del Secretario General de la ONU me recuerda la novela Las aventuras de Tom Sawyer, donde ese personaje tiene que pintar una barda y convencer a otros que hagan el trabajo que a él le corresponde y hasta le paguen por hacerlo.
Político y escritor. @AlemanVelascoM
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